lunedì 21 ottobre 2019

CONVIVENCIA DE INICIO DE CURSO 2019-2020. EXTRACTOS.



Kiko Arguello: Dibujo de S. Francisco Javier



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VIERNES 27 DE SEPTIEMBRE


Kiko: Sabéis que hemos sido recibidos por el Santo Padre para darle las gracias por abrir el seminario de Macao para Asia. Fue él quien quiso abrirlo y el Seminario depende de Propaganda Fide. Aquí está el rector de Macao, quien también saludó al Papa al final de la audiencia.

Cuéntanos cómo fue la reunión con el Papa.
 
Tiago: El miércoles 18, después de la audiencia con el Santo Padre - estábamos en la audiencia yo mismo, el vicerrector y 3 seminaristas - después lo saludamos. Estuvo muy cariñoso con nosotros, quiso saber el nombre de los chicos, su procedencia. Le dije: "Este seminario es muy importante para reanudar la comunión con Pedro porque Asia está perdiendo su catolicidad".


Respondió: "Lo sé. Con este seminario he arriesgado muchísimo al abrirlo, pero lo he hecho porque os amo. Adelante".

Kiko: Bueno, le agradecemos al Santo Padre. ¡Estamos felices de poder ayudar a la Iglesia! Tenemos un seminario en Macao para Asia. Nos dijo que está muy contento con el Camino, especialmente con nuestra misión de evangelización porque este es el contenido esencial de la Iglesia y, sobre todo, porque lo hacemos sin hacer proselitismo. Dijo que el testimonio de las familias le parece maravilloso. Aproveché la oportunidad para decirle que en la primavera estábamos pensando en tener una reunión de las familias con él. Él respondió: "Sin duda, me hará feliz estar con las familias y enviarlas". Aplaudamos al Papa (aplausos).

Nos animó a continuar, dijo: "No temas Kiko, ¡continúa!" Mientras tenga un poco de salud. ¡Bien! Le regalé al Papa un dibujo de San Francisco Javier, santo patrón de las misiones de Asia. También os lo regalaré a vosotros en un formato más pequeño. Tenemos 3 nuevos seminarios Redemptoris Mater: uno en Macao, uno en Lodz, en Polonia y el otro en Kingston, Jamaica. Aplaudimos el nacimiento de estos seminarios (aplausos). Ahora tenemos 125 seminarios Redemptoris Mater, tal vez sean demasiados. Quizás tendremos que fusionar los más pequeños, como nos pide la Santa Sede.

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LAUDES
Comentario después de la proclamación del II salmo
ASCENSIÓN:
Este salmo que hemos proclamado de Habacuc, con esas imágenes tan poéticas, viene en nuestra ayuda, a lo que vamos a celebrar y a lo que nos ha traído hoy el Señor, porque «conviene» —como decía Kiko— que el Señor entre en nuestra casa. Hoy vamos a celebrar el Perdón, que es lo que necesitamos todos y que es la solución de tantos problemas que tenemos: entrar en el Perdón. Habacuc estaba denunciando al reino del norte, que eran ricos, mucho más ricos que el reino de Judá, y que habían hecho una componenda entre Dios y el dinero. Y les anuncia ya el exilio. Como decía aquí, «en medio de los años» el Señor actúa en la historia. Y vemos que todos los problemas del mundo están, en el fondo, en el euro, en el dólar, en el dinero. Y nosotros no estamos lejos de todos esos problemas. Estamos viendo cómo el Señor está purificando la Iglesia con cosas que parecen escándalos pero que es el Señor el que está detrás de esta historia purificando y salvando a su Iglesia.
Como también nos pasa a nosotros con nuestros problemas, que lo que necesitamos es reconciliarnos con nosotros mismos para entrar en el descanso, en el perdón.
La solución de nuestras angustias está en lo que solo nos puede dar Dios, que es el perdón, y que es para lo que nos ha convocado hoy el Señor: para que entremos en el descanso, en creer en su amor. Espero que Kiko nos predique sobre el amor como ha predicado en la convivencia de Porto San Giorgio, en Italia, que ha estado muy bien, porque Dios es amor. Y esta convivencia habla del amor entre los hermanos, que es a lo que estamos llamados. Y para eso necesitamos entrar en la reconciliación con nosotros mismos, en poder entrar en el perdón, que es la felicidad a la que nos llama el Señor: amarnos unos a otros.
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KERYGMA

KIKO:

Yo tengo un ministerio que Dios me da y que me invita a realizar con vosotros. Por eso no tengo más remedio que anunciaros esta mañana el amor de Dios.

El Señor os invita a quererle, nos invita a amarle con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas; a amarlo a Él. Amar a Cristo, dicen los padres del desierto, es la única verdad, el resto es todo vanidad. Entonces, si esta convivencia nos ayuda a querer un poco más a Cristo, bendita sea, pues para eso hemos sido puestos en la Tierra, para que nos encontremos con el Señor y, habiéndonos encontrado con Él, escuchemos su voz, creamos en que de verdad ha subido a la cruz por todos nosotros y podamos recibir el perdón de los pecados y la vida inmortal. En esta convivencia recibiremos el perdón de los pecados y la vida inmortal habitará en nosotros, la vida misma de Dios.

Para eso hemos sido creados, para que conozcamos a su Hijo Jesucristo y le queramos y aceptemos su oblación, y aceptando su oblación seamos liberados del fuego eterno de la condenación, seamos liberados del castigo que nos hemos merecido los hombres cuando nos hemos apartado de Dios. 
Nuestros antiguos padres pecaron contra Dios seducidos por el demonio, que les invitaba a rechazar a Dios y a hacerse dios ellos mismos, a hacerse dios de la historia. Y ser Dios les fascinó: «Sed como Dios. Seréis como dioses porque decidiréis por vosotros mismos el bien y el mal, nadie tendrá que deciros lo que está bien y lo que está mal: sed, rebelaos contra Dios». Y nuestros antiguos padres cayeron en esta trampa, que es una seducción. O sea, nos pone el demonio un señuelo delante: «¡Sed como Dios!». Y cayeron en esa trampa y rechazaron al Dios verdadero para seguir a un ídolo, que es la proyección de sí mismos como dioses. 
De alguna manera nosotros hemos sido salvados de este engaño.

Y los que caen en este engaño se dañan, se condenan, porque matan a Dios en ellos y entran en el abismo infernal de las tinieblas exteriores. Pero nosotros, de alguna manera, hemos sido sacados de ahí y el Señor os ha mandado catequistas, hermanos que os ayuden, que también como vosotros, en otro tiempo, estaban sometidos a la soberbia y al mal. Pero fuimos rescatados por el Señor. Y nos ha invitado a que os ayudemos a vosotros, así como también vosotros sois invitados a ayudar a otros, de modo que se forme una cadena, una caravana de salvados, de hombres que caminan hacia el cielo realizando la misión para la cual fue creado este universo.
Dios creó la Tierra para que en ella habitase el hombre y para el hombre, de forma que puesto en esta Tierra pudiera encontrarse con Jesucristo y pudiera participar de su victoria sobre la muerte y el pecado.

Todos hemos sido pecadores, todos, pero el Señor tuvo misericordia de nosotros. Él es infinitamente Santo, infinitamente bueno. Y no le importó venir a salvar a los hombres cuando los hombres que habitaban la Tierra estaban separados de Dios. La Tierra estaba llena de violencias, de guerras, de lujurias, de dinero, de cosas horribles… Los hombres se explotan unos a otros, y así podemos ver cómo es la realidad en la que vivimos. 
Pero a nosotros Dios, por su gran amor y si infinita misericordia, nos pensó desde antes de la creación del mundo para que nos encontráramos con su Hijo, porque Dios nos ama. Dios es amor, Él nos quiere, nos quiere con un amor infinito. Tan grande es ese amor que Él mostró en la cruz de su Hijo, lleno de sufrimientos, en un suplicio de horror, el amor que nos tenía y que nos tiene, que es un amor que nos ha rescatado ya; Él quiere vivir en nosotros. Pues que esta convivencia, de verdad, nos lleve a que no vivamos más para nosotros mismos, sino que sea Él el que habite en nuestro corazón, en nuestra alma: «Ya no soy yo quien vive —dice S. Pablo—, es Cristo quien vive en mí». Esto es para todos nosotros. Si no, esta convivencia no sirve para nada, no sirve si no se da en nosotros este gran misterio del amor de Dios realizado en Jesucristo que nos hace participar de su gloria, de su victoria sobre la muerte, y que nos da a participar de su vida inmortal; algo verdaderamente grande. Y nos lleva a querernos: «Amaos, amaos unos a otros como yo os he amado. En esto conocerán todos que sois mis discípulos: si os amáis»; por eso es importantísimo el querernos. Pero como somos todos muy débiles y pecadores, pues el Señor nos ayuda con esta convivencia. 
Más importante que lo que yo os pueda decir, o el P. Mario o Ascensión, es lo que el Espíritu Santo selle en vuestro corazón mientras escucháis. ¿Qué es lo que tenemos que deciros? Pues el amor de Dios, que Dios nos quiere y nos está preparando para que actuemos en el mundo, para que lo ayudemos a Él a salvar otras almas que vayan con nosotros al cielo.

