martedì 17 marzo 2020

Lettera di Kiko ai fratelli del Cammino in occasione del coronavirus


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15 Marzo, 2020
Carissimi fratelli,
È per me una grande grazia mettermi in contatto con voi attraverso queste righe.
Conoscete già la situazione creata dal Coronavirus, che non ci permette di riunirci per l’Annuncio della Pasqua, in una grande assemblea; quindi in questa Quaresima lo farò per lettera, come ho fatto nei primi anni del Cammino. Come vedete, si sta compiendo quanto vi ho detto nel mio saluto natalizio: che il 2020 sarebbe stato un anno provvidenziale.
Gli eventi che ci circondano ci chiamano tutti a rivolgerci al Signore con forza e con amore. Amare Cristo è l’unica verità, il resto è tutto vanità – dicono i Padri. Amare Cristo è l’espressione dell’amore per i fratelli, per questo la comunità cristiana è un segno di salvezza perenne.
Coraggio! Siamo tutti uniti a voi, seguendo le parole di Cristo: “Amatevi come io vi ho amato”.
Nella speranza che preghiate per me, per Padre Mario e Ascensión, vi auguro una seria preparazione alla Pasqua.
Kiko Argüello, María Ascensión Romero, P. Mario Pezzi

venerdì 6 marzo 2020

Padre Marko Ivan Rupnik: Prima Predica di Quaresima 2020

In Vaticano, la prima delle prediche di Quaresima per il Papa e per la Curia, incentrate sul tema: “Presso la Croce di Gesù stava sua Madre”
Amdeo Lomonaco (Vativan News)
Oggi intere generazioni si scontrano con la realtà perché non è quella che hanno immaginato, desiderato e, per questo, non la comprendono. Maria, invece, continuamente comprende “la Parola in un modo nuovo”. È orientata da questa diversa comprensione della storia la predicazione del gesuita padre Marko Ivan Rupnik nella prima predica di Quaresima per il Santo Padre e per la Curia romana.

Maria e la Parola

“Maria - spiega il predicatore - comprende la Parola diversamente”. La sua è una “conversione permanente”. Lei è continuamente “sfidata da una novità”: “permanentemente, comprende la Parola in un modo nuovo e con questa comprende la realtà”. Maria stava sotto la Croce e sopra, ricorda padre Rupnik, c’era scritto “Re”. Non è possibile pensare che “lì non pensasse alla Parola che gli era stata detta: sarà sul trono di Davide”. La Croce è l’unico luogo in cui è scritto che suo Figlio è re. La Croce è il trono su cui si trova Cristo. Senza lo Spirito Santo, aggiunge il padre gesuita, non si può comprendere il dono che Dio ci ha fatto. Il dono è il Crocifisso e “noi siamo uniti a questo evento”.

Dio è amore

Padre Rupnik sottolinea che senza lo Spirito Santo “non possiamo comprendere che Dio esiste veramente come amore”. Amore significa “donare sé stesso”. L’amore si realizza con il dono di sé. È una cosa scioccante, spiega, che ci chiede di andare oltre la nostra mentalità. In Cristo, vediamo “la verità di Dio”. Comprendere un Dio che si dona in questo modo, “mette in difficoltà gli approcci razionalistici alla fede”. “Dio Padre governa il mondo e la storia attraverso l’Agnello, il dono di sé”. “La storia è gestita attraverso il dono di sé, attraverso l’amore”.

Dalla Quaresima al Triduo pasquale

L’amore, che “nel cielo è una Beatitudine assoluta”, sulla Terra è il Triduo pasquale. Per questo, bisogna prepararsi attraverso il cammino quaresimale. Bisogna saper cogliere, sottolinea padre Rupnik, che “la nostra presenza nella storia trova senso attraverso il Triduo pasquale”. Si deve comprendere che ogni dono viene consumato: “chi si dona si consuma, non si risparmia”. La testimonianza, allora, è possibile solo grazie allo Spirito Santo.

Vivere il "dono di sè"

È il Signore che dà la vita: con lo Spirito Santo, possiamo vivere la vita come “dono di sé”. Dio versa nei nostri cuori l’amore del Padre. Questo, conclude padre Rupnik, è il cammino della Chiesa nella storia. È un cammino pasquale. Anche noi come Maria, “siamo chiamati ad una continua conversione per vedere che la storia procede secondo la Provvidenza”. E che Dio “si manifesta in questo mondo attraverso la nostra presenza”.






giovedì 5 marzo 2020

Kiko Arguello: Anuncio de Cuaresma 2020


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Parroquia de Santa Catalina Labouré, Madrid, 19 de febrero 

 AVISOS

Kiko:

Hemos acordado con el Santo Padre, una audiencia el 23 de mayo próximo a las 12 del mediodía en Roma en el aula Pablo VI para enviar nuevas familias en misión a todo el mundo. Tendremos primero una convivencia en Porto San Giorgio con todas las familias disponibles, y las que estén disponibles a partir haremos un sorteo con ellas y serán envidas por el Santo Padre a los diferentes lugares donde nos han pedido familias cristianas que anuncien a Jesucristo. Invitaremos también a las familias que ya están en misión y no han sido enviadas por el Papa.


El 5 de septiembre próximo haremos un encuentro vocacional en el Circo Máximo a las cinco de la tarde. Invitaremos especialmente a los jóvenes, esperemos que vengan todos los de Europa y de los otros continentes los que puedan. Será un encuentro bellísimo de jóvenes. En preparación a este encuentro haremos una misión dos a dos anunciando el Evangelio por todo el mundo. A la vuelta yo los recogeré en el Circo Máximo.
Para los jóvenes que no vayan a la misión de dos en dos, porque son menores de edad, preparad peregrinaciones por parroquias donde queráis, a visitar la tumba de Carmen, o a un lugar santo, a algún santuario...
Este año nos han pedido realizar la Sinfonía de los Inocentes en Cerdeña, será el 21 de Junio, si Dios quiere.

Miguel Ángel, te acompañamos en el sentimiento. Su mujer ha pasado al Padre pero está aquí con nosotros presente, está unida a Jesucristo, más presente que nunca. Miguel Ángel y Hortensia, itinerantes en el sur de Portugal desde hace 35 años, con 12 hijos: un presbítero en Ghana, una monja de clausura, dos hijas en misión en China, una de ellas como familia en misión.


- Presentaciones

 - Evangelio del primer domingo de Cuaresma (Mt 4,1-11)


Esta es la palabra de las tentaciones del 2020, estamos en el 2020, y yo tengo que daros una palabra, si me inspira el Señor; sobre todo si a vosotros os da la gracia de escuchar y la palabra Dios la hace penetrar en vuestro espíritu y, tocando vuestro espíritu, florece, se llena de fuerza vuestro espíritu y de amor a Dios.



