mercoledì 31 agosto 2022

Vade retro satana

 Commento al Vangelo del giorno

L' attività esorcistica di Cristo Canto del salmo 141: "Ti sto chiamando, Signore" (contro le seduzioni del peccato) Musica di Kiko Arguello

venerdì 26 agosto 2022

L'OLIO DELLE VERGINI

 COMMENTO AL VANGELO DI OGGI, 26 AGOSTO 2022, VENERDÌ DELLA XXI SETTIMANA DEL TEMPO ORDINARIO (ANNO PARI)

LA PARABOLA DELLE DIECI VERGINI E LA PRIMA LETTURA: LA STOLTEZZA DELLA PREDICAZIONE CANTO DEL SALMO 83: "QUANTO SONO AMABILI LE TUE DIMORE, SIGNORE" Musica di Kiko Arguello

giovedì 25 agosto 2022

ORO E FANGO

 COMMENTO AL VANGELO DEL GIORNO

LETTURA E COMMENTO DELLA SECONDA LETTURA DELL'UFFICIO, DALLE "ISTRUZIONI" DI SAN COLOMBANO, ABATE MONIZIONE E CANTO. "ADONDE TE ESCONDISTE, AMADO", DAL "CANTICO SPIRITUALE DI SAN GIOVANNI DELLA CROCE MUSICA DI KIKO ARGUELLO

domenica 21 agosto 2022

L' UTILE PASSIONE PER L'UOMO

 COMMENTO AI TESTI DELLA LITURGIA DI OGGI, 21 AGOSTO 2022, XXI DOMENICA DEL T.O. - ANNO "C"

LA CORREZIONE DI DIO LE METAFORE DELLA PORTA STRETTA, DELL'ABITO NUZIALE.... ATTUALIZZAZIONI

SERMON SUR LA MONTAGNE (Lc. 6, 20ss)

 


SERMON SUR LA MONTAGNE (Lc. 6, 20ss) Musique de Kiko Arguello * 20 Jésus, levant les yeux sur ses disciples, déclara : « Heureux, vous les pauvres, car le royaume de Dieu est à vous. 21 Heureux, vous qui avez faim maintenant, car vous serez rassasiés. Heureux, vous qui pleurez maintenant, car vous rirez. 22 Heureux êtes-vous quand les hommes vous haïssent et vous excluent, quand ils insultent et rejettent votre nom comme méprisable, à cause du Fils de l’homme. 23 Ce jour-là, réjouissez-vous, tressaillez de joie, car alors votre récompense est grande dans le ciel ; c’est ainsi, en effet, que leurs pères traitaient les prophètes. 24 Mais quel malheur pour vous, les riches, car vous avez votre consolation ! 25 Quel malheur pour vous qui êtes repus maintenant, car vous aurez faim ! Quel malheur pour vous qui riez maintenant, car vous serez dans le deuil et vous pleurerez ! 26 Quel malheur pour vous lorsque tous les hommes disent du bien de vous ! C’est ainsi, en effet, que leurs pères traitaient les faux prophètes. 27 Mais je vous le dis, à vous qui m’écoutez : Aimez vos ennemis, faites du bien à ceux qui vous haïssent. 28 Souhaitez du bien à ceux qui vous maudissent, priez pour ceux qui vous calomnient. 29 À celui qui te frappe sur une joue, présente l’autre joue. À celui qui te prend ton manteau, ne refuse pas ta tunique. 30 Donne à quiconque te demande, et à qui prend ton bien, ne le réclame pas. 31 Ce que vous voulez que les autres fassent pour vous, faites-le aussi pour eux. 32 Si vous aimez ceux qui vous aiment, quelle reconnaissance méritez-vous ? Même les pécheurs aiment ceux qui les aiment. 33 Si vous faites du bien à ceux qui vous en font, quelle reconnaissance méritez-vous ? Même les pécheurs en font autant. 34 Si vous prêtez à ceux dont vous espérez recevoir en retour, quelle reconnaissance méritez-vous ? Même les pécheurs prêtent aux pécheurs pour qu’on leur rende l’équivalent. 35 Au contraire, aimez vos ennemis, faites du bien et prêtez sans rien espérer en retour. Alors votre récompense sera grande, et vous serez les fils du Très-Haut, car lui, il est bon pour les ingrats et les méchants.

giovedì 18 agosto 2022

lunedì 15 agosto 2022

ENRICO LETTA E LA MADONNA: PUNTI DI CONTATTO

 COMMENTO ALLA PRIMA LETTURA DELLA MESSA DI OGGI, 15 AGOSTO 2022, ASSUNZIONE DELLA BEATA VERGINE MARIA– SOLENNITÀ.

AP. 12: LA DIALETTICA DELLA STORIA ATTUALIZZAZIONI * P.S.: APPENA ADESSO MI ACCORGO DI AVER CONFUSO IL NOME DELL'ECCELLENTISSIMO SEGRETARIO DEL PD. CHIEDO VENIA....

sabato 13 agosto 2022

CONVIVENCIA DE LA "Traditio Symboli" - ESCRUTINIO SOBRE EL “CIEGO DE NACIMIENTO”



Traditio symboli 

 

ESCRUTINIO SOBRE EL “CIEGO DE NACIMIENTO”

(Tiene lugar después de la Convivencia, comunidad por comunidad)


KIKO:

La entrega del Credo, que haremos en presencia del Obispo, incluye la entrega de la tradición de la Iglesia, la cual es el contenido de la fe, y el envío que la Iglesia os hará después de haberos exorcizado: se os impondrán las manos y se os enviará con poder para anunciar el Evangelio.


Esta noche dialogaré con vosotros, uno por uno, sobre la palabra del ciego de nacimiento como esquema para ayudarlos a responder. También os ayudaré con las respuestas porque es más o menos el esquema con el que tienes que ir a anunciar el Evangelio en el barrio, donde sea que esté.


Dentro de nuestra iniciación en la fe, sabes que ser bautizado significa "ser enviado"; ¡No hay cristiano que no sea enviado! "Como el Padre me envió a mí, así yo os envío a vosotros". Eres enviado porque el enviado es Jesucristo y ser cristiano significa estar incorporado al Cuerpo de Cristo, que Cristo está en ti, porque todo lo que es Cristo pasa a su Iglesia.

Esta semana habéis trabajado la palabra "Profeta", como os hemos dicho en la convivencia. Ya habéis visto que no será fácil, la gente se volverá contra vosotros; es uno de los aspectos del profeta, ¡es lo mismo que nos dijeron a nosotros!: '¿Este? Sé dónde vive, es hijo de... ¿De dónde habrá sacado esta sabiduría? Sí, yo sé que este tipo es Zutano, de tal familia, ¡y ahora mira! Viene a anunciarme el Evangelio'. Jesús dice en el Evangelio a la gente de su ciudad: “Me citaréis ese proverbio: ¡Médico, cúrate a ti mismo!”. Tú que has sido un desvergonzado -te dirán- cúrate a ti mismo y luego vienes y te escucharemos.


¡Por supuesto! Ya que pensaban que era solo un carpintero y no tenían un concepto muy alto de Él. Cúrate primero y luego creeremos en tu palabra, muéstranos que eres extraordinario, que eres un hombre fantástico y luego escucharemos lo que dices.


Tu familia te dirá lo mismo: ningún profeta es aceptado por sus familiares, amigos, etc. Porque, por supuesto, nunca eres como tu madre quiere o exactamente como quiere tu padre; nunca eres la imagen que los demás quieren, una imagen absolutamente falsa. Nosotros no tenemos que ser como el mundo quiere que seamos.


Dios ha mostrado una imagen en Cristo y el mundo no la ha aceptado, ¡no le gusta esta imagen! Al mundo le gusta la imagen del catedrático universitario, que tiene un lindo auto, mucho dinero, una televisión en color, hermosos hijos: esta es la imagen que complace a tu familia, a tu padre, a tu madre y a los tuyos, porque quieren que tú tengas prestigio, porque eso da seguridad, etc.


Lo que diré aquí es para todos, el diálogo que haré con cada uno es una catequesis general. Hablaremos todos, terminaremos aproximadamente a la una de la mañana. No es un examen, pero tengo que ver cómo están los hermanos que van a anunciar el Evangelio: si veo que algunos hermanos no están preparados los haremos esperar.


No es que tengan que cambiar de comunidad, nada de eso, recibirán la "Traditio" con los demás, pero el envío lo harán más tarde. Harán los temas de la comunidad por artículos y el día que los hermanos vayan a predicar por el vecindario, los que tengan que esperar no irán. A pesar de esto, en dos o tres meses, cuando regrese, debéis estar preparados porque no se puede seguir adelante en el camino sin tener esta experiencia, sin haber descubierto que eres enviado y que tienes una misión en la familia, con los conocidos, con quienes te rodean en la sociedad. Imaginaos, solo tenemos un tiempo, un tiempo que pasa rápidamente y tenemos una tarea que realizar.

Cuando Jesús se encuentra con el ciego, lo primero que le preguntan es: "¿Por qué está ciego? ¿Por sus propios pecados o por los de otros?". Jesús dirá: "No es ciego ni por sus pecados ni por los pecados de sus padres, sino para que se manifieste en su ceguera la obra de Dios, el poder de Dios. Debemos (usa el plural, dice 'debemos', y es una cosa muy importante) trabajar mientras es de día porque cuando llega la noche ya nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo”. Esta interpolación es muy importante.


Es decir, que eres enviado para una misión que es la misma misión de Jesucristo, mientras es de día tienes que trabajar, porque llega la noche en la que no puedes trabajar: llega la vejez, llega la muerte. y no puedes trabajar más. Tenemos que hacer nuestro trabajo.


La nota de la Biblia de Jerusalén dice: "Jesús emprende su misión, ha sido enviado para realizar una tarea en un tiempo y tiene el encargo de realizarla como un trabajador".

 

Buscando el paralelismo de este pasaje, otro evangelista dice: ¡Herodes quiere verte! ¿Y Jesús qué dice? "Ve y dile a ese zorro, a ese astuto, hipócrita: hoy y mañana trabajaré y al tercer día habré acabado", que es lo mismo que decir: "No estoy aquí para divertir a Herodes, nadie puede hacerme mal mientras dura este día en el que tengo que cumplir mi misión. Hoy y mañana trabajaré y al día siguiente estaré terminado”.


Esta misión de Jesús es la misma que estamos llamados a realizar en esta generación: seréis incorporados a ella. Quien crea que está aquí para no tener problemas, para tener una paz burguesa, sin conflictos, puede irse rápido. Porque ser feliz, a pesar de todo, es exactamente lo contrario: se es feliz trabajando, se es feliz en una tarea, en una misión. Pregúntale a la gente que se jubila, que no hace nada... es imposible ser feliz sin hacer nada, es una degeneración.


Si te detienes, te quedas paralizado y mueres. La tarea de Jesús es incorporarte a una misión profética para esta generación, una misión que la Iglesia tiene en cada generación.


Y para Jesús está muy claro que las generaciones serán juzgadas por separado, cada uno de nosotros será juzgado en su propia época, veremos a un señor llamado Franco, Suárez, etc. En cada generación se repite todo el Evangelio: se hace presente toda la cosmogonía, toda.

No viviremos la época de las Cruzadas, que ni entendemos ni sabemos qué pasó allí, no. En esta generación se nos da esta misión: que todos los hombres que viven en la tierra conozcan el misterio de la salvación que 'Dios mostró en Jesucristo'.


Para eso, esto que tenéis que hacer es muy importante: os estáis acercando a la madurez de vuestra fe. ¿Qué seremos cuando nuestra fe alcance la estatura de adultos? No lo sabemos exactamente.


Lo que sabemos es que todos debemos estar disponibles para hacer la voluntad del Señor. De aquí saldrán algunos itinerantes: no sé adónde os enviará el Señor, a predicar por los barrios de Barcelona. Lo importante es que nos gastemos la vida. El Espíritu de Jesús no puede dejarnos encerrados en nuestro egoísmo, en nosotros mismos. Si esto le pasa a alguien, significa que no tiene el Espíritu de Jesús, como muy bien dijo el Papa Juan Pablo II a las comunidades neocatecumenales de la parroquia de San Lucas: "...porque lo que descubrimos en el Bautismo es algo que nos empuja, que nos estimula, que nos obliga a dar" y si el Papa dice que ha venido a ser un itinerante (porque está viajando por todas partes) es porque ha descubierto lo que se ha sembrado en él por su Bautismo. Entonces quien ha sido bautizado y no tiene deseo de evangelizar, está como muerto, se ve claramente, no hay que preguntarle mucho, está inoperante.

El Espíritu Santo no nos deja tranquilos: es algo que vibra en nosotros, que nos lleva a perdonar a nuestros enemigos, nos dice qué estamos haciendo mal, nos dice que somos burgueses. El Espíritu de Jesús nos lleva a amar, a amar, nos da felicidad.

Pero amar no es un sentimiento, AMAR ES DAR LA VIDA POR EL OTRO, amar es siempre entregarse, morir. Amar al esposo es perderse en él, amar a la esposa es entregarse; hay quienes creen que siempre deben ser amados: esto no es amor. El amor es siempre la cruz, siempre, y solo hay felicidad en la capacidad de amar que tienes. Otro tipo de amor te deja insatisfecho, no te da absolutamente nada, no te sacia. Lo que te satisface es la capacidad de poder perder la vida. 


Yo me siento contento y en paz porque esta mañana he estado sufriendo predicando el Evangelio, porque no he tenido un momento de descanso y ahora estoy aquí perdiendo la vida. Y siento mi corazón saciado.

Si estuviera haciendo lo que me complace a mí, la paz se iría enseguida y estaría más insatisfecho, cada vez menos feliz, con el deseo de llenar mi vida con lo que me gusta, y cada vez más vacío. Cuanto más me pierdo en vosotros (ahora estoy perdido en vosotros, fusionado con vosotros, no existo para mí, existo para vosotros) es cuando más paz tengo, más vivo en vosotros. Esta posibilidad me la da -a mí y a vosotros- el Espíritu de Jesús. Ya estáis viendo sus obras: catequistas que no tienen un día libre, haciendo segundos escrutinios, primeros escrutinios, nuevas catequizaciones, visitas anuales, etc. En Madrid es tremendo.


Está claro que si estáis en crisis os cansáis, os quejáis; será mejor que os detengáis porque os puede venir una depresión nerviosa, una neurastenia aguda, porque os sentáis obligados a hacerlo.

¡Ánimo! Quiero deciros que no tengáis miedo de la misión que el Señor os dará, porque el Señor os enseñará a amar y es algo estupendo. Os enseñará a amaros a vosotros mismo, os enseñará a perder la propia vida; perdiendo vuestra vida encontraréis la Vida. Jesús dice: "Quien pierda su vida por mi amor, la encontrará". No es fácil perder la vida, mucha gente no sabe perderla; amar no es un sentimiento, sino una cosa diferente, por eso el camino neocatecumenal debe enseñarte.


Una forma de perder la vida es a través de la predicación de esta Palabra que es el Kerygma, la evangelización, esta palabra débil y balbuceante que tiene el poder de salvar a los hombres.


DIÁLOGO CON LOS HERMANOS

Kiko: ¿Cuál es tu nombre? ¿Estabas ciego antes del camino? ¿Qué cosa no veías?

X.: No veía el amor de Dios en mi vida; no aceptaba mi vida en absoluto, mi realidad ni mi forma de ser; no aceptaba mi historia pasada, me parecía que había perdido la vida. No aceptaba mi forma de ser completamente incapaz de adaptarme socialmente, tímido y absolutamente egoísta.


Kiko: ¿Cómo te ha abierto los ojos concretamente?

X.: Primero que nada con el kerygma que me dejó deslumbrado, el primer kerygma que escuché. Viendo sobre todo el anuncio del poder de Cristo sobre el pecado, viendo que Jesucristo se podía gestar en mí, y la misión de la Iglesia. Yo, que no había hablado en público en los dos años precedentes, estaba tan impresionado que comencé a hablar.


Kiko: ¿El Señor te ha puesto barro en los ojos?

X.: Concretamente en el segundo escrutinio. Porque Dios ha hecho conmigo una historia en la que ha resuelto todos mis problemas y la circunstancia que yo consideraba la causa de todo mi descontento (yo no aceptaba la vida y vine a blasfemar de Dios). Yo era incapaz de estar con chicas y sorprendentemente me casé en tres meses, luego conseguí un trabajo y todo lo demás. Luego, en el segundo escrutinio, a través de una persona concreta me puso barro en los ojos, me puso delante de mí como era yo y no vi nada más. Además, creía que iba bien en el camino. Esa noche no pude dormir y desde entonces comencé a ver cómo Dios me amaba en mi vida concreta y cómo me había hecho hacer cosas increíbles.


Kiko: ¿Qué era el barro?

X.: Mi pecado, ver cómo era yo; y no dicho por mí ni en plan disculpa, sino dicho por otros; incluso a través del camino, con hechos, no una sino muchas veces, a veces más evidentemente, otras menos.


Kiko: ¿Qué fue la saliva?

X.: La Palabra de Dios.

Kiko: La Palabra de Dios que ha iluminado tu realidad, lo que eres profundamente. ¿Entendéis todos o no?


Recordad que el barro es la tierra. "Polvo eres y al polvo volverás". Dios hizo al hombre de la tierra. Dice San Pablo: “Ha depositado un tesoro inagotable en vasijas de barro para que se manifieste en la debilidad que lo sublime de este amor es de Dios y no viene de nosotros”. Es decir, el Señor mezcló su saliva, su palabra profética, profetizó quién eres y esta saliva se mezcló de inmediato con tu historia. Porque tú eres tú y lo que haces, tus acciones, cómo respondes a la historia. Todo esto, la Palabra profética de la Iglesia que anuncia el kerigma a través del camino neocatecumenal, tanto con los sacramentos como con las catequesis, esto se ha ido mezclando.


Y poniéndolo sobre tus ojos, sobre esta ceguera y dejándote ciego, haciéndote ver quién eres tú, se ha manifestado el poder de Dios. Dice la Escritura: "Este hombre no es ciego por sus pecados, sino para que se manifieste la obra de Dios". Una vez que el Señor te ha manifestado quién eres tú, ¿se manifestó el poder de Dios en estos pecados? ¿Se ha manifestado la Palabra de Dios? ¿Cómo?

X.: Sí, ante todo en poder aceptarme como soy; si no fuera por la Palabra, por el kerygma, no podría haberlo aceptado.


Kiko: El ciego, ¿cuándo ve?

X.: Cuando va a lavarse.

Kiko: No antes; los pecados lo hacían más limitado, más ciego, más irritado. Si tú le dices a una persona que es orgullosa, no le haces nada. Dice la palabra: "Esto es el Amor, tú no amas así". ¿Cuándo, cómo se ha manifestado el Señor en tu ceguera? Cuando te ha quitado tus pecados. ¿Qué ha hecho Jesús con tu realidad, con tus pecados?

X.: Me los ha perdonado.

Kiko: Para poder perdonarte, ¿qué ha tenido que hacer el Señor?

X.: Me ha perdonado.

Kiko: Para perdonarte, ¿qué tuvo que hacer Jesucristo, qué hizo concretamente con tus pecados?

X.: Murió por mis pecados.

Kiko: Murió por tus pecados: tomó una carne similar a la tuya para poder morir, destruir tus pecados en su carne. ¿Y qué más hizo Dios con él?

X.: Lo resucitó.

Kiko: Lo resucitó porque te amaba así, porque te quería así, porque te amaba cuando eras pecador y malvado.


Dio su vida por ti y Dios lo resucitó y dijo: "Esta forma de amar, esta es la verdad"


Y le dio a Jesús el nombre más alto que existe, el nombre de "Adonai", el nombre de Dios, KYRIOS, para sorpresa de los apóstoles. ¡Este pobre hombre que murió así era Dios mismo, el Hijo de Dios, igual a Dios! ¿Y qué más hizo Dios? Continúa diciendo el Credo (porque recibiréis el Credo): “Creo en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra -sin esto no hay base- y en Jesucristo su único Hijo, nuestro Señor, concebido por obra y gracia del Espíritu Santo y nacido de la Virgen María. Padeció, sufrió bajo Poncio Pilato -explicaremos lo que significa esto de Poncio Pilato- fue crucificado, murió y fue sepultado; descendió a los infiernos -al inframundo de tu realidad, de tu límite, y al Seol donde esperaban Abraham, Noé, los santos Padres para anunciarles la Buena Noticia- y al tercer día resucitó de entre los muertos. (Esto es el kerigma, es el Credo, es la Tradición de la Iglesia). Creo en el Espíritu Santo... ¿Qué ha hecho Jesucristo a partir de ahí?

X.: Envió al Espíritu Santo.

Kiko: ¿Cuándo lo envió?

X.: En Pentecostés.

Kiko: La Iglesia Católica nació el día de Pentecostés, cuando descendió sobre los apóstoles el mismo Espíritu de Cristo que venció a la muerte, el Espíritu "que procede del Padre y del Hijo".

Dije una cosa en la convivencia: el pecado quita la certeza de que Dios nos ama, nos pone esta duda. La gente que no se sienten amada por Dios (porque la obra del pecado es convenceros de que Dios no os ama) debe buscar la seguridad porque les falta el amor; y debe buscarlo en el dinero, en las mujeres, en ser amado, en lo que sea; de cualquier manera trata de conseguirlo porque el amor está muerto en ella, no tiene el amor de Dios. Entonces, ¿qué es la fe? El Espíritu Santo enviado por Jesús que te da testimonio, que te garantiza, que te anuncia que eres hijo de Dios; y no solo te lo garantiza desde el punto de vista intelectual, sino que también te hace amarlo, te hace gritar a Dios "¡Abbà, papá!". Quien tiene esto, quien se ha encontrado con Jesús vivo y resucitado por medio de su Espíritu Santo, su vida cambia. Porque ve a Dios en las cosas y aunque le vaya mal dice: "No, si Dios es mi Padre... no te preocupes porque Dios me ama muchísimo, no me abandonará. ¿Te ha pasado esto o esto otro? 'Espera en Dios', dice el Salmo, espera en el Señor. El justo vive por la fe, espera; no dice que Dios es un monstruo", Dios sacará mi bien de esto porque Dios me ama. Tú has experimentado que Dios realmente te ha quitado tus pecados y también has experimentado que Jesús está vivo en el cielo, es decir, ¿has visto la luz? Un ciego no ve la luz. ¿Tú has visto la luz? Y ¿cuál es la luz que has visto?

X.: Bueno, Dios me amóha amado tal como soy y todos los acontecimientos de mi vida.

Kiko: ¿Recuerdas que dije en convivencia cuál es la clave, una clave de lo que es la luz? ¿Cuál es esta clave?

X.: Que Dios ama al pecador.


Kiko: Has experimentado que Dios te ama pecador. El ciego ve cuando lo lavan, ¿no?


El hombre ve la luz cuando ve que Dios lo ha amado tanto que envió a Jesús por sus pecados, que lo ha amado pecador: allí vio la luz. Ahora veo el amor de Dios, antes no lo veía porque creía que Dios amaba lo bueno, no lo malo, y nunca me sentí amado por Dios.