Nos está preparando para una misión, una misión que nos otorga en la parroquia o fuera de la parroquia los que estáis en misión. A todos nos está preparando el Señor. No hay cosa más grande en el mundo que evangelizar: «Id y haced discípulos a todas las naciones: id, que yo estoy con vosotros». Como Jesucristo es el que ama a todos los hombres, a través de nosotros quiere ayudar a tanta gente; y lo estamos haciendo. Yo no me doy cuenta de la vida que llevo porque la lleva Él. Ahora estoy en esta convivencia y después pues no sé, no sé hasta cuándo el Señor me tendrá con Él y me tendrá anunciando el Evangelio y ayudándoos a vosotros. Porque Él pensó, antes de la creación del mundo, en unirnos, y que nosotros os ayudásemos en vuestra fe. Dentro de esa misión que nos ha confiado está esta convivencia. 


Por eso es muy importante que vengamos con humildad y nos pongamos de rodillas ante Jesucristo presente en su Iglesia en la figura del ministro, del que administra los bienes eternos que nos da el Señor con la imposición de manos y el perdón de los pecados. Pues vayamos a Él contentos de poder rechazar el hombre viejo, el hombre del orgullo, de la soberbia, el hombre que busca el placer en todo, que se busca a sí mismo, que vive para él prisionero de la concupiscencia. Pero el Señor, que nos quiere a todos, nos ha traído aquí para perdonarnos los pecados.




Y entonces, en esta celebración que haremos de la conversión, de la reconciliación, se hace aquí presente la cruz de su Hijo, la cruz de Jesucristo. Jesucristo crucificado es Dios mismo que estaba reconciliando al mundo consigo mediante su Sangre en un suplicio aterrador como era la crucifixión; Cristo se ofreció para que todos los que estamos aquí pudiéramos recibir, en esta convivencia, el perdón de todas nuestras faltas, de todos nuestros pecados, y pueda ser reconstruido en nuestro interior un hombre nuevo: el hombre Cristo Jesús habitando en nosotros lleno de humildad. 



Sin humildad no hay nada de cristiano en nosotros; humildad. Que el perdón de los pecados nos conceda la humildad de Cristo, que nos conceda considerarnos los últimos y peores que los demás, que consideremos al otro superior a nosotros como dice S. Pablo, diciendo, por la fuerza y la iluminación del Espíritu Santo, que no merecemos estar aquí.




Que nosotros no somos mejores que los miles y miles y miles de hombres que están en las cárceles, en cárceles de horror en África, en España, cárceles que están llenas de violencia y donde los hombres viven esclavos del mal, del demonio, odiando, matando, etc., igual que sucede en el mundo. Pero nosotros hemos sido rescatados del imperio del mal y de las tinieblas y hemos sido puestos en la luz de su amor que nos ilumina en esta convivencia.



Por eso tenemos que estar muy agradecidos al Señor que nos quiere tanto, que nos ama, que está feliz de habitar en nosotros y de mostrar en nosotros su humildad, su infinita humildad, su infinito amor, haciendo de nosotros una vida de santidad siguiendo sus pasos.

Por eso: ánimo hermanos, demos gracias a Dios por esta convivencia, por su amor.

Yo en el nombre de Jesús os digo: convertíos a Él, rechazad vuestra vida y ofrecedle vuestros cuerpos para que habitando en vosotros su Espíritu Santo seáis cristianos, seáis otros Cristo, para que seamos todos cristianos y se muestre en nosotros, en nuestro cuerpo, el morir de Jesús; para que se vea en nuestro cuerpo la victoria de su resurrección, la fuerza de su resurrección. Él, que ha vencido la muerte y el pecado y vive para siempre, nos quiere hacer participar de su victoria sobre la muerte y nos da su Espíritu. 
La primera cosa que hace el Espíritu Santo en nosotros es que nos queramos unos a otros; que nos perdonemos si es que alguno tiene alguna queja de la mujer o del marido o del otro. Perdonaos mutuamente, consideraros los últimos y peor que los demás. «Amaos como yo os he amado. En este amor conocerán todos que sois mis discípulos». A esta gran misión nos llama el Señor: a mostrar en nosotros su presencia, su amor, su victoria sobre el pecado y sobre la muerte. Quiere habitar en nosotros verdaderamente. Su amor en nosotros nos hace santos, nos hace hijos de Dios mediante el Espíritu Santo. 
Por eso, ahora, nos prepararemos a una celebración de la reconciliación con Dios, una celebración del perdón, de su misericordia, para recibir de su amor, para recibir su Espíritu. 
ASCENSIÓN:
Para comenzar esta celebración queríamos recordar una breve catequesis que hizo Carmen sobre este sacramento.

Sabéis que el Señor le ha inspirado tantísimas cosas sobre la Penitencia, sobre el Bautismo… Y los (sic) hacemos pensando que va a ser una gran ayuda para los hermanos del Camino, sobre todo para los más jóvenes. Vosotros, muchos lleváis cincuenta años, lo habéis oído. De cualquier manera es una de las veces que Carmen habló de una forma muy bonita sobre este sacramento, y lo hizo en una Convivencia de Obispos.
Y ya que hablo de Carmen quiero recordar que, como sabéis, Charlie Metola está recogiendo todas las gracias, toda la documentación, para que cuando se cumplan cinco años de la muerte de Carmen se pueda abrir el proceso de beatificación. Y quería recordaros que son muy importantes los milagros físicos, pero también las gracias, que a muchos hermanos les está ayudando pedirle ayuda individualmente; pero luego se olvidan escribirlo, se olvidan de escribir al Centro Neocatecumenal de Madrid para dar testimonio de la ayuda que han recibido por intercesión de Carmen. Muchas veces piensan que no es importante la gracia que han pedido: todo es importante. Me parece que ya dije que en la beatificación de Álvaro del Portillo —me parece que fue hace cuatro años y creo que es importante recordarlo a los hermanos para que escriban estas gracias que reciban—, que en la beatificación de D. Álvaro había: un milagro y veinte mil gracias, que eran ayudas a familias, que no eran cosas muy espectaculares pero que cuentan a la hora de estudiar el proceso de beatificación.

Entonces, os leo esta catequesis de Carmen sobre el Sacramento de la Penitencia.
DE UNA CATEQUESIS DE CARMEN SOBRE EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA A LOS OBISPOS DE ÁFRICA (ROMA, 28 DE ENERO DE 1994) 
«En esta sala vamos a entrar en un misterio, en un SACRAMENTO. Un sacramento es un misterio que habla al hombre de tal forma, que no lo puede hacer la universidad Gregoriana por muchos santos profesores que tenga. Dios no ha dejado su memorial en una universidad, Jesucristo no ha establecido ninguna universidad, ni ninguna escuela: nos ha dejado sus hechos en sacramentos, en misterios que se pueden experimentar no sólo con la cabeza, sino con todo el cuerpo, con todo el espíritu, y entrar en ellos.

Pero estos sacramentos no se pueden entender sin el pueblo de Israel, sin este hebreo (este hebreo que está en la cruz). Israel tiene una historia: una historia de pecado, de pecado, de pecado; y una experiencia de perdón, de perdón, de perdón. Ha experimentado la muerte, ha visto las serpientes que mordían y hacían morir a todos en el desierto; ha visto el mal y la muerte en la que entraba, ha visto la muerte desde el principio. Por eso Israel verá que esta muerte, esta serpiente ataca a la mujer.
Estoy muy contenta de ver como en este sacramento la Iglesia se presenta como una mujer, como una madre, en este sacramento la Iglesia se expresa —y no simbólicamente— como MADRE. Por eso, la figura por excelencia que presenta la Iglesia como Madre es la Virgen María, y la Virgen María no es otra cosa sino el icono de las entrañas maternas de Dios.
Quiero deciros una palabra que para mí ha sido una palabra clave: no sé si la enseñan todavía en las universidades, pero los hebreos la conocen tan bien que toda la Escritura, toda la Palabra de Dios, que es revelación, está llena de una palabra qué es «rahamim». Este «rahamim» es una palabra intraducible. En español se ha traducido mal desde el principio con «misericordia», pero esta palabra misericordia: «miser» y «cor», tiene relación con el corazón.

Mientras que la palabra hebrea «rahamim» no tiene nada que ver con el corazón, sino con «rehem», con la matriz, con el útero.

El corazón es muy importante, rige la vida, pero no CREA LA VIDA. Por el contrario «rahamim» indica las entrañas creadoras de Dios, que ENGENDRAN LA VIDA. Es muy importante conocer el mundo hebreo, porque no por casualidad, Dios ha elegido un pueblo de esclavos para manifestar la liberación. Israel esclavo en el Imperio más grande que había en aquel momento de la historia, que era Egipto.
Los hebreos dicen también que Dios, antes de crear el mundo, como un gran arquitecto se puso a diseñarlo para ver cómo sería este universo, y le parecía todo fantástico y maravilloso. Dice: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza», es decir, le da la libertad. Y como aparece el hombre libre, dice Dios: «¡Es fantástico! Pero hay un peligro: que en su libertad el hombre pueda verdaderamente arruinar todo este plan maravilloso de la creación». Dice un midrash: «Entonces, ¿qué hizo Dios? Antes de crear el mundo, Dios creó la “teshuváh”». La «teshuváh» es una palabra hebrea que también es muy interesante. «Teshuváh» es el camino de retorno, la posibilidad para el hombre, en sus equivocaciones, en su romper el plan de Dios, la posibilidad de retornar, es el hombre del retorno. También esta palabra «teshuváh» es intraducible: va mucho más allá de la «metanoia» que hemos aprendido en las universidades, que indica sólo un cambio de mente. «Teshuváh» significa recrear una cosa de nuevo, que es este mismo «rahamim», este entrar de nuevo en las entrañas de Dios.
Este hombre del retorno, esta obra de retorno no es otra cosa que ¡la Pascua de Jesucristo!

