venerdì 31 luglio 2020

PROFETA CONTRO PROFETA.


COMMENTO AI TESTI DELLA LITURGIA DEL GIORNO: MT. 13, 54-58 E GER. 26, 1-9. LA MEMORIA LITURGICA DI IGNAZIO DI LOYOLA: IL DISCERNIMENTO DEGLI SPIRITI, LA PREGHIERA DELLA DEDIZIONE TOTALE A DIO, LETTURA DI UN TESTO DI L. A. SCHOEKEL SUI VERI E I FALSI PROFETI NEGLI ESERCIZI SPIRITUALI. PREGHIERA CONCLUSIVA: ANIMA DI CRISTO.

mercoledì 29 luglio 2020

SANTA MARTA DI BETANIA, OVVERO..."NON SIA MAI VIENE QUALCUNO"

COMMENTO AL VANGELO DEL GIORNO: LC. 10, 38-42; ESEGESI RABBINICA SUL RUOLO DELLE DONNE. ATTUALIZZAZIONE: L'AGITAZIONE DI MARTA. IL CULTO DI SANTA MARTA. IL CAMMINO DI FEDE DI MARTA IN GV. 11, 19-27 (RIF. A GV. 4, LA SAMARITANA). IL DONO DELLO SHALOM. RIF. AL CAMMINO NEOCATECUMENALE.

sabato 25 luglio 2020

COME CONDANNATI A MORTE.

COMMENTO ALLE LETTURE DEL GIORNO (FESTA DI SAN GIACOMO APOSTOLO): 2COR. 5, 7-15 E MT. 20, 20-28. LA TEOLOGIA DELL'APOSTOLO. ESSERE CRISTIANI: PORTARE DENTRO DI SE' SEMPRE E DOVUNQUE LA FORMA DI MORIRE DI CRISTO.

martedì 21 luglio 2020

La Vergine del silenzio.

La Kenosi di Maria nei Vangeli; la vita nascosta della famiglia di Nazareth; il martirio del cuore di Maria: commento di s. Agostino; come fare la volontà di Dio; l'ordine nella vita affettiva; la memoria liturgica di san Lorenzo da Brindisi; preghiera conclusiva: SUB TUUM PRAESIDIUM; vigilia della Festa di santa Maria Maddalena.

lunedì 20 luglio 2020

IL MESSAGGIO DEL PROFETA ELIA


COMMENTO AL VANGELO DEL GIORNO: MT. 12, 38-42. LA GENERAZIONE MALVAGIA E ADULTERA... LO SPIRITO DI PROFEZIA. LA MEMORIA E IL MESSAGGIO DEL PROFETA ELIA: ATTUALIZZAZIONE. ELIA ED ELISEO: IMPORTANZA DELLA PATERNITA' SPIRITUALE. LETTURA DI UN TESTO DI BENEDETTO XVI SUL PROFETA ELIA.


giovedì 16 luglio 2020

UNA FATTISPECIE UNICA DI "TRASFERIMENTO DI PROPRIETA'".

DESCRIZIONE: ESEGESI SPIRITUALE DI GV. 19, 25-27, LA MATERNITA' SPIRITUALE DI MARIA, RIF. A "LA PASSIONE DI GESU'", IGNACE DE LA POTTERIE, SAN PAOLO EDD., PREGHIERA CONCLUSIVA DEL VEN MICHELE DI SANT'AGOSTINO, O.CARM.

CONVIVENCIA DE LA TRADITIO SYMBOLI - (SABADO POR LA TARDE)

Kairos


Traditio symboli - SABADO POR LA TARDE (*)



Sábado por la tarde (de la Traditio hecha en España en 1982)

Introducción a la encuesta (Kiko)


Veréis que lo que hay que hacer es exactamente lo que escuchamos ayer, respondiendo las mismas preguntas que le hacen al ciego. Ya el Papa Juan Pablo II cuando estuvo en la parroquia de Mártires Canadienses nos dijo que este itinerario de fe se encuentra en los Evangelios y en los Hechos de los Apóstoles.

Os hemos dicho que los Evangelios reúnen la praxis de evangelización de la Iglesia primitiva.

Si recuerdas, al ciego de nacimiento -después de haberse lavado en el estanque de Siloe, que significa "Enviado"- le preguntan: "¿Eres este ciego?" porque no creen que sea el ciego. Y tiene que decir: "Sí, soy yo", porque discutían entre ellos.

La Iglesia os envía por medio del camino Neocatecumenal -esperamos que sea el Obispo (o un delegado del Obispo) de vuestra diócesis como lo hemos hecho con otras comunidades: en Roma vino el cardenal Poletti, en Barcelona vino el cardenal Jubany.

La iglesia os envía y os da la misión de ir a anunciar el Evangelio por las casas. El primer problema que encontrará es que la gente no se cree que hayáis sido ciegos: al ver que predicáis el Evangelio, ya sois buenísimos para ellos y con esto se ha terminado todo, ya no hay ningún testimonio de fe. Como eres tan bueno tienes que alimentarte por separado, eres diferente, eso es todo.
Es decir, lo primero es esto: la gente no cree absolutamente que hayáis sido ciegos.

Por eso que la primera pregunta que os haremos es la misma que hacen al ciego. Este diálogo está en los Evangelios y hoy, después de dos mil años, se reproduce y está vivo, presente y maravilloso en nuestra vida de fe.
La primera pregunta dice:
¿Estabas ciego antes del Camino? Concretamente ¿qué cosas no veías?

Es muy importante que la Iglesia te confronte con estas preguntas para que puedas reflexionar sobre tu vida pasada y puedas manifestarla dando gloria a Dios.

Ya dijimos ayer que en lo que el hombre es ciego, lo que no ve es el amor de Dios en su vida. ¿Y dónde se ve el amor de Dios? En nuestros pecados.

Pero no podemos ver nuestros pecados porque nadie en el mundo ama a nadie que tenga defectos; comenzando por la familia, en la cual, desde pequeño, si eres malo te pegan (¡es bueno que te corrijan, está claro! Pero ya hay una educación en este sentido, si no estudias, etc.)

Es decir, lo que no vale no es amado. Entonces, el hombre normalmente esconde sus defectos, debe ocultarlos porque quiere ser amado. Todos hemos recibido, durante años y años, una educación para hacer esto.

Quiero decir que tenemos una gran dificultad para ver nuestros pecados, nuestros defectos, porque durante años nos han enseñado a ocultarlos; todos nos ponemos una máscara de buena persona, de persona educada.

Y constantemente firmamos un certificado de buena conducta: porque yo, porque yo, porque yo. Porque siempre tenemos miedo de que si nos conocieran como somos realmente, nos despreciarían; lo cual es bastante falso, porque una experiencia que se debe hacer en el mundo es que la gente te ama más por tus defectos que por tus virtudes.

Especialmente en España, porque como dice Unamuno: "el pecado de los españoles es la envidia", donde tan pronto como uno destaca un poco, todos se comprometen a derribarlo con mentiras o calumnias o lo que sea, hasta que nadie sobresalga. Nos enoja el hecho de que el otro triunfe y lo pasamos bien arrojándolo por tierra: por eso nos fascina hablar mal de la gente.
Incluso Cristo, como dicen los Evangelios, fue entregado por envidia.
Dije que la gente básicamente nos ama más por nuestros defectos que por nuestras virtudes. Por eso lo primero que hace el camino neocatecumenal es ponerte ante tu realidad; Por eso, la primera etapa del camino es la humildad. La humildad, como dijo Santa Teresa de Jesús, es la verdad, está situada junto a la verdad. Por eso el Señor se encarga de poner a los orgullosos (porque hay muchas personas muy alienadas y orgullosas que constantemente se creen alguien, creen que son el salvador del mundo)…

…en su propia realidad a través de acontecimiento concretos, para que puedan ver quiénes son y de qué son capaces realmente. Pedro también creía que era un buen hombre, un buen amigo, un hombre justo y debía descubrir quién era realmente.

Y tendrá que descubrirlo frente a la cruz: tan pronto como aparezca la persecución, tan pronto como aparezca la cruz, San Pedro debe descubrir que es capaz de traicionar, que no es un hombre justo ni un buen amigo, que es un mentiroso capaz de traicionar a Dios, al hombre y al amigo. Juró tomando a Dios como testigo que no conocía a Jesucristo, como dicen los Evangelios. Y San Pedro era un pescador, un operario, un trabajador, un hombre con virtudes naturales como parece, gente de campo, como la gente aparentemente es: buena, honesta. Sin embargo, Pedro no es mejor que Judas, absolutamente.