Imaginaos, ¡cuántos esfuerzos hice en mi vida para ser bueno, porque de lo contrario no me amarían! Esta es la experiencia de muchos sacerdotes, de muchas monjas, de muchas personas que predicaron un cristianismo en el que Dios te ama cuando eres bueno y si eres malo no te ama.


Tú has visto la luz. Has experimentado que él te envió al Espíritu Santo que ha quitado tu pecado y te ha dado la oportunidad de comenzar a perdonar, a aceptar al otro cuando es pecador. Y está claro que el Espíritu Santo no nos quita la libertad: también has experimentado que cuando quieres pecar, te deja pecar. Pero si no quieres pecar, habrás experimentado que Él te ayuda y te hace hacer cosas que nunca hubieras soñado; si te hubieran dicho las cosas que haces hoy, las habrías dicho; "¡Absolutamente no!", porque son obra del Espíritu Santo que te ha sido dado. Entonces esto es lo que tienes que predicar. A partir de tu experiencia, debes anunciar a Jesucristo. ¿Estás dispuesto a perder la vida, a predicar, siendo testigo de lo que Dios ha hecho contigo?

X.: Si

Kiko: Es decir, así como Jesús perdió su vida para dártela a ti, tú estás dispuesto a perder un poco de tu vida renunciando a ver televisión, o dando tu tiempo libre en lugar de quedártelo; llevando los pecados de la gente que no te ama, que no quiere escucharte, que cierra la puerta, que te rechaza? ¿Estás dispuesto a hacer esto?

X.: Ya lo he empezado a hacer poco a poco.

NOTA PARA LOS CATECHISTAS: En este punto, después de haber realizado el diálogo del ciego, es importante preguntar a cada hermano sobre su situación con respecto a la voluntad de Dios en estos puntos: los hijos (si está casado; si quiere tener hijos o está cerrado a la voluntad de Dios); los enemigos en el trabajo, en la familia (si los tiene debe ir a reconciliarse, de lo contrario no puede ir a predicar el Evangelio); la oración, las laudes por la mañana especialmente con su esposa antes de ir a trabajar; y finalmente el dinero, su relación con él, la comunión de bienes en la comunidad, etc.


Kiko: Otro hermano. ¿Tú estabas ciego antes del camino?


Z.: Sí. No veía la posibilidad de escapar de mi realidad, de mi cobardía, de la insatisfacción de la vida, aunque no me sintiera pecador, es decir, no tenía una idea clara de lo que era el pecado. Yo culpaba a la gente de lo que yo era. 


Kiko: Es decir, tú veías los pecados de los demás y no veías tus pecados; veías que los otros se portaban mal contigo, que no te querían, etc. Eso es lo que has dicho, ¿no?

Z.: Sí, lo que quería decir es que yo no me sentía pecador. Yo veía que huía, que no tenía alegría, que reaccionaba violentamente cuando la gente no me amaba, cuando me sentía rechazado.

Kiko: Creías que la causa de esto eran los pecados de los demás. ¿Qué más no veías?

Z.: Escribí esto: que me encerré en mí mismo para poder juzgar a los otros. Kiko: ¿Veías el amor de Dios en tu vida?

Z.: Antes no.

Kiko: ¿Cómo ha abierto el Señor tus ojos?

Z.: Veo que el Señor me ha abierto los ojos desde el comienzo de las catequesis, cuando escuché por primera vez que Dios me amaba, que me amaba como yo era. Me sorprendió mucho, porque siempre me había sentido excluido de la vida. Sentía que la gente te ama cuando eres como los demás esperan, si eres lo que esperan de ti. Pero escuché una palabra de amor que me abrió el corazón, es decir, me sentí amado. Esto fue al principio del camino, y durante el camino he visto cómo Dios me ama en mi realidad de cada día.

Kiko: ¿Te ha puesto barro en los ojos?

Z.: Sí, sí, me puso barro en los ojos porque, claro, no me sentía pecador. Me veía violento, con ira y con todo lo que produce el pecado, pero culpaba a los demás. Y ahora me he dado cuenta de que verdaderamente soy así y no puedo culpar a nadie de mis pecados.

Kiko: Naciste ciego, fuiste ciego de nacimiento: la catequesis habla de un hombre ciego de nacimiento. El Señor te ha mostrado, te ha hecho ver tu realidad. ¿Qué realidad te ha mostrado? ¿Quién eres tú? ¿Como eres?

Z.: Me ha hecho ver la realidad de que soy un ególatra, que todo el día pienso en mí mismo. Y que no puedo amar, estoy encerrado en mí mismo y soy incapaz de amar al otro.


Kiko: La Palabra que te anunciamos te ha hecho ver que no tienes en tu interior este tipo de amor, no tienes este amor que es la Verdad, que es la Vida Eterna. Tú no tenías dentro la Vida Eterna y el Señor se ha encargado de mostrártelo a través de la historia, con tu esposa, con el trabajo, durante todo este tiempo, ¿verdad? Y por encima de esta realidad, ¿has experimentado el amor de Dios?

Z.: Sí. He experimentado el amor de Dios en mi vida. Hay momentos concretos en los que he visto, por ejemplo, cómo he podido amar a mi esposa en situaciones... no sé cómo decirlo, en momentos difíciles.

Kiko: ¿Has experimentado que Jesús te ha lavado de estos pecados? ¿Qué Dios te ha perdonado? ¿Y has experimentado que a través de su Espíritu te da el Amor?

Z.: Sí, he experimentado en cosas concretas que he podido amar a los demás.

Kiko: Es decir, has experimentado su Espíritu que te lleva a perder la vida; que te enseña, te está gestando en este amor que se manifiesta en hechos concretos: por ejemplo, que eres capaz de no ir al cine y venir a la comunidad, y si no fuera por el Espíritu del Señor no estarías aquí, ¿no? Que seas capaz de tener un hijo, que seas capaz de perdonar a tu esposa y antes no la hubieras perdonado en ciertas cosas... O sea, podemos decir muchas cosas. Esto se va gestando poco a poco en ti, va creciendo en ti. No hemos alcanzado la madurez de la que se habló en la misa de ayer sobre la caridad, el amor sin límites, el amor que excusa sin límites, que nunca pone barreras, que soporta sin límites, que todo lo perdona, que todo lo soporta, que ama todo: esta es la estatura de Cristo. La caridad es Dios, que Dios sea todo en ti. ¿Hoy vives tu vida en amor el de Dios?

Z.: Sí, lo siento en mi vida.

Kiko: No estás en pecado hoy, ¿no estás cerrado a la voluntad de Dios?

Z.: No. 

Kiko: Es decir, tú no le has dicho a Dios en este momento: "No acepto mi vida", hoy tú estás de acuerdo con lo que Dios te está dando; crees que Dios te ama y lo estás experimentando, y ves que si te vas para otro lado el Señor te corrige y sigue llamándote al camino, y te hace sufrir; te hace experimentar la obediencia por medio del sufrimiento. El Señor debe enseñarnos a obedecer, y cuando tú te has separado de Dios has sufrido, porque esto es fruto del Espíritu; imagina cuánta gente peca y no siente temor de Dios. ¿Tú experimentas esto?

Z.: Sí, he sufrido cuando he pecado.

Kiko: ¿Quién dices que es el que te ha curado?

Z.: Jesucristo.

Kiko: ¿Y quién es Jesucristo para ti?

Z.: El que te ama como eres.

Kiko: ¿Estás agradecido a Jesús por el amor que tiene por ti, o tienes un interés profundo que no es exactamente Jesucristo? Es decir, tu realización como persona no está hoy en un ídolo, en algo fuera de Jesús para que le pidas a ese ídolo que te dé la vida porque crees que allí encontrarás la felicidad, si tu esposa te ama mucho, si tienes un trabajo bien remunerado, no sé, complejos, ¿entiendes?

Z.: Siento esta tendencia muchas veces, sí, así lo siento pero me doy cuenta de que Jesucristo viene a decirme que esto es mentira, que no es la verdad.

Kiko: ¿Estás dispuesto a perder la vida predicando el evangelio, dando testimonio de Jesucristo y sufriendo humillación por Él si es necesario?

Z.: Sí.

Kiko: ¿Estás dispuesto a dar testimonio del Señor en el trabajo o por las casas? Porque la palabra "testigo" en griego es lo mismo que la palabra "mártir": "testigo-mártir". Por eso, al final de todo este proceso de la Traditio-Redditio recibirás la palma del martirio, la palma que es el símbolo del Paraíso, que es el símbolo de la Vida Eterna; símbolo de la victoria y al mismo tiempo símbolo de la cruz, la columna vertebral del cristiano que es como una espina de pescado.

¿Cuál es la columna vertebral del cristiano? El TESTIMONIO, las ACCIONES.

A partir de este momento del camino solo los que realmente tienen columna vertebral, los que dan testimonio de Cristo... el testimonio de Cristo se da donde está la cruz, porque la cruz tiene que venir a buscaros para que se manifieste en la cruz de tu existencia que Cristo está vivo. Como dice San Pablo: "Llevando en nuestro cuerpo el modo de morir de Jesús", la cruz.

Alguien puede pensar: "No quiero la cruz, ¡qué horror, qué dislate!" ¡No, todo lo contrario! La cruz es la posibilidad que se te da de amar, es donde uno se pierde a sí mismo y donde encuentra al otro. Jesús en la cruz ha abrazado a todos los hombres, hizo el humanismo más total que pueda existir. Se hizo alimento, se hizo pan para todos los hombres, para toda la humanidad.

Se ha fusionado contigo, conmigo, con todos los hombres, nos ha dado la posibilidad de la trascendencia total.

¿Cómo va la oración? ¿Estás abierto a la vida, a los hijos? ¿Tienes enemigos? ¿Alguien te odia? ¿Compartes tus bienes con los otros?

*

Kiko: ¿Cómo te llamas? ¿Estabas ciega antes del camino?

A: Sí, no me veía a mí mismo como una pecadora. Viví en una religión tratando de amar a los demás en mis fuerzas, tratando de hacer muchas cosas, buscando la vida en el trabajo, en la amistad, yo misma. Le tenía miedo a Dios y trataba de agradarle, pero no podía. 


Kiko: ¿Cómo te ha abierto los ojos el Señor?

A: Con la predicación de la Buena Noticia, haciéndome ver que era una pecadora, sintiéndome juzgada por la Palabra. Esto me hizo ver el camino, ver mi pecado día a día.

Kiko: ¿Te ha puesto barro en los ojos?

A: Sí, veo todos mis pecados.

Kiko: ¿Tú has visto a través de tus pecados que se ha manifestado el amor de Dios? ¿En qué pecados concretos?

A: Que soy muy egoísta, orgullosa, que no amo a nadie: lo experimento todos los días.

Kiko: ¿Y has visto el poder de Dios manifestado en estos hechos concretos?

A: Sí, veo a un Dios más cercano.

Kiko: ¿Qué hecho Dios con tus pecados?

A: Me los ha perdonado.

Kiko: ¿Cómo? ¿Cómo sabes concretamente que te ha perdonado?

A: Amándome, lo veo en los hechos de mi vida concreta. Veo que no tengo confianza y que a pesar de la vida que llevo, que no amo a nadie, no amo a mi marido, y a pesar de esto, Él me mantiene aquí y quiere enseñarme a amar.


Kiko: Te está enseñando a amar ¿cómo?

A: Perdiendo mi vida.

Kiko: ¿Estás experimentando en una iglesia concreta que Dios, que Jesús te perdona? ¿A través de qué?

A: A través de un camino. Dios me pone unos hechos, me da una Palabra, hermanos, un marido, hijos, una realidad que me crucifica, catequistas que me llaman a la conversión.

Kiko: ¿Y qué más? Aparte de los catequistas que te llaman a conversión, que te hacen ver tus pecados, ¿cómo se quitan tus pecados?

A: Con la Penitencia.

Kiko: Jesucristo no solo se acerca a ti por medio de los catequistas, te pone en una iglesia concreta como es la comunidad para que puedas ver el barro así, real, sino que además te llama a la conversión, te envía un Palabra y luego presenta a Jesucristo a través de los Sacramentos: concretamente el sacramento de la penitencia que sella la conversión y te perdona los pecados; escucha tus pecados, escucha tu inmundicia y luego hace un juicio por estos pecados que es el perdón. Te perdona los pecados. No solo te los perdona en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, sino que te da el Espíritu Santo por medio de un signo que es la imposición de las manos y tú has experimentado verdaderamente que tus pecados te son perdonados.

A: Sí, porque tengo paz.

Kiko: ¿Y no crees que pueda ser un efecto psicológico? Además de la paz, ¿qué otro signo ves tú en el que te das cuenta de que tus pecados han sido perdonados? Porque tienes el Espíritu de Jesús, ¿no?

A: Sí. Este Espíritu me lleva a tratar de amar a los que son injustos conmigo. 


Kiko: ¿Has visto que este Espíritu es operante, que te hace amar a tu marido, perdonarlo?

A: No es que no lo perdones, es que lo amo mal.

Kiko: Si no lo perdonas, tendrás que irte de aquí, porque no puedes resistirte siempre al Espíritu Santo.

A: No, sí... yo también lo veo, pero...

Kiko: Hablo por ti y por todos: si hoy escucháis su voz, no endurezcáis el corazón. Se nos da el Espíritu Santo para que perdamos nuestra vida. El orgullo nos dice: "¿Perder la vida por esto?". Pero Dios ama a ese disoluto: de modo que debemos aprender a ser cristianos, hay un combate, una lucha contra el pecado. Y se nos da el Espíritu de Jesús. La Iglesia tiene paciencia con vosotros; es un tiempo para gestar en ti, en vosotros, este Espíritu. ¿Estás dispuesta a ir a predicar? ¿Ves en tu vida que Dios te ama, ves que te ha dado tantas cosas? No solo te ha dado un marido, unos hijos, etc., te ha dado mucho más: te ha dado su Espíritu.

Sabemos que tenemos el Espíritu porque hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos: esta es la única garantía que tenemos, lo único que nos garantiza que el Espíritu Santo está dentro de nosotros. Tú te confesaste en la convivencia, experimentaste el perdón y recibiste el Espíritu Santo: ¿aún lo conservas o lo has perdido?


A: Sí, pero creo que se va de inmediato porque yo protesto durante todo el día. 


Kiko: Hay que aprender a no perderlo: cuando estáis en la convivencia los demonios se quedan a la puerta porque tienen miedo de los catequistas y no entran.


Pero cuando salís os están esperando, y además tienen permiso porque hay que poner a prueba la fe, lo hemos dicho mil veces: cada uno tiene su demonio concreto que lo catequiza. Porque no se trata solo de los pecados de su marido, sino de cómo los vives tú. El mundo te dice: "No te das cuenta de que estás viviendo una injusticia. que las cosas no son así, que no te quieren, que siempre estás encerrada en ti misma, que eres extranjera, siempre estás sola, en un país extranjero...". Esta es la catequesis que te da el demonio, la que Dios le permite para ver si te apoyas en Él. Pero el demonio no puede entrar dentro de ti, debe quedarse fuera a susurrarte esto, mientras su casa esté llena del Espíritu Santo, él no puede entrar. Ahora bien, si por casualidad tú lo escuchas... te hemos dicho mil veces que el camino neocatecumenal es una prueba de libertad: cada vez somos más libres para poder amar o para pecar. ¿Cuánto te cuesta aceptar tu vida? Dímelo.


A: ¿Ahora? Hay muchas cosas... perder la vida, ser catequista. Veo que allí me llama el Señor, que me ama, que me ayuda a perder la vida. También veo que mi propia vida me ata, mis cosas, y protesto todo el día porque me resisto a salir de mi casa, me gustaría cuidarla más, etc.

Kiko: Pero el Señor te muestra que no es así. Para poder dar la vida [a los demás], Jesucristo tuvo ante todo que perderla [la suya]; para que tú recibieras esta catequesis yo he tenido que perder la vida. 

Si tú no quieres perderla para dársela a otros (porque si todos hacen como tú, bueno, mañana se acaba el camino neocatecumenal, porque todos dicen: "¡No! Tengo muchas cosas que hacer, tengo tres hijos, tengo muchos problemas, vuelvo cansado del trabajo), nadie recibe la vida. ¿Qué te parece?

Esto demuestra que estás en la idolatría, tienes algo que te está destruyendo; tú tenías un proyecto de matrimonio, de vida, y exiges que la vida sea como tú la ves. Es como quien tiene un proyecto de matrimonio y exige a la familia: exige que la esposa se convierta en víctima en función de este ideal de matrimonio, y en alas de este ideal la esposa debe morir en un altar, debe ser sacrificada allí.

O la esposa tiene un ideal de matrimonio y convierte a su marido en una víctima, lo tortura, lo sacrifica todos los días; y el marido se da cuenta de que debe morir -como en los sacrificios aztecas, como en las religiones naturales, uno debe morir desangrado hasta la última gota- para alimentar el ideal de matrimonio de la mujer. Está claro que el marido no quiere morir; pero la esposa tampoco quiere morir a la religión de su marido, por lo que se encuentra allí como una víctima llena de sangre, en la injusticia.

El Señor nos aleja de nuestra idolatría (ídolos muy duros, sanguinarios) para hacernos vivir el matrimonio sin proyectarnos; nos hace experimentar cosas inauditas que son un espectáculo para el mundo y para los ángeles. Nosotros ya no pertenecemos a este mundo, si quieres, estamos fuera de toda lógica. Ahora, si tú todavía eres mundana... quien ama al mundo es enemigo de Dios; pero está claro, si quieres quedarte en tu país, con tu familia y todas estas tontadas...

No eres del mundo. Tú eres del cielo y si nunca lo ves, bueno, ¡no lo ves! Y cuando este es un pecado que nos lleva a desobedecer a Dios, entonces entendemos cómo algunos santos ni siquiera querían mirar a su madre. Nos parece una exageración, pero cuando hay un vínculo tan fuerte y el Señor te llama, se entiende perfectamente.

Bueno, ¿estás dispuesta a anunciar el Evangelio sin murmurar en tu corazón? Porque Dios no acepta la murmuración. Cuarenta años este pueblo murmuró en el desierto; ellos caminaban, sí, pero murmurando porque no tenían pan, porque hacía calor, porque no llegaban a ninguna parte, porque duraba mucho, ¡ya eran muchos años! “¿Qué harán mis hijos con este calor? ¡Se morirán! Los otros niños comen cebollas, ajos, carne, pollo, pescado, sandías; ¿Qué hacemos nosotros con esta comida miserable?”. Incluso querían volver a Egipto, querían volver y maldecían el día que salieron, porque al menos comían carne y cosas allí.

Todo esto pasó por nosotros, para que no murmuremos en nuestro corazón, para que no hagas como en Meriba y como en Massa. Todavía no has llegado a la Tierra Prometida, debes aprender a combatir y el Señor debe dejarte algún demonio para que aprendas a luchar. Si te los quitara todos no combatirías más y tendrías el peligro de sentarte y echar barriga. Por eso le preguntan al Señor: "¿Por qué has dejado aquí a estos enemigos y no podemos sacarlos del camino?". El Señor dice: "Para que aprendáis a combatir".

Dios te ha llamado a cumplir esta misión y lo primero que tienes que hacer es ver lo que hay en tu corazón, conocer la miseria que tienes en tu corazón, que tienes un corazón de piedra.

 

Luego, experimentar que "no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios"; que murmuras cuando no te sientes feliz, cuando no tienes comodidad, creyendo que la felicidad te viene del pan, de lo que imaginas que es la felicidad. Debes aprender que el hombre no vive solo de pan. Y esto no es algo que digo, sino que debe ser una experiencia en tu vida concreta: la vida te viene de la voluntad de Dios, de hacer su voluntad. Por eso Dios te lleva al desierto, para que experimentes que el hombre no vive solo de pan.

Ves hoy que Dios te ama, ¿crees que Dios te ama? ¿Estás dispuesta a contárselo a la gente?

*

Kiko: ¿Cómo te llamas? ¿Estabas ciego antes del camino?

Y.: Sí, desde el nacimiento. Yo he visto que me han dado a luz diciéndome que la vida está en lo que me han enseñado como vida. 


Kiko: ¿Y qué es lo que no veías?

Y.: El amor de Dios. Antes de las catequesis nunca lo había experimentado: estaba muy mal porque yo pecaba y esto me destruía mucho, no podía aceptarme.


Kiko: Cristo ha dicho: "YO SOY LA LUZ"; tú no conocías esta luz. La luz que Dios mostró a través de Jesucristo a los pecadores, tú no la veías. Por eso dice San Juan: si la luz consiste en que Dios te ama aunque seas malvado, quien dice que está en la luz y no ama al malvado, está en tinieblas. Si la luz es amar al malvado y uno dice: "Yo estoy en la luz" y no ama a quien se ha portado mal con él, no puede estar en la luz, está en la tiniebla y la tiniebla le ha cegado los ojos, porque la luz es amar a una persona que es mala.


¿Cómo te ha abierto los ojos el Señor?

Y.: Me impresionaron mucho las catequesis, me mostraron dos cosas: la primera, una iglesia concreta; la segunda, la gratuidad.

Kiko: Bien, Jesucristo se acercó a ti por medio de la catequesis. ¿Te puso barro en los ojos?

Y.: Sí, el camino me ha hecho ver que soy capaz de todo, de cualquier pecado.


Kiko: El Señor te ha hecho ver que eres fango, que no eres mejor que nadie, que de arriba a abajo estás hecho como todos los demás; que estás hecho de la pasta de los ladrones, de la misma pasta de los que roban y de los neuróticos, tienes la misma masa, ¿no? "Polvo eres y al polvo volverás". Figúrate que los estadounidenses creen que los que cometen pecado ya no pueden ser buenos en la vida. Tienen esta forma de mirar hacia atrás en la política para ver a la gente: si Carter cometió una barbaridad cuando era joven, lo mencionan constantemente porque un tipo que una vez hizo algo siempre lo hará.


 Esto es lo que piensa el maniqueísmo: hay buenos y malos.


Tienen un concepto monstruoso del hombre, absolutamente anticristiano. Los maniqueos no dan otra oportunidad: Gary Cooper es el bueno y el otro el malo, quien haya robado robará de por vida. Por eso, para destruir a un líder político, se buscarán sus caídas, si tuvo algún problema con una secretaria, etc. No existe la posibilidad de compensarlo en absoluto: tienen un concepto pobrísimo de la vida, es una sociedad no cristiana en este sentido.


Nosotros nos basamos en lo contrario. Cuando ocurrió el asunto de "Watergate" con el presidente Nixon, yo estaba en Italia y nadie pensaba como pensamos nosotros; todos los periódicos estaban contentísimos, ¡este desvergonzado merece ser atacado! ¡Dónde vamos a parar! Y no se dieron cuenta de que en cierto modo tenía una misión universal con respecto a todas las naciones. ¡No se puede destruir a alguien por una cosa! Y tal vez pongan a otro que no tenga mucha inteligencia política y vayamos hacia la guerra mundial.


Entonces, en el camino, el Señor te puso barro. ¿Qué era este barro? ¿Se ha manifestado la gloria de Dios sobre tus pecados?