Por esto en la ciudad de Jerusalén, donde se ha levantado el árbol de la vida del paraíso, Él ha sido levantado, Jesucristo, árbol que da la vida.

Es Él el que entrará precisamente en el problema más profundo del hombre, como lo explicita entrando en el Jordán, que es la parte más profunda de la tierra, no hay depresión más profunda que el Jordán en toda la tierra, es la parte más deprimida de toda la tierra.

Allí desciende Jesucristo para significar que entra en el problema más profundo del hombre, blanco, negro, indio, que es la MUERTE, esta muerte producida por la rotura con la vida que es Dios. ¿Quién entra en la muerte para vencer y matar a la muerte? ¡Cristo con su resurrección! Él entra en la muerte y resucita, es un hombre nuevo, resucitado. Ésta es la «teshuváh»: convertir la muerte en vida.


La «teshuváh» hebrea, este cambio de alma, de espíritu, esta transformación molecular de muerte a vida, a resurrección, esto es Jesucristo. Él no hará solamente una transformación de la muerte en vida, sino que hará aún más: hará con el hombre una ascensión y entrará en el seno materno de Dios, en la eternidad. O sea, este sacramento no acaba jamás, está unido al Bautismo. No se puede entender este sacramento de regeneración sin el Bautismo, el agua de la matriz materna. El hijo nace en el agua, en el agua de la matriz, del útero. La Iglesia es una Madre que tiene un útero que engendra hijos de Dios.
Y la conversión es cambiar siempre hacia la resurrección, caminar hacia la resurrección, hacia la transformación de este hombre de muerte que llevamos dentro, en espíritu de vida. Es vivir en Cristo, en Cristo resucitado de la muerte, que cambia nuestras células, que cada día nos transmiten envidia, incredulidad, apostasía, asesinato. Todos nosotros somos asesinos. Por eso Dios buscando a Caín, el hijo de Adán, le dice antes que nada: «¿Dónde está tu hermano?».
Querría decir muchas otras cosas, pero sobre todo quiero sumergiros un poco en la grandeza enorme de la Palabra de Dios que no conocemos. Tenemos que sumergirnos en la historia del pueblo de Israel, porque es allí donde han nacido los Evangelios, que son como un targum, una interpretación de toda la Palabra de Dios histórica. Dios ha elegido lugares geográficos, ha elegido hechos históricos, ha entrado en la historia de este planeta a través de una Palabra. 
Digo todo esto para subrayar la importancia de los sacramentos. ¿Queréis transformar vuestras diócesis, vuestras parroquias, vuestras comunidades, vuestras familias? ¿Queréis transformar el mundo? Llevemos adelante este sacramento de regeneración, porque de lo que tiene necesidad nuestra historia es ¡de perdón, de perdón! ¿De dónde nacen todos los homicidios y las guerras?
Perdonadme, porque me estoy alargando y quería ser breve. Pero, quiero deciros que este sacramento representa la regeneración. Por eso ya San Jerónimo vio que la palabra «rahamim» estaba mal traducida con «misericordia» y añadió la palabra «entrañas», «entrañas de misericordia». Entonces se trata de entrar verdaderamente en estas entrañas de regeneración, porque es Dios Aquel que puede regenerar, y lo ha mostrado resucitando a Jesucristo de la muerte y haciéndonos entrar en la vida divina.
Los presbíteros tenéis una misión muy importante sobre el pecado y sobre la muerte, que es aplastar la cabeza de la serpiente que hoy, como dice el Apocalipsis, está dando vueltas en torno a la mujer. Para acabar os digo que Jesucristo es este nuevo Adán que ha pisado verdaderamente la cabeza de la serpiente y ha hecho una mujer inmaculada, sin mancha, que es la que hoy preside en la Iglesia, en este seno materno.

Él es capaz de pisar nuestros pecados, nuestra muerte, y podernos regenerar hoy a la vida de Dios, a su grandísimo y maravilloso amor de eternidad. Y pasarnos a la vida eterna, que es de lo que tenemos necesidad hoy todos nosotros y todas las naciones.
Perdonadme si me ha largado demasiado, sólo quería hacer presente las entrañas misericordiosas de este sacramento de regeneración, para que no tengáis miedo de manifestar vuestros pecados.

En tiempos pasados, el sacramento se había reducido mucho, casi sólo a la confesión de los pecados. Confesar los pecados es un preámbulo que ayuda a entrar en esta matriz, porque si tú no te reconoces malhechor no tienes necesidad de regeneración: por tanto, ya es una gran ayuda que la Iglesia te ofrezca un oído, y te ayude a sacar con la palabra tu lujuria, tu maldad, tu envidia, tu orgullo, tu soberbia. ¡Que salga fuera! ¡Que salga! Por eso, antes de entrar en el agua del Bautismo, había un desnudarse, un desvestirse, una renuncia a Satanás: «¡Renuncio a ti, Satanás! ¡Renuncio a tu soberbia, renuncio a tu vanidad, renuncio a ti! Yo no quiero esto, yo quiero revestirme de la vida de Cristo resucitado, de su amor, y amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con todo el ser y con todas las fuerzas, con toda la potencia, con todo el dinero: ¡todo para Dios!». 

Kiko: Aplaudimos a Carmen, que es vuestra catequista: esto que ha leído es sobre Carmen, una catequista a la que Dios eligió antes de la creación del mundo para ayudar a vuestra fe, por eso las cosas que Carmen dice son muy importantes y siempre están inspiradas.

P. MARIO:
Antes de la bendición, se me ha olvidado decir en la homilía que como hoy es S. Francisco de Asís, en honor a S. Francisco de Asís y de «Francisco de León» quería decir —no sé si lo sabéis— que S. Francisco de Asís estaba casado. ¿Lo sabíais? Estaba casado con la «Madonna povertà». Francisco de León con la «Madonna precarietà».  ¿Sabéis qué es la precariedad? Puede ser que venimos a Madrid, puede ser que no, que lo dejamos para otro momento…  Lo digo para agradecer a Kiko y a Carmen.


Presentación del video: “Convivencia de Obispos en la Domus Galilaeae, abril de 2018”
KIKO:
Hemos hecho un pequeño folleto para invitar a los obispos a la convivencia que tendremos el próximo año. Aquí podéis ver la escultura del Sermón de la Montaña que hemos puesto en el techo de la capilla, la presencia del Señor. Al fondo el mar de Galilea. Dentro hay algunas fotos del interior del edificio y una carta para los obispos. 
A los que queráis invitar tenéis que darles esta carpetilla con una carta que he escrito yo, que dice:
«Queridísimo Padre: 
El Camino Neocatecumenal es un carisma que Dios ha suscitado para llevar adelante el Concilio Vaticano II -ha dicho el Papa Francisco- y para realizar hoy una nueva evangelización del mundo. 
Nos complace invitarle a un encuentro que tendremos en el Monte de las Bienaventuranzas, en la Alta Galilea frente a la belleza del Lago Tiberiades, desde el martes de Pascua al Domingo “in Albis”:  14 (llegada) – 19 (partida) de abril de 2020.  

Nosotros mismos estamos sorprendidos de los dones que Dios nos da y que nunca hubiéramos podido imaginar: miles de familias que se ofrecen disponibles para ser enviadas en misión, tantísimas vocaciones… Pensamos que sea importante tratar estos temas con los iniciadores del Camino.  

La tierra del Señor es el quinto Evangelio que siempre nos da nuevas gracias. En los encuentros precedentes, los obispos han quedado agradecidos porque se han sentido enriquecidos y al mismo tiempo han reposado. 
Esperamos que la Santa Virgen María le permita asistir a este encuentro y que pueda serle útil para su ministerio pastoral. 
Junto a P. Mario y María Ascensión, pedimos su bendición.
       Kiko Argüello
Roma, 8 septiembre 2019
Natividad de la Virgen María»
Para que entendáis un poco en qué consiste esta convivencia a la que vais a invitar a los obispos, vamos a ver algunas imágenes flashes de esta convivencia que hicimos en abril del 2018.

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SABADO 28 DE SEPTIEMBRE

ASCENSIÓN:
Queríamos recordar hoy uno de los patriarcas: José, el hijo de Jacob y Raquel, del cual hace algunos años Kiko y Carmen nos dieron una catequesis bellísima. Carmen decía que la vida de José es como una mina de oro o de diamantes, porque en esos últimos capítulos del Génesis que cuentan su historia se pueden encontrar tantísimas cosas para nuestra vida y para nuestra fe. Hoy sólo vamos a recordar el capítulo 39 del Génesis, donde se narra el comienzo de la vida de José en Egipto, y que habla de la castidad de José; y como uno de los temas de la catequesis del P. Mario va a ser la castidad, hemos pensado que presentar de nuevo la figura de José iba a ser de gran ayuda para los jóvenes.
Muchas partes de la vida de José nos recuerdan a Jesucristo. José es el hijo amado de Jacob, el hijo predilecto de su padre, el más amado de los hijos de Jacob y eso provocará la envidia de sus hermanos. José es encantador, es guapo, es maravilloso, su padre le quiere tantísimo, es su hijo predilecto. La envidia provoca tal odio en sus hermanos que lo quieren matar. Lo tiran a un pozo, después un hermano intercede y en vez de matarlo lo venden como esclavo a unos mercaderes que van a Egipto. Lo venden por 20 monedas, 10 menos que Cristo, y por envidia. Y es muy interesante ver como en Egipto, en este descendimiento a Egipto, Dios va a actuar en él. 
En Egipto lo compra Putifar, que era el jefe de la guardia del faraón. Actúa con tanta sabiduría, que se gana la plena confianza de Putifar y se fiaba tantísimo de él, que puso todo en las manos de José. Sólo tenía una prohibición. Putifar le dice: «Puedes gestionar toda mi hacienda pero a mi mujer no la puedes tocar». Igual que Adán y Eva en el paraíso —que podían comer de todo, excepto del árbol que estaba en el centro, el árbol de la vida—, así José una cosa no podía hacer, una sola: tocar a su mujer. 