Tenemos que prepararnos porque viene el Señor. En la Pascua del 2020 viene Jesucristo y tiene que encontrarnos preparados para llevarnos con Él. Según la tradición de la Iglesia, durante la vigilia pascual vendrá el Señor. Será este año, el año 2020, será el 2021, será el 2040, ¿cuándo será? ¿Qué diferencia hay en que venga el 2020 o venga dentro de 40 años? Ninguna, es lo mismo. Así que puede venir perfectamente este 2020.
Lo que sí nos dice la Iglesia es que tenemos que prepararnos, estar todos prontos, listos para cuando venga el Señor. Dice que cuando venga, de pronto, se abrirán los cielos, se llenará todo de luz, como si la Tierra fuera plana, no fuera un lugar redondo, y de pronto veremos a Cristo venir con los ángeles del cielo y los santos en su gloria. Entonces, los que estén vivos en ese momento -dice S. Pablo, que lo describe él-, seremos arrebatados en los aires al encuentro con el Señor. Y mientras somos arrebatados por los aires, nuestro cuerpo será transformado, porque este cuerpo es un vestido que no sirve, porque está sujeto a la corrupción y por tanto tenemos que ser revestidos de un cuerpo celeste, de un cuerpo de bodas eterno, un cuerpo maravilloso que Dios ha destinado para nosotros semejante al que tiene Jesucristo y tal cual Él es así seremos transformados. Seremos transformados con un cuerpo que no sufre, con un cuerpo preparado por Dios para participar del amor que Él nos tiene.

Esto está revelado por Él. Dios nos ama tanto que quiere que participemos de su gloria, de su felicidad. Dios es amor en sí mismo, amor. Y en sí mismo es eternamente feliz. Esta felicidad que Él tiene y esta forma de ser que Dios tiene, que es amor a todos, nos quiere hacer partícipe a nosotros. El amor es difusivo de por sí, la felicidad de Dios no ha querido tenerla para sí, sino que nos pensó desde antes de la creación del mundo para que participemos de su felicidad, de su voluntad y de su amor.
Así que es una buena noticia para todos: estamos todos destinados a participar de la felicidad de Dios mismo. Él nos ha preparado, nos ha formado en una familia, nos ha hecho conocer el Camino y, Dios, que es amor, está deseando… No sé si conocéis la naturaleza misma de Dios. Dios se ha mostrado viniendo a la Tierra y tomando nuestro cuerpo y con nuestro cuerpo se sometió a la ignominia, a la tortura y fue crucificado. Ahí tenemos un crucifijo muy bonito, grande. Fue crucificado, algo verdaderamente impresionante: que Dios mismo se hiciera pecado por nosotros y sufriera el castigo que los pecadores tenían que sufrir como estaba predestinado. Pues quiso sufrirlo Él para que no lo sufriéramos nosotros. Y en eso ha mostrado su infinito amor a cada uno de nosotros.

Dios nos quiere tanto que quisiera ser uno, uno en nosotros. ¿Por qué dice uno? Porque no se reserva nada cuando ama, se da totalmente. Se da de una manera tan formidable, Dios al hombre, que se hace uno con él. A mí me quiere tanto que entra dentro de mí y se hace uno conmigo. No somos Cristo y yo dos, no, uno conmigo, uno conmigo. Si sois perfectamente uno, el mundo creerá. Uno con cada uno de los hermanos de la comunidad, de forma que aparezca en la comunidad un misterio: el misterio de la perfecta unidad.

Amaos como yo os he amado, en este amor conocerán todos que sois mis discípulos. ¡Animo, hermanos!
Claro que tenemos que estar preparados para recibir este amor y a lo mejor no somos capaces de poseerlo y nos importa nada.

Dios nos preparará y cuando os ha llamado a este Camino y os ha mandado catequistas como Carmen y como yo y como el padre Mario y como Ascensión y como vuestros catequistas, Dios ha hecho una obra prodigiosa, la está haciendo con nosotros, está ayudando a su Iglesia. Está haciendo hasta una nueva estética, hemos hecho aquí una nueva parroquia, dando importancia a la asamblea cristiana, con un catecumenium, con las salas, con las comunidades. Poco a poco se está realizando lo que el Espíritu Santo ha inspirado después del Concilio Vaticano II con su Iglesia.
Por eso tenemos que estar muy agradecidos a Dios: primero, que te haya llamado el Señor; segundo que quiera ser uno contigo, uno en ti, Cristo uno en ti, uno contigo, no dos, uno. Perfectamente uno, porque esta es la naturaleza misma de Dios: amarnos totalmente, absolutamente. Nos ama de una forma tan grande que se hace uno en nosotros, uno. Quiere que siendo uno en mí y en ti y en el otro y en el otro hermano de la comunidad, aparezca la perfecta unidad en la comunidad que es la Iglesia, el misterio de la Iglesia. Y este misterio, que es la perfecta unidad, es más que una bomba atómica, transformará el mundo.
Amaos como yo os he amado y en este amor conocerán todos que sois mis discípulos. En este amor el mundo se transformará.
Claro que a lo mejor somos tan tontos o tan pobrecitos que no nos damos cuenta de lo que está pasando y nos tiene sin cuidado. Pues no. Es muy importante que tengas una comunidad y vas a morir en ella, te vas a morir y los hermanos van a venir cerca de tu cama y van a cantar contigo el Credo.

te van a esperar en el cielo. Gracias a Dios será pronto, no vamos a tardar mucho.

Dentro de poco, en poco tiempo estaremos todos prontos para reunirnos con nuestros hermanos en el cielo. Porque existe otra creación, existe el cielo, donde está Dios y quiere que estemos allí también con Él. Porque Dios es así.
Dios tiene una esencia que es querernos, estar en nosotros, ser uno en nosotros. Nos quiere tanto que quiere ser uno en mí, uno en ti, para que seamos perfectamente uno y la gente diga: mirad, mirad cómo se aman. Mirad cómo se aman, gritaban los paganos viendo cómo se amaban los cristianos.
Claro que este amor no es algo que tú te puedas imaginar. Lo realiza el Señor. No es algo sentimental, es algo sobrenatural, nadie puede poner trabas a este amor. ¿Cómo se realiza? Lo verás, lo realiza el Señor poco a poco, poco a poco en vosotros, en vuestras comunidades, lo va haciendo el Señor poco a poco. Lo importante es que deis paso a que el Señor venga y se haga uno en vosotros y, entonces, el mundo se transforme viendo vuestro amor, el amor de Dios en nosotros, el mundo reciba una sacudida enorme, mirad cómo se aman.