Y.: Veo que el Señor me ha perdonado. A través de la predicación he visto cómo Jesucristo se hizo pecado por mí, que Él está allí en mi lugar, Y luego, también lo que se dijo sobre el sacramento de la Penitencia: me trajo la paz, entré en la paz porque experimenté que el Señor me amaba así. Muchas veces también he sentido que la Iglesia me perdonaba, que no me juzgaba cuando estaba mal.


Kiko: Si vas a una casa y dices: "Mira, antes yo era un señor que no veía sus pecados, continuamente juzgaba a los demás, me veía buenísimo y a los demás pecadores", supongamos que la persona que te escucha dice que tienes razón, que le estás hablando de su vida, pero ¿qué puede hacer? ¿Cómo puede cambiar? ¿Qué debe hacer para cambiar su vida? ¿Qué vas a decirle?


Y.: Le diría que existe la posibilidad de experimentar el perdón de los pecados aquí en la tierra; que Jesucristo está vivo, que ir a misa está bien pero no salva nada y que lo importante es experimentar el perdón.


Kiko: Y él te dice que ya se confiesa, que va con regularidad a confesarse.

Tú, ¿qué diferencia encuentras tú entre homilía y catequesis? 

Y.: La homilía es para los cristianos y la catequesis para convertir a la gente.

Kiko: Si te dice que va a misa, pero la misa no la llena, sigue juzgando a los demás, ¿qué le dirías? ¿Por qué crees tú que esta mujer no está satisfecha con la misa, la homilía no le dice nada y no cambia nada en su vida? Dices: "Está Jesucristo, está la Iglesia, está el perdón de los pecados, esto siempre ha estado ahí". Sin embargo, en esta persona no cambia absolutamente nada. ¿Por qué? ¿Qué le dirías tú?

Y.: Le diría que Jesucristo la ama, la invitaría a un camino de conversión donde pueda experimentar el amor, en una gestación a la fe adulta.

Kiko: ¿Estáis de acuerdo con lo que ha dicho este hermano sobre la diferencia entre homilía y catequesis?

Responde uno: Yo veo que en las homilías nunca se anuncia que Jesucristo puede cambiar nuestra vida y hacernos capaces de amar a nuestros enemigos. Porque lo que hace sufrir al mundo es no poder pasar al otro; bueno, esto nunca se nos ha dicho en ninguna homilía ni en ninguna misa.

Kiko: ¿Y si yo te dijera que esto se dijo en la homilía?

Otro: Creo que en la catequesis hay un testigo que anuncia que esto es la vida para él y anuncia el perdón de los pecados porque realmente se cumplió en su vida. Un testigo, o sea, una persona que da testimonio de Jesucristo.

Kiko: ¿Alguien más quiere decir algo?

Otro más: Me gustaría decir que muchos van a misa con los oídos cerrados: se va a cumplir un precepto y no se va a escuchar a Jesús.

Otra: Es que nunca se había hablado de la gratuidad: yo me esforzaba por ser buena, por complacer a todos y necesitaba un cambio de mentalidad.


Kiko: Habéis preparado la palabra "PROFETA"; os acordaréis de la sirvienta de Naamán el sirio: vosotros debéis decir las mismas palabras, dar el mismo testimonio. "Había muchos leprosos en Israel y solo fue curado un sirio, no un israelita". ¿Con esto qué quiere decir Jesucristo?  Vosotros no me recibís, porque creéis que la salvación de Dios debe ser como vosotros pensáis; absolutamente no podéis aceptar que un carpintero pueda ser vuestro salvador. 


Bueno, ¿sabéis qué? Había muchos leprosos en Israel y Dios eligió a un sirio; y hubo muchas viudas en la época de Eliseo y solo fue elegida una de Zarepta de Sidón. Es decir, hay un profeta, y solo escuchando a este profeta se encuentra la vida; este profeta está en la Iglesia. Debéis decir lo mismo que dice la mujer, la sirvienta que trabaja en la casa de Naamán el sirio. "En mi país hay un profeta que cura la lepra". Debéis decir: "En mi pueblo...” ¡Pertenecéis al pueblo de Dios, no sois catalanes! Los regionalismos son un demonio que destruye la comunión entre los pueblos. Tenéis un corazón universal, sois Cristo.


Esto no significa que no os guste bailar "sardanas", ¡por favor! O que no améis vuestra tierra; me entendéis, ¿no? Pertenecéis a un pueblo que es el "pueblo de Dios" y en este pueblo hay un profeta capaz de iluminar vuestra realidad, capaz de quitaros la lepra y capaz de daros la vida. Este pueblo es la Iglesia. "Pero yo ya voy a la iglesia, ya voy a escuchar a este profeta en las misas". Ahora yo pregunto: ¿cuál es la diferencia entre el profeta que escucho en las misas y el que escucho en las catequesis? ¿Por qué es necesaria el camino?


Un hermano: Esta mañana fui a misa en la parroquia y vi que la predicación es la misma que escucho en la comunidad; solo que antes tenía el oído cerrado y no podía entender: ahora comprendo. Entonces ¿qué le diría a esa señora? Que a mí me sucedía lo mismo que a ella, es decir, antes iba a misa y no entendía nada, salía como había entrado; después, a través de algunas catequesis y un camino de gestación a la fe, se me abrió el oído.


Otro hermano: Yo digo que ante todo en las catequesis siempre se anuncia el kerygma y este conduce a la fe, gesta la fe, mientras que en la homilía la fe se da por sentada. Y luego, la gente que va a la catequesis recibe esta palabra como un pueblo, en una iglesia concreta, y en las homilías de la misa no se recibe como pueblo.


Kiko: Os he dicho que en la vida de fe hay tres etapas (es necesario aclararlo mucho, sobre todo a los presbíteros y obispos) que se están descubriendo: fase kerigmática, fase catequética y fase homilética.


La homilía supone que la fe ya existe en el oyente, era la fase final del proceso catecumenal. En el catecumenado primitivo, no se podía acceder a la Eucaristía si no se había bautizado, si no se había gestado al hombre nuevo.


Entonces la planta ya estaba desarrollada, le faltaba solo un poco de agua, un poco de humedad y se irrigaba con el Bautismo. Hay algunas raíces que acogen esta agua, que la entienden bien, chupan esta agua que hace presente el Bautismo y hace crecer la planta . Si esto no está, si no hay una planta que ante todo debe haber tenido una semilla... y esta semilla debe estar muerta, debe haber crecido un tallo; y este tallo debe haber sido podado, debe haber sido cuidado, el suelo debe haber sido fertilizado -con un insecticida contra los enemigos porque cuando la planta es pequeña tiene muchos enemigos- hasta que la planta tenga suficiente vigor y se haya desarrollado. Si todo esto no existe, la gente no escucha o lo que oye no le dice nada.


La fe se da por sentada. Antes había una especie de catequesis por medio de las novenas, los ejercicios espirituales, por el año litúrgico mismo, por la Cuaresma, por todo lo que era cristiano y porque todos creían; se creía en este sentido.


Hemos llegado a un momento en que la sociedad ya no es cristiana. Ahora debemos darnos cuenta de que esta fe que se daba por sentada no existe; esto es lo primero. Supongamos entonces que las personas que vienen a misa les falta que la semilla del Bautismo se rompa. Para que la semilla del Bautismo se rompa y comience a crecer, ¿qué se necesita? Necesitas la opción personal total por Jesucristo, necesitas escuchar la palabra de Abraham que dice: "Deja tu tierra y tu parentela y ven a la tierra que te mostraré. Ven y sígueme", sobre todo, de modo que Dios sea el primero en tu vida. Mucha gente, sean cuales sean las circunstancias, nunca han escuchado esta palabra, por lo que es inútil decirles qué es el cristianismo como si lo supieran, que deben amar... Les anunciamos el kerygma y les llega muy mal o con dificultad porque no tienen el oído abierto. Por eso la Iglesia necesita un catecumenado.


¿Qué significa catecumenado? Tener un oído abierto. Pre-catecúmeno significa que ni siquiera tiene el oído abierto. Ahora, ¿es necesario ser sacerdote para anunciar el kerygma? No, para dar una homilía, sí. ¿Qué se necesita para anunciar el kerygma? Tres cosas: ser TESTIGO, ser ENVIADO e ir sin nada, PERDER LA VIDA.


Ser enviados: Todos somos enviados por el Bautismo y lo que la Iglesia hará mañana con el Obispo es hacer presente en nosotros algo que nos fue dado en el Bautismo. "¿Cómo invocarán el nombre del Señor si nunca lo han escuchado? ¿Y cómo lo escucharán si nadie ha sido enviado?".


Ser enviados: El bautismo nos hace enviados, y cada cristiano es un enviado, un evangelizador.

Ser testigos: No se puede anunciar el kerygma si no se es un testigo. Los apóstoles dicen "Nosotros somos testigos".


Ir sin nada: ¡Lo más importante! Demostrar absolutamente que es GRATIS, es decir, que no hay ningún interés personal, que es amor gratuito, que se pierde la vida, ¿cómo puedo decirlo? Por ejemplo, ¿por qué las revistas y los diarios no son un medio suficiente para el evangelio? Porque siempre nos queda la impresión de que los intereses de la prensa son otros, no es amor a la gente, es el dinero, vender más ejemplares, más copias; esto le quita valor. Todas las noticias están sujetas a hacer dinero, no importa el bien del público, ¿verdad? Esto inmediatamente le quita la autoridad a la prensa, ella es paupérrima para anunciar el Evangelio porque hay un interés en él. Jesús dijo: "Ir sin bolso, sin zapatos, sin bastón, como los últimos".


El otro día un cura del suburbio de Madrid me invitó a hablar de Jesucristo en la misa de las doce, con toda la Iglesia llena. ¿Y qué les digo? ¡Habla de Jesucristo y verás cómo te escuchan!


Me escucharon durante treinta y cinco minutos en total silencio, no se escuchaba ni una mosca; la gente escuchaba de manera diferente. Con esto quiero decir que el kerigma también se puede dar en una predicación, en un anuncio, pero es diferente porque el sacerdote ya pertenece a un cuerpo como cristiano, es el ministro y se asume que ese cuerpo ya existe, que hay una fe en desarrollo. Si resulta que esta planta aún no ha crecido y solo es una semilla, por mucho que riegue... bueno, la gente no lo entiende.


Ayer una señora de una comunidad me contó exactamente este ejemplo (es una mujer analfabeta que ha sido intolerante toda su vida y ahora está en la comunidad): "Bueno, voy a misa en la parroquia porque estoy sola. No tengo nada que hacer (es anciana y tiene una pequeña pensión). Voy a misa en la comunidad y también voy a la parroquia por la mañana y ayer me encontré con una amiga mía que me dijo: “¿Estás en esas comunidades tú también? ¿De qué te sirve?”. Le respondí a esta amiga mía: “¿A que no puedes decirme cuál fue el Evangelio de hoy? Dime lo que te ha dicho la primera lectura". La otra no recordaba la primera ni la segunda lectura ni el Evangelio ni lo que había dicho el sacerdote. Entonces yo le dije: "Para que veas de qué me sirve ir a la comunidad, te diré lo que dice la primera lectura, la segunda lectura, el Evangelio y lo que dijo el cura, porque ¡me lo han dicho en mi comunidad!".


¡Es obvio! No le pidas nada a la otra, porque no escucha y, sin embargo, va a misa todos los días. A mucha gente le pasa lo mismo que a esta mujer. Muchos no escuchan porque sus oídos no están abiertos.

Hay tres etapas en el camino de la fe. La primera fase es colocar al hombre frente al kerygma y para ello es necesario ser testigos, es necesario un testimonio de fe. Lo dice el Apocalipsis: "El espíritu de profecía es el testimonio de Jesús".


Es decir, sin una persona que sea testigo no hay profecía: esto siempre ha existido en la Iglesia, en las misiones, durante la Cuaresma, o con tres religiosos. Cuanto más aparece el testimonio, el testimonio de fe, más llega el don gratuito, porque alguien lo testifica con su vida, con hechos. Está ahí y pierde la vida por ti sin que nadie le pague.


Lo más difícil es la homilía: ¡para eso es necesario tener un ministerio, hermanos míos! En la homilía no se debe dar solo el kerygma, es necesario un ministerio importantísimo de la Iglesia: saber irrigar la fe hasta las raíces. Yo he tenido una reunión con un centenar de sacerdotes y traté de explicar qué es una homilía: esto se verá en la medida en que crezca vuestra fe.


Hoy la fe tiene un cáncer profundo que es pensar que el Cristianismo es utópico y que no se puede realizar. Pero en nosotros se está dando todo lo contrario: el Cristianismo no solo no es utópico, ¡es real!

El otro día vinieron unos presbíteros de Alicante a Madrid para hablar con don Jesús, párroco de Paloma, porque estaban escandalizados de que en sus parroquias la gente estuviera vendiendo sus bienes: es excesivo, dijeron: "¡Esto es exagerado! Uno de mi parroquia ha vendido un campo, otro una tienda, otro un auto; ¿dónde se ha visto esto alguna vez? El Evangelio... ¡ya con el hecho de que uno cumple con su deber está bien!", Estaban horrorizados.


Por eso es importante saber si este kerigma se predica en la iglesia, si la gente tiene la oportunidad de encontrarse con Cristo, con este profeta; porque Dios ha dicho: "El que escuche a este profeta vivirá".


¿Y dónde se anuncia este profeta? En la iglesia. Sin embargo, para que el hombre se encuentre con este profeta, para cumplir con el ministerio profético es necesario dar testimonio, ser testigos.


Mucha gente que hoy va a misa va sin entender nada, tiene que empezar de cero, tiene que encontrarse con este testimonio de la fe para comenzar a comprender muchas cosas. Vosotros mismos, hoy, cuando escucháis una homilía, comprendéis muchas cosas que antes no entendíais, porque ya tenéis el oído más abierto...

¿Tú, hermano, estás dispuesto a anunciar proféticamente el Evangelio, a perder la vida? Como Jeremías anuncia en la misa de ayer (Jr. 1, 4-5. 17-19) "el pueblo se opondrá".

Si sucede que anuncias el Evangelio y todo el mundo te paga, te da dinero, te regala no sé qué, bueno, entonces tienes un interés, ya no eres testigo.

Entonces no tiene sentido la persecución. Necesitamos que se vea que estamos perdiendo la vida como Jesús ¿Tú estás dispuesto a anunciar el Evangelio?

Y.: Sí.

Z.: Sí, lo vi en las catequesis porque antes yo no creía que Dios tuviese que salvarme de nada. Me parecía que creía en Dios, pero no pensaba mucho en eso y no pensaba en Jesucristo en absoluto.

Kiko: ¿Qué no veías? Si eras ciega, ¿qué luz no veías?

Z.: El amor de Dios en mi vida. El amor de Dios manifestado en Cristo Jesús.


Kiko: Imagínate una cosa: irás a barrios donde hay personas que nunca se han encontrado con el testimonio de la fe. Han estudiado en un colegio religioso, han visto cosas estupendas, y a pesar de eso no han tenido acceso a esta opción, porque es necesario ver un testimonio. Y a pesar de haber visto a los religiosos dar la vida por ellos, muchas personas no han visto la luz, la gloria de Dios mostrada en el rostro de Cristo.

Lo ha dicho clamando en la Iglesia: “Veamos, ¿quién se siente amado por Dios aunque sea pecador y malvado? ¿Pensando en tus pecados uno por uno? ¿Por qué quién aquí no tiene un enemigo? Todos comulgan y todos tienen enemigos”. ¡Pero eso no importa! Van a comulgar tranquilamente. Sabemos que hemos pasado de muerte a vida por tener este amor, porque amamos a los hermanos. ¿Cómo podemos decir que tenemos este amor si no perdonamos al hermano, o a una persona del trabajo o a un político o a alguien que te ha robado? Por esto, si alguien aquí tiene un enemigo, no puede ir a predicar, tiene que decírmelo. No puede ir a predicar porque no tiene la luz de Dios dentro.


Entonces tú, hermana, debes darte cuenta (te estoy catequizando, te estoy haciendo ver lo que tú no veías) de que hay mucha gente que cree en un Dios que da un premio cuando eres buena y un castigo cuando eres mala. Y como a nadie le gusta ser castigado, los hombres tratan por todos los medios de no pecar y hacen muchísimos esfuerzos; todavía más: hay personas que están muy neurotizadas por esto, por los esfuerzos que tienen que hacer para no pecar, están llenas de escrúpulos... y no han visto la luz de Dios en Cristo, están en una religiosidad natural.

A ti te pasaba lo mismo: creías en Dios pero no habías visto la luz de Dios mostrada en Jesús ¿Qué ha mostrado Dios en Jesús?

Z.: El amor gratuito. He visto que alguien me ama como soy.

Kiko: ¿Qué significa Cristo crucificado?

Z.: Quien da su vida por mí.

Kiko: ¿Lo has experimentado?

Z.: Sí, lo he visto concretado en una iglesia que perdona.

Kiko: ¿Cómo puedes decirle a una señora que Cristo ha dado su vida por ti? Respondo yo: "Mira, para que no me escapara, me metió en una comunidad con hermanos muy concretos y con ellos, a través de ellos, me puso barro en los ojos, haciéndome ver mi inmundicia: que no acepto a mi marido, que no quería tener más hijos, que no he amado a muchos hermanos de la comunidad, que me fui de una convivencia y muchas otras cosas.


En estos pecados vi ante todo que Cristo estaba presente en los hermanos que me aceptaron (porque si Cristo no está aquí, nadie puede aceptar tus pecados); Vi que esta Iglesia me perdona porque pude confesar mis pecados y me perdonó.


He podido experimentar la paz interior y luego se me ha dado el Espíritu de Cristo que vino a mí, se mezcló con mi carne, me dio su carne y vi que con Cristo pude comenzar a aceptar a mi esposo, a aceptar los defectos de los hermanos que nunca hubiera aceptado". Venir a la comunidad durante ocho años seguidos, hacer catequesis: cosas inauditas que solo se pueden explicar por el hecho de que la vida de Cristo está en ti, ¡y sin esfuerzo! ¿Es cierto? Si o no.


Yo mismo he visto esta acción de Cristo en mí; yo mismo me sorprendí: hace un año que ni siquiera tengo un fin de semana libre, y si me lo hubieran dicho hace un tiempo no lo hubiera creído. Yo, con mi casita, con mis cositas, ¡nunca he tenido fuerza de voluntad!

Sin embargo, he visto el poder de Dios manifestado en mis pecados. ¡Oh, feliz culpa que ha merecido tan grande Redentor! A través de mis pecados he podido ver que Dios me ama, ¡que existe un amor así de grande! Mis pecados me han servido para ver que Dios es capaz de amarme así y por tanto que Cristo murió por mis pecados. Y cada vez que de alguna manera dejo el camino y peco, sé que en Cristo tengo la posibilidad de regresar, sé que Él no me rechaza por mis pecados, que me ama aunque sea un pecador, que Él murió por mis pecados.


Pero como me consideraba muy bueno, ¡no entendía por qué Cristo tenía que morir por mí si yo era tan bueno! Pero no hay "buenos"; ¡solo Dios es bueno! Los fariseos, que creían ver, decían a Jesucristo: "¿También nosotros somos ciegos?". "Si fuerais ciegos no tendríais ningún pecado, pero como decís 'Nosotros vemos' vuestro pecado permanece".

Lo que estoy haciendo con vosotros, hermanos, no es un escrutinio: estoy aquí para impartir una catequesis, aunque queráis decir algo para que yo os ilumine, estoy aquí preparándoos para anunciar el Evangelio. ¿Entendéis, no?

¿Tú ves el amor de Dios en tu vida? ¿Tienes evidencia palpable de que Dios te ama? ¿Seguro? ¿Estás dispuesta a dar testimonio de que Dios te ama?

Z.: Sí, pero tengo muchísimo miedo: tengo miedo de que me rechacen.

Kiko: ¿Qué decía la primera lectura de la misa de ayer? Dios le dice a Jeremías: "No les temas, porque yo estaré contigo". Tú salvarás a la gente a través de su rechazo, porque serás enviada a soportar en tu cuerpo los pecados para aprender a ser cristiana. ¡Si quieres! Si no quieres, quédate sentada en tu casa. ¿Quieres?

Kiko: ¿Estabas ciega antes del camino? ¿Qué es lo que no veías?


A.: No veía la gratuidad del amor de Dios, que me perdonaba. Pensaba que tenía que hacer muchas obras, que tenía que conquistar y agradar a Dios.

Kiko: ¿Cómo te ha abierto los ojos?

A.: Me ha abierto los ojos por medio del camino de la salvación: la Palabra me ha hecho ver mi realidad de pecado.

Kiko: ¿Te ha puesto barro en los ojos?

A.: ¡Oh sí, muchísimo!

Kiko: ¿Has visto que estabas sucia?

A.: Sí, sobre todo después del segundo escrutinio: para mí fue un impacto fortísimo. Yo, que había estado tan escandalizada por todo, me vi fotografiada en el pecado de los demás.

Kiko: ¿Qué ves ahora que no veías antes? Te ha puesto barro en los ojos: ¿qué era este barro?

A.: Todo mi pecado. He visto que si no he cometido algún pecado ha sido porque Dios no ha permitido que esté en esa circunstancia.


Kiko: ¿Qué pecados? ¿Cómo eras tú?


A.: Bien, he visto que podría haber sido una prostituta, que pude haberme entregado a un hombre y que no lo hice por el "¿qué dirá la gente?". El Orgullo, la soberbia, sobre todo con mi familia: en estar sola con mi tía, en ver que no me daban importancia. Yo pensaba que deberían tenerme en cuenta, pero no veía que me tratasen con la consideración que yo tenía hacia ellos. La envidia también, todos los pecados... ¡Pero sintiendo verdaderamente el peso!


Kiko: El Señor te ha mostrado poco a poco que tú no tenías este amor, que tú no eras cristiana, que no tenías dentro la vida, porque este amor es la vida. Quien no tiene este amor no tiene la vida.

A.: Tenía mucho miedo a la soledad y el Señor me ha dado una libertad, ¡me ha dado una alegría maravillosa! Ya no estoy sola, los hermanos me llaman...


Kiko: ¿A través de qué has experimentado este amor?

A.: A través de la tranquilidad que tengo.

Kiko: A través del Espíritu Santo. Si olvidas al Espíritu Santo, ¡la Iglesia se acaba! De nada me sirve decirte que Dios te ama: si no tienes el Espíritu Santo, ¡no sientes este amor en absoluto! Convenceos de una cosa: ¡las palabras no sirven!

La Virgen María, cuando el ángel le dice que Jesús nacería y ella lo acepta, inmediatamente fue cubierta por el Espíritu Santo con su sombra. Hemos dicho miles de veces que no es lo que vosotros decís en la catequesis lo que obra en las personas, sino el Espíritu Santo que colabora poniendo esta nube sobre los que escuchan. Y en un instante, quizás al final de la catequesis, una sola palabra -"gratis"- abre el corazón de una persona e inmediatamente comienza una obra en él, y esa noche duerme como nunca.


Un párroco, que había sido rector de seminario, estaba al borde de la locura porque una vez se fue de excursión con los seminaristas y murieron tres: tenía un complejo de culpa y no dormía de noche, iba al psiquiatra y estaba medio loco. Este hombre, escuchando una catequesis, durmió por primera vez en quince años, ¡durmió por primera vez! Y a partir de ese momento comenzó su recuperación. Porque el poder del Espíritu Santo es creativo, la fe nace de la escucha: yo digo que Cristo está vivo y si alguien lo cree, actúa en este momento.

