martedì 9 ottobre 2018

Camino Neocatecumenal: 50 años de la llegada a Roma


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El Camino Neocatecumenal  organizo' un gran encuentro para toda Europa y países del resto del mundo para celebrar los 50 años del Camino Neocatecumenal.
El evento se celebro' el  5 de mayo pasado, en la Universidad de la Sapienza (Campus de Tor Vergata), a las afueras de Roma, próximo a la fiesta de la Virgen de Pompeya, que es el día 8 de mayo.
El Papa Francisco ha aceptado estar en el encuentro, informa Alfonso Vicente Carrascosa Santiago, de la 2ª Comunidad Neocatecumenal de la parroquia Nuestra Señora del Tránsito, donde Kiko y Carmen comenzaron esta iniciación cristiana precisamente en 1968, también hace ahora 50 años.
Alfonso Vicente Carrascosa Santiago, quien recibe formación permanente en el Camino Neocatecumenal, ha escrito un artículo narrando la llegada del grupo católico a Roma, algo que “sin duda ocurrió, bajo los auspicios celestiales de Santa Teresa”, ya que fue en Ávila donde Kiko conoció a don Dino, y fue éste quien le llevó a Roma –apunta el científico del Camino Neocatecumenal–, y subraya que coincide con el Año Santo Teresiano.

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La llegada del Camino Neocatecumenal a Roma

En 2018 se celebra el 50 aniversario del comienzo del Camino Neocatecumenal en Roma, realidad eclesial que echó a andar en las barracas de Palomeras Altas de Madrid en 1964, hace ahora 54 años. Gracias a la información publicada en la que se hace mención a dicho acontecimiento, a “Neocatechumenale Iter Statuta” (2002), y a multitud de detalles adicionales disponibles en internet, se pueden reconstruir más o menos los hechos históricos que se sucedieron, algo que, como el propio nacimiento del Camino Neocatecumenal en Madrid, ocurrió sin planificación previa alguna. He decidido hacer esta narración por iniciativa propia, para mayor Gloria de Dios y de su santa Iglesia -con el paso del tiempo los Papas han reconocido que el Camino ha sido suscitado por el Espíritu Santo y es un bien para toda la Iglesia- conmovido por el amor que la Virgen María, la Humilde de Nazaret, ha tenido con todos nosotros, al decirle una vez más a su Hijo “No tienen vino”. ¡Cuántos bienes nos ha dado el Señor! ¡Si no hubiera pasado el Santo, a liberarnos de Egipto, nosotros y nuestros hijos seguiríamos aún en la esclavitud!. Asomándonos a sus orígenes, todos podemos unirnos a esta efeméride, que coincide además –y tal vez no por casualidad- con los 50 años de la publicación de la Humanae Vitae.
El Instituto Pontificio Juan Pablo II para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia invistió doctor Honoris Causa en la persona de Kiko Argüello al Camino Neocatecumenal, co-iniciador junto con Carmen Hernández de dicha realidad eclesial. En la Laudatio de dicho doctorado se decía entre otras cosas “En un momento de crisis y desorden por parte de muchos, la acogida sin reservas de la encíclica profética de Pablo VI Humanae vitae por parte de las familias de camino ha sido un auténtico testimonio para toda la Iglesia, mostrando que, más allá de nuestros miedos o de nuestras dificultades, es posible vivir como la Iglesia señala, como camino especifico de santidad de la pareja, si hay una comunidad viva que les acompaña”.
El instrumento providencial del que el Señor se valió para que el Camino Neocatecumenal llegase a Roma fue Monseñor Dino Torreggiani, fundador del Instituto de los Siervos de la Iglesia, congregación de sacerdotes que está en algunas parroquias de Roma e Italia dedicados a la pastoral de los marginados, gitanos y emigrantes, y de la gente ambulante, como hippies, o personas relacionadas con el mundo del circo, etc. Mons. Dino Torreggiani conoció a Kiko y a Carmen en Ávila, asistiendo a unas catequesis que impartieron en la Parroquia de Santiago, ubicada en la plaza del mismo nombre, siendo entonces párroco D. Francisco López Fernández, durante los años 66-67.