Judas también se creía un hombre justo, muy inteligente, creía saber cómo debía ser la historia y se creía más inteligente que Jesucristo; según él, Jesucristo no hacía bien las cosas y siempre lo corregía un poco. En realidad, él era quien tenía la bolsa, era el tesorero porque era un hombre que sabía y entendía muchas cosas: siempre protestaba (¡las economías de Judas!), Siempre decía que se gastaba mucho dinero. Cuando una mujer rompe el jarrón de alabastro a los pies de Jesús... "¡Qué desperdicio! -dice Judas- Con todos los pobres que hay", siempre se escandaliza, porque se cree bueno y justo y pasa su vida juzgando a los demás; ¡también juzgó a Jesucristo, imagínate! Y al final Judas, quien pasó su vida criticando, no solo al gobierno, porque era un fanático y no podía soportar al imperio romano que consideraba bestias a los judíos, exigiendo y criticando por qué siempre tenía razón, al final se horroriza al ver que es un asesino, que ha entregado sangre inocente Y no sirve de nada regresar y tirar las monedas al suelo, arrepentido. Dice: "He entregado sangre inocente, ¡he sido un asesino!" Lo reconoce, quien ha pasado su vida criticando a los demás y exigiendo a todos.

San Pedro hizo lo mismo, entregó a Jesucristo.

Son dos figuras muy importantes: Judas y Pedro. Digo esto porque es una enseñanza muy importante que la Iglesia nos da y debemos meditar sobre ella: ante el pecado no debemos hacer como Judas sino como Pedro. Jesús se lo había profetizado tanto a Pedro como a Judas; a Judas le dijo en la Santa Cena: "Sí, tú lo has dicho; tú me entregarás". Y le había dicho lo mismo a Pedro:" Antes de que cante el gallo me negarás tres veces". Pedro le dice: "Iré a la cárcel por ti, daré mi vida por ti", y Jesús: "¿Darás tu vida por mí? Esta misma noche, antes de que el gallo cante una vez, me habrás negado tres veces". Ya lo había profetizado a Judas y a Pedro.
  
Cuando Pedro ve que no se conoce a sí mismo, que se ha perdido a sí mismo (el pecado le ha hecho perder la dimensión de sí mismo, pero hay alguien que se lo había profetizado, hay alguien que sabe quién es él), entonces llora amargamente y se vuelve hacia el que lo conoce, se vuelve hacia Jesucristo, Jesús lo mira como mirará a Judas, pero Judas no podrá soportar que la imagen que había construido de sí mismo se derrumbe por los suelos de esta manera y en lugar de recurrir a el perdón prefiere suicidarse, como hacen muchos en el mundo, por puro orgullo. 

Prefiere suicidarse en lugar de agacharse y pedir perdón para que Jesucristo reconstruya una nueva vida en él, le dé una nueva vida ya que la primera se derrumbó, todo lo que había construido con sus manos para ser perfecto ha caído. ¡Mírate, eres un asesino! Pero Judas no puede soportar pedirle a Jesús que le dé una vida nueva y prefiere ahorcarse de la rama de un árbol.
Pedro aprenderá la lección: en lugar de apoyarse en sí mismo, aprenderá a caminar apoyándose en el Señor. Por esta razón, Jesús resucitado le preguntará: "Pedro, ¿me amas?". Y él contestará: "Sí, Señor, te amo". Tres veces Jesús le pregunta a Pedro: "¿Me amas?" Y a la tercera, Pedro se entristece porque recuerda: "¿Cómo, ya estoy cayendo en la trampa de antes? ¡Estoy diciendo que lo amo pero lo he negado!". Se entristece y no dice más: "Sí, te amo" sino que dice: "Señor, Tú lo sabes todo. ¿Por qué me preguntas si ya lo sabes?"

Esto es muy importante, porque el Señor conoce tu debilidad. ¿Y por qué, conociendo tu debilidad y sabiendo que no vales nada, te envía a predicar el Evangelio? ¡Fíjate qué extraño! ¿Dios sabe lo que harás mañana, lo que puedes hacer y te enviará a predicar el Evangelio?
"Señor, Tú lo sabes todo". Ahora ya no confías en ti mismo. Él te conoce y te envía. Significa que el Señor Jesús sabe que si confías en él -sic- puedes ser un santo, que de hecho ya eres un santo.

La segunda pregunta también se la hacen al ciego. "¿Eres este ciego?" Él responde: "Sí", e incluso hacen venir a sus padres porque no le creen. Por supuesto, si resulta que él no es el ciego, ¡aquí hay un gran engaño! Si resulta que no has sido curado de nada, todo lo que dirás son mentiras, son cosas agradables pero que no irán acompañadas de tu testimonio. Es muy importante que testifiques que antes de conocer a Jesucristo estabas verdaderamente ciego, eras un enfermo, alguien que no podía caminar, un malvado. ¡Qué obra ha hecho en ti Jesucristo!
De hecho, incluso llaman a los padres del ciego para que testifiquen sobre él: como no lo creen, tienen que llamar a otros para reforzar el testimonio. Una vez convencidos de que era él quien era ciego, le preguntan: "¿Cómo se te abrieron los ojos? ¿Qué ha hecho por ti?"



Esta es la segunda pregunta:
CONCRETAMENTE, ¿CÓMO SE ABRIERON TUS OJOS?
Si dices que eras ciego y ahora lo ves, dime cómo sucedió, qué hicieron por ti.

El ciego no cuenta cosas inventadas, cuenta exactamente los hechos. Dice: "Ese hombre al que llaman Jesús de Nazaret se me acercó. Estaba pidiendo limosna, se me acercó, hizo barro con su saliva, me la untó en los ojos y dijo: ¡Ve a lavarte! ¡Fui, me lavé y ahora veo!" ¡Esto es lo que dice: hechos! No cuenta ningún tipo de elucubración. A ti concretamente (después de que contases cómo era tu vida antes del Camino), ¿Cómo se te han abierto los ojos?

Tú dices: "Bueno, mi cuñado me llevó a una catequesis y ese hombre al que llaman Jesús de Nazaret -que apareció en las catequesis- me puso barro en los ojos, me iluminó con su palabra profética en las catequesis a través de los catequistas. De repente me di cuenta de que tenían razón y la Palabra, que se combina con la saliva, continuó iluminando mis pecados, mi barro, mi basura y me mostró que tenían razón, que yo no era la persona perfecta que creía ser. Hay personas con las que esto sucede en la primera catequesis, a otros les sucede en el primer escrutinio porque todavía se creen buenísimos y, de hecho, creen que nos están haciendo un favor al ir a la comunidad. Entonces el Señor mismo los derriba con hechos. Algunos entran en crisis, otros son violentos, otros se enamoran... El hecho es que deben ocurrir problemas y conflictos (muy necesarios en los primeros años de camino) a través de los cuales el Señor ilumina nuestra realidad.
Entonces debes decir: En la Iglesia hay un camino y una palabra profética que me iluminó y me hizo ver quién era. Antes no veía nada y pensaba que era muy buena y me pasaba la vida juzgando -como muchas mujeres que van a misa y comulgan a diario, muy intolerantes-. ¡Me creía buenísima! Mi esposo era muy malo, mis hijas no me entendían y yo era muy buena (es tu vida, ¿no?).

Solo en el camino comencé a conocer mi egoísmo, porque no veía nada, no veía nada más que el hecho de que no me amaban mientras pasaba mi vida en casa sacrificándome por todos.
"¿Pero cómo sucedió esto? ¿Cómo, concretamente?". Así: hizo barro con su palabra, con su saliva iluminó mis pecados. Y me vi tan sucio, tan sucio, vi de lo que soy capaz: con hechos, no una o dos veces, sino durante años, con hechos muy concretos, me hizo ver mi apego al dinero, mi mente sucia, cómo murmuro, cómo no respeto al otro, cómo lo juzgo, cómo tengo una mente sucia, sexual, etc.

Y aunque soy así... Señor, ¿me amas? He visto que el Señor me ama. Y no solo me ama, sino que por esta persona así como soy yo, el Señor ha dado la vida. Dar la vida por uno bueno es fácil, pero dar la vida cuando soy tan pecador o pecadora... ¡He visto su amor! Estaba completamente ciego antes, no veía amor por ninguna parte, no veía nada más que mi bondad y la maldad de todos los demás.
El ciego de nacimiento ve cuando se lava, cuando le quitan sus pecados.

¿Cómo se te pueden quitar tus pecados? ¡Cristo los toma sobre sí mismo! Alguien debe sufrir el castigo de tus pecados: en esto hemos visto el Amor. ¡Ahora he visto el Amor de Dios, la luz, he visto la luz! Porque antes de no ver la luz, ¿qué es la luz? Dijimos: la luz es el amor que Dios tiene por nosotros los pecadores.
Pero esta es una frase bonita y nada más si no se vuelve existencial en ti, si no llega verdaderamente a tu vida. Por lo tanto, es imposible ver para aquellos que se creen justos como los fariseos, los profesionales de la religión, porque dicen: "Nosotros vemos".

Jesucristo no debe soportar ningún pecado porque no tienen ninguno, son justos. Porque esto dirá Jesús en Evangelio: "Ay de los ricos, ay de los que ahora están satisfechos", ay de vosotros que no necesitáis a Jesucristo.