Precisamente tenemos aquí una carta de una familia en misión de China. ¿Estás familias que están aquí, estabais en China? Tengo aquí una carta que han mandado a su comunidad. Vamos a leer una carta de Miguel y María, hija de Gabriel y Loli, que están en China. Vamos a ver lo que dicen. Escriben a su comunidad.
Lectura de una carta del 9 de febrero:

Querida comunidad,
Os deseamos un feliz domingo y que el Señor haya pasado en esta convivencia con fuerza. Nosotros estamos bien. Vuestras oraciones verdaderamente nos sostienen en este tiempo difícil, que el Señor quiere para nosotros aquí en China. Los Laudes de este domingo han sido impresionantes, ver cómo Él está, ver que Él va delante, es un privilegio que no merecemos, verle a Él tan de cerca nos ayuda, nos consuela, nos conforta, nos alegra y nos permite vivir en paz.
Los itinerantes nos han enviado ayer un mensaje y nos han llamado los "prisioneros en Cristo" y nos han consolado muchísimo. Ellos ven que es un tiempo difícil para nosotros, pero a la vez también un tiempo propicio, un tiempo a nuestro favor, un tiempo para entrar en intimidad con Él, un tiempo propicio también para nuestros hijos que aceptan este tiempo con alegría y expectantes con respecto a que el Señor les hable.
Realmente nos sentimos privilegiados de vivir este tiempo aquí, como prisioneros en Cristo, un don que el Señor nos regala sin nosotros merecerlo porque Él ha querido. No damos crédito, estamos muy agradecidos al Señor por hacernos partícipes de este momento, por recibir este regalo. Rezamos por vosotros cada día, por cada uno de vosotros, en medio de vuestras crisis y de vuestras alegrías, y de vuestros miedos. Sentimos una comunión enorme con vosotros. Seguid haciéndonos partícipes de vuestra vida, bien a través de Pedro, o a través de un mensaje, nos ayuda mucho el escucharos.
Por aquí la situación con respecto al coronavirus es cada día peor, los números no se estabilizan, en este momento son 823 muertos, 2.880 que han sido recuperados, 32.287 casos confirmados y 28.000 casos que todavía son sospechosos. Éstos son los datos oficiales, no sabemos si son reales. El problema es la histeria colectiva que hay en la ciudad. En nuestra urbanización ya hay casos que han sido confirmados. María y yo venimos de la oficina central de nuestra urbanización de recoger el nuevo pase que nos han dado para poder salir de la urbanización. Es un pase, uno por cada casa, que dura un mes, y con él solo se nos permite la salida de una persona de la casa cada dos días. Es decir, yo puedo salir mañana lunes a comprar, y hasta el miércoles ninguna persona puede salir de nuestra casa, y sólo una persona.
Por lo demás, todos los servicios están bajo mínimos, las empresas cerradas, las oficinas cerradas, las calles vacías, los supermercados abren de 11 a 17 horas, todo cerrado, la universidad no sabemos si abrirá, y nuestros hijos que están en primaria mañana empezarán el segundo semestre vía online, a nosotros nos queda grande esto de online, pero bueno el Señor nos ayudará. Bueno, como os iba diciendo hay muchos protocolos de seguridad: para entrar y comprar nos toman la temperatura, apuntan nuestros datos en un archivo, nos dan antisépticos en las manos, todo esto siempre con nuestra mascarilla puesta, claro. Entramos a comprar en grupos de treinta personas y con un tiempo que nos dan limitado, ver a la gente correr a por la comida verdaderamente asusta. Estar viviendo esto desde el temor debe ser horrible.
El día a día lo tenemos organizado de manera que los niños tienen dos horas de chino por la mañana, y dos horas y media de lectura en español por la tarde. Esto junto con los rezos, las comidas, las tareas de la casa, casi nos tiene el día ocupados. Yo trabajo por la mañana para mis clientes chinos y por la tarde con los clientes españoles. Mañana empezamos el segundo semestre online, que el Señor nos ayude.
Bueno hermanos, pues no mucho más que contar, que recéis cada día por nosotros, que es lo que nos sostiene, nosotros lo hacemos por vosotros. Os queremos muchísimo y os mandamos un abrazo de paz.
Miguel, María e hijos.

Ella se ha quedado embarazada ahora, y los itinerantes de China les han dicho que tienen que regresar, por el peligro, está todo cerrado.
 La hija de Hortensia y su marido, que están aquí, Tiago e Isabel, no han podido ni siquiera reunirse y celebrar el funeral, no les dejaban salir. No habéis podido celebrar ni una Misa siquiera, nada.

Tiago: Estábamos encerrados en casa, no podíamos salir, ni tampoco podía otra persona venir a nuestra casa, entonces desde el 15 enero nuestros hijos no podían salir de casa. Nosotros hemos salido por la muerte de Hortensia, pero ha sido muy difícil poder salir y no hemos llegado a tiempo. En estos días, el presbítero nos traía la comunión dentro del coche, entonces bajaba uno de nosotros, yo o Isabel, comulgaba y traía la comunión al otro.
Yo soy hija de Hortensia, que murió el viernes pasado. Hemos tenido que volver nosotros por la muerte de mi madre y Ana porque está embarazada.

Hemos vivido esto de mi madre, sola a solo, porque no hemos podido tener la Eucaristía. Ha sido un paso del Señor verdadero. Ha sido el Señor el que lo ha hecho todo, y mi madre que nos ha ayudado tantísimo.

*
Bien, una palabra sobre este Evangelio que enmarca, ilumina lo que es la Cuaresma de 2020, las tres tentaciones de Jesucristo. Cristo fue al desierto y allí estuvo ayunando cuarenta días y cuarenta noches. Es muy importante esto de ayunar, y dice: Al final sintió hambre, después de cuarenta días sin comer ni beber, y cuarenta noches, sintió hambre y sed.

Entonces el demonio esperó a que Jesucristo sintiera hambre, estuviera debilitado enormemente, y después de cuarenta días sin comer ni beber, se moría. El demonio estuvo esperando este momento, se le apareció y le dijo: ¡Te vas a morir! Pues, si te vas a morir, ¿qué Dios es éste? Dile a Dios, que es tu Padre y que te quiere tanto, que no te deje morirte, que estas piedras las transforme en panes. O sea, hay una tentación profunda. La tentación del pan. Di que estas piedras se conviertan en pan. Y Jesús le dijo al demonio: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
El demonio después le llevó al pináculo del Templo y le dijo: ¡Tírate! Tírate de aquí, le llevo en shabat, estaba todo lleno de rabinos.

Le llevó arriba, y le dijo: Si te tiras todos verán que los ángeles te recogen y todos te seguirán, porque está escrito: "A sus ángeles enviará para que tu pie no tropiece contra la piedra".
Y después le llevó a un monte alto, y desde allí le mostró todos los reinos de la tierra. Le dijo: "Todo esto te daré si postrándote me adoras". Y Jesús le contestó: "Está escrito: Sólo a Dios adorarás, sólo a Él darás culto".
Para acoger al Señor se nos invita a convertirnos; por eso la Iglesia durante 40 días nos invita a prepararnos para recibir al Señor.
¡LA CONVERSIÓN! La conversión significa preparar el corazón: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu inteligencia y con todas tus fuerzas” (Mc 12,30).

Para preparar el corazón somos invitados a ir al desierto, porque en el desierto se come mal e Israel murmura en el corazón contra Dios, recordando la carne y las cebollas de Egipto y no acepta el maná.

Así que su corazón se llena de murmuraciones contra Dios. Éste es un hecho de la historia de Israel y de nuestra historia con la cual el Señor nos recuerda que todos somos frágiles, capaces de traicionar al Señor por el alimento, por comer, por estar bien. Por eso, somos tentados de murmurar contra Dios si nos da sufrimientos físicos, una enfermedad, un cáncer o algo parecido, entonces el corazón se mueve y dejamos de amar a Dios y murmuramos en el corazón contra Él porque consideramos que no nos merecemos todo esto, cometiendo así un pecado gravísimo.