En alguna ocasión Kiko ha comentado que la primera catequesis que don Dino escuchó fue la de Abraham… y tras escucharla ¡partieron juntos para Roma!. Celebrándose este 2018 el Año Teresiano no puedo por menos que añadir que seguramente santa Teresa desde el Cielo tuvo algo que ver. Para anunciar las catequesis Kiko pintó a Jesucristo con la leyenda “Venid a mi todos los agobiados y fatigados, que yo os aliviaré”, sobre un fondo sobrio de mortero de cemento gris de una de las paredes maestras que componen el porche de entrada de los salones de la parroquia. Todavía hoy se puede ver prácticamente intacto con la firma “Kiko 67”.
Mons. Dino Torreggiani vió en la experiencia de Kiko y Carmen una respuesta a la necesidad de evangelización de los más alejados, e invitó a Kiko y Carmen a ir a Roma, algo que hicieron acompañados por un sacerdote de Sevilla. La predicación, el Kerigma, los cantos, la guitarra, las propias pintas de Kiko, todo le encajó. Kiko le advirtió de que iba a Roma a abrir una iniciación cristiana y que no sabía hablar italiano, a lo que don Dino respondió que él le haría de intérprete.
Antes de partir fueron con él a visitar al arzobispo de Madrid, monseñor Casimiro Morcillo, que ya conocía lo iniciado en las barracas de Palomeras Altas y lo había apoyado, incluso admitiendo ad experimentum la celebración de la Eucaristía bajo las dos especies. Morcillo les dio una carta de recomendación para el vicario del Papa en Roma, el cardenal Angelo Dell’Acqua, y otra para el Cardenal de Florencia, Cardenal Florite, que era amigo de don Casimiro, porque de los cuatro Secretarios Generales del Concilio Vaticano II, uno de los Secretarios Generales era Don Casimiro y otro era el Cardenal Florite, que entonces era Arzobispo de Florencia. Con estas dos cartas partieron con don Dino a Roma en julio del año 1968.
Al llegar a Italia, antes de comenzar a visitar las parroquias de Roma, don Dino llevó a Kiko, y Carmen a visitar para poner a sus pies la misión a la Virgen de Pompei ( de Pompeya, en español), una advocación representada en una pintura en la cual Sta. Catalina de Siena y Sto. Domingo de Guzmán reciben el Santo Rosario de manos de la propia Virgen María y del Niño Jesús. Don Dino les comentó que santo Domingo y santa Catalina eran como Kiko y Carmen. La presencia de la Virgen María y su empeño por sacar adelante esta realidad eclesial ha sido una constante a lo largo del tiempo. El propio Kiko ha contado cómo el día de la Inmaculada de 1959 fue cuando recibió de ella el encargo “Hay que hacer comunidades cristianas como la Sagrada Familia de Nazaret, que vivan en humildad, sencillez y alabanza. El otro es Cristo”.
El Concilio Vaticano II y el Catecismo de san Juan Pablo II han expresado bien a las claras la importancia de la revitalización del catecumenado de adultos, que conduce precisamente a eso, formar comunidades cristianas. Estas palabras de la Virgen son, además, una novedad en cuanto a las dichas por la propia Virgen en sus apariciones de Fátima o Lourdes, dado que señalan el camino futuro a seguir, el de continuar la evangelización con la ayuda del catecumenado, que es un eco de la auténtica devoción, la que la Virgen María tiene por todos nosotros.
Porque es a través de la evangelización, de la predicación, del Kerigma, como san Pablo nos dice que Dios ha querido salvarnos: Cristo, que es el totalmente otro, la originalidad radical que no es otra cosa que el amor con que Dios nos ama, nos alcanza desde el otro, desde el hermano que nos anuncia el evangelio, si es que le escuchamos y damos crédito a lo que nos anuncia. Y es ese Otro, esa novedad que es Buena Nueva, la que la humanidad busca de contínuo a través del arte, de la ciencia: cuando el artista plasma la originalidad a través de la belleza, el que lo ve experimenta la emoción estética, cuando el científico es capaz de alumbrar nuevo conocimiento, experimenta también emoción intelectual, la misma que experimenta alguien cuando aprende algo nuevo. ¿Hay algo permanente capaz de hacernos experimentar esa emoción? SÍ. Más que algo, ALGUIEN, Cristo, el eternamente Otro, que está clavado en la Cruz gloriosa, en eterna donación.