Después de esto, la tercera pregunta que le hacen al ciego es: «Y tú, ¿qué dices de él desde que te abrió los ojos?». Tercera pregunta:
¿TÚ QUE DICES DE ÉL, DESDE EL MOMENTO EN QUE TE ABRIÓ LOS OJOS?
Es decir: ¿quién es para ti este que te abrió los ojos? ¿Es un profeta?, ¿es un taumaturgo? ¿Es el fundador de una religión? ¿Quién es para ti? Entonces, después de dar tu testimonio, debes anunciar a Jesucristo: ¿quién es Jesucristo para ti, quién es? "El Hijo de Dios, el Hijo del Hombre que vendrá sobre las nubes del cielo, aquel que el Padre ha entregado por mí para que yo pueda cambiar mi vida, tener una vida nueva. ¡Y mira, me está dando su vida! Piensa, hoy puedo perder mi vida al venir a las casas, ¡y nadie me paga! Imagínate si es cierto que Jesús tiene el poder de transformar el corazón. Siempre he sido un egoísta que todo lo que he hecho en la vida ha sido para ser alabado. ¡Nunca hice nada gratis, nunca! Yo, que soy una mujer casada, en casa siempre pasaba la cuenta (como muchas mujeres), limpiaba la casa y después pobre del que dejara caer la ceniza, ¡ay de los que mancharan algo, porque todos habían visto cuánto había sufrido lavando platos y limpiando! Siempre he llevado cuentas para ser amada, nunca he hecho cosas por amor a los demás, sino por amor a mí misma, buscando la aprobación de los demás. El hombre que hace cosas por los demás siempre pasa la cuenta, tarde o temprano; padres a hijos: «¡Cuántos sacrificios hemos hecho por ti! Ahora tienes que darnos...» y te pasan la factura por todo, no te dan nada gratis. Si te sacrificas por alguien, todos deben alabarte y bendecirte porque te has sacrificado.

No nos damos cuenta de que esto no es amor, es amor por nosotros mismos; te sacrificaste para que tus hijos o hijas pensaran: "¡Qué buena es mi madre, cuánto se sacrificó por nosotros!". Y como parece que este elogio nunca se te da (y tienen razón en no dártelo), te sientes muy incomprendido, muy pobre, ¡ah, cuánto sufres! Y te equivocas, incluso si te elogiaran, todo serían mentiras. ¿Quieres halagos? Los recibirás a montones del diablo que es el adulador. Los que te halagan son siempre tu enemigo. ¿Quién dice "¡Brava! ¡Qué buena eres, mamá!". Es tu enemigo, siempre detrás está el enemigo. Pero el que te corrige es tu maestro, él es tu hermano. Esto dice la Escritura, y la Palabra de Dios siempre es perfecta.

Cuando Dios decreta que una persona caiga, le permite escuchar solo a los aduladores.

Hitler, por ejemplo. Dios había decretado que perdería la guerra y al final solo escuchó mentiras, escuchó a los que lo halagaron; no podía escuchar ninguna crítica, creía todas las mentiras. Si Dios hubiera querido que no perdiera la guerra, habría puesto a alguien a su lado para que le dijera la verdad, que lo pusiera en la verdad, en la realidad. Pero su caída ya estaba decretada. Como fue decretado por Dios, dice la Escritura, que Absalón no escuchara a Ahitofel, quien le aconsejó bien, y escuchó a otro que lo aconsejó mal; Dios había decretado su caída debido a su maldad. Si Dios, por los pecados que has cometido, no quiere que te conviertas, aquí no escucharás nada, escucharás al demonio, escucharás a los que te halagan, no escucharás a los que te ponen en la verdad, en la realidad.

Es una gran cosa que alguien te ponga en la verdad, incluso si nos cuesta y nos duele. Muchas veces en tu familia te corrigen y te ponen en la verdad, o uno de tus hermanos te lo dice muy claramente. Nos duele pero quien nos ama nos pone en la realidad.

Bueno, hermanos, este es el cuestionario. Es muy importante porque tus catequistas vendrán a tu comunidad y tendrás que responder estas preguntas.

Quizás algunos hermanos no son aptos para ir a predicar el Evangelio y los catequistas dirán que tienen que esperar, que no pueden ir porque ni siquiera pueden responder bien esta pregunta. Está claro que ser anunciadores del Evangelio es algo muy serio, porque serán salvadores de hombres; pero también pueden ser destructores de hombres, ¡porque ahora serán una luz levantada! Dios ha dispuesto que de las 57 familias que visites, quizás cuatro encuentren la vida a través de ti y se unan a ti.
estas personas basarán su fe en tu fe, y si tu fe falla, puedes causarles la ruina.

Antes, en una situación de la Iglesia en la que la gracia llegaba a través de los sacramentos

…si el sacerdote tenía sus pecados, sus problemas, siempre era causa de conflicto, asco, escándalo para alguna persona; pero no era tan grave como lo es con la predicación de la fe porque la fe se sustenta en lo apostólico, en el testimonio de quienes predican la fe. Por esta razón, los catequistas deben tener mucho cuidado cuando catequizan, porque puede ser causa de escándalo. Jesús lo dice en el Evangelio cuando habla de la sal: "Si tu mano te escandaliza, córtala. Ten cuidado con estos pequeños: ay de los que escandalizan a uno de estos pequeños".

Por lo tanto, hermano, si tu mano te escandaliza, córtala: si tu ojo te escandaliza, sácatelo, porque Dios ama a los hermanos y ha destinado que la fe pase al otro a través de ti.
Bueno, hermanos, para esto debemos prepararnos porque debemos vivir este tiempo en gracia. Pronto verás que lo primero que te sucederá es que si caes en un pecado no puedes ir a las casas; no querrás ir, porque no puedes ir y decir mentiras, porque la gente lo nota. Lo primero que sucede cuando las personas pecan durante la Traditio es que ya no van por las casas y pierden su misión. "¡Ay de mí si no evangelizo!" Tampoco podría estar aquí contigo si estuviera mintiendo o algo así. ¿Cómo podría quedarme aquí? Que estoy haciendo aquí. Tendría una disociación interna de tal manera que sería mejor ir a un manicomio o dispararse un tiro.

Si este tipo de alienación le sucede a alguien, es mejor para él irse, que se secularice o haga otras cosas porque uno con esta disociación interna termina en el manicomio. Por esto es muy importante ser verdad, ser verdaderamente lo que parecemos ante los demás.
Para ayudaros, normalmente hacemos este cuestionario en grupos pequeños; no porque hagas algunos resúmenes aquí sino para ayudarte a reflexionar sobre las respuestas a este cuestionario. Ahora vais a vuestra habitación o a un salón o en el pasillo y os ayudáis a hacer bien el cuestionario: depende mucho de cómo lo hagas, debéis guardarlo para cuando vengan vuestros catequistas. Hay personas que no lo entienden y deben repetirlo, leerlo y releerlo, y es necesario que respondan y que otros lo corrijan un poco antes de entenderlo bien. Somos bastante burros. Intenta responder el cuestionario en el grupo, incluso si te encuentras con personas que no conoces, porque eso es lo que tendrás que decir por las casas donde no conoces a nadie.
Entonces: ¿antes del camino eras ciega (o ciego)? Y tú dices: '¡Sí!'

¿Qué no veías? "Yo era una persona así", y les dices brevemente a los hermanos del grupo. Si uno sigue hablando durante veinte minutos, otro dice: "¡Oye! Tenemos que hablar siete aquí". Es decir, trata de ser breve. Es una primera revisión, una reflexión sobre tu vida.
¿Qué ves ahora que no veías antes? "Mira, ahora veo mis pecados, veo quién soy. Esto me lleva a ser un poco más humilde, a entender a mi esposa que no había entendido antes; también para comprender los defectos de mis hijos y las personas de trabajo que no podía soportar antes. ¡Yo era una persona terrible! Ahora soy un poco más humilde, el Señor me hizo bajar la cabeza". Gracias a Dios si es verdad que lo ha hecho, porque no hay cristiano sin humildad.

Quizás resulta que algunos se están construyendo a sí mismos y entonces no podrán continuar aquí en el camino: son muy soberbios, muy construidos.
Pero gracias a Dios cada fe debe ser probada, porque ¡claro! si no se probara la fe, podríamos hacer mucho daño a la Iglesia, mucho daño en la vida. Por eso el Señor se asegura de que venga una enfermedad, una prueba, para que se vea si lo que habíamos construido se colocó sobre la roca o en la arena. Y gracias a Dios muchas personas caen.