Esto significa rebelarse contra la historia que Dios está haciendo con nosotros. Murmurar en el corazón, dejamos de amar a Dios: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón”. El Señor llevó al pueblo al desierto, dice la Escritura, para que el pueblo aprendiera a conocer su corazón, lo que hay en su corazón, el corazón que tenía.

Se sorprendieron al descubrir que tenían un corazón perverso, perverso, conocer quién eres tú, lo que tienes en tu corazón es importantísimo, es tu misión de salvación para esta generación.

Frente a algo que te hace sufrir, puedes rebelarte contra Dios, juzgar a Dios y murmurar contra Él: ¡es gravísimo dejar de amarlo! Se ama con el corazón y con el corazón se murmura, se odia, no se acepta. “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón con toda tu inteligencia”.
Nosotros esperamos que en este Camino de conversión que habéis emprendido, gracias al Señor, durante todos estos años, estáis aprendiendo a caminar en la precariedad, algo que los paganos no aceptan. El pagano se cree Dios y domina la historia y no soporta cuando Dios hace una historia distinta con enfermedades, con una hija... él tiene que dominar la historia. Ésta es la maldad, la obra del demonio en nosotros, no somos humildes con la historia. Es importantísimo ser humildes, aprender la humildad porque solamente los humildes entran en el cielo. Dios espera que durante este tiempo que estáis sobre la tierra aprendáis a ser humildes, a haceros como niños. ¡Esperemos!  Jesús toma a un niño y lo abrazó y dijo: “Si no os hacéis como este niño, os aseguro que no entraréis en el Reino de los Cielos” (Mt 18,3). Los niños no protestan, están abiertos a todo. Haceos como niños.


¿Cómo nos prepara el Señor para que podamos entrar en el cielo? Cada uno de vosotros sois un misterio, la historia que está haciendo con cada uno de nosotros es distinta, original, única, con los acontecimientos distintos que te hace atravesar: la enfermedad, los sufrimientos...

Lo único que sabemos es que el Señor nos ama. Dios es amor: ¡Deus caritas est! Dios es amor, la esencia misma de Dios la ha mostrado en su Hijo crucificado. Dios tiene un amor tan grande que es capaz de hacerse pecado por nosotros (Cf. 2 Cor 5,21), para ocupar nuestro lugar, para recibir el castigo que se merece el pecador, la tortura, los sufrimientos inauditos, la crucifixión y la muerte. Esto que es una monstruosidad Cristo ha venido sobre la tierra para padecerlo Él por nosotros.

Espero que meditar esto nos lleve a amar a Cristo, amarlo porque Él ha sufrido para ahorrarme a mí y a ti y a todos vosotros el horror del infierno, del abismo eterno. Una cosa grande, maravillosa que el Señor nos está preparando para hacernos pequeños.
Dios nos ama tanto que os ha mandado catequistas como yo, cómo Carmen, como el Padre Mario, como Ascensión…

…que tenemos la misión de ayudaros un poco, un poco, porque todo depende de tu adhesión a la acción divina. Yo os convoco y vosotros estáis aquí: ¡esto ya es un milagro! Quiere decir que algo habéis recibido durante todos estos años y venís aquí esperando que Dios os dé una palabra, una palabra que os ayude a prepararos para la Pascua del 2020, que os ayude verdaderamente a haceros pequeños y humildes, a ser santos.

La Cuaresma es un tiempo en el que la Iglesia nos invita a ayunar, que quiere decir amar a Dios con todo el corazón, porque el pueblo murmuraba contra Dios porque comía mal.
Amarás a Dios con todo el corazón, con toda la inteligencia. El pueblo no aceptaba esta forma de relación con Dios en la que Dios no le decía nada, no se manifestaba como ellos querían, les dejaba en la duda.
Con toda la inteligencia, con todas las fuerzas, con tu dinero. Todos tenemos que ofrecer nuestra vida a Jesucristo y nos invita a amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas: ¡es un mandato del Señor!

Cuando aparece sobre el Monte Sinaí -un espectáculo inmenso-, cuando lleva al pueblo de la esclavitud de Egipto al Monte Sinaí, allí se les manifiesta a ellos, una teofanía impresionante: la montaña se transforma en una montaña de fuego, tanto que no se podía tocar, y se escuchan estas palabras desde el cielo: “Shemá Israel, escucha Israel, Yo soy el único Dios, no hay otro Dios, amarás a Dios con todo el corazón, con toda la inteligencia, con toda el alma y con todas tus fuerzas, y al prójimo como a ti mismo”.

Esto resume lo que Dios manda al hombre cuando aparece sobre la tierra. Esto ha llegado hasta nosotros y vosotros lo habéis recibido de vuestros catequistas, que os han transmitido esta palabra para vosotros: ¡Amar a Dios con todo el corazón! Es interesante porque la Iglesia dice que para prepararnos en esta Cuaresma debemos amar a Dios con todo el corazón. Por esto la Iglesia nos dice lo que tenemos que hacer: amar a Dios con todo el corazón significa amarlo ayunando. ¿Por qué ayunar? Porque ayunar significa aceptar sufrir por amor a Cristo, un poquito, en esta Cuaresma debemos proponernos amar a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra inteligencia y con todas nuestras fuerzas.
Las fuerzas significan el trabajo, el dinero. Somos invitados en esta Cuaresma a ponernos de rodillas diciendo: yo no soy Dios. Una forma de dar culto a Cristo. ¡Él es, no tú! Dale a Cristo lo que le pertenece a Él. En este diálogo que es la oración di: ¡Yo no soy Dios y quiero hacer tu voluntad!

En este encuentro debería ayudaros para que en esta Cuaresma podáis prepararos a acoger a Cristo en la Pascua. Viene en la noche pascual y quisiera ahogar al faraón que hay dentro de nosotros, el faraón del orgullo, de la soberbia, amante del dinero, etcétera. La vigilia pascual, ¡a la que tenemos tanto amor! Tenemos que prepararnos bien para que no sea una noche vana para nosotros, sino que sea un paso del Señor que nos libera del poder del demonio y nos prepara para un año, donándonos gracias que el demonio intentará robarnos cuando nos tiente en nuestra vida. Hay un combate contra el demonio, aunque no lo veamos existe, nos seduce...

Por esto durante la Cuaresma os invitamos a la oración por la mañana pronto con la comunidad, seriamente, a amar a Cristo con todo el corazón, con toda la mente y con todas las fuerzas. Por eso, amar a Dios con todo nuestro trabajo significa hacer limosna, tenemos que dar limosna a los pobres. Tenéis que repartir vuestros bienes con aquellos que no los tienen. No lo digo por decir, sino seriamente. Estás invitado a amar a Dios con todo el corazón, aceptando ayunar, sufrir en el cuerpo; con tu inteligencia, aceptando que la historia la lleva Dios como quiere y por eso es necesario que oremos, rezar al Señor, la oración constante, la oración incesante: ¡Señor, Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí, que soy un pecador! Ven a vivir en mí, vive conmigo. Jesucristo está deseando estar en nosotros, vivir en nosotros y que conduzca Él nuestra vida, que sea luminosa, esperando el momento del paso en el que entraremos en el cielo, donde nos esperan los hermanos y donde está Cristo, que nos espera con su madre, con la Santa Virgen María.