Después don Dino los llevó a a visitar con él a algunos párrocos, a los que se les decía lo que era el Camino, y los párrocos decían que todo eso estaba muy bien, muy bonito, pero para España, ya que en Roma las parroquias estaban muy bien y no necesitaban nada de eso. A Carmen le buscó un sitio en un monasterio cercano de las monjas de Sta. Brígida, y a Kiko un trastero de la parroquia de San Judas Tadeo, donde estaban los Siervos de la Iglesia de don Dino. Al poco tiempo, ante el fracaso inicial, Kiko planteó a don Dino que sentía de Dios irse a vivir entre los pobres del Borghetto Latino a la espera de que el Señor les manifestase su voluntad abriéndoles una puerta, y fue otra vez en este ambiente de pobreza, igual que en las barracas de Palomeras de Madrid en el año 1964, donde todo comenzó de nuevo. No hubo un plan preconcebido, sólo el apremio del Amor de Cristo por evangelizar. Fue Dios quien organizó todo.
Una monja que asistía socialmente a los pobres del Borghetto Latino, habló con una familia que tenía un gallinero y le dijeron que le dejaban la mitad del gallinero. Trajeron unas uralitas y unas puertas que encontraron en la basura, consiguieron una cocina eléctrica, etc. La estancia era muy estrechita, tenía 3 metros por dos. Allí pusieron unas literas. También fueron dos seminaristas con ellos, Jesús Blázquez fue uno de ellos. Les acompañó al principio un sacerdote de Sevilla que estuvo un tiempo con él. Entonces un grupo de jóvenes fueron por Borghetto Latino, estuvieron en la barraca de Kiko, se quedaron impresionados y le invitaron a un congreso en Nemi, donde había jóvenes de comunidades de base.
En un aula magna llena de jóvenes -grupos de ideología de izquierdas entonces de moda- le pidieron que diera su testimonio. Les llamó a un pequeño grupo la atención el testimonio dado, sus pintas con barba larga, anorak verde, etc., y le invitaron a una experiencia que estaban haciendo de una Misa con guitarras, en una cripta de una parroquia que se llamaba Mártires Canadienses. Con ellos celebraba un presbítero sacramentino, don Guillermo Amadei, y un grupo de chicos todos con guitarras; habían hecho un canto sobre Pentecostés y otros. Le invitaron a esa Misa; todo lleno de chicos sentados alrededor del altar, un desbarajuste, pero enormemente viva. Le preguntaron qué le parecía y les dijo que no se renovaba la Iglesia con las guitarras, sino con el anuncio del kerigma y el Misterio Pascual. Le dijeron que qué era eso, y entonces invitó al grupo que dirigía a todos estos jóvenes a una convivencia en una casa en la montaña, tras la cual le plantearon empezar en la parroquia, eso sí, invitando a algunos adultos para que aquello no pareciese un grupo de jóvenes; adultos como Franco, Margarita, Giampiero, etc.
Con ellos se empezaron las catequesis y el 2 de noviembre de 1968 nació la 1ª comunidad de Mártires Canadienses con 70 hermanos, de los cuales viven cerca de 60, están todos, ninguno se ha marchado, una cosa sorprendente después de 50 años. Esta comunidad tuvo 100 hijos y otros tantos nietos. En Roma hay hoy más de 100 parroquias en las que está abierto el Camino Neocatecumenal, y cerca de 500 comunidades, todas llenas de jóvenes, y más de 80 de las cuales han terminado ya la iniciación cristiana según el carisma del Camino Neocatecumenal.