Nuestros escrutinios solo llegan hasta cierto punto, nada más: llegamos hasta allí. El escrutinio del Señor, ¡que se acerca!, llega bien, llega fantásticamente, y hay muchos hermanos que llevan muchos años de camino y de caídas. ¿Qué es lo que está sucediendo?, toda su construcción se cae. ¿Ves, hermano, lo ves? Te lo contamos! No construisteis la casa en la roca; cuando en el segundo escrutinio no vendiste los bienes, ¿verdad? Hiciste trampa, no obedeciste la palabra de Dios. Ahora, veis, llega la inundación para que puedas ver sobre qué material habéis construido y resulta que todo terminó, te quedas sin fe y sin nada: ¿verdad? ¡Sí, sí, qué horror! Ánimo, comencemos de nuevo. ¡Pero sufres tanto, tanto!

Mira al Señor que te está ayudando, porque nosotros solo llegamos a un cierto punto, pero la historia puede llegar hasta el final. Lo importante es que podemos prepararnos para entrar en la muerte, porque la Vida Eterna nos espera y podemos entrar en nuestra última Pascua cantando.
Entonces os reunís en grupo: durante diez minutos todos escriben las respuestas. Debeis dar un primer testimonio de vuestra fe, debes hacer una primera Traditio: ¿Quién es Jesucristo para ti? ¿Qué ha hecho Él por ti? ¿Es el hijo de Dios? ¿Por qué? ¿Qué ha hecho? ¿Para qué vino a la tierra? "Para destruir la muerte que fue la causa del pecado". ¿Y lo ha destruido dentro de ti? Aquí, veamos lo que ha hecho concretamente, porque hay que decírselo a la gente; tú se lo dirás a la gente y no es tan fácil, ¿eh?
Esto es mucho más difícil que dar catequesis en la parroquia, más difícil que dar catequesis como itinerante; ¡aquí la cosa no es fácil! Debes improvisar allí, debes ser ayudado por el Señor. Pero no tengas miedo, porque verás que solo tu presencia ya es un gran testimonio.
Ahora haremos los grupos y cuando volvamos aquí escucharemos a alguien por sorteo: a quien le toque, sale y responde el cuestionario ante todos. El Señor ya sabe quién saldrá aquí, quien menos nos imaginemos, porque lo necesita. ¡Así que ánimo, hermanos!

Kiko:
Comencemos con la primera pregunta. Es importante, como dije, que no se pierda el cuestionario porque los catequistas luego pasarán por las comunidades y responderéis estas preguntas cada uno de vosotros. Dependiendo de cómo respondas, él te dirá si puedes o no ir por las casas, tus catequistas lo verán para ayudarte, por tu propio bien.  

Primero preséntate: ¿cómo te llamas? ¿De qué comunidad eres?
R: ... Estoy casada y mi esposo solicitó el divorcio en enero.
Kiko: ¿Cuántos años llevas casada?

R: Prácticamente nunca vivimos juntos en los 6 años que estuvimos casados.
Kiko: ¿Nunca ha aceptado el camino?
R: No, en absoluto.
Kiko: ¿No tienes hijos?
R: No, no vivimos juntos... No sé si recuerdas que yo estaba en la convivencia de itinerantes y me dijiste que me quedara en casa porque tenía una misión muy importante allí con mi esposo. La vi así y me fui a casa muy contenta; después de poco tiempo se fue a vivir a México y todavía está allí.

Vino por Navidad y fue al abogado para solicitar el divorcio; también yo hablé con el abogado y le dije que no quería, que pertenezco a la Iglesia Católica y no acepto el divorcio. Pero el abogado me dijo que la ley le da a cualquier persona el derecho de divorciarse, si han pasado 5 años desde que no vivimos juntos, como es nuestro caso, y que lo único que podría hacer era escribir: "Esto se hace en contra de la opinión del otro cónyuge".
Kiko: ¿En qué trabajas?
R: Soy profesora de inglés en un instituto.
Kiko: ¿Antes del camino estabas ciega?
R: Sí, antes del camino pensaba que todos eran injustos conmigo porque yo tenía derecho a ser amada por todos y todos tenían que ser buenos conmigo, comenzando por mi familia. No soportaba a mis padres, me sentía muy mal, muy desafortunada porque pensaba que nadie me amaba. Para mí, la situación en el hogar era tan insoportable que pedí ir al internado del colegio para no tener que vivir con mis padres porque no podía sufrirlos.
Kiko: ¿Qué es lo que no veías antes del camino?
R: No veía amor en nadie, no veía bondad ni afecto en ninguna parte y me creía con todos los derechos.
Kiko: ¿Ni siquiera veías el amor de Dios? No conocías el amor humano o el amor de Dios porque no te sentías amada.
R: Eso es, correcto.
Kiko: ¿Ahora lo ves? Entonces, ¿eso es lo que ves?
R: Lo que veo ahora es que Dios me ama. Todo lo que siempre he buscado en la gente: que me amaran, que me comprendieran, que fueran pacientes conmigo, que me apreciaran; esto es lo que Dios ha hecho conmigo. Dios me ha amado y no me ha dejado atrás, sino que me ha dado su Palabra, me ha hablado como un amigo y no retiró su Palabra de mí a pesar de que he sido tan mala con él (sic), a pesar de que dije "No me interesa. No quiero lo que me ofreces, prefiero vivir mi vida, quiero comodidad, ser una burguesa, construirme a mí misma". Me dio más y más y le dije que no me interesaba; y ha seguido buscándome, me ha protegido.
Kiko: Hoy ves el amor de Dios en tu vida a pesar del hecho de que tu esposo te ha abandonado y vive en México, estás sola y eres joven. Otro en tu caso diría: "¿Por qué me pasa esto a mí?". En cambio, tú ves el amor de Dios.
R: En realidad, yo también me preguntaba y le preguntaba a Dios por qué me pasaba esto; y he tenido muchos años de oscuridad a este respecto. Pero hoy veo que Dios ha sido muy bueno conmigo y me ha protegido durante todo este tiempo.
Kiko: ¿Cómo se abrieron tus ojos? ¿Qué ha hecho el Señor contigo para abrirte los ojos?
R: Me ha amado y me ha dado una Palabra, siempre. He sido una persona a quien la Palabra siempre ha dicho mucho desde el comienzo de la comunidad.
Kiko: Concretamente, ¿cómo se te abrieron los ojos?
R: Por medio de la Palabra que me dijo lo que era.
Kiko: ¿Pero esta Palabra vino volando? Imagina que vas a una casa y una mujer te dice: "¡Qué Dios me ama! ¡Mi esposo se fue de casa con otra!". "Escuche, señora, estoy casada y mi esposo acaba de solicitar el divorcio; sin embargo, vengo aquí contenta, esto no me destruyó aunque me rebelé", etc. Y ella te dice: "¡Cómo desearía tener paz! En cambio, todo me destruye " y te pregunta:" ¿Cómo conociste a Jesucristo?".
R: Les diría que por casualidad, sin saber cómo y por qué, comencé una catequesis; no sabía qué eran las catequesis, pero comenzaron a decirme que Dios me amaba.
Kiko: Y esta señora te dice: "¿Qué es esto de la catequesis? ¿Catecismo para niños?".

R: Me dijeron que había conferencias, que mi hermano también estaba dentro, y fui con curiosidad para ver de qué se trataba. Fui allí pensando que era una conferencia o algo así.
Kiko: ¿De los protestantes?
R: No, en la Iglesia Católica. Pero entonces no lo sabía, no sabía a dónde iba. Allí conocí a personas que en primer lugar me dijeron que Dios me amaba.
Kiko: ¿Quién te trajo allí? ¿Por qué fuiste a la catequesis?
R: Porque mi hermano estaba en una comunidad y tenía curiosidad por ver lo que hacían. Entonces fui allí y eso fue lo que encontré.
Kiko: Allí te encontraste con Jesucristo, Jesucristo se te acercó. ¿Y qué hizo Él por ti?

R: Me hizo sentir persona, es decir, sentí que yo era alguien para él, que él me amaba.

Kiko: ¿Cómo te ha hecho ver que te amaba? Concretamente.
R: Yo era una chica extraña y difícil, a quien nadie podía soportar, pero él me amaba, me hablaba, no me despreciaba.

 Kiko: ¿Hizo barro en tu vida? ¿Puso barro en tus ojos? estamos llevando a cabo la catequesis del ciego; al ciego le preguntan: "Veamos: ¿cómo te abrió los ojos?" El ciego dice que tomó saliva, hizo barro con el polvo y se puso este barro en los ojos. El Señor ha puesto barro en tus ojos? ¿Qué es este barro? Son tus pecados: te los mostró, te mostró que el problema no era que las personas no te amaran sino que eras un egoísta, que pensabas que eras la reina de los mares, ¿no te mostró tus pecados? ¿Qué pecados te mostró?
R: Me ha demostrado que soy una persona capaz de odiar de una manera terrible, hasta el punto de desear la muerte del otro, que el otro desaparezca; es decir, soy una asesina, porque prefiero que muera una persona. Me demostró que soy envidiosa, que cuando aman o aprecian a otras personas, les envidio. Me demostró que no estoy interesada en las personas en sí mismas, no me interesa el otro en sí mismo, pero siempre busco cómo puedo utilizarlo; que soy incapaz de servir a los demás. Que los otros me sirvan, que se postren ante mí.
Kiko: El Señor iluminó todo esto con su Palabra, con su saliva, mezclándola con tus pecados, iluminando tus pecados.
R: Lo que he visto es que debido a las cosas que he hecho, la forma en que traté a los demás, no merecía estar viva porque he sido muy cruel. Yo lastimo a la gente.
Kiko: Y Jesucristo, una vez que te mostró tu porquería, lo que tú eres ¿qué hizo?
R: Me dijo: "Tienes miedo de quién eres pero yo no, yo te conozco, sé que eres así y no tengo miedo; te amo, yo pago por ti".
Kiko: Y él ha lavado tus pecados, ¿te los quita?
R: Sí, me los perdona.
Kiko: ¿Cómo te perdona tus pecados? Él sufre por tus pecados.
R: Sí, la única justificación que puedo tener para un pecado, porque no tengo ninguno, es decir "Está bien, Señor, paga por esto".