José era un joven hermoso, un chico guapísimo, y la mujer de Putifar se enamora de él e intenta seducirlo; todos los días intenta irse a la cama con él pero este joven tiene temor de Dios, un don del Espíritu Santo que falta tanto en esta generación. El principio de la sabiduría es el temor de Dios y esa sabiduría le concede a José vivir con discernimiento. Dice José: «¡Cómo puedo hacer esta faena a mi señor que es buenísimo conmigo, que me ha puesto al frente de su casa, que me ha dado todo!».

La imagen de Adán en el paraíso: «Puedo hacer todo, solamente una cosa me ha sido prohibida».

Como Adán en el paraíso, también José podía comer de todo, pero una cosa no podía hacer, una sola: tocar a su mujer. La serpiente le invita a tocar a la mujer, a tocar el árbol, a comer del fruto. Un día estaban solos en la casa, ella le quitó el manto pero José se escapó. Entonces, la mujer de Putifar lo calumnia y, mintiendo, cuenta a su marido que José ha intentado violarla. Putifar, ofendido, mete en la cárcel a José. Y por ser casto, por ser fiel al Señor, vivirá toda una kenosis, que es figura de la kenosis de Cristo. Será calumniado y llevado a la prisión, a un agujero horrible.

Las prisiones de aquella época eran espantosas, como siempre son las prisiones. Y en aquella kenosis, ¿qué piensa el pobrecillo? «¿No hubiera sido mejor pecar, irme a la cama con una mujer casada? ¡Mira por ser casto lo que me ha sucedido! Me han llevado a la cárcel, a este agujero horrible... ¡Es un sufrimiento espantoso!».

Pienso en los jóvenes, que tantas veces serán marginados, si no quieren participar en cosas obscenas, o en el sufrimiento de perder un novio o una novia por querer vivir en castidad… ¿Y cómo pudo José salir victorioso? ¡Porque tenía temor de Dios! y el temor de Dios le dio discernimiento en la prueba.
Carmen decía que en él se unían la justicia y la castidad. Siendo casto es también justo. José es figura de Cristo, el Justo. Dios está haciendo una historia: será imagen de Cristo, de la salvación que Dios quiere hacer conmigo y contigo. Lo importante es ver a José teniendo presente la imagen de Cristo, lo que ha sufrido Él. Cristo ha sufrido, ha descendido hasta la muerte y de allí Dios lo va a poner por encima de todo y lo va a hacer fuente de vida para toda la humanidad.
José sabía que no podía acostarse con la mujer de Putifar. Este temor de Dios le ha dado discernimiento para no caer en las trampas del demonio. Hoy es muy fácil caer en las trampas del demonio, sobre todo con internet —el P. Mario hablará en la catequesis— porque ahora no es necesario esconderse para pecar; uno solo puede pecar fácilmente con el ordenador, con el teléfono… Este temor de Dios ha hecho que José no traicionara a su señor aunque no lo veía; del mismo modo nosotros estamos invitados a vivir siendo conscientes de que hay Uno que nos ve, que nos quiere, que es nuestro Padre, que es Dios. Aunque te escondas con internet, Dios te ve. Es importante tener temor de Dios frente a estos pecados que hoy están tan al alcance de la mano. Para no traicionar al Señor, que nos ha elegido, necesitamos el temor de Dios y la sabiduría.
José sufre la ignominia de la cárcel pero después el Señor le hace justicia. El Señor no se olvida del justo, del que ajusta su vida a la voluntad de Dios. Aunque ha estado en la cárcel, José llegará a ser el hombre más importante de Egipto después del faraón y gracias a eso podrá salvar a su familia del hambre; de este modo, Jacob y sus hijos irán a vivir a Egipto.
Es maravillosa la historia de José. Dios lo exalta de tal modo que José llega a ser el gran economista de Oriente Medio y del mundo conocido en aquel momento. Tanto es así que durante la gran crisis por el hambre, José es el único que resuelve el problema, porque es justo.

El justo hace justicia porque se ajusta verdaderamente a lo que ha dicho Dios; mientras que el que se desvía de la justicia de Dios cae en la muerte, en la injusticia, en el egoísmo… El justo por el contrario se ajusta verdaderamente a la Palabra de Dios.

He intentado presentaros a José como nos lo presentaron Kiko y Carmen, uniendo la justicia y la castidad.

P. MARIO: ¿Puedo decir una palabra? Quería subrayar alguna cosa de la catequesis que hizo Carmen sobre José de Egipto. 
No sé si os acordáis que era estupenda y que después la repetimos cuando hablamos del sentido de la historia a la luz de la fe, a la luz de la revelación; quería subrayar, además de lo que ha dicho Ascensión, que Carmen ponía el acento en que delante de la oportunidad que tiene José de hacer el amor con la mujer de Putifar a escondidas, sin que nadie los vea, por su temor de Dios renuncia, al contrario de lo que hizo Esaú con Jacob.

Esaú delante de un plato de lentejas muy rico, renuncia a su primogenitura si el hermano le da su plato de lentejas. Con esto quería decir Carmen que en José, hacer el amor con la mujer de Putifar es salir del plan de Dios, es no fiarse de Dios. Porque cuando José la rechaza ella se pone a gritar y a decir que José había intentado violentarla. Y por esto los guardias lo llevan a la cárcel, por haber defendido su castidad, su integridad.

Pero Dios hace justicia porque estando él en la cárcel, el rey tiene unas visiones que nadie de los sabios de Egipto sabía interpretar. Y entonces le dicen al faraón que hay uno en la cárcel con mucho discernimiento, que se llama José. Y entonces le llaman. Y José sabe interpretar aquellos sueños del faraón: que su reino va a durar muy poco, que habrá carestía, etc. Y entonces lo exalta. Desde la cárcel, por su fidelidad al Señor, es levantado para ser virrey. Y con esto ayudará también a su familia que le había traicionado.  Es el sentido de la historia, que Dios en el tiempo hace justicia y que eso del temor de Dios, sobre todo hoy, es muy importante porque por un plato de lentejas vendemos nuestra primogenitura como hijos de Dios. 

ASCENSIÓN: 
Gracias Mario.  Termino entonces diciendo que la bendición no es solo para él, sino que también llegará a su familia. 
Casualmente Charlie Metola encontró —entre cosas de Carmen— unos comentarios en los que decía Carmen que era precioso lo que comentaban los hebreos sobre la bendición de Jacob a José. Charlie lo encontró y me ha pasado unas notas que son entrañables, como decía Carmen. Y ya para terminar os las transmito, solamente para decir que el Señor no olvida al justo.
Es bellísimo cómo acaba la vida de José, que ha estado en Egipto vendido por sus hermanos, después en la cárcel, y al final recibe la bendición de su padre, y no solamente él, sino también sus hijos. Cuando Jacob está a punto de morir, llama a José y a los hijos de José nacidos en Egipto, Manasés y Efraím, los acepta como sus propios hijos y les da también a ellos su bendición. Esta bendición que da Jacob es la que cada shabbat los hebreos dan a sus hijos varones. Entonces dicen los hebreos: «¿Por qué bendecimos así? Porque Manasés y Efraím son los primeros hermanos de la Biblia, de la historia de la salvación, que han podido vivir juntos, que no han vivido con rivalidad», porque los otros hermanos: Caín y Abel, Jacob y Esaú, Isaac e Ismael, y los hermanos de José, los doce hermanos de José, todos han vivido con rivalidad. Efraím y Manasés, hijos de José, nacidos en Egipto, han podido vivir juntos y han vivido sin rivalidad.
En el momento de la bendición, Manasés era el mayor y debía recibir la bendición con la mano derecha y Efraím, el pequeño, con la mano izquierda; la mano derecha es signo de fuerza, pero Jacob cruza las manos, las pone en forma de cruz y bendice con la derecha a Efraím y con la izquierda a Manasés. Manasés que era el mayor ha aceptado sin murmurar que su hermano menor recibiera la bendición más importante.
Esta posibilidad de vivir en armonía es tan bella que por eso, recordando que no solo es bello ser santo y justo, sino también vivir en armonía con nuestros hermanos, que ésta es la cosa más bella y más importante, por eso —dicen los hebreos— continuamos bendiciendo a nuestros hijos diciendo: «Que puedas tú vivir como Efraím y Manasés», sin esta competencia entre hermanos, sino viendo que se aman. Manasés, que podía murmurar, se alegra de la bendición del otro, al cual no le correspondía esa bendición, digamos así. Y este signo que hace Jacob, de cruzar las manos, es como el signo de la cruz: no hay posibilidad de vivir en armonía sin la cruz, sin la cruz, sin que Manasés acepte y acoja con benevolencia esta decisión de Jacob. Jacob había visto que la tribu de Efraím se convertiría en la más grande de todas las tribus del norte y tenía necesidad de una bendición más fuerte, y así será.
Otro rabino dice que estos hijos —Efraím y Manasés— han nacido en un país extranjero, a diferencia de los otros patriarcas que han crecido en la tierra de Israel.