Antes de empezar las catequesis se presentaron al cardenal Dell’Acqua para pedirle el permiso de predicar en su diócesis, como siempre hacían. Les acompañaba ya un sacerdote de Bolonia, don Francesco Cuppini, que se les había unido con el permiso de su obispo. El cardenal vicario les escuchó con atención y les autorizó a empezar las catequesis, siempre que el párroco estuviera de acuerdo. Les mandó ir a hablar con el entonces vicegerente, Monseñor Ugo Poletti, que pronto llegaría a ser el cardenal vicario, y que después de un modo providencial, durante tantos años, ayudaría y defendería al Camino. Al final de todo este proceso, nació la primera comunidad neocatecumenal de Roma, con cincuenta hermanos, en la parroquia de Mártires Canadienses. Al año siguiente dieron catequesis en las parroquias de Santa Francesca Cabrini, la Natividad y San Luis Gonzaga, en Parioli.
En ésta época y en Roma comenzó también las catequesis en la Parroquia de la Nativitá el actual presidente de la Conferencia Episcopal Española, el Cardenal Ricardo Blázquez, que había conocido el Camino con anterioridad en Ávila. El Cardenal Blázquez refiriéndose a esta época ha escrito recientemente en “Diarios” de Carmen Hernández: “Yo conocí a Kiko y a Carmen hace aproximadamente cincuenta años, en los primeros balbuceos del Camino Neocatecumenal, sobre todo en Roma y Ávila. Seguí las catequesis en la parroquia de la Natività, donde caminé el tiempo en que se prolongaron mis estudios en Roma. Tuve la convicción de que algo nuevo, de gran vigor y alcance, en sintonía con el Concilio, estaba naciendo; me impresionó particularmente la actualización de la teología de san Pablo a la existencia del hombre actual. Kiko y Carmen, junto con un presbítero, formaban el equipo de los iniciadores del Camino, una palabra en que resuena el eco de los Hechos de los Apóstoles”.
Sería precisamente en Roma cuando, poco después, el Espíritu Santo haría posible la incorporación al Equipo Internacional Responsable del Camino Neocatecumenal como presbítero itinerante al Padre Mario Pezzi, entonces Misionero Comboniano. Su vocación misionera, su experiencia personal de fe, y su sólida formación teológica, aportaron al Camino el dinamismo necesario para llegar a conectar con el Concilio Vaticano II. Daniel Comboni desde el cielo se sumó así a la tarea, “nos echó un capote”, propiciando de este modo que, con el paso del tiempo, llegase a su amada África esta iniciación cristiana postbautismal: “Desde los cielos, lucharon las estrellas, contra Sísara…”(Jue 5,20). El padre Mario dejó su tesis doctoral en marcha y se lanzó adelante confiado en el Señor. Don Dino falleció el 27 de setiembre de 1983 en Palencia. El 5 de noviembre de 2004 se inició su proceso de beatificación.
Pronto empezó la persecución. Si en las barracas de Palomeras Altas Dios se había servido de la amenaza de derribo por parte de las autoridades civiles para que Kiko llamase a Mons. Casimiro Morcillo, Obispo de Madrid , a quien conocía de Cursillos de Cristiandad, y así don Casimiro conociera el Camino y lo apoyara, en Roma, las quejas contra el Camino fueron desde la propia Iglesia, ocasionaron que Kiko y Carmen fuesen convocados por la Sagrada Congregación para el Culto Divino y los Sacramentos, compareciendo finalmente en 1972 ante el secretario de la Congregación acompañado de los expertos que habían trabajado en el Ordo Initiationis Christianae Adultorum (OICA). El entonces Secretario de la Congregación, Mons. Annibale Bugnini, y el grupo de expertos que estaban con él, quedaron impresionados [1] al ver que lo que estaban elaborando desde hacía algunos años sobre el catecumenado para los adultos, el Espíritu Santo, partiendo de los pobres, lo estaba ya llevando a la práctica. Después de dos años de estudio de la praxis litúrgico-catequética del Camino Neocatecumenal, publicaron en Notitiae [2], la revista oficial de la Congregación, una nota laudatoria de la obra que estaba desarrollando el Camino Neocatecumenal en las parroquias, reconociendo en éste un don del Espíritu Santo para llevar a la práctica el Concilio. Con la Congregación se acordó el nombre: Neocatecumenado o CaminoNeocatecumenal.