Kiko: Deberías haber pagado con la muerte y Jesús ha querido morir por ti para que puedas recibir la vida gratis.
R: Y no solo esto, porque en la mejor de las hipótesis me quedé así...
Kiko: ¿Para ti esto es algo intelectual que te han dicho o lo sientes en tu corazón?
R: Creo que si he podido seguir viviendo es por esto. Me escandalizó muchísimo verme tal como soy.
Kiko: Y tú, ¿qué dices de aquel que es capaz de amarte hasta la locura, al extremo de pagar por ti, de morir por ti?
R: Creo que es el que Dios envió para redimirme de esta situación de muerte, de angustia en la que vivía.
Kiko: ¿Cómo se llama?
R: Jesús de Nazaret.
Kiko: ¿Y dónde está?
R: En la Iglesia Católica. Sin saberlo al principio, encontré todo esto en la Iglesia: me lo dieron allí, en una Iglesia que yo criticaba, que no amaba. Y allí, en esa Iglesia que incluso ahora puede tener una apariencia que no me gusta o que a la gente no le gusta, allí es donde me lo dieron.

Kiko: Os dais cuenta de adónde conduce el cuestionario, ¿no? Es lo que tenéis que decir en las casas. No se trata de hacer propaganda del camino, porque es lo de menos; se trata de hacer propaganda de Jesucristo, de anunciar una noticia: hay un lugar donde los pecados pueden curarse, donde las personas pueden quedar limpias de los pecados.

Escuchemos a otro hermano.
X: Estoy casado, tengo dos hijos, mi esposa está aquí.
Kiko: ¿Antes del camino estabas ciego? ¿Qué no veías?
X: Pensaba que había hombres buenos y malos y me consideraba el hombre bueno que cumple con las normas de la Iglesia, separándome de todos los que practicaban el mal y buscando solo mi perfección. No me consideraba, como hoy, un pecador ni esperaba la Palabra de Dios que me denuncia constantemente.

Kiko: ¿Qué no veías entonces? No veías tus pecados, te creías bueno.
X: Sí, antes me consideraba una persona perfecta. Hoy me veo egoísta, veo mi falta de amor por los demás. De hecho, me di cuenta de lo pecaminoso que soy y acepto a los demás en cierta medida, ¡no del todo!
Kiko: ¿Ahora ves a Dios en tu vida?
X: Sí, veo el amor de Dios porque Dios es quien me ama como soy. Los hombres no aman a uno como es. Me fijé en la consideración que hiciste antes, de que siempre se exige al otro un certificado de buena conducta. En la comunidad, se ama al otro tal como es, y he visto una sinceridad que no he encontrado fuera.

Kiko: Durante el camino, ¿el Señor te ha puesto barro en los ojos?
X: En efecto, he descubierto muchas cosas que no había visto antes.
Kiko: Él te mostró que también eres un pecador y que a pesar de ser un pecador, él te ama. Viste su amor.

X: Él me ama, pero a pesar de todos estos años de camino, veo que aún continúo en mi pecado.

Kiko: Pero ves que él da la vida por estos pecados, te quita tus pecados, te ha perdonado los pecados de esta mañana, te ha lavado, te ha quitado los pecados. Mañana, dentro de cinco días... Esperemos que no, esperemos que no pierdas la Vida de Dios, pero si en algún momento caes, Él te ofrece la oportunidad de levantarte. Es decir, hoy ves que Dios te ama. ¿Y cómo se abrieron tus ojos?
X: Se me abrieron a través de la predicación y la comunidad. Me di cuenta de que la fe que tenía antes no era una gran fe, que mis pecados están presentes y que, a pesar de esto, Jesucristo continúa amándome. Veo que debo continuar en este camino y cambiar mi actitud, porque en realidad mi pecado persiste. Creo que la conversión debe ser día a día.
Kiko: ¿Qué dices tú de quien es capaz de amarte incluso si eres malo, incluso si eres egoísta? ¿Quién dices que es?
X: Digo que es Jesucristo. Antes del camino no tenía en cuenta a Jesucristo, lo consideraba como un profeta que hacía el bien y yo tenía que intentar imitarlo en este sentido. Ahora veo que no se trata de imitar sino de tener el Espíritu de Jesucristo; pero veo que esta es una conversión de todos los días.

Kiko: ¿Quién dices que es el que da la vida, quien derrama su sangre por tus pecados, mostrando un enorme amor?
X: Para mí es Jesucristo.
Kiko: ¿Quién es Jesucristo? Imagina que llamas a una casa y encuentras a alguien que es comunista y que no quiere saber nada y tienes que anunciarlo...
X: Jesucristo, el Hijo de Dios que dio su vida por nuestros pecados.
Kiko: Soy comunista y te digo: "Vete. No me cuentes cuentos de hadas". ¿Qué le dices? Él te dice: "¡Te han lavado el cerebro los sacerdotes, banda de vagabundos y pervertidos que sois! ¡Con la cantidad de trabajadores desempleados que hay y tú perdiendo el tiempo con tonterías!" Y tú, ¿qué le respondes?
X: He visto que el partido comunista y todos los demás persiguen su propio egoísmo, veo que los partidos no te dan vida en absoluto: es algo pasajero, todos buscan su propio egoísmo.

Kiko: De acuerdo, pero aquellos con buenas intenciones creen que a través del partido comunista o del partido que sea, se puede ayudar a los pobres: cada uno tiene sus propias ideas de libertad y justicia. Sabemos que el hombre se realiza a sí mismo como persona ayudando a otros y mucha gente trata de ayudar a otros, se edifica trascendiendo a sí misma y lo hacen con buena intención, no es que todos sean egoístas. Antes, cuando te presentaste, dijiste que eras un maniqueo. El maniqueísmo ve el mundo dividido en bueno y malo, como en las películas; el malo nunca tiene razón y el bueno es buenísimo. El maniqueísmo tenía dos principios, el Bien y el Mal, luchando constantemente. Pero el cristianismo no presenta las cosas de esta manera; nunca presenta a los buenos buenísimos y a los malos malísimos. Jesucristo quiso encerrar a todos bajo el pecado y los demonios son sumisos a Dios, y si nos tientan es porque Dios lo permite para nuestro bien, como lo presenta el libro de Job.

Debes decirle a este comunista, con valentía, que Jesucristo dio su vida por él, por sus pecados; tienes que decirlo sin miedo, con coraje.
Está claro que no se trata aquí, hermanos, de deciros lo que tenéis que decir, porque verán que la predicación es un culto espiritual. Basta con ofrecer vuestros cuerpos, a este culto espiritual, a esta "liturgia" (como San Pablo llama a la predicación).

Ofrecer hombres a Dios. Jesucristo derramó su sangre para que los hombres pudieran encontrarse con el Padre. Ahora somos nosotros los que hacemos esto, presentamos a los hombres esta liturgia, esta oblación de Jesús; anunciamos esta oblación para que los hombres puedan retornar al Padre y ser liberados de la esclavitud que tienen.

Pero es muy importante hacerse "todo con todos", que nos hagamos todo con todos para salvar a todos. Como dice San Pablo: "Me hice judío con los judíos, me convertí en esclavo de los esclavos para tratar de salvar al menos a alguien".

Entonces, de izquierdas con los de izquierdas, de derechas con los de derechas; si veis que se trata de un burgués, bueno... 'Yo también, hermano, soy así y Dios me ha salvado y me tiene aquí; no creas que soy diferente'.
Os digo ya que la primera tentación es que la gente piense que sois de una pasta diferente, que sois un fenómeno. Y debéis hacerle ver que no: 'Soy como tú, hermano. Ánimo, pronto verás que en tu pobreza, cuanto más pobre eres, cuanto más tartamudeo, más testimonio das. Los profesionales no sirven, porque si la gente te ve débil, dicen: "¡Pobrecillo, cómo está sudando aquí!". Ánimo.