No hemos sido creados para permanecer aquí, nuestros despojos en un cementerio, hemos sido creados para vivir con Cristo eternamente, en una felicidad inaudita. Él quiere hacernos participar a nosotros de su amor y de su felicidad. Esta tarde os doy esta noticia: ¿Creéis o no creéis que Cristo os ha creado para que podáis participar de su amor y de su felicidad?



Ciertamente Cristo no hará esto obligándote, ni haciéndote presión, porque esto no sería amor, lo hará de una forma muy dulce y suave, a través de mí que estoy aquí.

Puedes estar aquí y no escuchar, te duermes y acaba todo. Habéis venido aquí, os ha llamado el Señor, os ha hecho venir. Ánimo, escuchad y estad atentos para que el Señor os dé la gracia que quiere daros en esta noche, la gracia de la conversión, de estar unidos a Cristo, de quereros, de ayunar por Él, de ofrecerle este sacrificio, dejar la televisión, el vino, el fumar, lo que Dios os inspire y uniros a Él y amarlo. “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu inteligencia y con todas tus fuerzas”.

La limosna es importante, amar a Dios con nuestras fuerzas, con nuestro trabajo. En esta Cuaresma deberíais pensar en vuestra vida y prepararos porque el Señor viene, viene en esta vigilia pascual: esperamos la vigilia porque de pronto todo desaparecerá, veremos una enorme luz que nos envuelve y veremos a Cristo que viene del cielo. Todos lo verán, también aquellos que están en Papua Nueva Guinea, aunque la Tierra sea redonda, Dios hará este milagro, desde todas partes verán la venida del Señor y viniendo sobre las nubes con los santos, luminoso, con un cuerpo celeste -dice San Pablo- los que vivan en ese momento seremos arrebatados y llevados a lo alto, y mientras subimos, nuestro cuerpo se transformará, y tendremos la vestidura nupcial, una vestidura que no se corrompe, que no puede morir, una vestidura con la que estaremos en el cielo con el Señor.
Para esto nos ha creado el Señor. ¿Lo creéis o no? Si no lo crees, peor para ti, creerlo es una gracia. ¿No se te ha concedido la gracia de creer? ¡No, no creo en nada! Todo me parecen estupideces. Muy bien, aquí no obligamos a nadie. Pero estate atento, porque te pierdes algo importantísimo: ser revestido de luz, participar de la alegría eterna, de la felicidad.

O sea, Jesucristo ha sufrido Él, con nuestro cuerpo, estas tres tentaciones, que son el Shemá: Amarás a Dios con todo tu corazón, Lo amarás con toda tu inteligencia y Lo amarás con todas tus fuerzas, con todo tu dinero.
Con todo tu corazón porque Israel en el desierto, cuando comían el maná, el pueblo murmuraba en el corazón. Con el corazón se ama, se detesta, se odia, se murmura, y murmuraban contra Dios, querían comer carne. No amaban a Dios con todo el corazón, amaban más su cuerpo. Amar a Dios con el corazón quiere decir con el cuerpo, aceptando sufrir con el cuerpo por amor a Cristo, que es muy importante para todos nosotros. Cristo ha dejado crucificar su cuerpo en una cruz con dolores indecibles, y lo ofreció por toda la humanidad, por todos los hombres, por ti y por mí, de forma que el castigo que yo debía recibir por mis pecados, lo sufrió Él, y yo estoy tan contento aquí con vosotros, porque Cristo ha querido sustituirse por mí, como pecado, por mí, y ha sufrido en su cuerpo lo que estaba profetizado lo que sufriría el cuerpo de pecado. Él cogió mi cuerpo y lo llevó a la cruz y lo ofreció por ti y por mí.

Por eso, es muy importante en esta Cuaresma que nos preparemos para vivir la vigilia pascual. Porque en la vigilia pascual de este año 2020 el Señor quiere proponernos, presentar ante nosotros la obra que Dios ha hecho en Cristo, para que estemos llenos de alegría, estemos llenos de gratitud, de gratitud a Dios, que seamos gratos a Dios por su amor, por su ternura y bondad, por lo que nos quiere. El amor que Dios nos tiene nos tendría que bastar, el amor que Dios nos tiene se manifiesta en la salud que nos da, en la comunidad, en el itinerario de formación católica, cristiana, que es el Camino Neocatecumenal, en los hermanos, en los catequistas, en todo lo que Dios nos está dando, y sobre todo, Él nos promete el cielo, una casa donde viviremos con el Señor eternamente, llenos de felicidad y amor.

El Señor nos ama, hermanos, esto es lo más importante de todo: que el Señor nos quiere, que el Señor nos ama, y tenemos que estar siempre agradecidos de su amor y de su bondad. Es muy importante tener un corazón agradecido a Dios. Si no lo tienes, tienes que pedirle a Dios que te dé amor a Él, y te dé agradecimiento por su amor, para que tu vida esté llena de agradecimiento a Dios, de un amor agradecido que es lo que Dios pretende y quiere de mí y de ti, que tengamos amor agradecido a Dios por su misericordia y su bondad.


Ánimo, hermanos, que el Señor nos quiere. Esta Cuaresma que viene el Señor quisiera que nos preparáramos para acercarnos más a Él y abrir nuestro corazón, nuestro pecho. Abridlo, ensanchadlo para que entre con más fuerza su amor y su misericordia. Tenemos el corazón estrechito, pues podemos abrirlo para que entre mayormente su ternura, su compasión, su misericordia, su bondad. Su bondad en nosotros, su amor, el amor de Dios en nosotros, viviendo en nosotros su amor. Esto es lo que Dios quiere de nosotros: que sintamos dentro amor a Dios y a su Hijo, Jesucristo.

Amor a Cristo, que por amor a nosotros descendió a la Tierra, nació de la Santa Virgen María, nació como un pobre, en una chabola de pobres, vivió como un pobre sencillo, como un obrero y después, llegados los treinta años partió para cumplir su misión. Se rodeó de algunos discípulos, este pobre hombre, con sus discípulos, con San Pedro, con San Juan, caminando por Galilea hacía Jerusalén.

Y en Jerusalén le iban a coger y le iban a torturar y le iban a crucificar. Los apóstoles no entendían nada, creían que Él iba a manifestarse estableciendo su reino, y sin embargo, en vez de ver aparecer su reino, apareció un hombre crucificado, desfigurado, lleno de moratones de los latigazos romanos, algo horrible lo que hicieron con Él. Es un misterio inmenso este pobre hombre lleno de heridas, porque el “flagellum” romano era terrible, porque tenía bolitas de plomo en cada tira de cuero. Se ven en la Síndone las señales de las bolitas sobre la piel, marcadas, cada golpe una moratura (sic) terrible. Cuarenta golpes mataban a una persona.

