giovedì 20 maggio 2021

Convivencia de la "Traditio Symboli" - Moniciones a los cantos


Se muestran a continuación varias moniciones a los cantos, para dar la posibilidad de insertar en las Laudes aquellos cantos que parezcan más apropiados en respuesta a los salmos del día.


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De la Traditio hecha en España en 1982 
Monición al Salmo 130: "De profundis".

Cantamos el Salmo 130 al comienzo de esta mañana en el que el Señor nos llama -después de la Palabra de ayer- a la conversión, a cambiar de rumbo, a mirarlo a él, a situar nuestra vida en Jesús. Pidamos al Señor el perdón de nuestros pecados. El salmista dice aquí que espera en el Señor, en el amor de Dios, en el único en quien se ha refugiado, en el único amor en el que cree: el amor que Dios le tiene. Pertenece al pueblo de Israel y desde muy joven sus padres le han enseñado esto en la Vigilia Pascual, por la mañana y por la noche: todo hebreo debe enseñarle a su hijo, antes de acostarse por la noche y cuando se levanta por la mañana, el amor a Dios. Espero que a vosotros no se os ocurra acostar a vuestros hijos sin enseñarles a orar; tampoco pueden levantarse sin rezar, porque esto ya está mandado a Israel y está mandado a nosotros.


Quizás a vuestros padres les era indiferente la religión, pero os enseñaron a rezar a la hora de dormir y al levantaros. El shemá dice: "Escucha a Israel, el Señor es Uno. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Se lo enseñarás a tu hijo (está incluido en el mandato fundamental, en el credo de Israel) cuando te acuestas y cuando te levantes, cuando vayas de viaje”, etc., está ordenado exprofeso.

El salmista dice: "Espera en el Señor". Su padre le enseñó que tienes que poner tu vida, tu confianza en el Señor. Quien pone su confianza en el Señor, no vacila. Dice: "Espero en el Señor, espero en su palabra". El justo es el que se refugia en el Señor y no miente con la boca, no jura con prejuicio hacia los demás, no hace trampas en el trabajo; aunque parezca que las cosas les salen mejor a los demás, dedicados como están a sus negocios y al dinero, parece que a los demás les va bien. En otros salmos, el justo experimentará esta tentación, al ver que aparentemente está haciendo el tonto, porque en la vida hay que ser inteligente, hay que saber escaquearse. Y este hombre pertenece al pueblo santo, al pueblo de Dios, a un pueblo consagrado, a un pueblo en el que sus padres ya le han enseñado que Dios es Uno, que hay que amar a Dios con todo el corazón, que no podemos poner ningún amor por encima de Dios, que debe hacerse su voluntad. Sus padres ya le enseñaron esto cuando se acostaba por la noche y cuando se levantaba por la mañana.

También vosotros debéis enseñar a vuestros hijos a irse a la cama bendiciendo a Dios por las cosas que Él les ha dado, y cuando se levanten, el primer pensamiento debe ser para Dios. Debéis enseñar esto a vuestros hijos cuando tengan 4 años, y si no lo hacéis, estáis fallando en vuestro deber fundamental de transmitir la fe a vuestros hijos.

Aquí dice: "Espero en el Señor, mi alma espera en su Palabra, mi alma espera al Señor más que el centinela a la aurora": el centinela está cansado y tiene que quedarse allí, en la garita, con un frío que pela, y sabe que cuando llegue el alba lo relevarán y podrá irse a dormir; así que ansía y espera que termine su turno. Pero yo espero en el Señor, Él me ayudará porque he depositado mi confianza en Él, porque solo en el Señor está el amor. El Señor redime a Israel.

¿Qué esperamos aquí del Señor? Esperamos que nos ayude, esperamos que nos transforme, que dé fuerza y ​​vigor a nuestro cuerpo débil, esclavo del pecado, egoísta. Que abra nuestros ojos. Habéis visto qué maravilla es el Evangelio: no es que tú tengas que abrir los ojos, ¡no! Dice que el Señor abre los ojos, es el Señor quien pone este barro sobre los ojos del ciego.