Z: Estoy casado, tengo tres hijos, trabajo en una fundición, tengo 9 años de camino.
Kiko: ¿Antes del camino estabas ciego? ¿Qué no veías?
Z: Antes del camino era intolerante, porque nací en la Iglesia y tenía un moralismo terrible, un miedo terrible al infierno. Siempre tenía que mostrar la cara de bueno, no tenía ningún pecado, la culpa siempre era de los demás. Hice lo que quise durante toda mi vida y en el fondo nunca me consideré un pecador porque era una buena persona, porque siempre iba a misa y no me veía ciego.

Un día escuché el anuncio y a través de eso el Señor me agarró; después de escuchar toda la catequización, después de emprender el camino, el Señor hizo posible que a través de su Palabra, a través de la comunidad, comenzara a ver que yo era un cerdo. El Señor permitió, mientras yo estaba en la comunidad, me permitió pecar para que viese cómo era. Dentro de la comunidad, a través de la Palabra, el Señor ha puesto mis pecados delante de mí.
Kiko: Todo el barro que había en ti, la suciedad que había en ti.
Z: ¡En cantidad! No entendía, antes del camino, por qué un casado se iba con otra; esto no lo entendía. El Señor me permitió cometer adulterio cuando ya estaba en camino. Me hizo ver que soy un adúltero, me hizo ver que soy un egoísta, que adoro el dinero; me ha hecho ver que no amo a nadie, ni a mi esposa ni a mis hijos, que solo me amo a mí mismo, que siempre he tratado de aprovecharme de los demás. Esto me lo hizo ver el Señor a través de este tiempo, me ha puesto barro en los ojos haciéndome ver que estoy ciego para que pudiera ver que Él me ha amado así, no ha tenido repugnancia de mis pecados, no me ha despreciado, ¡me ha amado!
Y vi esto en la comunidad, porque conociendo mis pecados, el Señor se acercó a través de los hermanos; a través de mi esposa se me acercó y me amó. El Señor se me ha acercado en personas concretas, y me ha amado. Entonces experimenté que Dios me ama como soy, reducido a ser un miserable.
Kiko: Y te ha perdonado tus pecados.
Z: Me ha perdonado, la Iglesia me perdonó. Esta fue una experiencia para mí que me da mucha alegría, que me libera en cierta manera. Como estaba en el moralismo, tenía un miedo terrible, creía que Dios era un monstruo. Antes pensaba: "¡Me castigará!" y no me ha castigado, me ha amado. Esta es mi experiencia en este tiempo de camino; no soy un buen hombre ahora, sigo teniendo los mismos pecados, pero sé que si no caigo es porque el Señor me sostiene.

Kiko: Un momento. Debe ser explicado. No es que tengas los mismos pecados; tienes las mismas tentaciones. Él te ha quitado los pecados porque el castigo que debía caer sobre ti, Jesucristo ha querido que recayera sobre sí mismo. El pobrecillo ha sufrido el castigo que tenía que caer sobre ti por tu egoísmo, tus mentiras, etc., para que puedas amar a Jesús, amarlo, porque es el único que realmente te ama y te ama enormemente. Te digo esto para ayudarte un poco a llevar este amor a la gente. ¡Porque si hablas con sinceridad y das tu testimonio, este amor conmueve al más empedernido de los pecadores porque es un amor inmenso. ¡Inmenso! Y sentirse amado así es algo grandioso, descubrir este amor en la vida. ¿Quién dices tú que es este que te ha amado tanto?
Z: Digo que es el Señor, que está vivo y resucitado porque me ha hecho experimentar estas maravillas. También he tenido una experiencia muy fuerte en la empresa, donde me han despreciado, uno también me golpeó sin razón, solo porque no le saludé. Todos mis compañeros me decían: "Denuncia, para que sea castigado". Pero gracias al Señor -porque esta es la experiencia que tengo en el camino-, pude pedirle perdón, preguntarle qué le había hecho y decirle "¡Perdóname!". Esto nunca lo había hecho.

Pero el Señor en ese momento me dio la oportunidad de poder saber lo que significa amar al que viene a matarte, a dejarte avergonzado delante de todos, lo que no me ha destruido. Otras veces me habría destruido, pero en ese momento podría seguir feliz y decirle: "¿Qué te pasa? Sigo amándote". 


Además, él era un compañero, y hoy sigue siendo mi amigo y se maravilla. Jesús está vivo en la Iglesia y hoy puede hacer en un hombre que está destruido el maravilloso trabajo de limpiar sus pecados, armarlo, levantarlo, regenerarlo desde dentro.
Kiko: Exactamente.
Os digo una cosa: para vuestro consuelo, todos los hombres en la tierra creen en Jesucristo, así para que el camino es suficientemente fácil. Todos creen en Jesús: ¿sabéis por qué? Porque todos quieren ser amados así, todos quieren ser amados gratis. Lo que sucede es que la gente no los ama de forma gratuita. Uno se casa, trabaja y quisiera que alguien lo amara incluso cuando es imperfecto. Por eso todos los hombres cuando ven aparecer este amor tienen envidia de nosotros.

Por eso cuando hables verás que hay un eco en las personas, resuena. Si el Señor te ayuda, verás que algo se mueve en quien te escucha, porque todos quieren que alguien los ame realmente y no "por el interés te quiero, Andrés", como dicen en España.
Ahora vamos a cenar; quitad todo para que podamos preparar la sala para la Eucaristía. Poneos guapos, porque viene la fiesta, viene el domingo y el Misterio de Jesús se hace presente para nosotros, la sangre de Jesús se derrama por nosotros.

EUCARISTÍA
Monición ambiental (Kiko)
Espero que todos tengáis un sitio en el banquete mesiánico, incluso si estamos un poco apretados. En este banquete de la Alianza, el Señor sella con nosotros el perdón, la conversión que nos ha dado hoy, quiere sellar el perdón con su sangre y con su cuerpo. Se hace presente aquí el Señor de la gloria, la Pasión de Cristo, su Pascua. El paso al Padre a través de la muerte y resurrección de Cristo se hace presente para nosotros a través de los signos sacramentales que expresan lo que realizan en nosotros.
Os pido, por favor, que al poner las manos en forma de cruz... En nuestra cruz, en esa voluntad de Dios que nos cuesta aceptar, se deposite el Cuerpo de Cristo. En los antiguos leccionarios del siglo XII se ve que levantaban las manos de esta manera, presentando la cruz: creían en la cruz gloriosa de Cristo, ponían sus manos en forma de una cruz que representa la cruz de nuestra vida, lo que el Señor nos invita a aceptar sin rebeldía. ¡Como Cristo que fue crucificado, se dejó quebrantar por nuestros pecados!

Aquellos que no estén dispuestos a aceptar la cruz a través de la cual Dios nos llevará al cielo comulgan sacrílegamente.

"Este es mi cuerpo que se rompe, es entregado por ti".

Y este pan se transforma en Su cuerpo que en esta Eucaristía se rompe por nosotros, se entrega por nosotros, se hacen presentes aquí la muerte de Cristo, su paso al Padre, su muerte y su resurrección. "Este es el vino de la Alianza en mi sangre".

Se hace presente su entrada en el reino, su entrada en la gloria, gracias a su sangre derramada. Él sella, jura -digamos así-, derramando su sangre, el amor que tiene por nosotros.
El signo del vino es un signo de fiesta, resurrección, gloria; sabe a vino, pero la fe nos dice que es la sangre de Jesucristo derramada por nuestros pecados, que esta sangre, que debemos beber con mucha devoción, nos lleva a derramar nuestra sangre, por amor a Dios y por amor a los hermanos.

Por esta razón, nos gusta que en las salas de vuestras parroquias haya una moqueta, que sea un lugar digno para recibir al Señor de la gloria, para celebrar la Pascua del Señor. Él envía a los apóstoles a buscar una sala, a prepararla, a poner alfombras como se hizo para celebrar la Pascua. No pones una mesa vieja y cosas así, cuatro céntimos de flores porque eres tacaño; todas estas cosas no muestran amor ni respeto por los sacramentos ni los signos, ni nada.

Nuestro Señor Jesucristo nos ha dejado un sacramento de su Pascua para que podamos pasar a través de estos signos sacramentales a la comunión con la voluntad del Padre, para que podamos entrar en el Reino, para que el domingo pueda venir a buscarnos en las circunstancias en las que nos encontremos e invitarnos a la resurrección, al descanso y a la paz. El sábado ya terminó, ya es tarde; comienza el domingo y el domingo viene a buscarnos, el Día del Señor, invitándonos a celebrar la resurrección de Cristo de entre los muertos.
Y no solo para celebrarlo cantando, bendiciendo a Dios, escuchando su palabra, sino también participando en la muerte y resurrección de su Hijo, en su victoria sobre la muerte para fortalecer nuestro Bautismo, la fe que nos fue dada a través del Bautismo, porque puede crecer. Si no comemos, hermanos, nos atrofiamos y nos llegan enfermedades: puede aparecer anemia, pueden ocurrir muchas cosas si carecemos de glóbulos rojos. Entonces, si el hombre espiritual no se fortalece, no vive en conversión, si no se fortalece con los sacramentos, se debilita y surgen enfermedades como la tibieza, la apatía, el egoísmo, etc.