Gracias a este hecho originado por la persecución, se estableció con la congregación del Culto Divino y de los Sacramentos un diálogo fecundo, que resultó más tarde muy importante para la relación de Pablo VI con el Camino Neocatecumenal, y a la larga, con los siguientes Papas, hasta llegar a san Juan Pablo II y la aprobación del Estatuto del Camino Neocatecumenal en 2002.


Por otra parte el cardenal Poletti les había puesto en contacto con el entonces director del centro catequístico de la diócesis de Roma, Monseñor Julio Salimei, quien, impresionado por las conversiones y la acción del Señor en las parroquias, fue también de gran ayuda ante algunas dificultades surgidas, enviándoles a hablar con el secretario de la Sagrada Congregación para el Clero, que era la congregación responsable de la catequesis en la Iglesia. En aquella ocasión se encontraron con monseñor Maximino Romero, a quien habían conocido cuando era obispo de Ávila, y les había sostenido y ayudado. Lo primero que hizo fue pedirles los esquemas que usaban en las catequesis, para que las examinaran expertos en catequética. Le explicaron que se trataba de páginas en ciclostilo que ni siquiera habían sido corregidas porque no le daban mucha importancia y por tanto no tenían escritos oficiales, si no tan solo indicaciones, esbozos, transcripción de una predicación oral adaptada a la gente que escuchaba, para ayudarla a descubrir la vida práctica y la liturgia de la Iglesia dentro de un camino de conversión.
Uno de los consultores de la Sagrada Congregación para el Clero que estudió el Camino escribió: “Pretendo ahora subrayar otro aspecto de estas catequesis, o mejor de este Camino neocatecumenal. Como estudioso de la Historia de la catequesis antigua he de decir que el intento de Kiko y Carmen de actualizar el catecumenado es un intento logrado. La experiencia personal les ha llevado a intuir lo que de profundamente válido contenía esta Institución de la Iglesia de los tres primeros siglos, y les ha permitido traducirla en una estructura. Estructura que, aunque no calca la antigua, asume sus elementos más importantes y los inserta en un contexto nuevo: el de la conversión de bautizados que, a pesar de serlo, no han hecho jamás una opción personal de Fe. En este proceso, que requiere su tiempo, a estos bautizados de las Comunidades Neocatecumenales se les ayuda a hacer su opción global de Fe en un clima de comunidad. Se les ayuda a hacerse disponibles a la acción del Espíritu Santo que les introduce en la comprensión y aceptación del radicalismo evangélico, iniciándoles gradualmente y de forma experimental, bien sea en la palabra de Dios, bien en los sacramentos de la conversión cristiana -penitencia- o en la Eucaristía. Yo encuentro muy positivo todo esto. Por ello concluyo este mi juicio invitando a los responsables de la Sagrada Congregación del Clero a que den ánimos a este movimiento, ayudándolo con compresión y con paterna indulgencia a que permanezca siempre en la línea ya emprendida de servicio a las comunidades parroquiales para su auténtica renovación”.