Hoy escucharemos el kerygma, que nos llamará a la conversión, y veremos que hay un paralítico. El Señor a través de San Pedro y San Juan tomará de la mano a este paralítico y le dirá: "¡Levántate!". Aquí no se acusa al paralítico de ser no sé cómo. Aquí, hoy, si hay algún ciego, Jesús tiene el poder de darle la vista; aquí está Jesús, si hay algún paralítico. Entonces, ¿qué espero? Espero que Él me ayude, espero que dé vigor a mis huesos, que haga que yo camine, que pueda caminar en el amor; porque ahora no puedo caminar en el amor, no puedo, me encierro en mí mismo. "El Señor redime a Israel de todos sus pecados": que el Señor quite nuestros pecados de nosotros. Cantemos este salmo.


Monición al Salmo 10: "Si me he refugiado en el Señor"


Todos los salmos hablan de este refugiarse en el Señor, de esta confianza en Dios. Sabéis que, en los primeros siglos de la Iglesia, en la piscina bautismal había una piedra negra, imagen de la roca sobre la que el cristiano apoya sus pies. A vosotros, en el camino neocatecumenal, os enseñaremos a excavar profundamente en vuestra vida hasta encontrar esta roca, como dice Jesús en el Sermón de la Montaña. Para que podáis permanecer con los pies sobre la roca debes haber tenido una experiencia en este camino, en el camino de la fe, y esta experiencia solo se puede lograr poniendo en práctica el Evangelio, la Palabra de Dios.

Jesús dice: "Quien escucha Mis palabras y las pone en práctica, os diré a quién se parece: es como un hombre que excavando profundamente encontró la roca y puso los cimientos sobre ella. Llegaron los vientos, vino la inundación, vino el agua y la casa no se cayó porque estaba bien construida".


Las piscinas judeocristianas de los primeros siglos que se han encontrado en Nazaret tienen una piedra negra en el fondo: sobre esa roca posaban los pies los que entraban para ser bautizados Hay siete escalones de descenso, símbolo de la kénosis que hizo Cristo (según la teoría judeocristiana hay siete cielos) y ponen los pies sobre esta roca, lo único que se mantiene firme.


Porque en vuestra vida todo se mueve, todo se moverá, todo pasará: el amor de tu familia se mueve, no es seguro, no es estable; el amor de tu esposa, el amor de tu esposo, el dinero, la salud, el éxito; todo envejece, todo pasa y llegan muchas desilusiones en la vida. ¿Qué sostendrá mi vida ?, ¿Dónde edificaré mi vida ?, ¿Dónde están los cimientos, las raíces de mi existencia? Jesús nos enseña qué es la roca: esta roca es Él, es Cristo.

Quien ha puesto sus cimientos, quién ha puesto en práctica la Palabra, cuando venga la inundación... porque la fe debe ser probada, y nadie piense que puede llegar a ser verdaderamente cristiano -en el sentido de renovar su fe- si la fe no ha sido probada. En la Iglesia primitiva el camino catecumenal tenía tres fases: acceso a la fe, caminar en fe y sellar la fe. Estas son las tres etapas fundamentales de la iniciación cristiana: acceso a la fe, caminar en la fe, enseñar a caminar, llegar a la fe (precatecumenado, catecumenado y elección).


Para caminar en la fe es necesario obedecer la Palabra: solo quien ha obedecido a la Palabra y la ha puesto en práctica puede llegar a la fe, y entonces la Iglesia puede sellar su fe. "La Iglesia no sellaba la fe sin padrinos, tenía mucho escrúpulo en sellar la fe de alguien porque si no la tenía, no servía ni para él ni para la Iglesia. Por tanto, sellaba la fe bajo la responsabilidad de los padrinos. San Agustín, San León Magno hablan de la importancia de los padrinos: es como si tú avalaras la fe de estos hermanos porque han mostrado un cambio moral de vida".


En la Ordo Initiationis christianae adultorum, en la última fase, el Obispo pregunta sobre el cambio moral, sobre las actitudes morales de la vida del catecúmeno: en este sentido la Iglesia necesita garantes, alguien que garantiza, demuestra que esta persona hoy hace las obras de Dios, las obras del Espíritu, que tiene fe, que participa de la vida de Dios.