Entonces dicen: «Es fácil en la Tierra Santa ser fieles al Señor, pero ser fieles al Señor en tierra extranjera, en un mundo pagano como era Egipto, en medio de la idolatría, esto es mucho más difícil».

¿Y por qué Jacob ha establecido que los descendientes de los hebreos bendijeran a sus hijos para que fueran como los hijos de José? Porque entre todos los setenta hijos y nietos de Jacob, Efraím y Manasés, son los únicos que han nacido en Egipto y que han vivido toda su vida en Egipto. Jacob sabía que en las generaciones futuras los creyentes iban a tener sus propios Egiptos y sus propios exilios, por tanto, el modelo de referencia para los jóvenes era que fueran personas como Efraím y Manasés, nacidas y crecidas en Egipto, y sin embargo, permanecieron fieles a las tradiciones de Jacob, y han entrado incluso a formar parte de la corte del faraón, pero han vivido una vida justa. La fe en Dios no se pierde porque se viva en lugares hostiles a la fe: Efraín y Manasés permanecieron fieles en medio de un mundo pagano e idolátrico.

La sabiduría para poder vivir así es la sabiduría que los padres desean transmitir a sus propios hijos bendiciéndoles cada sábado diciendo:
«Que Dios te haga como Efraín y Manasés,
que el Señor te bendiga y te proteja
que el Señor ilumine su rostro sobre ti y te sea propicio,

que el Señor te muestre su ternura y te conceda la paz».



KIKO:
Bueno, somos, hermanos, elegidos de Dios para ser el cuerpo de su Hijo en medio de una generación pervertida y malvada, en medio de un mundo que está todo basado en el dinero, lleno de malas pasiones, de codicias, de pensamientos impuros, de fornicación, de maldades. Pero nosotros hemos sido sacados de este mundo y hemos sido puestos en el Reino de Dios: vivimos en su Reino y Él habita en nosotros: ¡Cristo habita en nuestros corazones!

Por eso es importante reunirnos en comunidad y rezad con el canto, proclamar su Palabra y ver como esa Palabra resuena dentro de nuestra alma, limpia nuestra alma, la purifica, nos habla, nos prepara a una misión de santidad y de salvación para los hombres. ¡Es algo fantástico! Por eso dice: “sed agradecidos, sed agradecidos”. Desde luego que tenemos que tener mucha gratitud a Dios que se ha acordado de nosotros y que nos tiene con Él y que nos ama con un amor grande, grande. Por eso, reuníos para celebrar el amor de Cristo. El amor de Cristo personalmente y el amor de Cristo como cuerpo, como Iglesia, como comunidad cristiana. Conscientes que nos está preparando para una misión de santidad y de salvación para tantos otros. 

Por eso ahora, hermanos, vamos a rezar al Señor, a tener un tiempo de oración silenciosa, en que tenemos que descender a lo más profundo de nuestro centro, de nuestro espíritu. Y allí hablar al Señor y decirle: «Señor, ¿cómo es que te has fijado en mí si yo soy un pecador? Has querido mostrar tu gloria amando a este pecador como soy yo, un pobre hombre».
Bueno, pues es maravilloso estar aquí convocados por el Señor que nos ha dicho: «Donde estén dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos». Esta presencia de Cristo, que nos lo ha dicho Él, tenemos que exaltarla. Y vamos a tener un tiempo de oración para que podamos hablar con Jesucristo, para hablar con Él interiormente y decirle: «Señor: ¿qué quieres de mí? Aquí me tienes contentísimo de hablar contigo. ¿Dónde me vas a llevar? ¿A Indonesia? ¡Pues muy bien!
Me recuerda la hermana Ascensión lo que Dios me inspiró en Italia. 
Tengo que deciros una palabra importantísima porque Jesucristo dice: «Amaos como yo os he amado». Y esto hay que repetirlo y hay que exaltarlo y ver cómo se realiza profundamente. «Amaos como yo os he amado. En este amor conocerán todos que sois mis discípulos» porque os amáis no como ama el mundo a sus amigos, sino que nosotros amamos «como yo os he amado». «Yo os he amado cuando erais mis enemigos. Ninguno quería estar conmigo, cada uno seguía sus pasiones y he dejado que sigáis los pensamientos de vuestro corazón y que caigáis en todo tipo de inmundicia y de perversidad y de maldad. Aunque si esos pecados se han revertido contra mí, que soy el creador y el amor, y habéis visto cómo en la Tierra he aparecido crucificado también por ti», por todos nosotros. 

Por eso tenemos que ser muy agradecidos al Señor, quererle mucho, pedirle perdón, pedirle que nos proteja y que nos haga santos y humildes de corazón para que podamos ser discípulos suyos. «Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y encontraréis descanso, descanso para vuestras almas» —dice el Señor. «Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón».
Ser humilde de corazón ¿qué significa? Humilde, humildad de corazón. ¡Ojalá pudiéramos ser humildes profundamente! Sabemos que —según dicen los Padres— en el cristianismo sin humildad no hay nada. Dime cuánto humilde eres y te diré cuánto eres santo. Y ¿qué es la humildad? El aceptar la realidad. El humilde acepta la historia que Dios está haciendo con él, no se rebela a la historia, no contradice a Dios, se humilla y acepta seguir los pasos que le va marcando. Y a todos nos marca una historia, una historia eterna, porque solamente vivimos una vez en la Tierra y todo lo que nos sucede está decidido y escrito para nosotros.

Por eso vivir es un prodigio; vivir. Y nuestra vida está escondida en Dios para siempre. Porque después del tiempo que Dios quiera tenernos aquí en esta Tierra, después nos llevará con Él y nos llevará al cielo. ¡Esperemos! Él nos ha preparado un lugar, ya dijo a sus apóstoles que iba a prepararnos un lugar, un sitio en el cielo.
Bien, hermanos, pues ánimo, que estar aquí reunidos en el nombre del Señor es muy importante. 

Deciros que Cristo nos ha dicho: «Amaos como yo os he amado. Quereos, no os mintáis unos a otros; soportándoos si alguno tiene queja del otro; con humildad y con santidad. ¡Animo, ánimo, que sois cristianos!». Como Cristo nos ha perdonado y nos ha amado, así vosotros perdonaos mutuamente si alguno tiene queja del otro hermano. Por eso es muy importante recibir el Espíritu de Cristo para ser cristianos en el mundo.
¿Qué puedo deciros en esta convivencia? Que todavía el Señor me tiene aquí, que todavía estoy vivo, aunque ya he superado los 80 años. Me siento joven, con fuerza y dispuesto a continuar, a gastarme en favor vuestro y en favor de los hermanos, y en favor de lo que quiera el Señor. He sido elegido por el Señor y me ha dado de su Espíritu, de su presencia y la fuerza de donar mi vida a vosotros y a tantos otros.
Estoy contento y no soy digno, no soy digno. Esperamos morir pronto, nos espera otra vida: ésta es nuestra fe, la fe, la fe en la vida eterna que Dios ha preparado para nosotros sabiendo que morir —como dice S. Pablo— es lo mejor, porque morir es ir con Cristo, morir es ciertamente lo mejor, lo mejor de todo: ¡estar con Cristo!
Él nos ama con un amor infinito, infinito, infinito, hasta dar la vida por nosotros cuando éramos malvados, y ha muerto sobre la cruz por nosotros para mostrar este amor, que es tan grande, que nos hace desear irnos con Él al cielo, donde ha preparado para nosotros una vida digna de Él. El amor es difusivo por sí mismo, la felicidad que tiene Dios quiere dárnosla a nosotros: en esto Dios muestra su magnanimidad, su ser más profundo de amor, su ser Dios; porque el amor que tiene Dios es difusivo, quiere darlo. Por eso nos ha creado, para que participemos de su amor: es algo bello y maravilloso. A esto somos llamados: a mostrar el amor entre nosotros y en este amor mostrar lo que nos espera, el cielo que nos espera. La vida no es una monstruosidad, no es una cosa horrible. Dice el Señor: «No os he creado en una tierra desierta». He hecho para vosotros un paraíso, una tierra, os he dado un cuerpo, los ojos, el amor, todas las maravillas que nos rodean, y todo esto es apenas una primicia de lo que Dios ha preparado para nosotros. Como dice S. Pablo: «lo que el ojo no vio, ni el pensamiento humano ha podido imaginar, lo que Dios ha preparado para los que lo aman», o sea, que Dios nos haga participar de su íntima felicidad, de su ser, es algo maravilloso. Por eso, deberíamos estar contentos siempre. Dice S. Pablo: «Siempre llenos de buen ánimo», siempre, nunca tristes, porque Cristo está con nosotros. Está triste el que está lleno de soberbia, se entristece porque las cosas no son como él piensa; pero el que es humilde y santo está contento de lo que Dios le da, porque todo contribuye al bien de aquellos que aman a Dios.

Dios nos ha creado para participar de su felicidad, por esto deberíamos estar contentos y felices. Y todo contribuye al bien, todo, al bien de aquellos que aman a Dios: todo lo que Dios ha preparado para nosotros es maravilloso. Cristo ha preparado para nosotros un camino de vuelta al Padre, un camino que nos lleva al cielo, un camino de amor. Nos ha dado una comunidad, nos ha dado catequistas, nos ha dado una misión: por eso ¿cómo no estar contentos?