A Él, desecho, lo llevaron a crucificar. Cristo ha sido crucificado por ti y por mí. El Señor ha pensado hacernos participar de su ser, de su ser Santo, de su ser divino, de su ser humilde, humilde, humilde. El Señor es humilde hasta el extremo que no os lo podéis imaginar, hasta el extremo de ser crucificado como un malhechor, sometido a una tortura, la más horrible. Cicerón decía: no hay tortura semejante.
¿Y qué podemos hacer? Pues, agradecérselo y mostrarle nuestras manos vacías, nuestra pobre vida. ¿Cómo podremos nosotros dar gracias al Señor? Pues, la única forma es celebrando la Santa Eucaristía, porque Él mismo se ofrece para que podamos dar gracias al Padre en su cuerpo y en su sangre. Esto es una cosa enorme: que nosotros presentamos al Padre el cuerpo de Jesús sacramentado, en un sacramento, y la sangre de Cristo.

Son realmente el Cuerpo y la Sangre de Cristo que han sido separados para que podamos manifestar su Pascua, su paso al Padre por todos nosotros, hermanos.
Vivir esta vida amando a Cristo, no tenemos otra cosa que hacer, sino amar a Cristo. Amadlo. "Amaos como yo os he amado, en este amor conocerán todos que sois mis discípulos". Amar a Cristo.

Dicen los Padres del Desierto: Amar a Cristo es la única verdad, el resto es todo vanidad. Amad a Cristo. A ver ¿cómo pensáis mañana amar a Cristo un poco más que hoy? ¿Cómo? ¿Siendo más obedientes al Señor, siendo más humildes, ayudando en la casa, pidiendo perdón a tus hijos? No sé. ¿Cómo piensas mostrar tu agradecimiento a Jesucristo, que ha tomado nuestro cuerpo y ha aceptado ser humillado, insultado, escarnecido y torturado? Con una tortura infamante y terrible, tan terrible que un ciudadano romano no podía ser crucificado, porque era un suplicio bárbaro, hecho para bestias, pero Cristo quiso aceptarlo y ahí lo tenéis caminando con la cruz hacía el Calvario por amor a ti y por amor a mí.
Algo maravilloso. El Señor está contento de poder morir para vivir en nosotros.

Vivir en nosotros de una forma nueva, Él, resucitado de la muerte quiere estar en ti y en mí, uno, perfectamente uno, Cristo Señor nuestro ¡Bendito sea tu nombre! Tú has querido regar la humanidad con tu sangre, con tu amor, concédenos, Señor, estar agradecidos a ti, haciendo tu voluntad. Somos unos pobres todos, yo el primero, unos pobrecillos, que no merecemos nada; pero el Señor, Él, nos ama y su amor nos ha transformado, somos bellísimos por su amor, somos preciosos por su amor, el amor de Dios en nosotros. Por eso, tu comunidad es preciosa por el amor de Cristo, cada hermano es precioso en el amor de Cristo, por eso: ¡Amaos, amaos! Fijaos qué maravillosa palabra de Dios a nosotros: Amaos, y para que nos podamos amar, han nombrado catequistas, os ha abierto un Camino y os ha dado una comunidad.

Por eso, cómo no podremos dar gracias a Dios, por tu comunidad, por las hermanas, por los hermanos, Él nos ha abierto el cielo y nos está esperando en el cielo. Ya no nos morimos más. La muerte ha sido absorbida por la victoria de Cristo Jesús, que ha vencido la muerte y que ha resucitado de la muerte y que nos da a participar de su victoria sobre la muerte. Cristo ha resucitado, verdaderamente ha resucitado. ¡Cristo ha resucitado!

LA ASAMBLEA: ¡Verdaderamente ha resucitado!


Dios nos ha dado la vida no para estar aquí sólo, porque como dice el talmud aquí estamos en un albergue, ésta es la verdad, estamos en un albergue, no es nuestra casa, nuestra casa está en otro sitio: Cristo ha preparado nuestra casa en el cielo, con Él, porque Él es amor.

¿Y qué significa amar? El que ama quiere ser uno, como un marido y una mujer, dos en una sola carne: “Padre, yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectamente uno y el mundo crea” (Jn 17,21). Cuando el mundo vea en nosotros que se realiza el misterio divino de la Santísima Trinidad, el mundo se convertirá.

Uno en nosotros. Dios, uno, perfectamente uno en nosotros, porque Dios nos ama así. Se hace uno cuando ama. ¿Por qué? Porque no se reserva nada, cuando ama se dona totalmente, totalmente donado a ti, el que te ve a ti, ve a Cristo, porque Cristo está totalmente en ti, totalmente en los hermanos.

“Sed perfectamente uno y el mundo creerá”. Pero ¿éstas son palabras o es posible que la comunidad se transforme en una perfecta unidad en Cristo? Preguntaos cada uno cómo vivís vuestra unidad con Cristo, vuestra intimidad. ¿Haces algo por Cristo? No sé, uno dirá: para estar unido más a Cristo estoy pensado ir y cuidar a los enfermos, he hablado con las hermanas de Teresa de Calcuta y voy a hacer allí un servicio, hago esto por amor a Cristo, porque lo siento presente en mí.

¿Qué es lo que te lleva a amar más a Cristo? ¿ser más pobre? ¡Sin duda! la pobreza nos ayuda a ser más humildes, sin duda.

Ser humilde, sin humildad no hay vida cristiana. Kiko ¿qué es la humildad? La humildad es la verdad, dice Santa Teresa. Hay que preguntarle a Cristo que nos ayude a ser uno con Él, a responder a su amor con nuestra pobreza, con nuestra debilidad.
Habéis oído lo que ha dicho el Papa Bergoglio; ha ido a la cárcel de Rebibbia hace un tiempo. Había unas rejas y en la otra parte estaban los prisioneros. Él estaba a este lado de la reja y dentro están los prisioneros, y él ha dicho: yo debería estar ahí con vosotros. Esto es lo que yo digo tantas veces: ¿quién te crees tú que eres? Deberías estar en la prisión. ¿Cuántas veces os lo he dicho? ¿quién te crees que eres tú? Mira el Papa Bergoglio es muy profundo en este sentido y ha dicho a los encarcelados: Yo debería estar ahí con vosotros.

Se siente pecador.

Es importantísimo no considerarse mejor que nadie, dice San Pablo: Considerando a los otros, a los de la comunidad, superiores a ti.

Es palabra de Dios, considerando a los otros superiores a ti. Esto es una forma de humildad. ¿Verdaderamente tú consideras a los hermanos de tu comunidad, a todos, superiores a ti? ¿son mejores que tú? ¿rezan más que tú? ¿son más humildes que tú? ¿son más pobres que tú? ¿son más generosos que tú? ¿verdaderamente te lo crees? ¿verdaderamente te crees que tu sitio es estar en una prisión? ¿te crees esto? ¿eres consciente de tu maldad, de quién eres profundamente?

No, Kiko, yo soy un estúpido, no pienso estas cosas, pienso en pasarlo bien, en divertirme, esas cosas son demasiado profundas. ¡No, son cosas muy importantes! ¡Considérate el último y el peor de todos! dicen los Padres del Desierto.
Verdaderamente, el Señor es buenísimo con vosotros, debéis estar agradecidos en lo profundo de vuestro espíritu al Señor, por cómo os trata, cómo os ama y os pide solo una cosa: ¡Amaos! Mirad, esta palabra tenemos que ponerla por escrito en todas las paredes de tu casa: ¡Amaos, amaos, amaos! Entrando en casa: ¡Amaos! Ésta es una palabra fantástica, y dice más: ¡como yo os he amado!