Enseñaos a caminar en fe es lo que estamos haciendo, enseñaos a apoyar los pies sobre la roca, a poner los pies sobre lo que está firme. ¿Y qué es esta roca? Hemos dicho que esta roca es Cristo. ¿Qué es la roca? Que Dios te ama. Todo lo que te haga dudar del amor de Dios viene del demonio, todo lo que de alguna manera te haga dudar: "¿Y si Dios no me ama? ¿Y si me ha abandonado? ¡Mira lo que me ha enviado, ahora!" Esto es la obra del demonio, arranca de tu corazón la semilla de la fe, te hace dudar de Dios, te hace dudar del amor que Dios te tiene. Para ello usa la cruz, el sufrimiento. ¿Cómo que Dios te ama, si permite esto que te está pasando? ¿Cómo que Dios te ama, si tienes esta angustia? Si Dios te amase, inmediatamente enviaría a un ángel y lo arreglaría todo. Y con este discurso empieza a hundirte en la angustia y te invita a que te salves por ti mismo.

Todo esto ya está sembrado, porque los salmos han escrito sobre Él. El Evangelio dice que Jesucristo resucitado se aparece a los apóstoles y abre su inteligencia a las Escrituras para que puedan entender todo lo que los libros de la Torá, los Profetas y los Salmos dicen de Él. Aquí se ven los primeros rudimentos de lo que fue la iniciación cristiana en la Iglesia primitiva: a quienes querían acceder a la fe cristiana se les enseñaba todo lo que la Torá -lo que llamaban "Moisés", porque atribuían a Moisés los cinco primeros libros de la Escritura- dice acerca de Jesús, porque todo fue escrito acerca de Él. Y lo que dicen los profetas (la doctrina del siervo de Yahvé), como se puede ver en el eunuco que, mientras viajaba, leía el pasaje del profeta Isaías del siervo de Yahvé: "Maltratado, deshecho de los hombres..." Felipe le dice: "¿Entiendes lo que estás leyendo?" (He aquí uno de los contenidos fundamentales de lo que era la iniciación cristiana, de aquello en qué se basaba la iniciación cristiana.) Y el eunuco responde: "¿Y cómo podría entender perfectamente si nadie me lo explica?". Era un prosélito, un prosélito hebreo.

La Iglesia reproducirá, hará suyo lo que Israel tuvo como iniciación para los prosélitos, porque Israel también tenía un bautismo. Incluso hoy en día Israel tiene un bautismo, un estanque bautismal llamado "mikvé": un estanque con escalones que deben tener tres partes de agua más que el cuerpo humano. Para los judíos esta "mikvé" es un útero porque dicen que quien entra, nace de nuevo, cambia la naturaleza

Los judíos tienen una iniciación que dura tres años para introducir en el pueblo a alguien que no es judío y quiere convertirse al judaísmo; esto desde tiempos inmemoriales. Y esto pasará a la Iglesia Católica, porque como sabéis las primeras comunidades cristianas nacen del pueblo judío.


Digo esto porque este salmo dice: "Si me he refugiado en el Señor, ¿cómo podéis decirme que huya como el pájaro hacia el monte?". Primero os digo algo sobre los salmos, porque son vuestra oración para siempre, son la oración de la Iglesia, fueron la oración de Cristo.


Los salmos se cumplirán en tu vida, todo lo que está escrito se cumplirá en ti. Ahora, yo he cantado un salmo haciendo un ministerio, representando en este sentido a Jesucristo en el ministerio de salmista. Porque ningún salmo se canta sin Cristo, se cantan completos en Él y se realizan en nosotros.

Como dijo el cardenal Suhard, en los salmos Cristo tenía su ritual, el ritual de Cristo ya estaba escrito. Los salmos son una palabra impresionante porque está plenamente encarnada; es una palabra inspirada por el Espíritu Santo, una oración existencial, de lo que nos sucede, de nuestras ansiedades, de lo que sentimos, de los miedos que tenemos, de nuestras alegrías, etc.