A continuación esta obra de conversión debe ser sellada con algunos sacramentos, confirmada y alimentada por los sacramentos (porque sin los sacramentos la obra de conversión no se completa: la Eucaristía, la Penitencia que es un segundo Bautismo..., ¿entiendes? Hay que empezar a entender todas estas cosas poco a poco, a entender que hay una sistematización: hay una catequesis inicial y hay una obra de Dios que pasa por las cosas. Tienes que saber explicarte, de lo contrario os hacen una preguntita y os quedáis ahí como idiotas.

¿Cómo anuncia el kerygma San Pedro? Debes leer la Escritura todos los días. Cuando San Pedro sale a hablar después de Pentecostés, la gente dice: "¡Está borracho!". "No estoy borracho" dice San Pedro y anuncia el kerygma: "Ese a quien vosotros matasteis como a un asesino y un criminal, Dios lo ha constituido Kyrios, Señor de toda la creación, para que al invocar su nombre seáis salvos, porque Él ha sido resucitado por Dios y su Espíritu ha sido derramado sobre nosotros, como podéis ver y escuchar”.

¿Tú estás dispuesta a contárselo a la gente?

A.: Sí.

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Monición a la primera lectura (Carmen)

 

Yo veo aquí un pueblo. Proclamaremos ahora el libro del Éxodo: yo no veo esto como un libro sino como una carretera impresionante. He estado muchas veces en el Sinaí, en medio del desierto, y siempre imagino el Éxodo como una carretera que se interna en el desierto, y veo que hay un pueblo que camina por el desierto.

Ayer estuvimos en Barcelona, ​​en casa de un responsable que vive en un sitio alto desde el que se ve toda la ciudad inmensa, enorme, con las luces en la noche de muchas casas; yo pensaba en los problemas, en los gritos de angustia que está lanzando nuestra generación, en la juventud de esta generación que está gritando. El sufrimiento, la soledad del corazón humano, la incomunicación, la industria que nos tiraniza, la economía, tantísimas cosas… Yo veía el grito de la ciudad de Barcelona y decía: “¡Si fuera posible que la Resurrección de Jesucristo pudiera entrar en cada una de estas familias y pudiera verdaderamente abrir caminos al hombre...!”.


Por eso veo cómo el Éxodo se está encarnando en nosotros, como en todos vosotros, en todos aquellos con quienes hemos hablado, hemos visto que ya se ha abierto dentro de nosotros una brecha hacia la libertad. Estamos caminando, gustando, digamos, es caminar hacia la libertad.


Veo cómo en esta carretera enorme que se abre ante nosotros hacia la libertad, el Señor quiere hoy, en esta generación, que nosotros vayamos a arrebatar a los hombres de la esclavitud y de la tiranía, del poder gigantesco de la economía, del dinero, de la industria. ¡Cómo se actualiza hoy esta Palabra!

Por eso veo cómo nosotros estamos ante un fuego que no se consume. Sabéis que una de las manifestaciones más grandiosas que Dios ha hecho de Sí mismo es un fuego que no se consume (lo proclamaremos ahora) y hoy este fuego está vivo ante nosotros, en este siglo veinte, ¡está vivo!


Sabéis que los apóstoles reconocieron a Jesucristo resucitado también como un fuego.


Y el fuego se ha posado sobre cada uno de nosotros; por eso la fe, que es este conocimiento de Dios que se manifiesta en nuestra generación, se está apoderando de cada uno de vosotros. En cada una de nuestras cabezas hoy se encenderá una luz que la Iglesia mantiene a pesar de todas sus crisis y todos sus problemas a lo largo de la historia; este fuego que hoy se nos transmite a nosotros para iluminar el futuro de nuestra generación. Por esto veremos la gran misión a la que el Señor nos llama: dar vida, y vida en abundancia.


Proclamaremos la palabra de Moisés: veréis que Moisés no quiere ir, como nos pasa a todos nosotros; nos parece una estupidez interrumpir a una familia... Pero imaginaos que es cierto, que la resurrección de Jesucristo existe verdaderamente: ¿cómo es posible que esto no interese a todas las fábricas, a todos los hospitales, a todas las casas en Madrid y del mundo entero? ¡La resurrección! Imaginaos si no es una noticia bomba, impresionante hoy, ¡la Resurrección de Jesucristo!

Veremos que Moisés no quiere ir, como nos pasa a nosotros. El, que ha visto al Señor en este fuego que no se consume, que ha tenido la experiencia de que DIOS ES, le dice: "Dime qué debo decir, porque si voy a Egipto y digo: 'El Dios de nuestros padres, de Abraham, de Isaac, de Jacob...' ¡Esto ya pasó de moda! ¡Ya nadie cree en el Dios de los padres!". (Ayer, cuando el cardenal estaba con nosotros, yo pensaba que ya nadie cree en el Dios de esta Iglesia -el Dios de la Iglesia de las Cruzadas, de la Iglesia de los Cardenales).

Moisés dice: "El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob ya no interesa a nadie"; ¿Adónde los condujo? ¡Están en la esclavitud! Todos están bajo la tiranía del Faraón y ahora creen más en los dioses de Egipto que en el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.


Es lo mismo que ocurre en nuestra generación. ¡Presentarnos en nombre del Dios de la Iglesia es motivo de risa! Por eso Moisés dice: "¡Dime algo!". Cuando le pregunta a Dios: "¿Cuál es tu nombre?", no le está preguntando "¿Cómo te llamas?", sino que quiere decir: "Dime alguna novedad, algo que pueda ser de interés hoy en Egipto". Esta es la Palabra de la que hoy nosotros somos testigos, lo que Dios mismo le respondió a Moisés. Dios le dice: “Me he presentado con muchos nombres: cuando muestro mi potencia, mi poder, soy 'Sebaoth'; cuando muestro mi misericordia me llaman 'Shaddai'”, y va diciendo todos los nombres, “pero te diré algo concreto”.

Para que entiendan esto diles que Dios ordenó una vez al profeta Oseas que le dijera al Reino del Norte (que se había vuelto idólatra): “Dile a mi pueblo que ya no es mi pueblo y que YO NO SOY más Yahvé para ellos". No porque Dios no exista, sino porque YA NO ESTARÁ en medio de ellos.

Lo que Dios le dice a Moisés, el secreto de su misión, es que ÉL SERÁ JAHVÉ PARA ELLOS, ÉL LOS PRECEDERÁ; no solo estará delante de ellos, sino que hará que los demás reconozcan que ÉL ESTÁ ALLÍ. Esto es lo que nosotros estamos experimentando. Imaginaos que DIOS ESTÁ, no solo que existe. Porque hay mucha gente que cree que Dios existe, pero no lo ven en la vida, lo ven lejos en el misterio y sin saber a dónde va. La experiencia que tiene el pueblo de Israel es de un DIOS que ESTÁ EN MEDIO DE SU PUEBLO, que se EXPERIMENTA. Por eso Jesucristo dirá lo mismo a los apóstoles: "Id a Galilea, porque allí ME VERÉIS".


Vosotros pensáis que ir a las casas es casi un favor que le haces a la Iglesia, o un esfuerzo, pero es todo lo contrario. Yo digo a los itinerantes: una de las presencias, de la MIRADA de Dios y de la Resurrección de Jesucristo (así como en el pueblo unas veces está Dios y otras veces está ausente) es que Él ha prometido que se quedará en la predicación: "Id..." Él ha prometido estar, encarnarse, donde se anuncia la Resurrección. Es decir, en este "envío" que la Iglesia os hace hoy para anunciar la Resurrección y la Vida a esta generación, veréis a Jesucristo resucitado delante de vosotros.


Los Apóstoles estaban con Él en las apariciones, comían con Él, pero Cristo dice: "Id a Galilea. Porque allí ME VERÉIS". La Iglesia os dará la oportunidad de experimentar hoy la presencia de la Resurrección de Jesucristo en nuestra generación. Lo veréis delante de vosotros en la predicación del Evangelio porque en esto nunca fallará.

Jesucristo dice: "Id por todo el mundo. Yo estaré con vosotros hasta el fin de los tiempos". La presencia del Espíritu del Señor resucitado en la evangelización nunca faltará allí donde se proclama el Evangelio en el universo. Y nosotros somos testigos de esto hoy, en el siglo XX: de su presencia que nos acompaña y nos precede siempre.

Escuchemos esta historia de Moisés que nos animará a la misión que el Señor nos concederá.

*

Otra monición de Carmen a la misma lectura (Florencia, noviembre 78)

Dios conoce la situación de este siglo, de esta generación que clama en el sufrimiento en busca de libertad, de vida. Y es algo muy grande lo que la Iglesia hoy quiere hacer realidad en nosotros, que es abrir un éxodo en este mundo, un camino hacia la libertad.


Veremos cómo la palabra del Éxodo, que ahora proclamaremos, es moderna y actual para nuestra generación. Aquí aparece la figura de Moisés que dice: "¿Adónde y cómo iremos? ¿Cómo hablaré de Dios a esta generación? ¡Es imposible! Decir qué Dios les habla, cómo les explicaré..." La palabra que se proclama esta noche presenta a Moisés que dice: "¿Qué voy a decir de Ti? El Dios de nuestros padres: Abraham, Isaac y Jacob... ¡Pero si ya nadie cree en este Dios de nuestros padres!". Es por esto que Moisés se preguntará: “¿Qué Dios puedo presentar yo, qué es lo que le interesa de verdad a mi pueblo?” Y veremos cómo Dios no le da a Moisés una lección de filosofía sino que le revela el secreto de nuestra misión hoy.


Yo pensaba: ¿Cómo nos gustaría ver a Dios? ¿Quizás nos gustaría que Jesucristo apareciera resplandeciente en medio de nosotros? ¿Y quién nos testimoniaría que este señor aquí, con un traje blanco brillante, es Dios? Digo esto porque Dios no se puede ver, porque es el Invisible, no podemos ni siquiera representarlo con la imaginación, pero aunque se apareciera aquí vestido de blanco, sería necesaria la fe para poder reconocer que es Dios, como les sucedió a los apóstoles con Jesucristo. Y es maravilloso ver que en todas las apariciones de Jesucristo a los apóstoles, estos siempre están aturdidos, incapaces de reconocerlo. Una de las mayores pruebas de la resurrección es que Jesús les dice: "Id a Galilea, allí me veréis".


Una de las mayores presencias que tiene la Iglesia primitiva del poder de la resurrección, de experiencia de Jesucristo resucitado de la muerte, es en la evangelización. Y es maravilloso que hoy se nos dé el participar de la posibilidad de ver a Jesucristo resucitado. Por eso, en vez del miedo de ir a las casas como una obligación, como algo que se os pide, la Iglesia hoy, en el siglo XX, os da la oportunidad de ver a Jesucristo resucitado, de ver el poder de Dios en esta generación.



Por eso veréis que la palabra que ahora proclamaremos -el diálogo de Dios con Moisés- es el mismo diálogo que Jesús tiene con los apóstoles: "Id, allí me veréis". Moisés le pregunta a Dios: "¿Quién diré que eres? Dime el secreto de tu nombre, ¿qué puedo decir de ti?". Entonces Dios le dice: "YO SOY te envía".

Esta expresión: "YO SOY" no es para probar la existencia de Dios pura, abstracta, ni tiene nada que ver con la explicación filosófica de la existencia; es todo lo contrario. Es una cosa activa, es el verbo hebreo que significa SER, ESTAR PRESENTE; "Yo estaré presente, me haré visible, me veréis". Lo verán presente en la potencia de su obra; "Yo estaré contigo, Yo Soy".


Pero lo que Moisés experimenta ante Dios es esta forma de presencia, que es como el amor, que no tiene figura pero tiene vida; es dador de vida y de poder. Esto es a lo que la Iglesia nos llama a participar. La fe, la consciencia de Dios, la presencia de Dios no es una cosa abstracta ni el Credo es un conjunto de frases con verdades; sino que la fe que la Iglesia os está transmitiendo os está dando una participación en la vida de Jesús resucitado.

Estas no son teorías, ni frases, ni fórmulas; esta es una vida que brota y se manifiesta en vida y amor, y se expande dando vida, porque Dios está presente en su Iglesia y se comunica hoy a esta generación en la Iglesia. Por esto, por este modo de experimentar esta vida, porque la vida de la Iglesia es para el mundo, es justo que estemos llamados a ser canales de vida. ¿Cómo experimenta la vida una mujer? ¿Al dar vida a un hijo? Pues es lo mismo: la Iglesia experimenta la posesión de la vida, el poder que tiene de dar vida, engendrando hijos, evangelizando.


Veamos como Moisés, a pesar de estar en la presencia de Dios, dice que para él es imposible hablar. Y Dios le asegura que su Nombre (YO SOY) es el secreto de su envío, es que Él lo precederá con poder y con fuerza y ​​la palabra que dirá será, se realizará, se hará presente allí.

Para que veáis el sentido hebreo de esta expresión “YO SOY”, en una ocasión Dios le dice al profeta Oseas: “YO SOY ya no estará con vosotros, YO NO SOY para vosotros”. No significa que Dios deje de existir, sino que Dios no estará presente allí. Ahora le dice a Moisés: "Ahora me haré presente allí, me verás, actuaré". 


Nosotros también estamos viendo que Dios en este siglo está operando en la Iglesia; está actuando a través de nosotros y lo estamos viendo. Nosotros somos testigos hoy del impresionante poder que Dios tiene en el corazón del hombre, dándole vida, sacándolo de la soledad y de la angustia, abriéndole las puertas de la Resurrección y de la eternidad, llevándolo adelante con la inmensa alegría del sentido de la historia.

Nosotros estamos experimentando esta palabra de Moisés en la evangelización. Y hoy Dios os llama a experimentarla también a vosotros, porque veréis cómo esta manifestación de Sí mismo Dios nunca la hace a una sola persona, ni a Moisés se la hizo sólo para él; Moisés sirve de enlace para convocar a un pueblo, porque Dios siempre encomienda esta misión a un pueblo. Y no estaban solo los apóstoles en la evangelización, sino que fue la Iglesia primitiva la que evangelizó a todo el Imperio Romano. Es toda la Iglesia la que está llamada a evangelizar.

Por eso Jesucristo envía doce apóstoles y después setenta y dos: son números simbólicos, porque el 12 representa las 12 tribus de Israel (es decir que es un pueblo que Él convoca) y el 72 representa las lenguas de fuego del Sinaí, que es el anuncio universal para todas las naciones.


 Por eso, los que hoy están llamados a anunciar la Buena Noticia en esta generación no son los itinerantes, no son solo los sacerdotes: ¡es la Iglesia! Los otros son servicios del cuerpo que es la Iglesia. La Iglesia está llamada hoy a anunciar la esperanza y la vida en nuestra generación, y hoy se nos hace partícipes de esto.


Por eso os digo que es una alegría enorme poder participar en esta misión de salir por el mundo entero, como la Iglesia primitiva, ya no llamando a las puertas sino rompiendo la puerta e invadiendo de vida y resurrección a nuestra generación, porque Dios conoce sus sufrimientos. Escuchemos esta palabra de Moisés que se realiza hoy y se actualiza hoy para nosotros.

Esta celebración es una celebración catequética, es una catequesis que estamos dando a través de las lecturas, con signos que nos fortalecen, con una acción del Señor que está presente aquí. Escuchemos ahora esta palabra del Éxodo que se hace carne en nuestra asamblea. Vosotros sois ya un pueblo que tiene el oído abierto. En esta reconstrucción de la Iglesia que se debe hacer en cada generación, lo primero que estamos reconstruyendo es la asamblea, es lo primero que se debe reconstruir en la Iglesia. La gente no entiende nada, no tiene oído abierto, no hay una asamblea capaz de acoger la palabra.


Que esta palabra que ahora sale de la boca de Dios, esta palabra que proclama la Iglesia, descienda sobre cada uno de nosotros y tome cuerpo en nosotros.

Lectura: Ex 3, 1-14, 4, 1-17.

Kiko:

¿Qué significa esta palabra para nosotros hoy? Esta palabra se cumple hoy, se cumple perfectamente. ¿Por qué se cumple? ¿Cómo se cumple? Lo primero que hemos escuchado es que Moisés ve una zarza ardiendo, una zarza que arde y no se consume. Si quemas un papel, arde por un tiempo, pero después se consume, se apaga; él ve durante un rato  (no sé cuánto tiempo) que ese fuego sigue ardiendo, no se consume y cuando se acerca a ver este prodigio, Dios le habla desde el fuego. Esta zarza esta hoy delante de ti, esta zarza es la Iglesia.


Nosotros estuvimos en el monte Sinaí, en el monasterio de Santa Catalina, en el mismo lugar donde sucedió esto: los monjes han pintado unos iconos comparando a la Virgen María con la zarza (por eso hemos colocado ahí detrás un icono de la Virgen María).


La Virgen María pudo llevar en su seno al Eterno, al Inmortal, al que no se consume. Estáis delante de esta zarza que es fuego inextinguible, imagen del fuego inextinguible que es el Espíritu Santo, un fuego que no se consume. Estáis habituados a ver siempre en el mundo el fuego que se consume, la gente tiene un fuego, celo por algo, pero al rato se cansa. Vosotros habéis caminado durante nueve años y este fuego no se ha apagado. ¡No dais ningún signo de cansancio! El celo que el Señor me da por su casa es hoy más fuerte que el primer día, es un fuego que no se consume.


El Señor os ha traído hoy ante esta zarza que es imagen de la Virgen María, es la Iglesia que tiene dentro de este fuego que es el Espíritu Santo que no se consume. Han pasado dos mil años y la Iglesia no se ha consumido, está presente hoy aquí delante de vosotros. Dios os habla desde esta zarza que es la Iglesia. ¿Qué es lo que os dice? "He visto la aflicción de mi pueblo", he visto el sufrimiento de la gente. Conozco uno por uno los sufrimientos de tantísima gente y a vosotros os he llamado, os he traído aquí para que vayáis a liberarla del poder que la tiene esclavizada por el Faraón, por el demonio, por el egoísmo.


Moisés dirá: "¿Quién soy yo para ir a liberar al pueblo? (Tú, esta señora, la ancianita, el joven, el tartamudo que está aquí, todos decís lo mismo: "¿Quién soy yo para ir a liberar a la gente?"). ¡No me escucharán! Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob. No somos Testigos de Jehová, no somos una secta nueva; somos católicos, con el Papa, la Iglesia de siempre. Y Moisés dice: "¡No me creerán! Ya nadie en Egipto cree en el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob: todos se han olvidado de Él. Si vas a ver, verás cómo tu pueblo ahora es idólatra: el que no va a visitar el templo de Isis va al de Ra, ¡todos somos más o menos así!”. Hoy sucede lo mismo: hablas de la Iglesia Católica y la mayoría de la gente no te abre, ¡y ni siquiera quieren escucharos!


Moisés dice: "Dime algo nuevo, algo más importante", porque la Iglesia ya no interesa a la gente: lo que interesa es la política, los partidos, el dinero. La gente ya no cree en el Dios que estudió en la escuela, ese Dios ya no dice nada, ya ni siquiera van a misa. Si voy a hablarles de parte de esta Iglesia... ¡Fuera, nadie me escuchará! Mi primo no me escuchará, ni mis compañeros de trabajo ni mi tía: no veo posibilidad de que me entiendan. Si digo algo nuevo... ¡quién sabe! "Dime algo nuevo, algo nuevo que decirles".


Y Dios le dice a Moisés una cosa: Él le revela Su Nombre. "Yo soy el que es". Ya sabéis que esto significa: "YO SOY EL QUE ES, EL QUE ACTUARÁ, EL QUE ESTÁ PRESENTE, EL QUE SE MOSTRARÁ ACTUANDO".

Esta palabra “YO SOY” (que el mismo Jesús dirá muchas veces, y por eso querrán tirarle piedras) es tan importante que Israel solo puede expresarla con cuatro letras. Carmen decía antes que el profeta Oseas, para decir que Dios está enojado con su pueblo, dice: "YO-SOY ya no ES para vosotros", que significa: "Yo Soy (el que está en medio de su pueblo) YA NO ESTARÁ CON VOSOTROS".


'¿Cómo sabrás que Yo te envío a este pueblo? Porque actuaré, porque lo que tú profetices se cumplirá. Es más, te encontrarás con este pueblo aquí, en esta montaña, y se espantarán'. Si cuando empezaste a ir a la catequesis te hubieran dicho que durante nueve años te reunirías dos veces por semana, y que después de nueve años seguirías aquí todos, 40 hermanos, ¡no lo hubieras creído! Has estado en otros movimientos de la Iglesia y te has cansado, no has tenido constancia. "Yo Soy" significa: "Yo estaré".


"SABRÁN QUE YO TE ENVÍO PORQUE YO ESTARÉ CON EL PUEBLO: YO ESTARÉ EN MEDIO DE ELLOS Y ME VERÁN ACTUAR".

A pesar de esto, Moisés no quiere ir, dice que no lo escucharán (como tú dices: 'Me cerrarán la puerta, no me escucharán'): "No sé hablar, soy tartamudo". Insiste en que no le creerán: “Dirán que no es cierto que te me apareciste”, dirán que no es cierto cuando cuente mi experiencia, cuando diga que verdaderamente he visto una Iglesia…

 Ya os hemos preparado, hemos hablado con cada uno de vosotros para ver si sois testigos de la acción de Dios en vuestra vida. Si hacéis la celebración de la Entrega del Símbolo es porque hemos visto que Dios ha hecho una obra con vosotros. 'Muy bien, pero cuando yo diga esto no me creerán, dirán que no es verdad, que soy un estúpido, que soy un exaltado: no me creerán'.


Dios le dice a Moisés: "¿Qué tienes en la mano? Tienes un bastón: ¡tíralo al suelo!". Moisés tira el bastón y se convierte en una serpiente venenosa, una serpiente que da muerte: Moisés huye aterrorizado, lleno de miedo. ¿Qué significa esto? Dios le dice: "Agárralo por la cola". Alguna vez os he dicho que un músico judío, Schöenberg, compuso una obra llamada "Moisés y Aarón" en la que presenta muy bien esta escena. Presenta allí al pueblo, reunido, que no quiere escuchar a Moisés; entonces arroja el bastón y se transforma en una serpiente negra que se alza delante del pueblo y lo retiene como hipnotizado; la serpiente está aquí y el pueblo allí, nadie se puede mover: la muerte está entre el pueblo y Moisés.

¿Qué significa esto? Aquí también yo he puesto un bastón porque no hay cristiano que no tenga que predicar una cosa: ¡esta es nuestra vara, la Cruz! ¿Qué os prediqué cuando vine entre vosotros? Os hemos puesto delante de la muerte, de la cruz. Vosotros tenéis el poder de poner a la gente ante su realidad. Heidegger (un importante filósofo de nuestra época) dice que el hombre es “un ser para la muerte”, lo mismo que se predicaba en los ejercicios espirituales. Tienes que confrontar a la gente con su realidad. ¿Qué realidad? Que el hombre está asediado por la muerte. Y ante esta realidad, ¿qué tienes que anunciar? La victoria sobre la muerte, la Resurrección.