Y la cosa más importante es que nos ha hecho conocerle a Él, el único Dios verdadero, Él, Cristo. Por eso, en nuestras casas tenemos un crucifijo, Cristo crucificado que se ha ofrecido por nosotros al Padre, y el Padre ha aceptado su oblación, su donación por nosotros. Él ha querido donar su vida por nuestra vida, sus sufrimientos para nuestra felicidad, por eso amar a Cristo es la única verdad. El resto, hermanos, es todo vanidad.
Bien, ahora escucharemos el Evangelio y después haremos un tiempo de oración silenciosa, de oración de quietud, para hablar con el Señor que está en nuestro corazón. El Señor nos ama y quisiera habitar en nosotros: «Padre, yo en ellos y Tú en mí, para que sean perfectamente uno y el mundo crea», dice Cristo. Cristo debe habitar en nosotros, y viviendo dentro de nosotros hace que nosotros seamos uno; hay un amor profundo en nosotros que viene del cielo, que es la presencia de Cristo. Y esta presencia de Cristo en nosotros hace que nazca un amor comunitario que es la buena noticia para el mundo. Esto es lo que quiere el Señor, por eso nos ha dado una comunidad. ¿Cómo no dar gracias al Señor por tu comunidad, por los hermanos que Dios te ha dado? 

Es impresionante, son casi cincuenta años que estáis juntos, y estáis contentos gracias a la presencia del Señor: ¡cincuenta años! ¿Veis cómo está el mundo? ¡La gente está siempre llena de guerras, de litigios! El Señor nos ha dado una comunidad y dice así: «¡Amaos!». Qué cosa más maravillosa que Dios nos haya dicho: «Amaos los unos a los otros como Yo os he amado, en este amor conocerán que sois mis discípulos». «Amaos los unos a los otros como Yo os he amado», quiere decir amar al otro aunque el otro sea molesto y te haga sufrir.

¿Cómo os he amado Yo? No me he resistido a vuestros pecados, aunque me han crucificado, los he aceptado: amaos así. Aceptar del otro lo que os haga sufrir, que es contrario, deja que el otro te crucifique, amaos como yo os he amado. Este amor es una bomba en el mundo: «¡Amaos!».
A esta misión nos llama en el mundo, y para prepararnos a esta misión que salva al mundo, que salva la historia, y tantos hombres viéndoos a vosotros dejarán el camino hacia el infierno y volverán a la casa del Padre, para prepararnos a esta misión está esta convivencia.

El Señor querría que en esta convivencia tú te unieras al Señor, profundamente. Y te unes al Señor sobre todo con la gratitud: dale gracias porque te ha elegido, porque te ha dado una comunidad, porque te ha dado unos catequistas, porque te ha dado a Kiko, Carmen y al P. Mario, porque te ha puesto en un camino.


Tanta gente en el mundo está sola, no sabe qué hacer, víctima de tantos vicios, de tantas concupiscencias, de tantos problemas, siempre con el afán del dinero, siempre disgustada porque las cosas no son exactamente como él piensa. Nosotros no, nosotros hemos sido llamados por el Señor para vivir nuestra fe en comunidad: ¡Amaos, amaos! Mirad qué palabra fantástica, Dios viene y dice: «Amaos». Y ¿a quién? Dice S. Pablo:  A todos, pero especialmente a los hermanos en la fe, amar a todos, pero fundamentalmente ese amor a todos, se muestra en el amor a los hermanos en la fe de vuestra comunidad. Te ha dado una comunidad: ¡qué misterio grandísimo! Y dice: «¡Amaos!». En la medida en que nos unimos a Cristo, nos unimos a los hermanos, porque Cristo es el amor a los hermanos.


Evangelio: Mt 7,7-11.
P. J. BLÁZQUEZ: 
Este es el Evangelio que nos pone hoy la Iglesia y que viene también en nuestra ayuda. 
Cuando hemos proclamado el primer salmo esta mañana, que es la primera Palabra de Dios que hemos pronunciado, decía: «Es bueno dar gracias al Señor y tocar para tu nombre, oh Altísimo, proclamar por la mañana tu misericordia y de noche tu fidelidad». Y yo siempre me acuerdo de cómo interpretaba Carmen este salmo, desde el comienzo, que es una ausente presente aquí entre nosotros. 

Ella decía que la Iglesia primitiva hacía el examen de conciencia por la mañana: no decía que lo hacía por la noche. Y ¿por qué? Porque por la mañana proclamaba la misericordia de Dios, que es la oración. Esta misericordia de Dios no es una idea, no es un concepto: es la misma persona de Jesucristo, el que hizo por nosotros justicia, salvación. Entonces, en la oración que hacemos por la mañana, si abrimos la Escritura nos ponemos de cara a Él. Y la oración nos ayuda porque ha dicho el Evangelio: «Pedid y recibiréis, llamad y se os abrirá» para que el Señor nos dé las cosas buenas. Y como todos sabemos muy bien: ¿qué es la cosa buena? Pues es el Espíritu Santo que nos ayuda en el día a saber interpretar la historia según la voluntad de Dios, aceptar los hechos, nos ayuda a glorificar su nombre, a tantas cosas. 

Por tanto, hermanos, sin oración no hay vida cristiana, no es posible. Por eso, cuántas veces, yo el primero, hacemos la oración con rutina. Pero es importante lo que tú decías: ¡Abrir la Palabra! Y ella es la que conduce nuestros pasos. Y por la noche proclamamos su fidelidad. Carmen decía -Espero interpretar bien lo que ella decía y no me mande un mensaje desde el cielo diciendo: “Te lo estás inventando tú”-. Pero es que yo lo que tengo sellado: que el examen de conciencia entra en la Iglesia con los Jesuitas. Y se empieza a tener siempre una relación de cómo me he portado, de cómo he actuado en el día. Y terminamos, casi siempre, expidiéndonos un certificado de buena conducta: «¡La culpa la tuvieron los demás!». Mientras que no es así. Según el espíritu de la Iglesia, esta frase: «y por la noche proclamamos tu fidelidad», quiere decir que el Señor nos ha ayudado.  

Con esta actitud yo también quiero dar gracias al Señor por todo esto, como algunos me habéis felicitado, sobre todo felicitemos al Señor por los 50 años de presbítero itinerante ininterrumpidos. (Aplausos) No es por virtud, es obra del Espíritu cuando hice un gesto en mi vida, que hice un acto de fe serio en el Señor, renunciando a lo que me había parecido cuando después de la experiencia de las barracas yo no me sentía de tirar adelante en el ministerio para nada. Pero me fie de Dios porque había puesto un paréntesis al Señor en mi vida para ordenarme: que era que yo no me veía cura de la mentalidad de aquel momento, cura de pueblo y esas cositas. Y ese paréntesis me impedía ir adelante. Me fie de Dios y dije: «Vale, sin condiciones. Y si me mandas a un pueblo a un pueblo voy». El obispo después de ordenarme, después de la convivencia de Fuentes cuando se hizo el equipo para América, me presenté a D. Maximino y le dije que se había hecho un equipo y me preguntó quiénes eran el equipo. Yo empecé por Carmelo y Dulce, que ya les conocía. Luego hablé de P. José María Garciandía. Y de Buby no dije nada porque estaba esperando él también para entrar a hablar con el obispo. Y le dije: «El otro soy yo». Me miraba, se reía, no me decía nada. Y finalmente me dijo: «Muy bien, te doy permiso». Y luego los cinco o seis obispos que he tenido hasta el día de hoy han confirmado la misión. Imaginaros cómo no dar gracias al Señor subrayando cómo Dios es fiel a cualquier cosita mínima que le damos, que es un acto de confianza en su amor, cómo Dios lo premia y lo bendice con el cien por uno. 
Oremos.
...........

CUESTIONARIO
KIKO:
Vamos a hacer cuarenta grupos de diez hermanos cada uno. Y esta tarde pondremos aquí en el estrado cuarenta sillas. Tenéis que elegir en cada grupo un relator, un secretario que recoja el testimonio de todos. 
El cuestionario es bastante sencillo, pero es muy importante porque dice así:
El Cardinal J. Ratzinger, en 1997, en el libro entrevista La Sal de la tierra. Cristianismo e Iglesia Católica ante el nuevo milenio, en conversación con el periodista y escritor Peter Seewald, dice:
“Hoy no se puede ser cristiano a solas, ser cristiano significa situarse dentro de una comunidad en camino... Por eso la Iglesia debe preocuparse de crear estas comunidades... El ambiente social, hoy en día, ya no basta, porque no existe ya una atmósfera cristiana. Por eso, los cristianos tienen que apoyarse mutuamente. Es indispensable una renovación del catecumenado, que haga posible el ejercicio, el descubrimiento de la realidad cristiana".
"El cristianismo ofrecerá modelos de vida de un modo nuevo y, en la desolación de una existencia técnica, volverá a presentarse como un lugar de humanidad real. Esto está sucediendo ya en nuestros días. Se podrán encontrar objeciones a los movimientos eclesiales, como los Neocatecumenales, o los Focolares, u otros, pero, desde luego, no puede negarse que algo nuevo está empezando. 
Aquí el cristianismo está presente como acontecimiento de novedad, y es percibido, por personas que a menudo vienen de muy lejos, como la posibilidad de vivir y de poder vivir en este siglo." 
En la fiesta de la Inmaculada de 1959 la Virgen María, apareciéndose a Kiko, le ha dicho: 
“Hay que hacer comunidades cristianas como la Sagrada familia de Nazaret, que vivan en humildad, sencillez y alabanza: el otro es Cristo”. 