Entonces aquí se supone que alguien va a decirle al salmista -a quien Dios inspiró este salmo- que lo matarán, como los amigos de Jesucristo van a decirle. "Huye, porque Herodes quiere matarte". Y él responde:" Si me he refugiado en el Señor, ¿cómo me dices que huya como el gorrión al monte?" como si hubiera hecho algo malo por lo que tuviera que esconderme, huir.


"Ya sé que los malvados tensan el arco y ajustan las flechas a la cuerda para para herir en la oscuridad al inocente", el justo. La religión judía, como la religión cristiana (en este sentido son una sola cosa) es la religión del corazón. Es decir, dice que si un hombre quiere obedecer a Dios tendrá persecución (esto también está profetizado). El justo inmediatamente molestará a alguien, molestará a mucha gente e inconscientemente apuntarán las flechas contra él.

Es decir, si realmente quieres ser fiel al Señor, ya sabes que hay personas que están ajustando sus flechas en tu contra. El salmista dice: "Ya sé que están apuntando las flechas, ya tengo a alguien que me envidia". Le dicen: "¡Huye, porque te van a matar!".


"Pero cuando fallan los cimientos, ¿qué puede hacer el justo?". ¿Qué significa esta frase? Para nosotros, como sabéis, Dios es la causa primera de todas las cosas: si Dios permitió que los malvados llegaran hasta aquí, para ocupar los lugares que son el fundamento de nuestra realidad social (como está sucediendo ahora en Polonia, por ejemplo) ¿qué podemos hacer? En primer lugar, mirar a Dios que permite que los malvados se encuentren en esta situación. En esta frase parece que el salmista casi dice: "¡Estamos perdidos!", Porque todos los salmos tienen esta ambivalencia; como dice el Salmo 21: "Señor, ni siquiera soy un hombre, soy un gusano, me has abandonado" para terminar diciendo: "¡No! En el seno de mi madre me formaste”. Hay un combate, es una palabra verdaderamente encarnada, fantástica, ¡es lo que nos sucede a nosotros! Porque la fe no quita el miedo, no, ni la fe quita el dolor ni la angustia, pero te sostiene, que es otra cosa, le da sentido a todo, no te hace sentir insensible y superhombre.

"Cuando fallan los cimientos, ¿qué pueden hacer los justos?". Pero inmediatamente dice: "El Señor está en su templo santo, tiene su trono en el cielo, sus ojos observan el mundo todos los días".


La fe nos dice esto: los ojos del Señor observan las acciones de los hombres. "El Señor escruta a los justos, pero el Señor también escruta a los malvados", los malvados: esto es Palabra de Dios.

Todos los días tú eres escrutado por Dios: escrutado significa probado, un poco como se prueba la carne en la sartén para ver si está crudo o si está dura. Dios viene a probarte para ver lo que hay en tu corazón, y muchas veces encuentra que nos hemos desviado, que no queremos saber nada de Dios y nos ocupamos de nuestros propios asuntos.


Dios viene a probarnos, a llamarnos. Pero el Señor también prueba a los malvados, y no ama la violencia. Hice este salmo para decir esto.

Vosotros me decís que huya como un pájaro hacia el monte, ¿no? Como diciendo que no tengo refugio, que Dios no existe y que debo escapar. ¡No señor! Dios existe, Él observa lo que está sucediendo. "Si me he refugiado en el Señor, ¿cómo podéis decirme que huya como el pájaro al monte?". Yo sé que Dios los está observando, ve que se están aliando contra mí (pensad que es Cristo quien está diciendo esto. San Pedro dirá: “¡Escapa! ¿Por qué tienen que matarte?” Y él responde: "Apártate de mí, Satanás. ¿No crees que si quisiera podría llamar legiones de ángeles?").


 Y en cuanto Dios los escrute hoy, ¿sabes cómo los encontrará? -dice el justo a sus amigos- Los encontrará ajustando sus flechas en la cuerda, encontrará su corazón lleno de violencia contra mí. Y Dios actuará.