Cuando profetizamos entre vosotros, ¿qué dijimos? Que por el miedo que tenemos a la muerte todos estamos sujetos a la esclavitud del mal.

Y Cristo ha venido a asumir esto, a librarnos del poder que el demonio tiene sobre nosotros por el miedo que tenemos a la muerte. Cristo destruyó la muerte con su muerte, con su Resurrección. ¿Y cómo tenemos nosotros esta experiencia de que Cristo ha destruido la muerte? Ya lo sabéis: quien tiene dentro la vida de Cristo resucitado puede amar al enemigo. "Sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos", porque el que no ama a su hermano, el que no ama a un enemigo, todavía está en la muerte. ¿Por qué no puedes amar a tus enemigos? Porque el enemigo es el que te mata, porque tienes que defender tu vida. Si tú tuvieras dentro un amor que ha vencido a la muerte, que va más allá de la muerte, si hubieras descubierto que la fe es un don gratuito que la Iglesia te da sin tus puños, sin esfuerzo, podrías amar.


Primer signo: hay que profetizar sobre la realidad existencial de las personas, sobre la verdadera situación del mundo; hay que decirles que son esclavos por miedo a la muerte, son esclavos del dinero, no soportan a los hijos, no saben amar.


Pero id y anunciad que Dios no es indiferente a su sufrimiento, Dios no está sentado en una poltrona en el Cielo, sino que envía a su Hijo; y con su Hijo os envía a vosotros por las casas, con verdadero poder, para liberarlos, llevando una Palabra que se hace carne en quien la acoge, que se hace realidad en su vida. Primer signo: la cruz. El primer signo es el bastón que se transforma en serpiente de muerte, que da muerte. Quien no acepta esta cruz, quien la rechaza, continúa en la muerte.

Dios le da a Moisés un segundo signo: "Mete la mano en el pecho". Moisés mete la mano en su pecho y la saca leprosa. La lepra es una cosa horrible. ¿Qué significa esto? Que el que os envía tiene el poder de cambiar el corazón. Vosotros no sois mejores que nadie, sois testigos de que erais como ellos: "¡Mirad, mirad mi corazón lleno de lepra, lleno de pecado, lleno de malicia! He sido una persona apegada al dinero, he sido un fornicario, he sido...", lo que habéis dicho todos. Conocemos nuestra historia, sabemos la cantidad de mentiras y barbaridades que hay en nuestra historia: éramos ladrones, lujuriosos, mentirosos, pecadores. Sobre este pecado se ha manifestado el enorme poder de Dios que nos amó cuando éramos malvados. Esto debes predicar: tú eres testigo, esto ha sucedido en ti en favor de la persona que te escucha.


Si no te escuchan ni siquiera por este segundo signo (el signo de Dios que tiene el poder de quitar la lepra del corazón), hay un tercer signo (Dios le da tres signos a Moisés): “Tomarás agua y la tirarás al suelo y se transformará en sangre”. Para un judío, la sangre es símbolo de vida, es algo terrible; entonces este signo significa que si no escuchan tu predicación, su sangre caerá sobre ellos, se enfrentan su propia condena. Es la misma señal que dará Jesús cuando envía a los apóstoles: "Si no os acogen, sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos". San Pablo, cuando predicaba y no le escuchaban, decía: "Que vuestra sangre caiga sobre vuestra cabeza: os he anunciado la salvación, os he anunciado la vida".


Vosotros, hermanos, vais con este poder.


Que nadie aquí se mire a sí mismo. que nadie diga: "¡Pero si tengo 65 años y soy una tonta! Os hemos dicho claramente que Dios muestra su poder en la debilidad y que para anunciar el kerygma no es necesario ser sacerdote; para dar una homilía es necesario ser sacerdote, pero no para anunciar el kerigma. Para anunciar el kerigma, para ser apóstoles, son necesarias las tres cosas que os hemos dicho: ser testigo, ser enviado (y cada bautizado es enviado por el bautismo; es claro que mucha gente está bautizada pero no es testigo de nada) y perder la vida, ir sin nada; perdiendo la vida como la perderéis, como pequeños, como últimos, sin poder, de casa a casa, sin dinero.


Pero aquí todavía hay hermanos que se miran a sí mismos en lugar de bendecir al Señor que les ha dado la inmensa gracia de asociarlos a Su obra de redención; ellos están luchando con Dios.


A propósito de esta lucha con Dios, me gustaría leeros un midrash hebreo que hemos traducido para ayudar a los padres que están transmitiendo la fe a sus hijos durante la liturgia doméstica de Laudes el domingo por la mañana. Los midrash son como una forma de contar a los niños la Historia de la Salvación, el Antiguo Testamento, en forma de cuento.


Hay un midrash sobre Moisés que no quiere ir a predicar, y dice cosas muy interesantes (lee del libro 'Moisés contado por los Sabios' desde "Dios dice: El lamento de los hijos de Israel ha llegado hasta Mí" hasta "Ve y di a los hebreos: EL QUE ES está conmigo.").

EL QUE ES. Esto, hermanos, es lo más importante; sabéis que DIOS ES, porque en ningún momento ha faltado su presencia en la comunidad.


Bastaría que Dios dejara de estar con vosotros, bastaría que YO SOY dejara de ser YO ESTOY EN MEDIO DE VOSOTROS, e inmediatamente todo acabaría. Si por un momento Dios retira el deseo de preparar la palabra, el camino neocatecumenal desaparece. ¿Quién da la fuerza para reunirnos con los indios campesinos (porque tenemos comunidades campesinas), si en toda la comunidad solo cuatro hermanos saben leer? ¡Y se reúnen todas las semanas! Los mineros del Perú, los pobres de los pueblos de Zamora, ¿quién los hace ir todas las semanas a preparar? EL QUE ES: 'Yo Soy El que Es, El que está contigo, El que está presente'. El que aparece en la convivencia a pesar de habernos peleado, el que está. YO SOY.


Jesucristo dirá: “Id a Galilea porque allí ME VERÉIS”; Jesús nos precede en la evangelización. Veréis a Jesús que os precede en la evangelización. ¡Esto es inmenso, hermanos! Él está presente. ¿En qué convivencia no ha aparecido el Señor? ¿En qué convivencia no ha estado delante de nosotros, consolándonos?


Una de las cosas maravillosas que verás es que tocaréis al timbre y el Señor estará delante de vosotros: aparecerá. Iréis con miedo (gracias a Dios que iréis con miedo y preocupación, ¡ay del día en que no tengáis miedo y no os preocupéis!), pero veréis que Jesús está presente, está con vosotros. Podréis predicar y Él pondrá palabras en vuestra boca; abriréis el Evangelio (porque leeréis el Evangelio en las casas) y el Señor os hará entender la palabra.


No hay nada más grande, hermanos, que ver a Jesús vivo y resucitado que nos precede en la evangelización: "Id -dirá Jesús-, estaré con vosotros hasta el fin del mundo". "Entonces partieron y predicaron por todas partes, mientras el Señor obraba con ellos y confirmaba la palabra con los prodigios que la acompañaban" (Mc 16, 20).


Cantaremos ahora, como respuesta a esta palabra, "A la Víctima Pascual". Ha resucitado y nos precede en Galilea.

*

Monición a la segunda lectura (Carmen)


Ahora proclamaremos una lectura breve de la epístola a los corintios. Yo estaba pensando: Todo este lío de cosas que decimos aquí, ¿qué tiene que ver con el Credo? El Credo, esta fórmula que aprendimos de niños y que tanto hemos olvidado (como el "Dios de los padres", que parece que ya no sirve para nada) ¡que parece una fórmula antigua que no dice nada! Espero que en dos años no digáis esto, porque en estos dos años descubriréis muchísimas cosas sobre esta fórmula. Lo primero que quiero decir es que no es una formula.

Todo el Antiguo Testamento no es un escrito, sino que es un "credo". No es una escritura, sino un pueblo, y es un misterio que a pesar de todo este pueblo existe después de tantísimos años, con una idiosincrasia que sigue viva; Dios mantiene vivo al pueblo de Israel para que sea testigo de esta Palabra escrita aquí. Esto no es un escrito, porque hay un pueblo que da testimonio de una historia.


Y el credo de Israel, el corazón de todo el Antiguo Testamento, no dice más que una cosa: "Yo soy el Señor tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto"; y la confesión que Israel hará, y la hará tres veces al día es: "Tú eres Yahvé, nuestro Dios, que nos sacaste de la esclavitud en Egipto".


Entonces ahora veremos como Pablo -que es un judío enraizado en el Credo de Israel, que confiesa este Credo y persigue a los cristianos para defender a Dios- da testimonio de Dios, que Dios no está en el Olimpo, sino que es un Dios que está dentro de la historia del hombre. Yo siempre digo que esta tierra no está perdida por allí, entre las galaxias; que se está moviendo y moviendo. Y la tierra, a la velocidad a la que gira ahora, no la mueve ningún político, ni ruso y americano. Ni el destino del hombre depende de Jomeini ni de Carter, sino que es Dios quien dirige la historia de nuestra generación. Dios está dentro de nuestra historia.


Esto es lo que testifica Israel: no sólo que Dios existe sino que Dios ESTÁ PRESENTE. Son testigos: 'Dios que nos sacó de la esclavitud de Egipto' es el núcleo central del Credo que profesa la Iglesia (y que cantaremos hoy porque la Iglesia lo ha mantenido hasta nuestra generación y os lo entrega a vosotros).


El corazón de este Credo, que lo dirá ahora San Pablo, es lo mismo que para Israel.


 ¿Qué experiencia de Dios tuvieron los apóstoles, que eran judíos? "El Dios que nos sacó de la esclavitud de Egipto, el Dios que resucitó a Jesucristo de entre los muertos"; este es el corazón del Credo. La experiencia que los apóstoles tuvieron de Dios es que es Él quien resucitó a Jesús de entre los muertos.


Imaginaos si esto no es interesante para el hombre de nuestra generación. Os cuento muy brevemente otra cosa que dice este mismo midrash que os leyó Kiko. Dice el midrash que Moisés, en la aventura del Éxodo de sacar al pueblo al desierto (ya sabéis que hay una serie de momentos de rebelión, de murmuración, momentos en que lo quieren matar, de angustia, en que él mismo duda a pesar de la fuerte experiencia que tiene de la presencia de Dios, a pesar de haber visto abrirse el mar y tener tantas y tantas experiencias de Dios) al ver caminar a este pueblo que se rebela contra él y muchísimas cosas que le suceden en el desierto... el midrash lo transmite con una actualidad impresionante incluso para nuestra situación de hoy.


Dice el midrash que Moisés (como dicen también los Evangelios de Jesucristo) en las noches, cuando en el desierto todo el campamento dormía, él, con la inquietud de este pueblo que pesaba sobre sus hombros, salía solo a orar, a comunicarse con Dios Y dice que en una noche entró en una cueva (según el midrash la misma cueva que Elías visitará más tarde) y en esta cueva le dice al Señor: "Señor, es verdad que te has revelado mucho a mí, que me has hecho ver el esplendor de tu trono, pero Tú no eres el esplendor de tu trono. Tú vas más allá del esplendor de tu trono: ¿quién eres Tú? Es verdad que te he visto cara a cara, pero Tú eres más que tu rostro. Es verdad que he visto que eres el Poderoso y hemos visto Tu poder, hemos dicho que Tú eres el Amor, hemos dicho que eres la Justicia, que eres el Libertador. Sin embargo, todos los nombres que podemos darte serán siempre un poco más pequeños, y el más grande que nos has dicho: 'Yo Soy el que Soy', ¿no es, quizá, limitarte también? Muéstrame quién eres Tú, que yo pueda comprenderte, que pueda conocerte, que pueda verte, ¿quién eres?”.

Es decir, a pesar de toda la experiencia del pueblo de Israel de que Dios está presente, que Dios ES, sin embargo... todavía hay algo que llevar a plenitud. Este midrash es estupendo: dice que todavía estaba rogando cuando Moisés, saliendo de la cueva con esta gran ansiedad de que Dios se manifestara, de pronto cae en una terrible angustia al pensar y al ver que casi una generación había muerto en el desierto. Dice que se le presentaron las tumbas de todos los que habían muerto en el desierto (este midrash se refiere ya casi al final, justo antes de entrar en la tierra, cuando ya había preparado una nueva generación educada en la Torá para entrar en el tierra), de repente vio todas las tumbas y dijo: "¡Yo, Señor, soy un pastor que nunca he perdido una oveja, y tú me has dejado enterrar a un pueblo en el desierto!". Y habla el midrash que de repente vio abrirse todas las tumbas, vio la resurrección levantarse ante él. Es decir, la mayor manifestación que Dios ya ha dado es que le dice: “Tú estás conduciendo a este pueblo más allá de la muerte”. Él anticipa la resurrección de los muertos que es la obra que Jesucristo ha realizado. Por eso el Credo de San Pablo que ahora proclamaremos es una completa continuidad del Credo de Israel.


Decìa que el Credo no es una fórmula, pero lo vivimos como una fórmula. ¡Imaginaos las experiencias tan potentes de Dios y de Jesucristo que tuvo San Pablo, para anunciarlo y proclamarlo con la facilidad de palabra que debió tener, él que se pasaba noches enteras hablando! Y, a pesar de ello, se somete a una frase que dice: “Os transmito lo que yo mismo he recibido”. Imaginad que la Iglesia está evangelizando, porque no evangelizan sólo a los apóstoles: la evangelización se hace a través de toda la Iglesia, que es la que evangeliza. No son solo los sacerdotes los que evangelizan, ni los itinerantes; es la Iglesia, el pueblo que evangeliza. Fue Israel, disperso entre las naciones, quien anunció que Dios existe y que está presente en la historia del hombre. 


Es la Iglesia la que está llamada a evangelizar; somos nosotros los que tenemos el lenguaje, los problemas, estamos llamados a abrir la posibilidad de resurrección y de vida ante la esclavitud de la muerte. Imaginaos lo que era la Iglesia en evangelización sin haber escrito nada del Nuevo Testamento.

A los que nos preguntan: "¿Qué formación tienen estos catequistas?". Yo digo: "Lo que debes preguntar, lo que te debe preocupar es: ¿qué fe tienen estos catequistas?" Porque los apóstoles se propusieron evangelizar sin conocer las obras de Santo Tomás de Aquino ni de ninguna escuela teológica salmantina, sino con la experiencia de haber visto a Jesús resucitado. El que habían visto crucificado. ¡Imaginaos si interesa hoy que vosotros veáis resucitado a un muerto, si esto no interesa a nuestra generación del siglo XX! Jóvenes y viejos, hospitales, fábricas, políticos, americanos y rusos: ¡cómo no importa que sea verdad, que el hombre verdaderamente resucita de la muerte! ¡Y la tierra tiene una salida y la humanidad está llamada a la resurrección y a la vida!

Pensad en lo que digo: ¡una Iglesia en evangelización que no tiene escritos! (Nosotros mismos a veces nos preocupamos por lo que predican los itinerantes, en Japón o en cualquier otro lugar) Más tarde la Iglesia primitiva formuló, y no por escrito sino por formulación oral y litúrgica, algunas frases, algunas cosas. Y en el centro de estas frases estaba lo que dice San Pablo, que es la transmisión del Credo, y es el más antiguo que se conoce: "Os transmito lo que a mi vez he recibido: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras, y que resucitó de entre los muertos, según las Escrituras, que se apareció a este y a este otro, que dan testimonio". 


Este es el corazón de nuestro Credo, y debido a que no estaba escrito, en la Iglesia primitiva había una serie de formulaciones en la liturgia antigua, mucho más antigua que el Evangelio, hecha incluso antes de que se escribiera el Evangelio; eran resúmenes de la evangelización. Por eso, nosotros, antes de que los itinerantes partan al extranjero, les hacemos proclamar el Credo como signo de comunión de lo que predicamos. Es decir, la Iglesia tuvo, desde un principio, la necesidad de tener un esqueleto, una síntesis mínima de lo que era el contenido de la fe, como Israel que tiene poquísimas cosas como el Credo ("Dios que sacó de Egipto..."; "Abraham nuestro padre era un arameo errante..."), pero concretísimas.


Y estas formulaciones del Credo eran sobre todo para que una persona pudiera entrar en la Iglesia, después de que le había sido anunciado el Evangelio; tenía que hacer una confesión de boca (no se cree solo en el corazón), una profesión pública, externa. El Credo surge de estas confesiones en el Bautismo. Estas confesiones de fe son antiquísimas, no creáis que son fórmulas triviales.

Ahora, durante estos dos años, estudiaréis este Credo que os transmitimos hoy.


Se llama "apostólico" porque -aunque la fórmula tal como está se remonta al siglo V- su origen es muy antiguo: se encuentra entre los credos de la Iglesia de Roma para la ceremonia del Bautismo que también incluye, sin embargo, tradiciones mucho más antiguas, todas contenidas en el Nuevo Testamento. El Credo Apostólico es el más simple de todos. La Iglesia Oriental también tuvo otras formulaciones, pero en el fondo son siempre lo mismo. También está el Credo que decimos en la Misa, que tiene más florituras y más cosas porque tuvo que luchar contra las herejías del tiempo.

Ahora vamos a escuchar esta Palabra de San Pablo, que la Iglesia nos transmite hoy. Os digo que no es una fórmula, sino una transmisión de fe. Porque este Credo no es nada como una fórmula, lo que necesita es un cuerpo, una carne en la que encarnarse, hoy, porque Dios transmite la fe a través de un pueblo y no de un escrito. Hoy somos la carne en la que este Credo se hará realidad de fe. El Señor nos conceda que esto sea en nosotros conocimiento, vida y resurrección, esperanza de Vida Eterna. Somos la carne que encarnará esta fórmula en esta generación.


Lectura: 1 Cor 15, 1-8


Después de haber escuchado el Credo (Tres veces: "¿Crees en Dios Padre Todopoderoso?", "Creo", y se sumergía al catecúmeno. "¿Crees en Jesucristo su único Hijo...?" Y era sumergido de nuevo. "¿Crees en el Espíritu Santo?", "¡Creo!").

 

Después de haber escuchado esto que es lo que tendréis que anunciar y predicar (no se puede omitir nada), a partir de este momento empezaréis a estudiarlo. Sabéis que hasta este momento el Credo, en la Iglesia primitiva, no era conocido por los catecúmenos; no sabían que había una formulación de la fe breve.


Estaba prohibido escribirlo: era un tesoro para los cristianos, formaba parte del "arcano" de la Iglesia (como el Padre Nuestro) y no podían comunicárselo a un catecúmeno de una etapa inferior a la suya.


Toda la Escritura, el Antiguo y el Nuevo Testamento, se resumía en este Credo. Hasta este momento nadie podía conocerlo. Este Credo os lo ha entregado hoy la Iglesia: guardadlo celosamente.


Antes de ir a predicar, la Iglesia os hará un "envío". Escuchemos una brevísima lectura que nos prepara para este “envío”; vamos a escuchar lo que dice S. Pablo al respecto.

Rom 10, 8-17


Ahora hay un diálogo que la Iglesia, dentro del ritual, tiene con vosotros; si aceptáis ser enviados (ya os hemos visitado comunidad por comunidad) contesta: "Sí, aceptamos". Ahora, cuando yo os llame, os levantáis comunidad por comunidad y el Presidente os preguntará si aceptáis ser enviados por la Iglesia a predicar el Evangelio. Todos responderéis: "Sí, aceptamos". A quienes les hemos dicho de esperar no se levantan.


Ahora pasaremos al "envío" propiamente dicho, al exorcismo.


En el orden que queráis (los presbíteros se pondrán aquí delante) os acercáis a un presbítero, decís vuestro nombre y os ponéis de rodillas. El presbítero hará un exorcismo, no imprecatorio sino deprecatorio, como está en el ritual. No es para instar, para clamar al demonio, sino para pedirle a Dios que aleje de vosotros al demonio, porque se supone que el espíritu del demonio no está en vosotros, que ya vivís en gracia y que venís aquí con el Espíritu Santo. Se le pide al Señor que quite de vosotros al demonio que os puede llevar al error, que os puede llevar a la duda, os puede impedir cualquier obra de Dios, creando en vosotros la incredulidad. El demonio puede deciros de repente: “¿Qué estás haciendo? ¡Estás haciendo el idiota! Pero ¿qué estás haciendo por las casas?”. El demonio nos puede tentar, por eso la Iglesia os da la ayuda necesaria.

Una vez hecho el exorcismo deprecatorio que es eficaz, pidiéndolo a Dios, entonces imponiendo las manos sobre vosotros el sacerdote invocará al Espíritu Santo para que confirme en vosotros la palabra de fe en la Iglesia, para que este Espíritu os ayude a hablar, para que no habléis en vano sino con aquel poder y gracia con que Cristo ha liberado al mundo. Creed verdaderamente esto, que se realizará la bendición que se os da. Primero se hará sobre los presbíteros, y después os acercáis los demás.

***

ENCUENTRO PARA EXPLICAR CÓMO CONTINÚA EL CAMINO

DESPUÉS DE LA ENTREGA DEL SÍMBOLO


 

En este punto, dejáis las figuras bíblicas y comenzáis a estudiar el Credo, esto os ayudará a profundizar, a meditar en lo que haréis por las casas, y también a prepararos para la redditio. Ya sabéis que durante un año y medio o dos haréis esto, es decir, iréis por las casas de dos en dos predicando el Evangelio; después restituiréis este Credo a la Iglesia. Ahora la Iglesia os ha dado la "traditio": "redditio significa" devolver", devolver a la Iglesia este Credo hecho carne en vosotros, con los frutos que ha dado en vosotros.

Dividiremos el Credo en 12 artículos. Una leyenda muy antigua dice que los apóstoles, antes de separarse, quisieron resumir el contenido de la fe cristiana, entonces San Pedro comenzó a decir: "Creo en Dios Padre Todopoderoso Creador del cielo y de la tierra..." -es una leyenda, y como toda leyenda tiene algo de verdad- y los apóstoles, uno a uno, fueron recitando los demás artículos del Credo.


Santo Tomás de Aquino divide el Credo en catorce artículos (así se encuentran en el catecismo de Ripalda, si alguien lo ha estudiado); nosotros lo dividiremos en doce. Estos doce artículos son el contenido, el resumen de toda la fe cristiana. Cada mes estudiaréis un artículo. La comunidad se divide en equipos de cinco, por sorteo, y después de dividir la comunidad, se asignan los artículos a cada equipo, en orden. Si hay treinta y cinco hermanos en la comunidad, habrá siete equipos de cinco, ¿no? Entonces, como hay doce artículos, sorteáis los primeros siete artículos entre los siete equipos. Cuando se terminan los primeros siete artículos, se hace un nuevo sorteo de equipos y se asignan los otros cinco artículos.