1. ¿Cuál es hoy tu relación con Cristo y qué es lo que te ayuda más a crecer en esta relación? Di hechos concretos.

2. Dice Cristo: “Amaos como yo os he amado”. Según tú ¿Qué significa amarse como Cristo ha dicho? Di hechos concretos. 

***
La catequesis de este año es sobre:
 La Comunidad Cristiana.
 p. Mario Pezzi

Quiero decir que este año no he podido preparar la catequesis como hago los otros años, porque ya no puedo leer los libros como hacía algunos años. Entonces, Kiko ha dicho: «Habla de la comunidad cristiana». Pero antes de hablar de la comunidad cristiana, según la inspiración de la Virgen María sobre la comunidad a la luz de la Familia de Nazaret, antes de empezar, como un preámbulo, quería hacer presente dos notas sobre la Moral o Vida en Cristo.

En la Iglesia primitiva, la moral, la actitud cristiana en la vida, provenía del Catecumenado, porque durante el Catecumenado, que no era teórico, sino concreto, los catequistas en los escrutinios veían por los hechos concretos de la persona, si la vida de la persona cambiaba, si verdaderamente había recibido a Cristo, el Kerigma, y comenzaba a dar frutos en las distintas etapas del Catecumenado. Mientras que después, acabado el Catecumenado, como consecuencia de la entrada de las multitudes paganas en la Iglesia, la moral se desligó de la Iniciación cristiana y ha venido a ser un tema aparte, desvinculado, muy doctrinal, muy de normas difíciles de comprender y de practicar. Y gracias al Concilio Vaticano II de nuevo se ha enraizado la moral cristiana en la Revelación, en la Tradición y en el Magisterio.
Al mismo tiempo, el Señor ha inspirado a los iniciadores del Camino Neocatecumenal estas etapas, que son fundamentales para el crecimiento del hombre nuevo en todos nosotros.

Y quería subrayar también una cosa: Me parece importante destacar, como he dicho muchas veces, que el Camino Neocatecumenal no es una cadena de montaje en el que uno entra con el hombre viejo y termina revestido del hombre nuevo.

Y quería subrayarlo porque el Camino apela a la libre respuesta de la persona. Por eso es importante subrayar que la eficacia del Camino está en proporción a la libre adhesión de cada hermano la Palabra de Dios. Para que este itinerario de iniciación cristiana sea eficaz, es importante la convicción de la presencia del Espíritu Santo que ha enviado a los catequistas para anunciarnos la Buena Noticia e iniciar el camino de conversión, que el Espíritu Santo los acompaña durante todo el recorrido, a través de las distintas etapas que marcan el crecimiento del hombre nuevo en nosotros.

Para que el Camino sea eficaz es muy importante que el catecúmeno sepa y reconozca que los catequistas vienen enviados por el Espíritu Santo, autorizados por la Iglesia y que les (sic) acompaña el Espíritu Santo, durante todo el recorrido y las etapas del Camino, aunque tengan defectos, aunque hagan mal las catequesis, aunque sean pobres. Si tú dudas de la presencia del Espíritu Santo y de los catequistas no haces bien el Camino.

Sin esta confianza en el Espíritu Santo que acompaña a los catequistas, y sin obediencia a los catequistas, el camino de crecimiento en la fe es sólo aparente, porque no toca realmente nuestra vida.

Y eso se demuestra porque antes o después, acabado el Camino, hecho el Matrimonio Espiritual, si uno no ha hecho bien el Camino, no se ha probado seriamente con la renuncia a los bienes y no ha tomado en serio los distintos escrutinios, las distintas etapas, antes o después tropieza frente a la cruz; y con pena vemos algunos pocos casos. 
… la experiencia de estos 50 años demuestra que el que no se adhiere plenamente a la Palabra del Señor, antes o después, se encontrará frente a una cruz tan gravosa que tropezará y caerá. Hemos visto en estos años, algunos hermanos que han terminado el recorrido Neocatecumenal y algunos que habían celebrado el matrimonio espiritual con su propia comunidad, que han caído, quizás dejando la mujer e hijos, o al marido e hijos, o bien su celo se ha ido apagando y han dejado la comunidad. Hay muy pocos casos, pero si no se ha hecho la renuncia a los bienes, si no se ha tomado en serio el Camino, antes o después se derrumba.

Por ahora pocos, pero hemos visto hermanos o hermanas que después del Matrimonio Espiritual dejan al marido y a los hijos y se van con otro.

Este año, como cada año, nuestro equipo hemos ido a celebrar la Pascua, el Triduo y la Vigilia, con los hermanos de la Domus Galilaeae, también en preparación a la convivencia anual de obispos que hacemos en la primera semana de Pascua. 
Y cuando vamos a la Domus Galilaeae, normalmente algunos hermanos que se encuentran allí por un periodo de recuperación del uso de drogas, de alcohol, de pornografía o de una vida disoluta, vienen a hablar conmigo. Y me cuentan su historia. 

En general son chicos en conflicto con la madre o el padre, con heridas, que aun estando en el Camino deciden dejarlo, dejan la familia, dejan la comunidad, no quieren saber nada: “ahora quiero ver lo que me ofrece el mundo”. Y entran en periodos de sexualidad desenfrenada, drogas, alcohol, pornografía, y cuando tocan fondo, normalmente la familia o la comunidad o los catequistas ven que están verdaderamente destruidos, y deciden enviarlos a la Domus. Entonces aceptan ir a la Domus para recuperar en un ambiente de oración y de trabajo, donde no es posible escapar (porque está el desierto). Y esta fórmula ha producido milagros, porque escuchando a otros que también están en la Domus, viendo las comunidades que vienen cada semana para el viaje de bodas del final de Neocatecumenado, el Matrimonio espiritual, se recuperan un poco. Y este ambiente, poco a poco, con la Celebración de la Palabra, la Eucaristía, la confesión, favorece la recuperación. Yo he visto que algunos se recuperan muy bien, de tal forma que hay varios que se ofrecen a ser presbíteros y hoy ya se han ordenado presbíteros una vez recuperados.

Han vivido el infierno, saben lo que es, han conocido qué significa esta trampa engañosa y no quieren caer más en ella. Y estos será apóstoles que ayudarán y salvarán a muchos otros jóvenes. Pero hay algunos que son irrecuperables: han recibido tanto daño en su cerebro que tienen que ser enviados a centros especializados porque no pueden continuar.


Por eso, la primera inspiración que tuve del Señor ––que me parece que fue en Cuaresma o después de ir a la Domus—, pensando sobre todo en esta convivencia, ha sido que este año necesitaríamos hacer resonar la alarma a los padres, a los catequistas, a los hermanos, sobre esta peste que está arruinando a nuestros hijos. Y sucede a veces que, cuando se presentan los padres y le dicen que su hijo…, los padres se caen de la nube: «¡Mi hijo! ¡Tan bueno, tan gentil! ¡imposible! Imposible». No conocen a sus hijos.

Kiko, en sus catequesis, ha citado a menudo un episodio sacado de los Padres del desierto: cuando una persona cae en un pozo, se encuentra en una situación de la cual no puede salir solo. El único modo para salir del pozo es que alguien, desde fuera del pozo, haga descender una cuerda, y si verdaderamente el desafortunado quiere salir, tiene que atarse fuertemente la cuerda en torno al cuerpo, para que pueda ser sacado del pozo. 
Y Kiko comentando este episodio de los padres del desierto decía:  El que te puede sacar del pozo es tu catequista, la cuerda que te tira para salvarte se llama “obediencia”.  Obediencia a los catequistas. Si tú obedeces saldrás del pozo..
Además, quisiera llamar la atención de los confesores, que por ignorancia no le dan importancia a la pornografía, no se dan cuenta de que no basta la absolución de un pecado, y después vuelven a caer después de poco tiempo. «Bien, te doy la absolución —pensado que es una distracción—, bueno, no peques más. Y después cae de nuevo. No, no, siempre hemos dicho que cuando un confesor encuentre a un hermano que tiene dificultades o de divorcio o de separación o, en este caso, de porno dependencia, no puede decirle así, de una forma ingenua, te perdono los pecados; no es suficiente, tiene que decirle: «Tienes que ir a un médico a curarte. Y ¿quién es este médico? Tus catequistas, ábrete a tus catequistas, ábrete a ellos y te aconsejarán lo que tienen que hacer».

En estos últimos años he encontrado un hermano de comunidad, catequista, bastante adulto, que se encontraba en esta situación de esclavitud de la pornografía, sin que pudiera salir.

Suplicando insistentemente al Señor para que le ayudara, ha encontrado a un presbítero, que había vivido el mismo problema en su propia vida, y que había salido. Esta luz de esperanza lo llevó a manifestar su problema a sus catequistas, pidiendo un tiempo de reposo en el que poder hacer bien el Camino con su comunidad, y de poder frecuentar un grupo de recuperación de dependencia a la pornografía dirigido por este presbítero.
Y me ha contado que desde la edad de la pubertad era esclavo de la masturbación, pero enseguida encontró la pornografía, al principio a través de revistas, después con vídeos, y con la llegada de Internet, se había hecho dependiente. Siempre más, siempre más.
Buscando la ayuda de los confesores, no había sido capaz de manifestar su problema, que le consumía internamente, por la vergüenza de perder la cara y el honor, y de ser considerado como un pobrecillo del que uno no se podía fiar.
Nosotros en los escrutinios invitamos a los hermanos a ser sinceros, no porque queremos (sic) entrar en su fuero interno, sino para que sus problemas, si se hacen luz, puedan ser ayudados.