Porque hay una justicia en el mundo, hermanos, ya aquí, incoata. ¡No creas que te pones a pecar con impunidad y no pasa nada, no creas que el malvado puede tramar en su corazón la maldad contra el otro y Dios está tranquilo! En esta confianza Cristo entró en la cruz: Dios conoce las acciones de los hombres, lo sabe todo. Y si el Padre lo respeta... "¿No me dejarás beber la copa que el Padre me ha preparado?"

Dios sabe el porqué y transformará esto en bien. El justo sabe que a través de un diseño misterioso Dios transforma el mal en bien para nosotros: entonces puedo ofrecérselo al Señor.

Dios me ama y mira lo que me están haciendo. ¡Mira lo que está pasando en mi vida ahora! El demonio te invita a decir: "Estás solo, Dios no existe, huye". Pero Jesús es el camino, Él me ha enseñado qué debo hacer, cómo debo actuar ante esta situación, cómo debo vivir. Él me enseña: No huyas, no huyas, confía en tu Padre, confía en Mí, Yo sé lo que está pasando.


"Todos los días Dios escruta las acciones de los hombres". No te he olvidado.

Piensa hasta qué punto llega Jesús a amar a los malvados: ofrece su vida por ellos, ¡cuando se ríen de Él en la cruz! "Eh, baja de la cruz", le decían riéndose de Él con sarcasmo. “Me miran triunfantes -dice el Salmo 21- me contemplan, me observan, se reparten mi ropa, echan a suertes mi túnica”.


Los judíos ya leían estos salmos 400 años antes de Cristo: todo lo que iba a suceder ya estaba escrito. "Y este pobre, este inocente que portará los pecados sobre sí, ¿quién es? ¿Habla de un profeta? ¿O de todo el pueblo?", se preguntaban los exegetas de la época.

¿A quién se refiere este salmo cuando dice estas cosas? Se refiere a Cristo, y también se refiere a nosotros, porque aquí Dios mostrará su gloria, la obra que hará contigo. Te llevará a amar, nos está llevando a amar así, realmente nos está llevando a tener esta confianza en Dios.

Ya sea que te dejes humillar un poco en tu casa, con tu suegra que te odia, o con tu cuñado, o que se levante una persecución contra ti en el trabajo, sabes que Dios lo permite porque allí mostrará su gloria como ha mostrado Su gloria en Jesús, Su amado Hijo, mostrará la gloria del amor que Él tiene por nosotros.


Mira a Jesucristo, a quien le dicen: "Huye porque viene Herodes" y cosas así. Jesús dice: "Ve y dile a ese zorro: hoy y mañana trabajo -en el mismo sentido que dijimos ayer- y al tercer día habré terminado", como diciendo: "Tengo una misión que mi Padre me ha encomendado y mientras dure este día nadie me puede hacer nada. Nadie, ni siquiera Herodes. Cuando termine mi trabajo, cuando llegue la aurora, entonces Dios dará poder a mis enemigos, yo sabré que ha llegado mi hora, entonces nadie podrá salvarme, porque el Padre mismo lo ha querido así".

Pensad que Él viene a hacer una obra que es salvarnos, salvar a esta generación. En esta obra te introducirá a ti también con esta convivencia. Un día te pedirá cuenta de lo que estás recibiendo aquí: "¿No recuerdas que te hablé? Te llamé a participar en esta obra de salvar a esta generación, salvar a los hombres".


Como sabéis nos salvamos o condenamos en grupo, esto es algo muy importante: Dios ha querido condicionar para nosotros una serie de hombres, de personas, de hermanos.



Monición al salmo 84: Qué amables son tus moradas, Señor


Los salmos que rezamos en la asamblea cristiana, los salmos que la Iglesia canta y proclama, no los hace sola: los hace junto con su cabeza que es Cristo. Es Cristo quien las cumplió en su carne. En los salmos, como dice el Cardinal Scusare, en el Libro de los Salmos Dios ya había preparado el ritual de su Pascua.


Los salmos son Palabra de Dios, son poemas; es una expresión poética del amor, la forma que Dios ha inspirado para que el hombre proclame y alabe al Señor, es decir, es una síntesis del amor de Dios y de la historia de la salvación hecha en forma poética, de diálogo con Dios. Es la oración suprema, la oración de la Iglesia: no hay oración más alta ni más grande que los Salmos.