Así que lo primero que tenéis que hacer es dividir la comunidad en equipos, por sorteo: esto lo debéis hacer en la próxima convivencia. El equipo al que toque el primer artículo del Credo: "Creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra", debe entregarlo a la comunidad y para eso debe estudiarlo, en los dos meses precedentes, como hicimos con las grandes etapas de la Historia de la Salvación. Habíamos estudiado muy seriamente, durante meses, las etapas de la Historia de la Salvación: se daba una catequesis, se hacía un cuestionario, etc. Cada equipo trabajó sobre una etapa, y lo presentó a la comunidad durante un mes; fue muy importante. Entonces, ahora hacemos lo mismo con el Credo que es el fundamento de la fe cristiana, es el contenido de todo el cristianismo. Quien conoce el Credo lo sabe todo: la "summa theologica", los dogmas, todo está contenido en el Credo. Si una persona cuestiona un dogma, se sale de la Iglesia, por eso todo es muy importante.

Este Credo es muy antiguo: la formulación de la que hablaba Carmen es del siglo V, pero sus raíces son más antiguas que los mismos Evangelios ya que para bautizar a una persona era necesario que profesara la fe en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo. "¿Crees en Dios Padre?", y respondía "Sí". "¿Crees en el Hijo?". "Sí". "¿Crees en el Espíritu Santo?". Decía: "Sí, creo". No era simplemente un sí, sino que cada uno tenía que decir por qué creía. "Creo en Dios Padre que ha creado todas las cosas, que es el Creador de todo y que nos ha dado dones...

Creo en Jesucristo su Hijo Unigénito, nuestro Señor, que verdaderamente nació de la Santísima Virgen María, en la carne" ( y no como decían los docetistas, sólo aparentemente, porque “Dios no puede sufrir”, porque “Dios es inmanente”, porque Dios no sé qué… El docetismo era una herejía de la Iglesia, que decía que Dios estaba en Cristo pero solo en apariencia: parecía que sufría pero no sufría, parecía estar encarnado pero no estaba encarnado, todo era apariencia.


Por esto San Cirilo y todos los Padres de la Iglesia tuvieron que luchar contra las herejías, porque tal vez a uno se le ocurría una cosa y como el pueblo era muy inculto, pues… si este hablaba bien, la gente le creía, y resulta que era una herejía. Por ejemplo Arrio decía que Jesucristo no era igual al Padre, porque en una frase del Evangelio dice: "El Padre es mayor que yo": entonces Arrio dio esta interpretación.


Por eso nadie puede interpretar la Biblia a su antojo: sólo la Iglesia puede interpretarla. La interpretación de la Escritura la posee la Iglesia, cuya cabeza suprema es el Papa con el colegio de todos los Obispos; esta interpretación de la Iglesia es infalible a través de los tiempos. Hay cosas que son opinables y otras que no lo son, no entremos en esto ahora. Dios ayuda a la Iglesia en este sentido y cuando alguien quiere interpretar la Escritura por su cuenta puede caer en errores muy grandes. Por ejemplo, como en el Evangelio le dicen a Jesús: “Aquí están tu madre y tus hermanos” podemos pensar que entonces Cristo tenía hermanos: entonces la Virgen no fue virgen porque tuvo otros hijos. Y ya se hace todo tipo de conjeturas. No es así: es necesario saber interpretar el Evangelio, saber que los parientes, entre ellos, se llamaban hermanos.

En esa época había muchas herejías porque el problema siempre es obedecer, y cada uno hacía su grupito aparte, su propio grupo y su propia iglesia, separándose de los apóstoles.


Por esto hay que estar muy atentos, decía San Pedro: las Escrituras no se pueden interpretar personalmente. En esto siempre tenéis una guía que es el libro de Leon Dufour, en el que han trabajado los más importantes exegetas y estudiosos católicos de esta generación, los que hicieron el Concilio Vaticano II, los que hicieron la traducción de la Biblia de Jerusalén; es decir, las personas más serias, los exégetas, los eruditos más serios del mundo de hoy han colaborado en este diccionario bíblico de Dufour. Es decir, estáis estudiando la Escritura a la luz y según la tradición de la Iglesia, a la luz de la interpretación católica; y además, a la luz de la mejor interpretación católica, ya que hay otras más dudosas. Pero no es casualidad que os hayamos dejado este libro: aquí tenéis una guía, porque nadie puede interpretar las Escrituras a su antojo. Aparte de esto, tienes al presbítero de la comunidad que tiene una misión docente, una misión magisterial.

Decía que el Credo es muy antiguo. Decía que las raíces del Credo son

 bautismales: se hacía una triple inmersión, como se hace todavía en el

 Bautismo de adultos. Nosotros hacemos la triple inmersión en el Bautismo

 de los niños, en la noche de Pascua, y el niño desnudo es alzado ante la

 asamblea. Es sumergido -como dijo el Concilio Vaticano II- porque el signo

 de la inmersión es más significativo en cuanto que signo: significa la

 muerte.

Y se sumerge tres veces, en memoria de los tres días en que Cristo estuvo en la muerte; tres días estuvo Cristo en la muerte, por eso se sumerge al niño tres veces, se hace una inmersión trinitaria: “¿Crees en Dios Padre Todopoderoso? ¿Crees en su único Hijo Jesucristo que nació de la Virgen María, que padeció bajo Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado y descendió a los infiernos, y al tercer día resucitó de entre los muertos?".

Hay quien dice: "Bueno, a mí no me gusta el hecho de que descendió a los infiernos, ¿sabes?

Y que resucitó, yo dudo mucho esto de la resurrección”, porque hay demonios escondidos en nuestro corazón. Pues nadie participa de la comunión de la Iglesia sin este Símbolo, sin declarar este Símbolo completo que se os ha dado para que lo estudiéis; os ha sido entregado para que lo profundicéis y lo practiquéis y sobre todo para que lo anunciéis.

Después nos lo devolveréis a nosotros hecho vida en vosotros, y veremos si realmente habéis negociado con ese talento o si tuvisteis miedo. “Te tenía miedo y lo he conservado”, dice uno. "Cinco talentos me diste y he aquí otros cinco que gané". “Tres talentos me diste y gané otros tres”. Y alguien dice: "Tuve miedo", alguien entre los que están aquí tiene miedo, "y sabiendo que eres severo lo he guardado", no ha negociado. Luego en la “Redditio” se le pedirá cuenta, porque dicen los Padres de la Iglesia, dice San Agustín cuando habla de este momento a una comunidad (porque nosotros estamos haciendo todo lo que la Iglesia ha hecho a lo largo de los siglos): “Aquí tenéis el mundo (y presentaba el mundo, hablaba del mundo con todos sus lujos, con todas sus cosas, con querer estar bien, con dinero) y aquí tenéis a Cristo despojado, perseguido, etc. Elegid hoy a quien quieres servir". Entonces la gente decía: "¡Cristo!". Esto es lo que hacemos en el 2º Escrutinio y que todo cristiano tenía que hacer para ser bautizado.

Entonces, este Credo es más antiguo; este Credo que os hemos dado es algo maravilloso, es estupendo. Y, precisamente, hemos tratado de no decirlo en la misa para conservarlo hasta este momento. Vosotros aún no lo diréis en la misa, lo diréis después de la redditio cantándolo como lo escuchasteis ayer; es decir, lo dirás después de que la Iglesia haya confirmado en vosotros: “Ya puedes pasar porque crees esto, y esto no es una teoría sino que es carne en ti. No solo crees en Jesucristo, sino que crees que Él está vivo, que está sentado a la diestra de Dios, y lo has experimentado. No solo creéis en Él, sino que creéis que Jesús envía el Espíritu Santo que está en la Iglesia y que en la Iglesia está la comunión de los santos, el perdón de los pecados, etc.”.

Os dejaremos algunos libros; es muy importante que os ayudéis mutuamente con los Padres de la Iglesia. Como los Padres de la Iglesia no interesan a nadie, casi como si no existieran, nosotros hemos tenido que reimprimir las catequesis de San Cirilo de Jerusalén, porque las necesitamos para las catequesis del Credo.

Las catequesis de San Cirilo sobre el Credo son orales, habladas, como cuando toman mis catequesis de la grabación y las escriben; son lo mismo: mientras San Cirilo hablaba, un copista escribía. Son catequesis orales maravillosas de San Cirilo, sobre cada artículo, y lo explica todo: son catequesis mistagógicas sobre el Bautismo, sobre los exorcismos, sobre cómo renunciaban, con la mano alzada, a Satanás: todo lo que habéis hecho vosotros. El Credo de Jerusalén es un poco diferente en su formulación del Credo Apostólico, pero el contenido es exactamente el mismo.

Según un fragmento de las catequesis de San Cirilo, el Credo, el resumen que tenían era: "Creemos en un solo Dios Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra y de todas las cosas visibles e invisibles (como el de Nicea, en este sentido es similar), y en un solo Señor Jesucristo, el Hijo Unigénito de Dios, que procede del Padre, Dios verdadero, antes de todos los siglos, por quien todo fue hecho, que vino en la carne e hizo hombre por medio de la Virgen y del Espíritu Santo. Fue crucificado, muerto y sepultado. Resucitó al tercer día, subió al cielo y está sentado a la diestra de Dios Padre y vendrá en gloria para juzgar a los vivos y a los muertos y su Reino no tendrá fin. Y en el Espíritu Santo Paráclito que habló por medio de los profetas. Y en un Bautismo de penitencia para la remisión de todos los pecados. Y en la Iglesia Católica, santa; en la resurrección de la carne y en la Vida Eterna y perenne". Es prácticamente lo mismo, cada Iglesia tenía un Credo con el mismo fundamento: el kerygma.

Entonces, si por ejemplo te toca "Fue crucificado, muerto y sepultado", lees la catequesis decimocuarta de San Cirilo y te dará algunas ideas. Estos señores, como hablaban para judíos que conocían todo el Antiguo Testamento, hacían todas las catequesis llenas de contenido bíblico.

No solo existe este Libro, debéis tratar de encontrar a los Padres de la Iglesia que hablan del Credo: hay muchos. Santo Tomás de Aquino tiene un librito para cada artículo del Credo; muchos Padres de la Iglesia hablan del Credo, analizan un poco cada fórmula. Incluso entre los modernos está el libro de Ratzinger y algunos otros. No hace falta que miréis mucho: sobre todo leed a los Padres de la Iglesia.

Una vez divididos por equipos (como os he dicho la comunidad se divide en equipos por sorteo) supongamos que al primer equipo de cinco hermanos le ha tocado el primer artículo: “Creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra”. ¿Cómo debería funcionar? El equipo comienza a trabajar principalmente con Dufour, buscando la palabra "Creer" o "Credo", "Padre", etc.. Se empieza a trabajar como hasta ahora. Os reunís cuando queráis y trabajáis buscando la palabra. Uno del equipo, que esté más acostumbrado a la lectura, se encarga de buscar los libros, de ver qué hay, y se lee tres o cuatro libritos del Credo buscando lo que dice sobre el artículo que les toca; lo subraya y cuando os reunís, pone en común con el resto del equipo lo que encontró interesante.

En eso el equipo tiene que trabajar con seriedad, porque tiene que transmitirlo a la comunidad; además, nadie puede saltarse nada aquí. Todos necesitáis conocer el Credo, es un servicio que el equipo brinda a toda la comunidad.


Así que imaginemos que el equipo ha terminado su trabajo, en mes y medio se ha preparado y ha llegado el momento. Se estableció, por ejemplo, que en el mes de abril tenían que empezar... y llegar el primer miércoles de abril. Para el primer miércoles este equipo ha preparado una celebración de la Palabra sobre el tema. Primero, un hermano hace una monición ambiental, no demasiado larga, máximo de 10 minutos; no es una catequesis, es una pequeña monición que dice en qué consiste el tema, resume lo más importante. Se hace la primera lectura, luego un canto; es una celebración normal de la Palabra, con cantos, y un Evangelio al final sobre el tema "Creo en Dios Padre".

El equipo ha elegido a un hermano que debe dar una catequesis sobre el tema en la misma celebración, una catequesis de 20 minutos; no debe ser media hora ni siete minutos. El librito de San Cirilo, ya que contiene estas catequesis orales, os puede servir para ayudaros en la catequesis.


Mientras estáis trabajando, ya que queda una semana y... "¿Quién va a dar la catequesis?" Todos dicen: "¡Yo no, yo no!", entonces se echa a suertes con un papel y a quien le toca, ¡le toca! El equipo debe ayudar a este hermano, debe ayudar a los que van a la arena en nombre del equipo, porque lo hacen en nombre del equipo; no habla ahí de lo que quiere, debe resumir todo el trabajo realizado por el equipo para hacer un servicio a la comunidad. Y es necesario que no digáis tonterías, ni se trata de dar vuestra experiencia; esta catequesis no es para dar vuestra experiencia: "¡Ah, qué maravilla! A mí me ha dicho tanto..." No. No se trata de dar vuestra experiencia sino de lo que realmente es una catequesis. Podéis usar de todo para prepararla: id a una biblioteca, leed, estudiad, sobre todo recurrid a la Escritura y el Señor os inspirará.

Después de la catequesis, otro hermano del equipo debe dar brevemente su experiencia personal, para que no quede solo en una cosa árida.


Dice lo que os ha dado a vosotros estudiar este artículo durante dos meses, que hay un Dios verdadero, que es Todopoderoso y que ha creado los cielos y la tierra. Debéis dar a la comunidad lo que habéis aprendido y que muchos hermanos no saben; tenéis que dárselo a la comunidad y no tratar de salir del paso con cuatro cositas dichas de algún modo, ¡no!

Entonces un hermano cuenta su experiencia personal. Después no hay eco de la Palabra, los hermanos no dicen nada en esta celebración; Ya son suficientes veinte minutos de catequesis y siete o diez minutos de experiencia del hermano a quien le toque darla.

Podéis preguntar a los hermanos que os preceden cómo funciona todo esto del Credo: ¡que os lo digan los de las otras comunidades! Es una de las etapas más maravillosas de la comunidad. La comunidad empieza a crecer y le gusta esta forma de trabajar, es mucho mejor que las figuras bíblicas que también tienen su misión; pero este es un momento muy importante. También está muy relacionado con lo que tienes que predicar por las casas.


Entonces, el primer miércoles hay celebración de la Palabra, un hermano da la catequesis y otro su experiencia; el Presidente recoge un poco, brevemente, lo que ha oído e invita a la oración, para que se responda a todo esto con la oración. Os dais la paz y se acaba.

El segundo miércoles os reunís en las casas; el equipo de turno ya ha preparado una liturgia doméstica con tres lecturas; os da tres lecturas preparadas (las puede fotocopiar), os da unas notas para cada uno, como le parezca, con las lecturas y algunas moniciones, como él prefiera. Después de dos meses de trabajo, el equipo se ha dado cuenta de que hay tres lecturas muy buenas, que no han dado el primer día. De todo lo que han estudiado, cuatro lecturas son para la primera celebración y otras tres las guarda para dar en las casas.


Os reunís en las casas y tenéis una liturgia doméstica seria. con estas tres lecturas, y respondéis a una pregunta que os hace el equipo, que os hago yo, es decir, os la hace el camino Neocatecumenal: "¿Crees en Dios Padre? ¿Crees en Dios Padre Todopoderoso, Creador del cielo y tierra?".


Así, en esta liturgia en las casas sois ayudados, porque un día tendréis que proclamar ante la Iglesia, en el presbiterio de la parroquia, por qué creéis en Dios Padre Todopoderoso Creador del cielo y de la tierra; entonces ya te estás preparando, digamos, ya estás reflexionando sobre esto. Cada uno de los cinco hermanos que están en una casa dice: "¿Por qué creo hoy en Dios Padre Todopoderoso? Creo por esto y por aquello". Otro dirá: "Yo creo por esto"; sin discutir, cada uno dice por qué. Al final, se comenta un poco, se hacen las oraciones y os vais a casa: ¿de acuerdo?

Es muy importante reflejar el Credo en tu historia. Como siempre, en estas reuniones en las casas los cinco del equipo se dividen cada uno en una casa, para ver cómo responden los hermanos, y en las celebraciones domésticas están ahí como un hermano más.

Para el tercer miércoles (sólo hay tres celebraciones del Credo al mes) el equipo se reúne y prepara una celebración conclusiva sobre este mismo artículo: en esta celebración de la Palabra hay un eco de todos los hermanos que quieran hablar, la homilía del presbítero.


En esta tercera celebración es muy importante que los otros dos o tres del equipo que no han hablado sean los primeros en contar su experiencia de todo este trabajo. Hay un hermano que ha dado la catequesis, otro ha dado su experiencia; hay tres que no han dicho nada, o sea, han dado moniciones y algo más, pero conviene que digan también su experiencia personal del tema. Entonces, en el eco de la Palabra hablan ellos primero brevemente; después los que quieran añadir algo lo hacen, luego está la homilía, como una celebración normal de la Palabra.


El cuarto miércoles, se continúa con los salmos. De esta forma se alterna una celebración en las casas (salmo o cuestionario) y otra en comunidad. Después, en la convivencia del mes, hay que comentar lo que pasa en las casas que vais a visitar, y también comprobar un poco lo que ha significado el estudio del Credo, respondiendo un poco a las preguntas; esto también sirve para el equipo que viene después, para mejorar, para intentar hacerlo mejor.


Ahora veamos cómo ir a las casas. Lo primero necesario es que el párroco delimite el área de la parroquia: lo pueden hacer el párroco y los responsables, por casas, calles, con un mapa, como queráis. Después os dividís de dos en dos: dos mujeres y dos hombres. Si la comunidad tiene un número impar de hermanos, se forma un equipo de tres (tres hombres o tres mujeres) para que nadie se quede solo. A continuación se sortean las calles, como los equipos, procurando que en el equipo haya un joven con otro no tan joven, por sorteo. 


Cuando os hayan asignado una calle, sois responsables de todas esas familias; durante un año permanecéis en el mismo equipo, es decir, sois responsables de la zona que os ha tocado. Es muy importante que lo hagáis bien, con mucho celo, sabiendo que el Señor os envía a esas familias: sois vosotros los que debéis llegar a esas familias. El Señor os pedirá cuentas de que os ha encomendado una misión y no la habéis cumplido; por reparo, por miedo, porque no quisisteis. Recordad la parábola de los talentos: “Tuve miedo y los escondí…”.


Esta misión es muy importante, y que empiecen a amar estas familias. A ellos os ha enviado el Señor, os ha enviado como envió a Jonás a Nínive; y Jonás no quería ir, dijo que no le escucharían, que le iban a matar. Dice: "Si empiezo a decir que se conviertan, me dirán: ¡Conviértete tú!". Jonás no quiere ir y huye, pero Dios lo persigue y sabéis que lo tiran por la borda, la ballena... ¡Todo un lío! Es imposible escapar, porque Dios lo ha llamado y debe ir a Nínive.


Jonás ve que es peor huir de Dios que obedecerle, porque se sufre más, y al final obedece y empieza a predicar en Nínive: ¡y el pueblo se convierte, escuchándolo el pueblo empieza a convertirse!

Y él, que estaba profetizando que el fin del mundo vendría en tal día, se sienta debajo de una higuera esperando el fin del mundo y resulta que no llega. Entonces, ¡claro!, se enoja con Dios: “¿Cómo es posible que me mandes aquí para hacer el ridículo? ¡Vengo a decir que llegará el fin del mundo y sucede que no llega!”. Y Dios le hace ver que el fin no llegó porque Nínive se ha convertido. Él solo estaba preocupaba por sí mismo, que tal vez alguien le dijera: "Oye, tú, nos asustaste y ahora..." y si lo hubieran encontrado en la calle lo habrían golpeado.


Vosotros sois profetas, vuestra misión no es convertirlos: que se conviertan o no es asunto de ellos. Vuestra misión es llegar para anunciar el Reino de Dios.

Antes de ir a las casas, os reunís en una casa, rezáis Vísperas con el salterio, leéis una lectura de los Hechos de los Apóstoles, un kerygma. El kerygma es la predicación del Credo, la predicación del Misterio de la Salvación. Anunciar cualquier cosa no es anunciar el kerygma. Si tomáis los Hechos de los Apóstoles, veréis que los apóstoles predican el Credo a la gente.

Pedro y los Apóstoles estaban muertos de miedo, pero cuando en Pentecostés desciende el Espíritu Santo e inunda sus corazones y les quita el miedo (el Espíritu Santo quitó el miedo de su corazón, lo digo por si alguien todavía tiene miedo); no se preocuparon más: abrieron las puertas y comenzaron a predicar al pueblo, partiendo las Escrituras. Eso sí, predicaban a los hebreos y siempre partían de lo que estaba escrito: “Judíos y habitantes de Jerusalén, que esto os quede claro, prestad atención a mis palabras. Estos no están borrachos (porque estaban llenos del fuego del Espíritu Santo) como suponéis, ya que es la hora tercera del día (eran las 9 de la mañana).

Pero sucede lo que el profeta anunció: "En los postreros días derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes tendrán visiones y vuestros ancianos soñarán sueños. Derramaré mi Espíritu sobre mis siervos y siervas, habrá prodigios en lo alto del cielo y señales en la tierra: el sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre, antes que llegue el gran día del Señor. Entonces todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo". El pueblo conocía muy bien al profeta Joel, lo leía siempre en las Escrituras: así como vosotros estáis estudiando Isaías, Abdías, etc., también ellos estudiaban e investigaban las profecías: "¿Cuándo se cumplirá esta profecía? ¿Cuándo tendrá lugar esta otra?”, decían. Joel también había dicho: “Cuando llegue el Mesías, el Espíritu Santo no se quedará en una persona (así como en un San Antonio Abad, un San Francisco de Asís, ya que parecía que solo estaba en los santos. ¡No!), sino en todo el pueblo”, en una comunidad.

Esta fue una renovación de Juan XXIII, del Concilio Vaticano II, porque antes -como todos eran católicos- había desaparecido del pueblo el espíritu comunitario. Todo el pueblo debe profetizar, todo el pueblo.


Entonces San Pedro, que no es profeta ni hijo de profetas ni nada por el estilo, es un pescador con las manos callosas, llenas de callos, sin mucha educación, empieza a profetizar, empieza a hablar de Dios y de Jesucristo, ¡profetiza a todos! Y dice: "Esto sucede, porque las Escrituras se han cumplido".

Es el Espíritu Santo que toma un pueblo y todo el pueblo es profeta. Somos un cuerpo que es el Cuerpo de Cristo, donde cada uno tiene su ministerio, tiene su misión. Yo no soy más santo que vosotros, soy un servicio para vosotros; esta hermana que está allí puede ser más santa que yo; la santidad es otra cosa: es Amor. Yo estoy haciendo un servicio por vosotros, como tú estás haciendo un servicio por mí, como Pedro hace su servicio.

¡Porque la Iglesia no es una democracia, esto es falso! Hoy muchos curas están pervertidos: vas para allá y te dicen que allí no hay párroco, “aquí todo es democracia, aquí nadie manda”. ¡Todo es democracia! ¡Falso! Nuestros itinerantes dicen: "Es falso, estáis fuera de la Iglesia". Se lo dicen en la cara, porque esta no es la Iglesia de Jesucristo. La Iglesia no es una democracia. Cada vez que la sociedad inventa algo, esto entra en la Iglesia: el mundo siempre la infecta. Y como los sacerdotes son hombres, y como ahora está de moda la sociología, pues... que vengan y pongan la sociología en la Iglesia. ¿Está de moda el comunismo? ¡Ven y pon el comunismo! ¿Estaba de moda antes la filosofía tomista o la filosofía helénica? Que vengan a meter todo dentro de la Iglesia, a infectarla, siempre.