Otras persecuciones en Roma les llegaron porque algunos decían que esta comunidad no tenía ningún compromiso social – el Camino nació en Roma coincidiendo con Mayo del 68 y todo estaba lleno de comunidades de base politizadas -, y que se pretendía repetir el bautismo. Un testimonio interesante al respecto del ambiente que se respiraba en Roma en este momento es el de Giusseppe Gennarini, actual responsable junto a su esposa del Camino Neocatecumenal en USA, que se puede leer en su libro “Gnosis y teología política” (http://www.buenanueva.es/tienda/lectio/gnosis-y-teologia-politica/) o en la dirección https://www.religionenlibertad.com/del-mayo-del-marx-cristo-mision-61582.htm. Toda esta persecución que llevó a la intervención de las distintas congregaciones que ya hemos comentado, al final hicieron que Camino Neocatecumenal fuera conocido por el Papa Pablo VI, que fue el primer Papa que habló sobre el Camino Neocatecumenal, y lo hizo precisamente el 8 de mayo de 1974, fiesta de la Virgen de Pompeya, o Virgen del Rosario, aquella a la que don Dino les había llevado a visitar nada más llegar a Roma. Pablo VI les dijo entre otras cosas:
“Cuánta alegría y cuánta esperanza nos dais con vuestra presencia y con vuestra actividad! … Este propósito, que para vosotros es un modo consciente y auténtico de vivir la vocación cristiana, se traduce en un testimonio eficaz para los otros: hacéis apostolado porque sois lo que sois!… Vivir y promover este despertar es considerado por vosotros como una forma de ‘después del bautismo’, que podrá renovar en las comunidades cristianas de hoy aquellos efectos de madurez y profundización que en la Iglesia primitiva eran realizados en el período de preparación al bautismo. Vosotros lo hacéis después. El antes o después yo diría, es secundario. Lo importante es que vosotros buscáis la autenticidad, la plenitud, la coherencia, la sinceridad de la vida cristiana. Y esto tiene un mérito grandísimo, repito, que nos consuela enormemente…”
De esta forma el Papa respondía sin saberlo a todas aquellas acusaciones: “Hacéis apostolado sólo porque sois lo que sois!” y “el antes o después del bautismo, yo diría es secundario”. La fecha del 8 de mayo fue para Kiko y Carmen un signo de que la Virgen les apoyaba. De hecho nunca más les volvieron a acusar de repetir el bautismo. Al término de la audiencia se acercaron a saludar a Pablo VI Kiko, Carmen, el padre Amadei, Gregorio… El Papa preguntó “¿Quién es Kiko?”, le puso las manos sobre los hombros y le dijo “Sé humilde y fiel a la Iglesia, y la Iglesia te será fiel”. También le dio una medalla. Carmen le dijo que en vez de una medalla prefería que le impusiese las manos, y así lo hizo.
A Juan Pablo I le encontraron cuando era Patriarca de Venecia, de 1.972, y que les dió permiso para abrir el Camino en su Diócesis. En los siguientes lo animó y lo siguió, presidiendo personalmente todas las etapas y los escrutinios. Además erigió un Centro Neocatecumenal Diocesano, poniendo a disposición del Camino la bellísima Iglesia de Santo Tomás. Pero, sobre todo, permitió celebrar la Vigilia Pascual durante toda la noche, confirmó en todo la práctica del Camino frente a párrocos que habían suscitado ciertas dificultades. Kiko siempre recuerda con alegría sus palabras en la homilía pronunciada a los hermanos de la Primera Comunidad Neocatecumenal de la Parroquia de Santa María Formosa, que habían llegado a la Iniciación a la Oración. Les animaba citando a los Padres: “Voy a rezar, voy a luchar”.