Esperamos que estos santos sacramentos nos lleven a la comunión con Jesucristo, a ser uno solo con él (sic) para obedecer a nuestro Padre haciendo su voluntad.

- Canto: "Qué amables son tus moradas".

Monición a la primera lectura (Carmen).
Acabo de escuchar en la radio al Papa en Nigeria: esta mañana celebró la misa y habló sobre la familia, y por la tarde tuvo una reunión en el estadio con todos los jóvenes, les contó cosas en un idioma nuevo y maravilloso. Dijo: "Cristo te ama, y ​​yo también".
Te digo esto porque si le hubieran dicho a tu bisabuelo que tú ibas a escuchar a alguien que ahora está hablando en Nigeria, a muchas millas de distancia, ¡nunca lo hubiera creído! Dices una palabra aquí y tu voz llega muy lejos.


¿Hasta dónde llega tu voz? Hasta un límite, ¿no? El hombre descubrió que el sonido ya estaba allí, el hombre no creó la velocidad del sonido, pero existe.

Digo todo esto porque aquí escucharemos la voz de Dios que atraviesa la historia y los espacios y que esta noche habla aquí, está presente. Este libro es como un transmisor de radio: los ejemplos siempre se quedan cortos para expresar lo que Dios es, que Dios es verdaderamente el que habla esta noche, incluso si no lo creemos; es la voz de Dios que resonará en nuestro corazón y que va más allá del libro. Imaginando un concierto, podemos decir que este libro es la partitura escrita que se cantará aquí. Pero además del libro tenemos una orquesta aquí (que es la asamblea) con un director de orquesta a la batuta (porque tenemos un presbítero a la cabeza); y además de la batuta, se necesitan instrumentos, ¿no? Hay una guitarra, por ejemplo, a través de la cual esta partitura resonará y se escuchará un sonido. Este libro es como una partitura: los hebreos lo expresan muy bien, es como si todas las letras fueran las notas de un concierto; las notas siempre son limitadas, pero con estas notas puedes hacer sinfonías muy diferentes. Imagina lo que pueden crear un Beethoven o un Mozart.

Quiero decir que lo que proclamamos aquí del libro supera con creces lo que es el libro en sí. Dije que el libro es como una partitura, pero resonará aquí esta noche y podrás escuchar la voz de Dios. Porque Dios se hace presente, es el Creador quien hace que estas notas toquen una sinfonía que llegue a tu corazón, Él hace que tú puedas contemplar y escuchar el sonido de su voz. Es por eso que dije que es un transmisor de radio, porque por muchas ondas que se transmitan, para escucharlas tú necesitas de una radio que las reciba. No se puede escuchar al Papa en Nigeria con cualquier radio, yo tengo una radio adecuada para captar ondas cortas. Quiero decir que es necesario un oído para poder escuchar la voz de Dios porque de lo contrario no escuchas nada aquí; tienes que captar la onda.
Por tanto, te invito a que abras tu oído y sintonices con la palabra que se proclamará aquí, porque es Dios mismo quien habla. Y no te habla en general ni cuenta la historia pasada del Levítico, sino que habla hoy, a nuestra generación y a ti esta noche.
Escuchemos ahora un pasaje del libro de Levítico (que tiene una continuidad con lo que hemos escuchado esta mañana) que os parecerá incluso inhumano. Esta noche se trata de la lepra, y esta lectura dice cómo alguien con lepra tenía que gritar: "¡impuro, impuro!". Veo cómo se cumple de esto entre nosotros, cómo hasta que uno no grita "Soy un pecador, soy impuro"... y el camino lo acompaña con escrutinios y con hechos hasta que llega a decir "impuro, impuro".

Parece que el pueblo de Israel es duro porque separa al leproso, lo excluye de la comunidad; pero es muy difícil reconocerse enfermo, leproso y pecador.

Hoy la Palabra de Dios viene a ayudarnos porque quiere curarnos; si un leproso se engaña a sí mismo y no quiere presentarse al sacerdote como impuro, si permanece oculto, nadie sabrá que es un leproso, pero siempre será un leproso, no se curará.

Por lo tanto, escuchemos esta palabra que nos ayudará a confesar nuestros pecados y poder participar hoy en la curación, esta misma tarde, en este banquete de la sangre de Cristo que nos limpia de nuestros pecados.

- 1ª lectura: Lv 13,1-2.45-4

Monición al salmo responsorial (Kiko)
Esta es la primera palabra que Dios dice a esta asamblea: Dios también ha hablado a los niños, a todos los que estáis aquí. La Iglesia nos invita ahora a cantar el salmo 31 que dice: “Tú eres mi refugio. Dichoso quien es absuelto de su culpa, aquel cuyo pecado ha sido perdonado”. Cantamos este salmo.

-        Salmo responsorial
-        2ª lectura: 1 Cor 10, 31-11,1
Monición al Evangelio (Kiko)
Esta es la lectura de hoy. El Señor nos invita a no buscarnos a nosotros mismos sino al bien de los demás, para que puedan salvarse haciendo todo para los demás, sin dar escándalo; teniendo mucho cuidado ahora que el Señor nos envía a los gentiles, a personas alejadas de la Iglesia. Nos enviará adonde quiera.
En este momento, a las comunidades de Roma que están terminando el camino se les asignarán áreas periféricas de la ciudad, zonas completamente abandonadas en las que ni siquiera hay parroquias; los hermanos serán enviados allí para evangelizar y están contentísimos.

Una comunidad entera con su presbítero toma un vecindario lleno de casas modernas, y los hermanos están dispuestos a fundar la Iglesia allí, yendo de familia en familia, buscando un local. ¡Contentísimos!


Nuevas pastorales, nuevas formas: no partiendo de un sacerdote, sino de una comunidad que hace un camino.

Hemos presentado un proyecto que está en estudio y ya nos han asignado las zonas: es algo fantástico. También será así para vosotros: ya hay un vicario que quiere entregarnos un área completa.

Para esto necesitas prepararte, prepararte para evangelizar o antes ir de casa en casa; entonces, cuando una familia abra su casa, no debes dejarlos: debes abrir el Evangelio, predicar el Evangelio y continuar con ellos hasta que los lleves a Jesucristo. No se trata solo de pasar y ya está. Si has visitado 50 familias, quizás 5 hayan abierto la casa y te permitan ir cada 15 días para orar con ellos y proclamarles el Evangelio.

No es necesario que pases tu vida golpeando el kerygma en la cabeza de la gente: esto lo harás el primer día, pero después es suficiente con ir y abrir el Evangelio en su casa, rezando con ellos. De modo que uno puede tener cinco familias; otro, siete; otro, diez, y luego traer a esas familias a la comunidad: ¡Algo fantástico!

Pero para esto, hermanos, ¿qué dice la epístola de hoy? Que no debemos escandalizarnos, porque hay personas que se escandalizan por todo, por muchas cosas. Tratamos de encontrar su bien para que se salven.

El Evangelio ahora nos hablará de un leproso que se acerca a Jesús, aquí también la lepra. El Papa dedicó un día a la lepra porque hay millones de leprosos en el mundo: deben ir vestidos con harapos, es una cosa terrible, la carne se hace pedazos. Algunos tienen muñones en sus manos, otros carecen de toda la cara: son personas impuras, es horrible.

Desde la antigüedad, los leprosos deben cubrirse con trapos y gritar: "Impuro" para que nadie se acerque, porque la lepra es contagiosa.

Y vivían separados de la comunidad, como perros, fueron abandonados fuera de las ciudades. Como ni siquiera pueden trabajar, se les deja de comer allí y van a buscarlo; son personas miserables, condenadas a una vida terrible.

Dios ha querido representar con la lepra cuál es la situación del hombre en pecado, la situación del hombre pecador. Veis que cuando María, la profetisa, murmura contra Moisés porque no está convencida de lo que está haciendo (porque María acompaña a Moisés en la misión, en este equipo itinerante, decimos, formado por Aarón, sacerdote, por Moisés, que es un laico, y por María. Este es el equipo encargado de llevar a la gente al Éxodo), cuando María y Aarón murmuran, Dios los castiga con lepra: aparecen plagas purulentas a través de las cuales el Señor nos muestra lo que significa la murmuración.


Dios siempre escucha lo que decimos, incluso si estás hablando con tu esposa antes de acostarte y criticando: "¿Has visto lo que dijo en la comunidad? ¿Y qué más? ¡Pero qué tonterías dicen!”. Dios está escuchando y estas palabras no permanecerán sin castigo. La murmuración nunca permanece sin castigo, en todas las cosas que hacemos Dios tiene justicia para nosotros.