La Iglesia no es una democracia, la Iglesia no es una monarquía. LA IGLESIA ES UN CUERPO, que es diferente. ¿Qué es un cuerpo? Aquí aparece un cuerpo donde hay manos, donde hay cabeza, donde hay diferentes ministerios, cada uno con su función en el cuerpo. Esto es lo que ha sido revelado; la Escritura no dice que nosotros, la Iglesia, seamos una monarquía. La Iglesia es un cuerpo. Sí, así dice la Revelación, la Palabra de Dios. Donde hay un cuerpo debe haber una cabeza. En el cuerpo no se hace nada sin la cabeza; la cabeza sola no puede caminar, necesita pies: entonces si el Obispo quiere caminar necesita pies. El Obispo me necesita, como yo necesito al Obispo. Y las decisiones no se toman así, por democracia: ¡no se juntan manos, pies, ombligo y corazón y deciden entre ellos! Digo esto para vuestra formación, porque hoy hay mucha confusión. Hay cosas que son buenas en cada época, que pueden servir al Cristianismo, y otras que no sirven, que en vez de servir al Cristianismo lo empobrecen y lo disminuyen.

El kerygma de San Pedro continúa: "Israelitas, escuchad estas palabras: Jesús el Nazareno, hombre acreditado por Dios delante de vosotros con milagros, que fue entregado según el diseño predeterminado por Dios... vosotros lo matasteis en la cruz por la mano de los impíos. Pero Dios lo ha resucitado, liberándolo del poder de la muerte, porque no le era posible que permaneciera bajo el dominio de la corrupción y de la muerte, pues David dice de él: 'Contemplo siempre al Señor delante de mí, porque él está a mi diestra, para que no desfallezca, por eso mi corazón se regocijó y mi lengua exultó, y mi carne también reposará en la esperanza de que no abandonarás mi alma en el infierno ni permitirás que tu santo experimente la corrupción'. Permitidme, hermanos, que os diga que el patriarca David murió y fue sepultado y su tumba está entre nosotros, y vio la corrupción. Entonces, ¿de quién hablaba este David?".


Así predicaban. Pedro decía: "Si David dice: 'Tu santo no experimentará corrupción, ¿a quién se refería? Porque David está muerto y sepultado y corrompido; la tumba de David todavía está en Israel. ¿A quién se refería, entonces? A Jesús, que no ha experimentado la corrupción”.


Y prosigue: “Permitidme deciros con toda libertad que el patriarca David murió y fue sepultado y su tumba aún hoy está entre nosotros. Pero como era profeta y sabía que Dios le había asegurado con juramento que en su trono se sentaría un descendiente de su sangre, vio a Cristo de lejos y habló de su resurrección (el kerygma siempre anuncia la resurrección, la victoria sobre la muerte); Cristo no fue abandonado en el hades, en la muerte, ni su carne experimentó la corrupción. Dios ha resucitado a este Jesús, y de esto nosotros somos testigos (nunca se anuncia el kerygma sin decir "yo soy testigo de esto con mi vida").

Resucitado a la de Dios, resucitó al tercer día y está sentado a la diestra de Dios. Ha recibido del Padre el Espíritu Santo (¿Sabes? Yo no creo en el Espíritu Santo, no lo entiendo..., dice uno que va a predicar y no predica el Espíritu Santo), lo ha derramado sobre nosotros como podéis ver y oír. Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros crucificasteis”.

LO HA CONSTITUIDO SEÑOR, SALVADOR NUESTRO. Un kerygma, ¿veis? Un modo estupendo de predicar. A partir de lo que están viendo (están viendo un milagro: gente humilde que profetiza, el don de lenguas), a partir de ahí dice: "¿Por qué profetizan estos? Porque Cristo está en el cielo y les envía el Espíritu Santo", a gente pobre, a gente inculta y pecadora.


Los curas de Madrid no tienen más remedio que reconocer que aquí pasa algo: ¿qué pasa? Esta gente que es capaz de ir a predicar por las casas... “¿quién os paga? Lleváis nueve años aquí, habéis vendido vuestros bienes”. “Algo está pasando aquí, algo está pasando”. ¡Esto no es normal, esto no sucede normalmente en la Iglesia, nunca! Para conseguir que una persona se sacrifique un poco, hay que exigir y exigir, y nada, ¡nada! Para lograr que la gente venga a dar catequesis a los niños... ¡Madre mía! ¡Y estos no solo dan catequesis sino que se van a predicar, venden los bienes (millones que se reparten entre los pobres) y venga a rezar y hacer reuniones! ¿Quién les da la fuerza? ¿De dónde viene esta fuerza? ¿Quién los está conduciendo? ¿Qué es esto? Todos se quedan con la boca abierta.

Esta es la prueba de que algo está pasando aquí. Y, claro, allí sucedía lo mismo: pasaba algo.

 Y Pedro dice: "Esta es la prueba de que Jesús..." ¿Qué está descubriendo la Iglesia? Que hay un carisma. ¿Qué es un carisma? Que Dios está enviando su Espíritu, que el Espíritu Santo está moviendo algo. El viento se siente por el rumor que hace, por el estruendo que hace; cuando escuchas el movimiento de las hojas, significa que sopla el viento. Cuando la Iglesia comienza a moverse, el Espíritu Santo de Dios está empezando a soplar algo en una dirección; significa que Dios quiere hacer algo en esta generación.

¿Y cómo se sabe que es Dios? Porque es una cosa que viene del cielo, no es una cosa humana. No soy yo, hermanos, porque en realidad la comunidad que habéis catequizado os ha conocido a vosotros, no me conocen a mí, como en tantos otros lugares.


¿Qué pasa con todas las comunidades en América, en Japón, en Australia? Es gente que no me ha conocido, o sea, no es cosa mía. ¡Y los itinerantes, tal vez son itinerantes que ni siquiera he catequizado yo, ni los he metido en un seminario, modelándolos a mi gusto! Y a pesar de eso, uno va a Perú y se queda con la boca abierta porque ve en las comunidades el mismo el espíritu que está aquí.

Y están formados por uno que ni siquiera he catequizado yo . Uno va a Japón y está entre los japoneses como si estuviera en su casa: es decir, ¡algo pasa! Es que Dios está actuando.

Entonces, aquí tienes un kerygma. Más adelante, cuando San Pedro cura a un paralítico, hay otro kerygma. Después hay uno de San Pablo en Antioquía, y otros más. Entonces ya estáis reunidos en una casa: rezáis las Vísperas, leéis el kerygma y hacéis una oración al Señor. ¡Y no os preocupéis, porque tenéis que perder la vida! El día que no tengas miedo te diremos: “¡No sirves! No vales: porque si no perdéis la vida no sois testigos, ¡no servís!”.

Aquí no sirven los profesionales de la palabra, de la religión; cuando ya se saben todo de memoria y hacen la catequesis mecánicamente, ¡no sirven! Yo estoy contento porque cada vez... mañana tengo otra convivencia, otra (debe de ser la 500) y ya estoy preocupado por la convivencia de mañana: ¿es posible? Todavía tengo miedo, nunca me acostumbro. 


Con la catequesis pasa lo mismo: es decir, el día que tienes que dar una catequesis te duele el estómago y no puedes comer. A todos les pasará lo mismo, ¡tendrán miedo, mucho miedo! ¡Gracias a Dios! Porque el Señor dice: Al ir se va llorando (si el Señor así lo dijo, ¿cómo es posible lo contrario?) y al volver se viene cantando", es decir, vas llorando y volverás cantando.


Llevaréis una carta del párroco. También me gustaría que el responsable os diera una fotocopia de lo que ha dicho el Papa Juan Pablo II a las comunidades Neocatecumenales, por si quisieran leerlo o para cualquier caso, porque les puede ser de utilidad.

Para que no os confundan con otros, decid: "Venimos de parte de la parroquia, no tengáis miedo, venimos a traeros una Buena Noticia. ¡Una Buena Noticia! No tengáis miedo". Y cuando os dejen pasar debéis decir: "¡Paz a esta casa!". Debéis saber algo que dijo el Señor: cuando decís "La paz" (es como un sacramento decir "la paz"), si hay allí algún hijo de paz, vuestra paz irá a él, se posará sobre él; y si no hay un hijo de la paz, se os retornará duplicado. ¡Así tendrás más alegría que antes, saliendo de la casa donde te han echado!

Esto lo experimentaban los itinerantes, cuando sacuden sus sandalias; esto lo dice el Señor en el Evangelio, no creáis que son tonterías. Vosotros anunciáis la Paz.


Siempre está el "astuto" que tiene miedo, que piensa que es mejor decir: "¿Cómo está? Perdónenos la intromisión, entiendo que es muy tarde, me doy cuenta de que esto es un asalto: lo comprendo, somos personas educadas, no tengan miedo, no venimos a robar, etc.”, y siempre adelanta las manos. Cuando le propusieron a San Francisco cambiar el saludo, porque decían que la gente no lo entendía, él respondió: "No tocar las cosas de Dios, ¡fue Dios quien dijo que debemos decirlo!".


Id con humildad porque esta misión no es vuestra: vais enviados en el nombre del Señor y debéis ir como pequeños, COMO PEQUEÑOS. Lo más importante es ir como Siervo de Yahvé. El Señor dice que Él primero vino en humillación y luego regresará en gloria.


Hay dos figuras en el Antiguo Testamento: el Siervo de Yahvé y el Hijo del Hombre, dos figuras proféticas sobre Cristo. Uno es el Siervo de Yahvé: despreciado, rechazado de los hombres. ¿Sabéis esto, verdad? Es del profeta Isaías. Y hay otra profecía de Daniel, que habla del Hijo del Hombre que aparecerá en un carro con los serafines. Una figura como Hijo del Hombre sobre las nubes del cielo. Un profeta ya ha visto la segunda venida de Cristo.

Cristo se dio a sí mismo un nombre cuando estuvo en la tierra; se llamó a sí mismo de una sola manera: Hijo del Hombre. En el Evangelio dice: "... y veréis al Hijo del Hombre”. Cristo habla constantemente del Hijo del Hombre, es el nombre que toma para sí. Porque era un nombre misterioso, en la época de Cristo no se sabía interpretar esta profecía. Isaías, cuando habla de este hombre que sufre (la profecía del Siervo Sufriente), ¿a quién se refiere?, ¿se refiere a sí mismo, ya que fue torturado?, ¿se refiere al pueblo hebreo que fue perseguido? ¿Se refiere al Mesías? ¿A quién se refiere? Uno de la escuela de Gamaliel decía que se refería a uno, uno de otra escuela decía que se refería a otro, y había muchas interpretaciones sobre las profecías, sobre los cuatro cánticos del Siervo de Yahvé, pero no se sabía exactamente.

Lo mismo sucedía con el Hijo del Hombre. ¿Quién es este Hijo del Hombre? ¿Es el Mesías? ¿Es el pueblo de Israel? ¿Quién es este Hijo del Hombre? No se sabía interpretar. Cristo vino y en él se unieron las dos figuras. Es el Siervo de Yahvé: ¿en qué se basaba la predicación de la Iglesia primitiva? Sobre el Siervo de Yahvé. La misma catequesis que damos nosotros.


 Para bautizar a un hombre, ¿qué se le pedía? Que reconociera a Jesús como el Siervo de Yahvé.


Cuando Dios envía al apóstol Felipe a ese eunuco, le dicen: "Allí anda un eunuco, leyendo al Siervo de Yahvé" (porque era un prosélito judío: prosélito significa 'no de raza judía'; cuando los judíos admiten a uno que no es judío y puede convertirse al judaísmo, entonces lo llaman prosélito: primero debe bautizarse en la mikvá, donde se baña como en nuestro bautismo).


Bueno, mientras leía a Isaías (porque era un prosélito y los judíos son personas muy religiosas que leen la Escritura siempre, incluso cuando viajan, hacen lectura continua. Entonces éste, como buen judío, estaba leyendo la Escritura durante su viaje y en este momento le tocaba leer Isaías 53 que dice: Despreciado, desechado de los hombres, varón de dolores...).

El Espíritu Santo tomó a Felipe y lo llevó donde estaba el eunuco a quien le dijo: “¿Entiendes lo que lees?” (Así está escrito en los Hechos de los Apóstoles). Y el eunuco dice: “¿Cómo podría entenderlo si nadie me lo explica?” (Está claro, esto no lo entendía nadie, era una cosa oculta.) Y partiendo del Siervo de Yahvé le anunció a Jesucristo. Es decir, la Iglesia primitiva partía del Siervo de Yahvé para anunciar el Cristianismo (testimonio: los Hechos de los Apóstoles), como lo hacemos nosotros: sobre este despreciado, rechazado de los hombres, han caído todos nuestros pecados y nuestras culpas lo demolieron.

Era tan repulsivo, como alguien frente a quien uno se tapa la cara, frente a quien dice: '¡Sácalo de ahí! ¡Qué asco!’, lleno de sangre, ¡un horror! "Ecce homo": Pilato lo sacó fuera. Y la gente dijo: "¡Quitadlo!" Fue torturado, cubierto de sangre, cubierto de heridas. Un hombre torturado, todo hinchado, es una cosa monstruosa: la gente no quiere verlo: "¡Quítalo de ahí!". Por eso dice (ya estaba profetizado): "Aquel ante quien uno se cubre el rostro. Despreciado, hombre de dolores, el que conoce todo sufrimiento. Pero fue Él quien tomó sobre sí nuestros pecados, fue Él quien cargó nuestros dolores, nuestro castigo cayó sobre Él y nosotros hemos visto la paz.


Y se decían unos a otros: "¿A quién se refiere esto?", porque como estaban esperando al Mesías sobre un caballo blanco -digamos- o en un reactor, en algo así, fantástico, entonces no comprendían; cuando vino en la pobreza no entendieron. Y Jesús vino ante todo humildemente. ¿Hay tres venidas? La primera es cuando viene en la carne ¿Cuál es la segunda? Ahora, cuando se predica. ¿Por qué una familia que no cree en Cristo, escuchando tu voz, en este momento, entra a Cristo en su vida y su vida cambia? Cristo entra en esta familia, Cristo ya ha llegado a esa familia. Antes solo había dinero, disgustos, divisiones, tensiones: ahora entra Cristo y esta familia cambia. Esta es la segunda venida. Y la tercera es cuando venga en gloria.

La primera y la segunda deben hacerse en la humillación. Por eso Jesucristo dice: “Id sin bolsa, sin alforja, sin bastón, sin dinero, sin sandalias”. Imagínate que dice que vayan sin zapatos, que quiere decir ir a la pobreza absoluta, quiere decir sin nada, los últimos. Uno tiene que ir sin zapatos, sin bastón, para viajar se lleva un bastón, se llevan zapatos, se lleva una alforja, al menos se lleva algo de pan. Nada, ni alforja, o sea, quiere que vayan casi desnudos ¿Qué significa esto?

Quiere decirte que te tienes que ir así, perdiendo la vida, como los últimos. De lo contrario no se puede predicar el Evangelio, porque el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza. Como pequeños; por eso cada vez que habla de los enviados a anunciar el Evangelio los llama "pequeños": "¿Quién dé de beber un vaso de agua a uno de estos pequeños..."? ¿Por qué son pequeños? Porque ocupan el último lugar social, porque no tienen nada, en este momento no tienen nada; no tienen bolsa, no tienen bastón, no tienen zapatos, no tienen casa, no tienen nada, están peregrinando. ¿Qué es peor que un hombre que no tiene dónde dormir? Aquí, en sociedad ocupa el último escalón.


"El Hijo del Hombre no tiene donde recostar la cabeza", no tiene donde dormir. ¿Veis? Jesucristo se llama a sí mismo el Hijo del Hombre. Él dice: "Las aves del cielo tienen nidos y las zorras tienen madrigueras, pero el Hijo del Hombre (hablando de sí mismo) no tiene dónde reclinar la cabeza". Después Jesucristo recostó su cabeza: ¿dónde la recostó? En la cruz. Por eso nosotros queremos que los itinerantes no tengan dónde reclinar la cabeza, y debemos quedarnos allí, en la casa de uno, en la casa de una viuda, en la casa de otro; vives "de paso" y al final, aunque te crean un santo, al final se cansan porque no eres su hijo, porque no eres su cuñada. El Señor siempre permite que se cansen de nosotros.


Si recibes humillaciones, acéptalas porque vienen del Señor.

Si te ofrecen algo, un café, una cerveza, acéptalo. Si te dan dinero, no lo aceptes, pero si después de hablar te ofrecen una copa u otra cosa, puedes aceptar. Si llega a vuestro palacio un hermano que ha ido a predicar y pasa por vuestra casa, acogedle como a Jesucristo: podéis darle algo y escuchar su kerygma. ¡No os avergoncéis delante de un hermano de la comunidad de predicarle a Jesucristo! Lo que tienes que hacer es invitar a tus familiares porque es muy importante, Jesucristo entra a tu casa; “Quien os recibe a vosotros, me recibe a mí”, dice Jesucristo, “y cualquiera que dé de beber un vaso de agua a uno de estos pequeños que creen en mí, no se quedará sin recompensa”. Entonces tienes la oportunidad de recibir una recompensa del Señor: ¡no todos los días puedes recibir a los enviados del Señor, no todos los días puedes recibirlos en casa


Tal vez en algunas casas te cierren la puerta en las narices, o miran por la mirilla y no quieren abrir; en otra no hay nadie, en otra no sé qué... Bueno: quizás al final haya alguien que te abre; basta uno que te abra, entras y te quedas con él una hora, media hora o 20 minutos. En las casas donde no hay nadie puedes volver otro día; toma nota: debes tener un cuaderno. Una cosa que tienes que preguntar dónde te reciban es si tienen algo en contra de que vuelvas en otro momento; has traído la salvación a esta casa y si vuelves otro día ¡mejor que mejor!

Es decir, es conveniente que tengas tu propio esquema de la zona que te ha tocado y apuntes las familias que te han acogido. Además, el Vicario dijo ayer que le gustaría tener un encuentro con vosotros dentro de seis meses, en primavera, para que le cuentes un poco la experiencia de las familias que has visitado, que te han acogido; dijo que, si estáis de acuerdo, el próximo año podríais invitar a las familias que os han escuchado a un encuentro con él: esto para ayudaros en vuestra misión, etc. Normalmente no hacemos esto, pero podemos experimentar, intentarlo. Me parece muy bonito que el Vicario Episcopal de la zona esté contento con lo que haréis y quiera seguiros, conocer vuestra experiencia.

¿Alguna pregunta? 


PREGUNTAS:

¿Cuántas veces a la semana hay que salir por las casas?

Un día a la semana.


 

En caso de no ser escuchados, ¿se deben sacudir las sandalias?

No, no es necesario que os sacudáis las sandalias; no hace falta porque ese es un gesto más duro para cuando se va a inaugurar la Iglesia y la rechazan: aquí, en el barrio, la Iglesia está instituida. Sin embargo, si no os acogen, podéis decir: "Aunque tú no nos acojas, debemos decirte que el Reino de Dios se ha acercado a ti"; debéis decir esto, no tengáis miedo de mencionar la palabra 'Reino de Dios' aunque os parezca que no lo entiende. "Id y anunciad el Reino de Dios", el Reino de Dios viene con vosotros. Si alguien os acoge y os escucha su vida empieza a cambiar porque un día va a la catequesis. Y entonces el Reino de Dios comenzará a acercarse. Vosotros estáis entrando en el Reino de Dios, ¿verdad?


El Reino de Dios viene con vosotros, os acompaña. Estáis haciendo lo más importante, estáis salvando a la gente.


Porque Dios salvará a la gente por medio de esta estupidez para el mundo que es la predicación. Para esto hay que ir como pequeños; hay que ir y tragarse las risitas de este portero que te mira irónico mientras te dice: "Sube, sube...", estos dos van como tontos... ¿comprendéis? Muy bien, así se va a predicar el Evangelio por las casas.


Debes decir que vienes de la parroquia: "Venimos de parte de la parroquia para anunciar la Buena Noticia".

Apenas abran la puerta decís: "La paz del Señor esté contigo. El Reino de Dios hoy está cerca de ti, viene con nosotros".


¿Y qué es el Reino de Dios? “Mira, el Reino de Dios es donde Cristo ha vencido la angustia, ha vencido la muerte. Tú sufres, ¿por qué sufres? Porque tienes miedo de la muerte física, ¿a qué le tienes miedo? Tienes miedo del sufrimiento, no aceptas a tu marido cuando él..." O, si es un muchacho, sabes decir cosas concretas por las cuales el hombre no acepta la contrariedad y sufre mucho. Y contáis que Dios no es indiferente al sufrimiento. ¿Qué hizo Dios ante el sufrimiento humano?

Envió un salvador, un libertador. Entonces tienes que decir: "Yo era así y así, ¿y sabes lo que Dios ha hecho conmigo? Pensaba que era muy buena, ¡eh! Iba a la adoración nocturna, siempre en la iglesia, pero no conocía la luz. Creía que Dios me amaba si yo era buena, pero no si yo era mala; ya ves, yo estaba en la Iglesia y no conocía el corazón del Evangelio, no era libre, no tenía una liberación interior”. El Señor os inspirará lo que tengáis que decir. Y no creáis que sois vosotros los que predicáis: es Jesús quien predica.


Si no te dejan entrar, puedes decir: "No tengas miedo, somos de la parroquia, venimos a rezar contigo, a abrir la Escritura". Si te dejan entrar, haz una lectura al azar del Evangelio, si te salen los Hechos es lo mismo.

Vais de dos en dos porque es más fácil. Moisés y Aarón van en dúo. Si van un hombre y una mujer que no están casados, creerán que son novios y preguntan: "¿Quiénes sois?". “No, esta señora es una compañera mía…” y no sabes qué decir. Antes enviábamos a una pareja con otro hermano, pero la gente se asusta cuando ve a tantos, sobre todo en los barrios pobres donde las casas son pequeñas Es mucho más fácil que abran a dos mujeres solas, e igualmente a los hombres, veremos. Vosotros pensad que el Señor ya ha preparado las cosas, que Él va delante de vosotros.


Se va con miedo, se va llorando porque vas con angustia. Y se vuelve contento, se vuelve cantando, se vuelve con paz.

TERCERA PREGUNTA

      Suponiendo que en una casa no te reciban, ¿hay que insistir? Es decir, si no te aceptan una vez, ¿tienes que volver una segunda o una tercera vez?


Vedlo vosotros. Tenéis una zona, tal vez habéis terminado y podéis decir: "Volvamos a ver si encontramos a otro de la familia". Vedlo vosotros según lo que el Señor os inspire. De hecho, ha sucedido que expulsaron a un equipo de una casa donde otro equipo fue recibido.

A eso me refiero. También porque después hablan entre ellos, comentan; lo importante es que se les quite un poco el miedo. Pensad que esto del miedo es muy importante porque Jesucristo dice que viene como ladrón. No sabes a qué hora viene el ladrón, si llega a la primera hora, a la segunda... Es como la muerte, que no te dice cuándo llegará. Nosotros también vamos así.