Más tarde san Juan Pablo II, el 3 de setiembre de 1.979, en una misa en Castelgandolfo, recibiría por primera vez a Kiko, Carmen, al Padre Mario tras la cual habló con ellos personalmente. Más tarde el Papa comenzó a visitar las parroquias de Roma, visitas en las que siempre tenía lugar un encuentro particular con las Comunidades Neocatecumenales, en las que le hablaron del Camino, sobre todo Carmen, que aquí jugó un papel fundamental. En noviembre de 1980 san Juan Pablo II tuvo el primer encuentro público con el Camino Neocatecumenal, en la parroquia de Mártires Canadienses, donde doce años antes se había comenzado el Camino. Este es el famoso encuentro en el que al referirse el Papa varias veces al Camino como un movimiento, Carmen le puntualizó en voz alta que no era un movimiento si no un camino, concluyendo san Juan Pablo II finalmente: “Al ser camino, es también movimiento”. Carmen recuerda este encuentro con alegría en sus “Diarios” (D420): “El Papa en Martiri. De madrugada, maravillosa con estrellas, Alocén – Barajas – Roma. Tú eres más potente que nadie, Santo, Bendito, y has sentado al Papa durante una hora con nosotros, y has hecho hablar a Kiko con santidad, humildemente. Jesús, yo un poco locatis, pero libre. Le he dicho al Papa al oído: «Le queremos tanto». Y él ha empezado su discurso así: «Os quiero». Aplausos. Jesús mío, Tú eres vencedor y te amo. Ayúdame. Papa, ¿puedo decir una palabra? Le queremos tanto. Estamos, Padre, en profunda comunión con Usted. El que le da potencia y gracia a Usted para llevar su Iglesia, y que sostuvo a Pablo VI en su difícil tiempo, y que ha llevado el Concilio Vaticano II, da potencia y dinamismo para llevar todo esto, que no es otra cosa que el Concilio Vaticano II en acto en el pueblo: un catecumenado nuevo, «neocatecumenado», vigorizando la fe —con vistas a un mundo ateo que nos circunda—, que no es otra cosa que zambullirse la Iglesia en su bautismo, en la Muerte y Resurrección de Jesucristo, y abriendo un Éxodo, camino de vida eterna. Estamos en profunda comunión. Nosotros no somos más que siervos inútiles, espectadores de la obra del Señor. Pablo VI decía: «Me dicen… Pero dicen tantas cosas…». Padre, existe el Acusador, Satanás, que pasa los muros vaticanos, que intenta separarnos con estas acusaciones. Pero el Espíritu Santo es el Abogado, el Defensor. Esperamos que su ángel de la guarda le diga: «No tengas miedo de tomar contigo “el catecumenado”, a María, que lo engendrado en ella es fruto del Espíritu Santo». No somos una Iglesia paralela”. (Roma, 2 de noviembre de 1980)
Todo este proceso de conocimiento de los Papas del Camino Neocatecumenal de primera mano fue propiciado por el Espíritu Santo de un modo providencial, y provocó la emisión del primer reconocimiento oficial del Camino por parte de un Papa, en la persona de san Juan Pablo II, a través de la famosa Carta “Ogni qualvolta” de 30 de agosto de 1990 dirigida a Paul Josef Cordes, encargado ad personam por el Papa para la relación con el Camino Neocatecumenal, en la que escribió “…reconozco el Camino Neocatecumenal como un itinerario de formación católica, válido para la sociedad y para los tiempos de hoy…”. A lo largo del resto del texto indicaba que a tal afirmación le llevaba el estudio de la documentación de la que había dispuesto que corroboraba la experimentación en el tiempo (“después de más de 20 años de vida de las comunidades”) y la universalidad del lugar (“extendidas en los cinco continentes”), así como la confirmación implícita de tantos pastores y por último del Santo Padre mismo (“también yo en los numerosos encuentros que he tenido como obispo de Roma en las parroquias romanas … he constatado copiosos frutos de conversión personal y fecundo impulso misionero” –algo que fue consecuencia directa de que el Camino llegase a Roma y arraigase allí- y la existencia de líneas programáticas capaces de producir esos frutos, como la praxis catequético-litúrgica instaurada y convalidada en varias diócesis de todo el mundo por sus respectivos Pastores, que consiste en las “líneas propuestas por los iniciadores” que el Santo Padre afirma haber examinado, “habiendo visto la documentación”, y que, por tanto, confirma explícitamente con una palabra clave, “reconozco”, “como fruto del Espíritu Santo, de ese mismo Espíritu que hace germinar en la Iglesia impulsos de una mayor fidelidad al Evangelio, florecer nuevos carismas que manifiestan tales realidades y nuevas instituciones que las ponen en práctica”.