Ánimo, hermanos, alegría, que Cristo ha resucitado. En esta Cuaresma tenemos todos que prepararnos a vivir estos misterios de verdad, a no descuidarlos, a no vivir de cualquier manera, porque Dios te podría decir: Si no valoras lo que he preparado para ti, es mejor que lo dejes. Deja tu sitio a otro hermano que me va a agradecer mayormente lo que he hecho con él en Jesucristo, mi Hijo amado, que te quiere tanto.


Dios en Cristo ha mostrado que es Dios, su amor crucificado es Dios. Dios te ama de esta forma: mira a Cristo crucificado, ahí lo tienes, así nos ama y quisiera que nosotros le amásemos, que lo amemos, amaos entre vosotros, amaos, amaos como yo os he amado, "Amaos, no hay mayor amor que el que da la vida por sus amigos, vosotros sois mis amigos", y Cristo ha dado la vida por nosotros para que podamos ir al cielo y vivir eternamente con Él.
No hemos sido creados para que nuestros despojos vayan a un cementerio horrible y nada más.

No, yo soy Kiko, todo entero, una persona y yo espero que el día de mi muerte Cristo venga a recogerme y llevarme con Él.

Y lo que yo espero para mí, lo quiero para vosotros, que podamos estar juntos en el cielo, con un cuerpo más guapo, glorioso, pero seremos nosotros, nosotros mismos.
Dios ha creado un universo que es una maravilla, si miramos con un telescopio y vemos el universo, pues eso no es nada comparado con lo que nos espera a nosotros en el cielo, a los que Dios ama.

Dios ha creado un universo todavía mayor, de amor, de ternura y de misericordia.  Dios es Amor, hermanos. Dios es amor a ti, amor crucificado, un amor lleno de ternura y de bondad. Por eso, los cristianos, después de haber conocido este amor, tendríamos que ser gente humilde y buena, llenos de ternura hacia los demás.
Tal es el amor que Dios te tiene, que ese amor tendrías tú que tenerlo con tus hermanos, con tu mujer, con tus hijos, en el trabajo, con todos. Humíllate y obedece al Señor y a su amor, y dale gracias por lo que está haciendo contigo, por la comunidad que te ha dado, por la parroquia, por la misión que te da. Si te permite anunciar el Evangelio, ¡qué maravilla! Nuestra vida es algo verdaderamente conmovedor y maravilloso.

Entonces ¿qué podemos hacer en esta Cuaresma? Pues ya los catequistas os han dicho que os levantéis con vuestra comunidad por la mañana y que ofrezcáis al Señor ese día y que recéis los salmos y hagáis media hora de oración silenciosa. Es la forma de vivir la Cuaresma con la comunidad, además de la vida de la comunidad.

Tenemos que prepararnos al encuentro con el Señor, porque en esta Cuaresma es posible que el Señor venga, y si el Señor viene pues no pasa nada, en esta misma sala estarán las comunidades reunidas, estará llena de hermanos, a las dos de la noche o a las tres, y a las cuatro de pronto se oye un gran rumor y se ilumina todo, desaparecen estos muros, las pinturas, y aparece Cristo en el cielo, aparece Cristo que nos lleva con Él, porque hemos sido creados para estar con Él. ¿Por qué? Porque Dios te ama con un amor infinito, quiere estar contigo, quiere estar en ti, quiere ser uno contigo, más que un marido ama a su mujer, más te ama Jesucristo, es el amor que Dios ha mostrado en su Hijo, que es capaz de subir a una cruz, sin fuerza, desangrado, lleno de dolores por ti, por amor a mí, por amor a los hombres, por amor a todos los hombres.

Y este amor que Dios tiene a todos los hombres nos lo comunica para que amemos nosotros a todos los hombres, para que los queramos. ¡Amaos, amaos como yo os he amado! En este amor conocerán todos que sois mis discípulos. Ánimo, no temáis, que yo estoy con vosotros. Ánimo, si es que vas al hospital, o tienes una enfermedad, ánimo, no tengas miedo, que yo estoy contigo, yo te quiero. Escucha bien a Kiko, escúchale: Yo te quiero, escúchale.

Cristo te dice que te quiere a través mío, yo soy un pobrecito como tú. ¿Y cómo podemos devolverle el amor? Pues como un pobrecito aceptas el amor de Dios, que te penetre, que te invada, y dile: Señor, ¿qué quieres que yo haga? ¿Dime qué quieres que haga? Que estoy dispuesto a hacer lo que Tú me digas. Vivir para ti, Señor, no para mí, yo no soy ya, es Cristo quien vive en mí, dice San Pablo. Vivir en Cristo, amar a Cristo, vivir en Él, esto es haber descubierto a Jesucristo. Y luego, el Señor te ha dado una comunidad, y eso es muy importante, que quieras a los hermanos de la comunidad, y que con esos hermanos camines en la voluntad del Señor, la que Él quiere para vosotros, la voluntad de Dios.

Ánimo, hermanos, que el Señor nos ama. Rezad por mí y por el padre Mario y por Ascensión, para que el Señor nos dé salud, fuerza profética y nos dé fuerzas para continuar hasta que Dios quiera. Ya son más de 80 años y aquí estoy en la voluntad del Señor, intentando vivir en su voluntad, vivir en Él, contento de poder manifestar su nombre, quererle. Yo le digo: Señor, ¡qué bueno eres conmigo! ¡Si yo no me merezco nada!


Ánimo, chicos. Tened ánimo y que tengáis una buena Cuaresma. Que en esta Cuaresma viváis todos los días, con tu comunidad, la oración silenciosa, y si queréis, haced un pequeño sacrificio por amor a Cristo. Es tradición de la Iglesia que durante la Cuaresma los cristianos hacen siempre cualquier ofrenda a Jesucristo de comer o de beber o de fumar, eso es, se sacrifican un poquito, porque el Señor es muy bueno con nosotros. No tenemos una religión dura que nos exige, no, es buenísimo con nosotros, nos perdona todo, nos quiere siempre, está a nuestro lado y nos dice ánimo, me dice: Kiko, no temas, no temas, yo estoy contigo. Y yo le digo: Señor, si tengo que ir a Santa Catalina, ¿y si no vienes y no me sale nada? Porque no está decidido que Tú me acompañes ¿y si no me iluminas nada? Siempre tengo ese temor, y me dice: No temas, no temas, que Yo estoy contigo, si no te sientes inspirado no importa, Yo haré que los hermanos lo sientan dentro y las palabras que tú digas, que Yo te iluminaré, verás que les ayudarán, les ayudarán a prepararse en esta Cuaresma. Tenéis que dar muchas gracias a Dios por Kiko Argüello, por Carmen Hernández, por el padre Mario, por Ascensión, por vuestros catequistas, hemos sido suscitados para vosotros por el Señor, para que os ayudemos en vuestro itinerario hacía la casa del Padre, hacía el cielo. Espero que el Señor me conceda esperaros, si me muero antes, y cuando lleguéis al cielo allí me veréis que os saludo, os abro la puerta juntamente con San Pedro y te digo: ¡Congratulation! ¡Has llegado, congratulation! Y todos: Congratulation! y te damos un aplauso.