Bueno, hermanos, hoy esta palabra del Evangelio se cumple aquí. Todos los que estamos aquí, enfermos de lepra por la murmuración, por el pecado, serán tocados por Jesús y serán curados. Por esto acogemos a Jesús que viene a sanarnos, porque cada vez que se proclama el Evangelio se realiza, se cumple en nosotros. Aquí veremos a este leproso de rodillas, porque tiene fe en Jesús: "Si quieres, solo tú puedes limpiarme". Mira mi vida miserable: ¡Si quieres puedes limpiarme! Tienes lepra adentro, tenemos dentro deseos impuros, tenemos envidia, tenemos el pecado dentro y no sabemos cómo eliminarlo porque vuelve a salir.
Parece que lo hemos limpiado desde fuera, pero las llagas regresan de nuevo: estamos enfermos. "Si quieres, puedes limpiarme". Y Jesús se compadeció y dijo: "¡Quiero: queda limpio!", Lo tocó y terminó todo.

Este Jesús que tiene este poder (esto no es más que un signo) se hace presente aquí. Luego dirá: "Ve y da testimonio ante los sacerdotes", para que los sacerdotes sepan que algo está sucediendo aquí.

No es tan fácil que uno se recuperarse de la lepra: ¡algo está sucediendo hoy en el pueblo de Israel! Veremos que este hombre se apresura a anunciar la noticia a todos: "¡Ha venido uno que cura!". Es lo mismo que vais a decir vosotros. ¿Dónde está este que cura? ¿Dónde está esto que te da alegría, que te enseña a vivir, dónde está?
Pero os diré otra cosa, para que no os equivoquéis con la palabra. Escucharemos que Jesús le dice al leproso: "No se lo digas a nadie". Entonces, ¿qué significa esto?
sabéis que Jesucristo no quiere que se lo confunda con el mesías político que todos esperaban: la gente esperaba un mesías que vendría a resolver los problemas de la injusticia social, como hoy. Cuando Jesús dice: "Mi reino no es de este mundo", algunos judíos de la izquierda de la época se echaron a reír y todavía se están riendo; todavía hoy, muchos judíos se ríen tanto como pueden de esta frase de Jesús: "Mi reino no es de este mundo".

Por eso Jesús siempre hizo signos mínimos, porque había un fermento enorme en ese momento: los zelotes, como dicen todos los estudiosos de la época, tenían un verdadero ejército organizado y esperaban poder derrocar el poder establecido. Y se levantarán más tarde: visto que el Mesías no venía, se levantarán contra Roma y Tito tendrá que venir y sitiar Jerusalén por culpa del movimiento zelote. Por eso Jesús siempre hace signos mínimos pero importantes para que solo aquellos que tienen oídos los descubran. Hay personas que ya han abierto sus oídos, la onda receptora (como dijo Carmen), hay personas que están esperando porque Dios preparó a través de Juan el Bautista un grupo, de las comunidades de pobres que se llamaban "pobres de Yahvé". Jesucristo debe hacer signos inequívocos: los que saben escuchar escuchan.
También aquí en el camino hay signos: quien quiera ver sabe verlos.

Los signos que Dios está haciendo con vosotros son signos con los que se demuestra si esto es una secta, si estás siguiendo alguna acción carismática o si hay una acción de Dios aquí. Y siempre ocurre lo mismo: hay personas que no quieren ver, hay personas que no pueden soportarlo, y cada vez se hace lo mismo.
Por eso aquí, después de curar a este leproso, le ordena que tenga cuidado: Jesucristo tiene mucho miedo al éxito, que puedan confundirlo, que lo hagan rey, y se esconde. El domingo pasado vimos que querían hacerlo rey y Él se esconde; porque si se corría el rumor de que el Mesías había llegado, todos los líderes irían inmediatamente y lo llevarían a obligarlo a la misión que Cristo no quiere hacer, colocándolo a la cabeza de un ejército. Lo confundirían, como mucha gente quiere confundirnos hoy.

En cualquier caso, Cristo quiere que la jerarquía del templo y los sacerdotes sepan lo que hace, que ellos vean, que el leproso testifique ante ellos; y le ordena que se presente a los sacerdotes y ofrezca la oblación que Dios ha mandado hacer a aquellos que han sido curados de la lepra.

El Levítico, en el capítulo 14, explica lo que había que hacer cuando se curaba a un leproso: había un sistema de purificación completo con dos corderos, con una oblación; con la sangre derramada, se manchaba el lóbulo de la oreja. Había todo un ritual de curación, acción de gracias a Dios y purificación: durante siete días aún no podían entrar en el campamento.

Este leproso, a pesar de lo que Jesús le dijo, corre a anunciar la noticia en todas partes, todavía no se lo cree ni él. El Evangelio dice así: "Anunciaba la noticia", ¡el Mesías había llegado!

De modo que debido a esta curación y al alboroto que este leproso curado había armado, Jesús no se atrevió a acercarse a la ciudad para no ser confundido y obtener un éxito triunfal excesivo.

Se va en silencio, sigue la misión que Dios le ha confiado, debe hacer signos precisos: hará el signo de Eliseo, hará el signo de Moisés. Todo estaba planeado, Cristo sabe qué misión debe llevar a cabo y no le interesan los falsos éxitos o triunfalismos. Está muy atento, sabe qué hacer, sabe para qué ha venido.

Ahora cantaremos el Aleluya. Acogemos a Cristo que viene, mirad, nuestro presidente actúa en figura de Cristo, su voz es la voz de Cristo, su palabra es la palabra de Cristo, no es una palabra humana. Él dejó un sacramento de su presencia en medio de los hombres también a través del sacramento del orden sacerdotal, por eso nos levantamos y lo hemos aclamado cuando entró.

Canto del aleluya
Evangelio: Mc 1, 40-45
Invitación a las resonancias (Kiko)
Bueno, hermanos, este Evangelio se está cumpliendo hoy entre nosotros. Antes de la homilía, antes del ministerio homilético de la Iglesia, si algún presbítero o alguno de vosotros quiere decir qué le ha inspirado esta Palabra, qué le sugiere el Espíritu Santo, qué eco encuentra esta Palabra en vosotros, puede hablar brevemente: es decir, cómo se cumple esta Palabra en ti hoy.

(Pregunta a un niño y para ayudarle explica el Evangelio)
El Evangelio dice que había un leproso cubierto de trapos, despeinado, cubierto de manchas de lepra, siempre sufriente. Piensa, por ejemplo, en un niño estupendo con una familia riquísima: fue a la escuela y contrajo la lepra, tuvo que ser sacado inmediatamente del lugar; vivía como un animal, pobre hombre, separado de todos, solo entre los enfermos, en las cuevas, porque la gente le temía a causa de la lepra. Le dejaban comida en un lugar determinado y se iban: para ese niño ya no había familia, ni matrimonio, ni sexualidad ni nada. Desde ese momento era un ser que vivía solo, como dice la primera lectura. Y cuando un leproso se acercaba a una ciudad, tenía que llevar una campana o gritar: "¡Impuro, impuro!" para que todos pudieran escapar, cerrar puertas y ventanas.
¿Crees que hoy todavía hay millones de hombres así, y tanta gente ha vivido así a lo largo de la historia? ¡Con qué envidia te mirarían los leprosos, que puedes comer, que puedes tener una familia! Estaban completamente separados del amor familiar, así era históricamente. Uno de estos leprosos ve a Jesús y se arrodilla ante él: cree, tiene fe en él, lo reconoce. Él es el único que Dios ha enviado, no puede dejar a la humanidad en esta situación de enfermedad y miseria: ¡Dios tiene compasión de nosotros!

Entonces este leproso grita (lo hemos escuchado en el Evangelio): "Si quieres, puedes curarme". Y Jesús, compadecido de él, al ver su sufrimiento, su soledad, dice: "¡Quiero!" y lo toca. Tocar a un leproso estaba prohibido por la ley, pero Jesús se acerca a él y lo toca: y en ese momento el leproso se cura.

¿Qué te dice esto hoy? ¿Eres un pecador? La lepra es un símbolo del pecado, de lo que el pecado hace en nosotros: nos hace impuros, nos aleja de la comunidad, nos hace vivir en soledad, nos hace estar solos. Entonces, ¿qué significa Jesús para nosotros hoy con esta Palabra? ¿Qué significará para ti? Él quiere que le digas esta palabra a Jesús: "Si quieres, Jesús, puedes sanarme: puedes quitarme las cosas malas que tengo. Puedes quitarme la lepra interna que tengo, los pecados que tengo". Jesús quiere que se lo digas, y en esta fe quiere tocarte y curarte por completo.
Resonancias
Homilía
Liturgia eucarística.

***
CFR:
18 giu 2019 - Convivencia de la "Traditio Symboli". NOTA INTRODUCTORIA. En una de las primeras convivencias de la TRADITIO, Kiko dijo: "Hay una ...

21 feb 2020 - Traditio symboli. SÁBADO. LAUDES. Comenzamos la mañana: haremos las Laudes, los salmos que el Señor nos prepara para la conversión ...