En 2002 fue aprobado ad experimentum el Estatuto del Camino Neocatecumenal, siendo Papa san Juan Pablo II, y en 2008 recibieron la aprobación definitiva siendo papa Benedicto XVI. Carmen Hernández (1930-2016) cofundó con Kiko Argüello el Camino Neocatecumenal, nacido en Madrid en 1964. En la Misa de Corpore insepulto celebrada en la Catedral de la Almudena el 21 de julio de 2016, el propio Kiko dijo “Sin ella el Camino no existiría. Ella nos ha traído la riqueza del Concilio, la Vigilia Pascual. Me ha soportado con paciencia…”, situando de este modo a Carmen en una posición relevante en la Historia de la Iglesia Católica Española y Universal, al vincularla a la puesta en marcha de esta nueva realidad eclesial que, en palabras del propio Kiko, disfrutan hoy aproximadamente millón y medio de personas, distribuidas en unas 30.000 comunidades repartidas en 6.800 parroquias de 128 naciones, habiéndose fundado ya entonces 107 Seminarios Redemptoris Mater. Cifras aparte, el Camino Neocatecumenal es el primer catecumenado post-bautismal de validez universal aprobado por la Santa Sede. No es un movimiento, sino una iniciación cristiana. Confirma su naturaleza particular – naturaleza por cierto que Carmen peleó desde el principio incluso ante los Papas en el sentido de dejar claro que no se trataba de un movimiento más- el hecho de que para elaborar sus estatutos hubieron de intervenir cinco dicasterios, a saber: Pontificio Consejo para los Laicos, Congregación para la Doctrina de la Fe, Congregación para el Culto Divino, Congregación para el Clero y la Catequesis y Congregación para la Educación Católica. A esta singularidad hay que añadir la subrayada por el padre Mario Pezzi al finalizar el funeral, al decir que hasta dónde él tenía conocimiento, era la primera vez en la Historia de la Iglesia que un carisma era llevado adelante por Dios a través de un hombre y una mujer laicos y célibes.
Y para terminar, Obispos de la Republica dominicana dieron conocer las declaraciones del Papa Francisco sobre el Camino expresadas durante la visita ad limina de los obispos dominicanos el 28 de mayo de 2015 y dadas a conocer por Mons. Ramón Benito de la Rosa y Carpio, arzobispo emérito de Santiago de los Caballeros, que pidió la autorización al presidente de la Conferencia Episcopal de la República Dominicana para divulgar dichas declaraciones del Papa sobre el Camino Neocatecumenal http://www.camminoneocatecumenale.it/new/evento.asp?lang=es&id=237. También el Santo Padre, en una carta personal a Pilar Antelo, responsable del Camino in Argentina, autorizó la divulgación de sus afirmaciones. Dijo entre otras cosas:
“El Camino Neocatecumenal es cosa del Espíritu Santo en su Iglesia. Por tanto, les exhorto vivamente que sostengan, alienten y den seguimiento a esta iniciación cristiana. Valoro muy positivamente la dimensión misionera de las Comunidades. Este año acabo de enviar más de cien familias a países donde no existe o es escasa la presencia de la Iglesia. Sobre los Seminarios Redemptoris Mater, digo lo siguiente: ¿Qué sería de la diócesis de Roma –aquella a la que de manera fortuita llegó el Camino en 1968- sin él? Acabo de ordenar 16 sacerdotes y 13 eran del Camino Neocatecumenal. Saquen ustedes las conclusiones. El Camino Neocatecumenal ha restaurado en la Iglesia la Noche Pascual, que es el centro de la vida cristiana. El Camino Neocatecumenal es el que más sabe sobre la Iniciación Cristiana. Consulten y, si es preciso, corrijan a los catequistas, a las comunidades (porque corregir es amar), pero corrijan con los Estatutos en la mano.”
El reciente nombramiento de María Ascensión Romero como miembro del Equipo Responsable Internacional del Camino Neocatecumenal supone el resultado de la aplicación del Estatuto de dicha realidad eclesial, lo que demuestra que dicho documento no es letra muerta. Otro motivo más a celebrar en el gran encuentro que el Camino Neocatecumenal prepara para celebrar junto con el Papa Francisco los 50 años del Camino Neocatecumenal en Roma, a realizar en Tor Vergata, a las afueras de Roma, el 5 de mayo de 2018, lo más próximo que se ha podido a la fiesta de la Virgen de Pompeya, que se celebra al 8 de mayo. A buen seguro que será un Nuevo Pentecostés para la Nueva Evangelización.



[1] Cfr. A.Bugnini, La Riforma Liturgica, pág. 579, nota 26: Un grupo seriamente comprometido, el de las comunidades neocatecumenales, había ya iniciado por obra de sus fundadores la puesta en práctica de una formación cristiana de los bautizados … El mérito de este grupo está en haber entendido la importancia del espíritu del catecumenado para formar verdaderos cristiano.
[2] Cfr. Notitiae, n. 95-96 Julio-Agosto 1974.