Este hermano ha hecho todos los Pasos y nunca había expuesto este problema que lo torturaba, por vergüenza, por miedo a perder el honor, el prestigio, y ser tratado como un anormal. 
Después de casi dos años le he encontrado y le he preguntado qué tal le iba: me ha dicho que gracias a la ayuda del Camino y de este grupo de recuperación había sido capaz de librarse de esta esclavitud y estaba listo para volver a la evangelización.
Digo esto porque una hermana de Roma, psicóloga, que sigue estos casos desde los años 90, en un informe que me ha enviado, dice:
“Las personas que descubren que están enfermos de sexo dependencia, son personas que han desarrollado un fuerte trastorno en las áreas afectivas, emotivas, cognitivas y espirituales, y que han contraído la obsesión grave y una dependencia por cualquier forma de lujuria, pornografía, masturbación, voyerismo, exhibicionismo, prostitución, adulterio, pedofilia, homosexualidad o relaciones promiscuas.
Tales hábitos obsesivos han destruido las vidas de estas personas, su trabajo y sus familias, y pueden haber llegado a pensar en el suicidio como solución extrema al problema. Muchos jóvenes y jovencitos han sido ya raptados por la red de Internet y se pierden en visiones pornográficas aberrantes. Internet ha contribuido a acelerar esta enfermedad”.
Por eso, esta hermana aconseja que cuando un hermano se encuentre enfermo y necesite ser ayudado por un grupo de recuperación —hay que informarse bien, aquí en Madrid, en la diócesis, o en Valencia, hay muchos grupos— que sean enviados a estos grupos de recuperación que no sustituyen el Camino. Siguen el Camino, se encuentran una vez a la semana todos los hermanos con el mismo problema y, por tanto, no tienen vergüenza al hablar y se ayudan, poco a poco, dirigidos por uno que ha salido de esta situación; estos grupos no prohíben la pornografía durante el proceso, pero sí recomiendan una media hora menos y así, poco a poco, van disminuyendo hasta recuperarse. 
Las personas adultas con problemas de sexo-dependencia deberían ser ayudadas y enviadas lo antes posible a un “grupo de ayuda” para empezar la recuperación de la dependencia. Antes se empiece, mejor es, aunque la experiencia confirma que cada uno para recuperarse debe tocar su propio fondo.
En los grupos se habla uno por uno, sin interrumpirse y sin hacer diálogo, se empieza y se acaba con una oración, en la consideración de que la curación parte del alma. El grupo constituye un ambiente favorable para abrirse sin vergüenza, siendo todos esclavos de esta enfermedad, y poco a poco empiezan a ayudarse el uno al otro.

Algunos dicen: ¿Pero no te basta el Camino? ¿No te basta la Palabra de Dios? Obedécenos y no veas más pornografía, y no saben que están enfermos, que tienen necesidad, como todos los enfermos, de una ayuda ulterior y complementaria. El hecho de frecuentar el Camino fielmente y una vez a la semana encontrarse, para ayudarse unos a otros para salir del infierno, esto va muy bien y no tenemos que escandalizarnos.


ASCENSIÓN:
Es importante ahora, especialmente vosotros que sois catequistas, que escuchéis con atención este comunicado, que se debe leer en todas las convivencias. Sabéis que el Papa Francisco está muy preocupado por la defensa de los menores. Y en la Iglesia hay unas normativas que nosotros también cumplimos. 
Entonces, este comunicado lo leeréis en todas las convivencias.
PROCEDIMIENTO DE COMPORTAMIENTO EN EL CAMINO NEOCATECUMENAL EN RELACIÓN A LA TUTELA DE LOS MENORES
La Secretaría de Estado y la Congregación Laicos, Familia y Vida están interviniendo para que las Conferencias Episcopales, las Diócesis, las Parroquias, los Movimientos y las Asociaciones activen un procedimiento de comportamiento para la tutela de los menores y de las personas vulnerables.
 El Camino Neocatecumenal, como itinerario de iniciación cristiana, no tiene una estructura asociativa, habiendo sido reconocido como “una de las modalidades de actuación diocesana de la iniciación cristiana” (Estatutos, Art 1,2), se adhiere a las “directrices” dispuestas por las Conferencias Episcopales de los diferentes países, y a la normativa establecida en las Diócesis y en las Parroquias donde están presentes las comunidades.
Con respecto a las indicaciones de la Congregación sobre los abusos perpetrados a menores o a personas vulnerables, las personas de referencia son los equipos nacionales o los equipos regionales que llevan adelante el Camino: a ellos les compete la responsabilidad de señalar los eventuales abusos que puedan ocurrir en las comunidades de las respectivas zonas, con el respeto a las normativas canónicas y civiles de las distintas Parroquias, Diócesis y Conferencias Episcopales.
La praxis del Camino ha sido siempre la de decir a los catequistas que actúen en equipo (que comprende normalmente un matrimonio y un presbítero). Si es necesario hablar con algún hermano, sobre todo si es menor, se dan indicaciones precisas a los catequistas de no hacerlo nunca solos, individualmente, sino en equipo.
Una atención especial se tiene en el Camino, con catequesis específicas sobre la familia, para que se adopte un “estilo cristiano” de vida doméstica, evitando toda forma de promiscuidad y ayudando a las familias a ser conscientes de los potenciales peligros que pueden ocurrir.
Una atención especial se pondrá en la formación de los equipos de catequistas en lo que se refiere tanto al tratamiento de noticias relativas a abusos como al respeto de la normativa estatal del lugar.
Porto San Giorgio, 29 septiembre 2019
Santos Arcángeles: Miguel, Gabriel y Rafael

Esto lo leéis en todas las convivencias. Lo leéis, no entreguéis fotocopias. Y de paso os recuerdo que seáis prudentes, porque el año pasado el mamotreto estaba publicado en Internet a la semana siguiente. Decid a los hermanos que pongan atención, que no se puede pasar por email a toda la comunidad, sino que es solo una guía para los catequistas.
En el mamotreto también vendrá la dirección de la nueva página web del Camino Neocatecumenal que hemos renovado; estará escrito en el mamotreto para que podáis informar que esta es la dirección de la página oficial del Camino Neocatecumenal.

Nueva dirección de Internet: www.neocatechumenaleiter.org


KIKO:
Al final de la Eucaristía pediremos carismas que ayuden a la evangelización:  chicos, chicas, familias. Bien. ¿Estamos todos preparados? ¿Está el P. Mario revestido? ¿Podemos comenzar? Pues, en pie.
Tenemos que hacer la colecta y el calendario y si hay algún hermano que nos pueda completar la Merkabá.
- Presbíteros para la itinerancia
- Seminaristas
- Chicos para la itinerancia
- Chicas y hermanas para la evangelización y los seminarios
- Familias para la misión
- Restauradores para la obra artística de Kiko Argüello (ponerse en contacto a través de info@foacka.com)
- Hermanas para el Taller Litúrgico fundado por Kiko de Madrid (ponerse en contacto con Pepita y Ángel en los teléfonos +34 6.9 9.7 4.2 y +34 6.9 9.7 9.5)
Colectas para la convivencia y para la evangelización
KIKO: Estas colectas son para pagar la convivencia y ayudar a la Evangelización, a los seminarios tienen ahora que pagar las matrículas; sed buenos y echadnos una mano.
Comentario de KIKO sobre la Scrutatio de los jóvenes, los domingos
KIKO:  Es importante ayudar a los jóvenes a escrutar los domingos la Escritura. Si van los catequistas, funciona. Se hace un domingo al mes. En Madrid nos dicen que en la parroquia de La Paloma funciona muy bien; los responsables de las vicarías poneos en contacto y organizadlo en una parroquia de la zona. En Barcelona también nos dicen que está funcionando desde hace ocho años. Hay que ayudar a los jóvenes. ¡Ánimo!
Entrega del dibujo de S. Francisco Javier
KIKO: He traído un regalo para vosotros. He hecho un dibujo de S. Francisco Javier, patrón de las misiones, y he puesto aquí: ¡A ti Señor la gloria! Uno así de grande para cada seminario. Y para vosotros uno pequeño para que lo tengáis en el Salterio.

Comentario de P. MARIO sobre la celebración de los 50 años de su presbiterado
P. MARIO: Ante todo, agradezco mucho al Seminario de Madrid y al de Roma por la ayuda que me habéis dado para ir a la casa de la Virgen en Éfeso, que ha sido estupendo. Y había hecho un recordatorio de mis 50 años de presbítero y hubiera querido darlo a las comunidades, pero no había suficientes. Han sobrado algunos. Os lo regalo para que recéis por mí, por mi salud y por Kiko. Si alguno quiere el recuerdo del P. Mario lo puede pedir a Pilar Pajes, secretaria del Centro Neocatecumenal de Madrid.

KIKO: Muy bien, hermanos, ¿habéis estado contentos en esta convivencia? ¿Cuándo nos volvemos a ver? En el anuncio de Adviento. ¡Que seáis buenos y que recéis por nosotros! Os llevamos en el corazón.