MARIO:
Hemos recibido muchas cartas porque Stefano y Letizia, los itinerantes de China, que están siguiendo toda la situación de muchas familias, porque este coronavirus ha invadido completamente toda China desde el norte al sur, pero la situación nadie sabe cómo está, puede ser mucho más de lo que los medios de comunicación dicen. En estas cartas de las familias, cuentan como la gente está como en prisión, no pueden salir, no pueden recibir a otras personas, describen como los hospitales están llenos de gente.

En una carta de un presbítero que escribe a sus hermanos de la missio ad gentes, porque no puede verlos. A mí me ha impresionado, porque les escribe con mucho amor de pastor, para animar a los hermanos, a leer todo esto en la fe y dice, por ejemplo: "He comprendido que el Señor ha permitido este período para que se realizara en mí lo que dice Oseas: ‘Te llevaré al desierto para hablar a tu corazón’. He descubierto que el Señor me ha dado este tiempo, donde no puedes hacer casi nada, para la intimidad con Él".

Para no ser trágicos, pero nuestro Señor Jesucristo había predicho estos tiempos, lo dice también el Catecismo, tiempos de pruebas.

Otra familia cuenta: Hoy en Laudes, hemos leído vuestro mensaje a los niños, y ellos han dicho que no les pesa estar en casa, aunque ya son tres semanas que no salen. Esto indudablemente es una gracia de Dios. Estamos tranquilos, los días pasan deprisa entre los deberes de los niños y las actividades para tenerlos ocupados: lecciones de guitarra, lavar los platos, coser, dibujar, cualquier cosa..., hacemos todo dándoles "puntos". Los niños se divierten y se cansan, y cuando la moral se viene abajo hacemos una merienda especial, gracias a una mega-compra de productos italianos: nocilla, jamón, quesos..., que nos han regalado unos hermanos chinos.
Estamos muy impresionados, y agradecidos a Dios, de como los hermanos (chinos) se están ocupando, y preocupando, de nosotros: nos han traído fruta cuando no se encontraba, nos han proporcionado mascarillas para los niños, que no se encontraban por ningún lado, nos dan dinero para hacer la compra, y siempre nos preguntan cómo estamos.

Hemos hablado también con viejos amigos y conocidos de Wuhan, todos estaban sorprendidos y felices de saber que todavía estamos aquí con ellos.

El sábado por la tarde, como nos habéis dicho, hacemos todo "en familia": leemos las lecturas y los niños dan el eco. Es algo estupendo y nos ayuda.

El miércoles, nosotros hacemos un escrutinio de la palabra. Decidimos escrutar la lectura que salió cuando vinisteis a nuestra casa (Lc 21,23-28): a mi mujer le ha impresionado el principio apocalíptico: "En aquellos días, ¡ay de las mujeres que estén encinta o criando! Porque grande será la calamidad sobre la tierra", porque le animaba el hecho de estar preparada para esta calamidad no pudiéndose quedar embarazada, y cuando habéis aconsejado a todas las familias con mujeres embarazadas o niños recién nacidos que salieran, esta Palabra nos ha animado a quedarnos.

A mí me ha impresionado cuando dice: habrá "sobre la tierra angustia de pueblos en ansia", porque he visto en estos pueblos al pueblo chino, y hoy veo esta palabra como una profecía que se ha cumplido.

Esperemos que esta situación se resuelva enseguida: veremos cómo se desarrolla y si podrán tener bajo control la epidemia. Los niños empezarán el colegio de nuevo el día 17 [de febrero] a través de video-clases, veremos cómo se organiza todo y cómo será en la práctica.

Gracias por todo lo que estáis haciendo por nosotros.
Un cariñoso saludo.

***

KIKO:
Bien, hermanos, es maravilloso que Dios nos haya elegido, está haciendo un pueblo con nosotros, nos está preparando para Él.

Y ese pueblo tiene que ser fortalecido, y es muy importante la liturgia, y por tanto la Pascua es un tiempo maravilloso para crecer en la fe y para prepararnos para la misión que el Señor nos encarga. La misión es quererlo a Él, amarnos entre nosotros y amarlo a Él por encima de todas las cosas.

Bien, es importante que nos echéis una mano. Tenéis que hacer una colecta esta Cuaresma, porque nosotros no tenemos un euro, nada más que algunas deudas.

Tenemos un encuentro de Obispos en la Domus, y a los Obispos si no les pagas el viaje no vienen, se lo tenemos que pagar nosotros, pedimos a los hermanos de ese obispo que hagan una colecta. Así que hacéis una colecta por comunidades y lo ponéis en la cuenta de la Fundación Familia de Nazaret, aunque salga poco, no importa. Confiamos en el Señor.

Después tenemos la convivencia de las familias, que también con tantos hijos no tienen dinero para pagar. Nosotros somos un Camino muy pobre.

Acordaros en esta Cuaresma de vivirla en el Señor, los viernes hacemos ayuno, pan y agua, no sé, lo que Dios os inspire, también los niños. Los niños tienen que recordar que durante la Cuaresma en su casa se comía pan y agua y que el papá leía la vida de un santo, y eso los niños no lo olvidarán nunca, porque es importantísimo pasar la fe a vuestros hijos.

Espero que paséis una buena Cuaresma, que recéis por nosotros. La Cuaresma es un tiempo de preparación a la Pascua, al Triduo Pascual, al encuentro con Jesucristo resucitado. Si nos preparamos bien, en la noche de la Pascua moriremos con Cristo y resucitaremos con Él.

Esperemos que lo que muera con Cristo sea el hombre viejo, el hombre de la soberbia, de la lujuria, de la envidia, del afán de dinero, de la avaricia, este hombre viejo que ha crucificado a Jesucristo y que está en nosotros todavía, y que a lo mejor está vivo y que es importante que muera, que muera en la noche de la Pascua. Tiene la Pascua poder para hacerte morir y ser resucitado un hombre nuevo, podemos resucitar con Cristo a una vida nueva, porque es importantísimo lo que Dios tiene preparado para nosotros.
Bueno, pues eso, que os acordéis de nosotros, que nos queráis, nos améis y que recéis por nosotros. Muy bien, hermanos, oremos.
Yo te doy gracias, Señor, porque me has llamado a participar en tu Iglesia, a manifestar tu amor.
Ayúdanos Tú en esta Cuaresma a prepararnos a recibirte en la noche de la Pascua, para resucitar contigo, para que podamos vivir este 2020 como seres nuevos, resucitados de la muerte. El mundo está esperando ver a los cristianos resucitados, libres de las ataduras del pecado y de la muerte. Tú, Señor, nos has liberado del pecado y de la muerte, y nos invitas a querernos, a ayudarnos, a rezar unos por otros.
Yo te pido por estos hermanos que les des tu Espíritu Santo. Te pedimos por esta parroquia, por el párroco, por las comunidades que hay aquí, por la obra que estás haciendo con todos nosotros, por todas las parroquias aquí presentes, Señor, ayúdanos Tú, ayúdanos a que seamos signos de tu amor.

Te lo pedimos, Señor.

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