Vamos en un momento inesperado, entonces tenéis que decir: "Mirad que si nos echáis, tal vez estáis rechazando la salvación. Cuidado, no venimos aquí a robar algo, venimos a traer la vida".


Que el Señor os dé coraje. Cuando te echan después... les queda algo. Con un equipo itinerante que enviamos a una parroquia, el Señor permitió un milagro grandísimo: el Señor hace muchos milagros en medio de nosotros, pero aquel año nos hizo tocar con la mano, nos hizo experimentar un milagro sorprendente para hacernos comprender cuánto le contentaba lo que estamos haciendo y el bien que se hace.

Hace cinco años enviábamos a los itinerantes de dos en dos a las parroquias. Enviamos a los itinerantes por sorteo: habíamos puesto todos los nombres en una bolsa, y las ciudades de Europa en otra bolsa. Sacamos a sorteo a un sacerdote y un laico, o dos laicos, y luego sacamos la ciudad que les tocaba: Francia, Alemania, Inglaterra, donde sea. Hace cinco años un equipo fue a Colonia y se sacudió las sandalias ante un párroco. Él dijo que estas cosas no se hacían, que él ya era católico, que ya sabía esta Noticia, que eran payasadas, que quién era el idiota, estúpido que los mandaba a hacer estas cosas...! Los trató muy mal, los echó. Ellos, con humildad, no dijeron nada: escucharon todo su exabrupto, se quitaron las sandalias y las sacudieron delante de él diciendo: "No queremos llevarnos nada de este lugar: piensa que el juicio de Sodoma y Gomorra será ​​más benigno que lo que aquí tendrá lugar. Pero a pesar de todo te anunciamos que el Reino de Dios se ha acercado a ti.


Cuando hacemos este gesto, los demonios de la gente se levantan y, llenos de ira, a veces toman un palo para golpear, o sucede que te echan de mala manera.

Bueno, pasaron cinco años. Este año, sorprendentemente, hubo el doble de itinerantes; hicimos un sorteo con todos los itinerantes y paso que solo salió un equipo repetido, es decir, el mismo que salió hace cinco años. Y de todas las ciudades de Europa, a ese equipo le tocó la misma ciudad: Colonia.


Cuando llegaron a Colonia sabían por qué. Llegaron a la parroquia de la que el párroco los había ahuyentado cinco años antes, y recién al verlos…


…nada más verlos el párroco les dijo: “Hace 5 años que os espero (esto es histórico, ¿eh?).


Hace cinco años que os sacudisteis las sandalias. Os aseguro que no lo he olvidado. Hace cinco años que tengo presente vuestra visita, cinco años en los que el Espíritu Santo me ha dicho que he echado a Cristo de mi casa, porque me he acordado de todo lo que me habéis dicho. No me dijisteis nada falso, nada herético y sin embargo os eché. Después me he pasado cinco años pidiéndole al Señor un milagro para mi conversión, un signo de que me había perdonado. Ayuné, hice de todo y pedí una señal al Señor: que volvierais, los mismos que yo había echado, y que yo os pudiera acoger. Decidme qué debo hacer...". Ahora ya se están haciendo las catequesis en su parroquia de Colonia.


¿Qué os parece este milagro del Señor? Entre 150 itinerantes, ¡imagínate si no es difícil que vuelva a salir el mismo equipo, el que él había echado cinco años antes! Pero este párroco le pidió al Señor un milagro, que el mismo equipo que él había echado (porque habían visto que estaba como condenado, porque este signo era verdadero, el de sacudir las sandalias) volviera a fin de poder acogerlos. Con esto quiero deciros que, aunque os rechacen, esto ha servido. No se sacuden las sandalias para condenar a la gente sino como un signo, como testimonio para ellos, como testimonio para ayudarlos a repensar esta situación.


CARMEN:

Otra cosa que quería deciros es que si pensáis que es más fácil encontrar vuestras propias frases: "Buenas noches" o "Por favor, me deja entrar", ¡no es cierto! Las frases del Evangelio son ideales porque inmediatamente ves allí la presencia del Señor. “Paz a esta casa, el Reino de Dios está cerca de ti”, esto es mucho más fácil que lo que vosotros pensáis decir; luego vais a llenar con vuestra experiencia las frases y todo. Sin embargo, es mucho más fácil empezar con frases del Evangelio y concluir con ellas, en lugar de ser humanamente amable y simpático.


CUARTA PREGUNTA

Para la lectura, ¿hay que hacer primero una monición?


No, no, si no sabes lo que va a salir, ¿cómo puedes monitarlo? Después de leer lo explicas; está claro. ¡Tienes que dar una explicación de la lectura! Dices: "Mira. Esta Palabra significa esto. En alguna convivencia he dicho: "Hagamos una lectura al azar", y así lo hice; leí y no vi nada, no sabía qué decir. Entonces miré hacia arriba y dije mentalmente: "¡Señor, ayúdame! ¿Qué quiere decir esto?" Empiezas a hablar y de repente dices cosas. ¡Es fantástico, fantástico! Porque el Señor nunca te abandona.


Si hay un hospital en vuestra zona y queréis visitarlo, podéis ir; si hay algún convento también, id y anunciad vuestra experiencia.


Si hay una pensión también, y si os toca una casa de mala reputación también. Si es la sede de un partido político o de algún cargo, id de todos modos; no te golpearán con el martillo en la cabeza, ¡no preocuparos! ¿Qué necesitan, ellos que piensan que los cristianos son burgueses y estúpidos, sino ver que hay gente que se arriesga? El Señor es misterioso, pensad que los frutos son un misterio. Vosotros vais a sembrar, y otros segarán; lo que vosotros sembréis lo cosecharán otros, y muchas veces vosotros cosecharéis frutos que otros han sembrado. Porque una de las cosas misteriosas que hay en la Iglesia es el fruto. Dios se sirve de las cosas más inesperadas para cambiar el corazón del hombre. En el corazón del hombre hay un misterio grandísimo: está su libertad, es una criatura creada por Dios, hay una catequesis de Dios en cada hombre.


Nosotros no tenemos una idea pesimista del hombre, no. Sabemos que hasta en el peor hombre que te está escuchando Dios está presente, está en él.



Tal vez hoy te rechace, pero algo le queda. Si habéis podido decir: "la paz", esta palabra ya es de Dios, está ahí y permanece para siempre; ha llegado al oído de aquel hombre y se ha impreso en su interior: ¡si quisiera sacárselo de encima, sería difícil! Por lo menos hay un testimonio que está presente para su vida.


Uno te abre la puerta y tú dices: “El Reino de Dios se acerca ahora a vosotros”. 'Escucha, caramba, ¿a mí se me acerca el Reino de Dios? Atento, tengo que digerirlo: ¿qué significa esto?'. Y es una verdad, no es una estupidez, ¡es la verdad! “El Reino de Dios, hoy, se acerca a vosotros, ¡alegraos! ¡La paz a esta casa, la paz!”. ¿Qué quiere la gente sino paz y felicidad? ¿Qué quiere la gente sino tener un poco de paz? Un poco de paz, por favor, y no tanta angustia, problemas, disgustos con el dinero, lo que sea, con la familia... ¿La gente no quiere paz? La paz es lo más grande. Y vosotros tenéis el poder de llevarla, de llevar la paz al corazón de las personas.


Luego, en la próxima convivencia, tan pronto como sea posible, debéis hacer los equipos para el Credo; os daremos el Credo dividido en 12 artículos. Haced los equipos para comenzar lo antes posible y después sorteáis los equipos para ir por las casas. Se va a las casas una vez a la semana. ¡Cuidado con los holgazanes! El Señor os pedirá cuenta, sí, de esto el Señor os pedirá cuenta ("Escondí el talento..."), os pedirá cuenta de cada semana que hayáis faltado, os lo digo sinceramente.

Me asombra ver como el Cardenal Jubany de Barcelona, que vino a hacer el envío, a poner las manos sobre los hermanos, les dijo que cuando baja del Tibidabo y ve la ciudad de Barcelona -barrios enteros, millones de personas que no creen, que se ríen de la Iglesia-, él, con su corazón de obispo, dice: «¿Y dónde están hoy los que proclaman el Evangelio? En Barcelona no hay más que homilías politizadas, nada más que esto. ¿Quién predica hoy el Evangelio? ¿Quién anuncia la Buena Noticia?». 


Y el Cardenal les dijo: "Aquí estáis vosotros, sabed que lleváis la preocupación de vuestro Obispo". El cardenal Jubany les habló con el corazón en la mano. También en Sevilla, el Cardenal fue a hacer el envío y fue una alegría, una maravilla; el Cardenal se mostró convencido de que esto es lo que hace falta hoy: predicar el Evangelio, que los cristianos prediquen el Evangelio, el pueblo de Dios que sale a jugarse la vida. No es que estemos haciendo el tonto aquí o cosa parecida; esto es lo más grande que uno puede hacer en la vida, lo más grande: dar la vida a través de la predicación.


Además esto no es fácil porque cuando la gente viene a la catequesis ya viene con el oído abierto, viene porque ya ha visto un signo.


Esto es más duro que dar catequesis, aquí -en las casa- muchos tienen los oídos completamente cerrados y hay que abrirlos a través de tu testimonio.


Porque lo que abre el oído es esto: que pierdas la vida, que hagas el ridículo, que a lo mejor te insulten o te griten y que tú no les respondas. 



 Y esto le queda para siempre, esto ya queda ahí y sigue trabajando. Os aseguro que la visita de algunos cristianos a una casa no se olvida tan fácilmente.


Y si os agreden y os echan, peor para ellos, menos lo olvidarán; les quedará allí y sucederá que más tarde, cuando otro vaya después, abren porque esa noche no estaban contentos: '¿Pero por qué los eché? ¿Por qué me puse tan nervioso? ¿Qué me muerde por dentro que no quiero tener nada que ver con Dios? No quiero dejar mis pecados…”.


Y, claro, como el Señor está obrando en todo hombre (porque no se peca en vano, Dios le está diciendo: “Pero ¿qué haces? ¡Desgraciado!") Entonces vais allí para ayudar a Dios, ayúdale a empujar un poco la puerta.

En cuanto a los presbíteros, ellos también entran en el sorteo con los demás; los presbíteros hacen con vosotros el camino neocatecumenal para revivir también el Bautismo, porque antes de ser presbíteros son cristianos. Tienen una misión en el cuerpo como cabeza, pero ocupan plenamente su lugar en la Iglesia cuando la Iglesia está verdaderamente constituida. Muchas veces el presbítero es una cabeza sin cuerpo.... la cabeza de personas que tienen una fe muy débil. En este itinerario que recorremos, los presbíteros van con vosotros por las casas.


El Señor os dará ánimos. Habéis recibido el poder del Señor; ayer la Iglesia os dio el Espíritu Santo para ir, os dio el poder de ir y el demonio no os lo puede quitar. Es verdad, eres libre siempre, está claro, y esta mañana es posible que hayas pecado y ahora puedes negar a Jesucristo. Aquí se va a ver quienes tienen fe, quienes acogen las gracias que les estamos dando, y quienes las rechazan, quienes no las quieren. Hay que ver qué uso les dais a los talentos que se os dan: si negociáis con ellos o si los guardáis sin querer negociarlos.



QUINTA PREGUNTA

Cuando vienen los itinerantes que no han hecho el rito, ¿se incorporan y van a las casas también?


Sí. Los itinerantes se incorporan con vosotros, ellos ya están haciendo esta redditio; al dar las catequesis ya están haciendo esto y harán el resto lo antes posible.

Yo vendré a Pentecostés: que los responsables me recuerden los hermanos a los que ahora les hemos dicho que esperen un poco, porque es muy importante que cuando regrese a vuestra comunidad yo tenga una reunión con ellos y que se puedan incorporar en Pentecostés. Haremos una celebración de la Palabra "envío" con el Evangelio del envío, con el exorcismo y la imposición de manos por parte del párroco y luego se incorporarán a las visitas a las casas.

En la convivencia es importante que se comente como os va por las casas. No os desaniméis, hermanos, si un día os rechazan: ¡Ánimo! Pensad que esto es algo que tenéis que hacer, no creáis que esto puede hacerse o no. Os cueste o no os cueste ir, ofrecedlo a Jesucristo y el Señor os lo pagará.

 

SEXTA PREGUNTA

¿Los equipos que están dando las catequesis también van a las casas?

Ved vosotros si podéis hacer ambas cosas; quizás podáis ir el sábado por la tarde o el domingo por la mañana. Esto se hace una vez a la semana, podéis elegir el día, dos o tres horas a la semana. Hacedlo con amor, es muy importante. Hay personas que os estarán agradecidas en el cielo y ya aquí os lo agradecerán toda la vida, porque Dios a través de vosotros llegará a algunas familias a las que tal vez no llegaría de otro modo.



SÉPTIMA PREGUNTA

Nosotros hemos dividido las calles de la parroquia entre la primera y la segunda comunidad que ahora están haciendo la traditio...

Hablaremos de esto con el párroco. Si el área es muy pequeña, se puede ir a otra zona, basta con decírselo al obispo. El vicario episcopal ha dado instrucciones al párroco para que una comunidad vaya a una zona que pertenece a otra parroquia. Hablando con el párroco podemos tomar otra zona.

Para hablar en las casas hay que turnarse, porque hay algunos que se escudan en el otro. Primero empieza uno y después ataca el otro. No se puede decir: "No, no, habla tú que lo haces mejor". Repito una vez más: se trata de perder la vida. Repito: es lo contrario de lo que pensáis vosotros. Si uno habla mal, con dificultad, y le ves al pobre expresándose mal, estupendo: eso es lo que está chocando al otro, porque está haciendo polvo su orgullo. El Señor ahí está entrando impetuosamente en su espíritu y tal vez no dice ni una palabra bien dicha porque no puede hablar, porque está nervioso... ¿entiendes?

Pero esto es una acción del Espíritu Santo y el fruto que traerá el Señor con vosotros es grande, grande, no lo podemos saber. Mientras tanto, os aseguro que habréis de volver con una experiencia en vosotros, con este talento hecho realidad en vosotros.


Terminaremos esta reunión con la proclamación del Evangelio del día. De pie.

Evangelio: Mc 6 7-13

Habéis visto que aquí San Marcos dice que pueden llevar bastón y sandalias. La nota dice: "Según el Evangelio de Mateo y el de Lucas, ni siquiera pueden llevar bastón y deben ir sin sandalias", pero la idea es la misma. Significa que el misionero debe tener un desprendimiento completo, debe ir sin nada.

Es el Evangelio de hoy; de dos en dos por las casas, sin bolsa, sin dinero. Sabéis que los doce apóstoles representan al pueblo de Israel, que está fundado sobre las doce tribus; por eso Cristo nombró a doce, para decir que el verdadero Israel continuaba en ellos, continuaba el mismo Israel que sois vosotros. Nosotros somos el nuevo Israel, la continuación de Israel.

Sabéis que el que está acompañado de Dios está acompañado de su terror. Hay mucha gente endemoniada, con muchos demonios, no endemoniados enloquecidos, no, sino con demonios de orgullo y de soberbia.

Cuando llegáis vosotros, el terror de Dios os acompaña. No os preocupéis si alguien sale gritando y os llama asaltantes. Vosotros tranquilos y calmados.


Me contó un itinerante que durante un primer escrutinio una mujer empezó a gritar, a dar voces, a decir que mataba a todos: ahí le dio un ataque. Y este itinerante, laico, pobrecito, allí... y me dijo: "Le ordené: ¡Ya basta!". Le impresionó que el Señor le diera poder para silenciar a esta mujer. Y ella se quedó en silencio. Y cuando empezó de nuevo, dijo: "Llevadla fuera".

Me contó esta experiencia y me dijo: “Yo que soy un cobarde, me impresionó ver que el Señor me dio poder, me dio autoridad para resolver ese asunto en la Iglesia”. Bueno hermanos, este es un caso extremo, uno entre mil.

Los demonios que chillan son los más fáciles; hay otros escondidos, que te están escuchando y no te escuchan, esos que se ríen por dentro. Pero vosotros vais con poder sobre los demonios y con poder para sanar, para llevar la curación a la gente. Una sanación del espíritu que provoca también una sanación del cuerpo. Bueno, hermanos, ¡ánimo!


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Comentario de Kiko sobre los niños de las comunidades neocatecumenales que deben hacer la Primera Comunión.


Alguien me pidió que hablara de los niños que van a hacer la Primera Comunión. Os digo una cosa para que entendáis lo que nosotros hemos visto sobre qué hacer con los niños.

Ante todo nos parece que el momento más oportuno para hacer la comunión no es la Vigilia Pascual. Es bueno que vengan, pero no para hacer allí la Primera Comunión. El niño necesita que su Primera Comunión sea una celebración suya, personal. La Vigilia Pascual es muy rica y llena de cosas durante toda la noche; además, no nos parece pedagógico apartar al niño del ambiente de los otros niños.


No hacemos una preparación especial, no seáis más papistas que el Papa, no os creáis más inteligentes que los demás. No hacemos ninguna preparación especial para los niños de Primera Comunión; si en la escuela hay una preparación que la hagan allá con los amigos, eso es lo mejor. Si en la escuela no los preparan y los preparan en la parroquia, dejad que los preparen en la parroquia y no os preocupéis, como si las hermanas que los preparan dijeran tonterías, porque no dicen tonterías; los preparan como los preparan en los colegios, les hacen aprender el catecismo, les enseñan un poco de oración. Luego nos encargaremos de completar esto.


Que el niño haga su Primera Comunión el día que le corresponda, según la preparación que haya hecho con los demás; no separarlo del grupo con el que haya sido preparado. Esto es lo que decimos tanto en Italia como en España.

Hay una cosa que nosotros hacemos, eso sí. Cuando el niño ha hecho su Primera Comunión y ha tenido su fiesta, con un vestido blanco o azul o como prefiráis, y ha recibido un bonito regalo (porque es un día importante, es su día; también desde el punto de vista pedagógico y psicológico es muy importante, porque el niño empieza a crecer, o sea ya no es un niño pequeño) entonces a partir de este momento lo introducimos en la comunidad. Esto es muy importante.


Después de que hayan hecho la Primera Comunión los presentamos a la comunidad (esto ya lo hemos experimentado, fue maravilloso y lo haremos aquí este año). Antes de hacer la Primera Comunión, los niños normalmente no vienen a la Eucaristía (si queréis podéis traerlos algún día), también porque cuando vienen sin haber sido presentados a la comunidad vienen como niños, no se sienten partícipes, es difícil.


Entonces, ¿cómo hacemos? Lo que hemos hecho ha sido esto; imaginad que hacen la comunión el 15 de mayo, que lo celebran en la escuela o en la parroquia con la participación de todos. El sábado siguiente se hace la presentación en la comunidad. ¿Como se hace? Es muy simple. Si son tres o cuatro niños, se puede hacer una única fiesta con estos tres o cuatro que hay que introducir en la comunidad. Presentarlos en la comunidad significa darles autoridad, darles un papel para que el niño sea una persona más que asiste a vuestra Eucaristía, que no se le trata como a un niño sino que es una persona más.


En este día el presbítero y el maestro reúnen a los niños y hacen que ellos conduzcan la liturgia; un niño hace la monición ambiental, hacen los cantos, etc. Son ellos los que condicen la liturgia este día, también leen y hacen todo lo que normalmente hacer los adultos. Ellos también se hacen eco de la Palabra, deben ser los primeros en dar la resonancia, antes de la homilía.


Después de que los niños hayan hablado, habláis vosotros y luego habla el presbítero, como en una Eucaristía normal.


Ese día se prepara un ágape y después de la Eucaristía, en el ágape, se da un regalo a los niños. Se lleva una tarta, algún dulce o algo por el estilo y se les hace un regalo: un reloj, una pequeña grabadora (que les gusta mucho), un regalo, lo que la comunidad quiera; la comunidad hace una colecta y da un regalo a los niños.

Desde este día en adelante, los niños que han sido introducidos en la comunidad vienen a la Eucaristía como vosotros; nunca se cuestiona, es absurdo sembrarles dudas, ellos han de saber que vienen como los demás y que se pueden estar en el equipo que prepara la Eucaristía como cualquiera de la comunidad.


Normalmente, en las comunidades donde lo hemos hecho, nunca faltan, están contentísimos y siempre hablan en la resonancia; además, llega un momento en que hablan tanto que hay que decirles que se callen. De todos modos siempre dan resonancias bellísimas y los adultos deben atender a lo que dicen los niños porque ellos son muy sinceros, muy inteligentes, y captan muy bien la Palabra. O sea, los ayudamos a sentirse en su comunidad, que se sientan normales, relajados, y eso es estupendo.


Entonces desde los 8 años hasta el final de los 13 vienen a la Eucaristía con vosotros, nada más. Durante este período hay un momento muy difícil, que es el momento en que comienza la pubertad (11-12 años); ahora mismo estamos tratando de ayudarlos con el maestro de la comunidad, algún hermano que tenga el carisma, este don para ayudarlos, llevándolos al cine un día o llevándolos a la convivencia otro día. En Barcelona, ​​por ejemplo, hicieron una convivencia con los chicos preguntándoles cómo hacían las Laudes en casa con los padres, les hicieron comentar las Escrituras y rezaron Laudes con ellos. Bueno, os diremos cómo hacerlo más adelante.


En el período de la preparación al catecismo, en todo este período el niño no es libre. A los 14 años creemos que ya es espiritual y suficientemente adulto para poder responder libremente al anuncio de Jesucristo. Entonces, ¿qué le dices?: “Mira, te hemos acompañado hasta aquí. ¿Tú has visto signos en la comunidad, has visto signos en tus padres, has visto signos en los demás también? Bueno, ahora ve y escucha las catequesis y allí responderás sí o no”.  Entonces el chico va a escuchar todas las catequesis y al final, en la convivencia, le preguntarán: “¿Quieres entrar al catecumenado?”. Y podrá decir “no”, aunque suelen decir que sí.


Si tu hijo te dice: “Papá, no, no quiero seguir en el camino” (quizás lo dice para fastidiarte), tú le dices que siga hasta el 1er escrutinio, porque un día te lo agradecerá.

La comunidad puede hacer una convivencia para celebrar su paso a su propia comunidad. En una comunidad de Roma le dieron un crucifijo como señal, para que se acordara de la comunidad. Y la comunidad cumplió así su misión.

En Barcelona, ahora han entrado todos los niños de catorce años: son seis, nos los presentaron ayer, están en la última comunidad apenas nacida y fue estupendo. Hicieron las catequesis, les contaban a sus padres: "Hoy ha sido pesado, habló uno malísimo, menos mal que se levantó otro...". Al final lo saben todo, ¿eh? Ayer estuvimos con ellos y estaban contentísimos, decían que estuvo estupendo, no faltaron a ninguna catequesis y cuanto hicieron las preguntas ¡se lo sabían todo!


También estaban orgullosísimos y deseaban dejar la comunidad de sus padres para tener su propia comunidad donde ya nadie tenga que obligarles. Porque a ti, si un día no vienes a la Eucaristía, nadie te dice nada, ¿verdad? 


Esto es lo que hacemos por ahora. ¿Os parece bien? Podemos mejorarlo, pero esto es lo que hemos experimentado y nos parece que va bien.