Por eso hay salmos que son lamentaciones, gemidos que salen de lo profundo del espíritu, porque el Espíritu de Dios conoce -es Dios quien creó el espíritu del hombre- conoce sabe lo que hay en el espíritu del hombre. Por eso muchas veces, cuando el hombre está angustiado, sólo encuentra calma, se aplaca en el salmo, porque encuentra exactamente la palabra justa, la palabra que no sabe expresar. De hecho, el pobre Jesús en la cruz comienza a recitar el Salmo 21, porque está en ese momento como lo había profetizado el Espíritu Santo que se había puesto en el espíritu de David, y lo había hecho cantar con la cítara. Nosotros usamos la guitarra, y la cítara es un instrumento parecido a la guitarra, es decir, son instrumentos de cuerda con los que siempre se acompañaban; también el salterio es un instrumento de cuerda. El Espíritu Santo cantaba, ya inspiraba a David lo que tenía que cantar pensando en Cristo y pensando en su Cuerpo, la Iglesia.

Vosotros ya habéis empezado a rezar los Salmos y muchos todavía tenéis que descubrirlos; todavía no habéis entendido nada, lo que significan o lo que hay debajo, Y sin embargo, en los Salmos está escrito vuestra historia, vuestra vida, porque todo lo que está escrito en cada Salmo se va a cumplir en vuestra vida.


Lo importante es que después os los aprenderéis de memoria y veréis como para todo lo que os pase tenéis la palabra justa y la alegría de ver que Dios ya lo había escrito para vosotros. ¡Lo mismo que Dios escribió para su Hijo también está escrito para vosotros!


Y encontrarás un gran consuelo al ver que lo que o está sucediendo ya estaba escrito; y de hecho el Salmo dice así: "Mira como me ha ido bien".


Lo mismo que está escrito esto del sufrimiento, también está escrita la resurrección, porque todo salmo que habla de descendimiento, todo salmo que habla de kénosis y de angustia, de sufrimiento, termina también en alegría, en alabanza, como también termina el Salmo 21: "Cantaré en la asamblea de los santos; no moriré, no dejarás mi alma en la espada, en la muerte".

Por eso Jesús entra en la cruz con "Elí Elí, lamá sabactaní". Jesús rezaba siempre con los salmos, como rezaba todos los días la Virgen María con los salmos, la humilde de Nazaret. La oración de los apóstoles son los salmos; los salmos son también la oración del pueblo judío, los hebreos también hoy rezan con los salmos.


Pues bien, hermanos, entonces cantemos. Por esto sabéis que las cosas están escritas, que este libro, que en la Escritura, Dios ha preparado todo para nosotros, y que no estamos solos porque Cristo las cumplió en sí mismo, en su cuerpo. Por eso la Iglesia canta estos salmos y los hace carne, presta su cuerpo a estos salmos y alza una alabanza a Dios, pero no estamos solos. Por eso, en toda asamblea cristiana hay una cabeza, el que preside esta asamblea, actuando en la figura de Cristo: hace presente a Cristo. Está vestido de blanco, símbolo de la victoria de Cristo, porque Cristo ha resucitado, está vivo: son los vestidos de la resurrección, porque aquí nosotros no proclamamos los salmos solos, sino que los proclamamos junto con Jesucristo. Por eso algunas de las cosas que cantamos aquí son demasiado grandes para nosotros: "Yo soy humilde, Señor". Me gustaría decir: "Soy humilde, Señor", pero ¡soy un pecador! Pero Jesucristo lo dice por mí y lo dice conmigo, me protege: es Cristo quien lo está realizando en mí, lo que cantan estos salmos.

Aquí escuchamos, hermanos: "¡Es hermoso dar gloria al Señor y cantar tu Nombre, oh Altísimo! Anuncia tu amor por la mañana...". 


¡No se cumple porque por la mañana yo no tengo alegría, no tengo ninguna gana de dar gloria al Señor! Pero Jesucristo sí, y te lleva; porque el Camino Neocatecumenal tiene tres etapas, tres fases: precatecumenado, catecumenado y elección.


El precatecumenado tiene como fundamento de nuestro caminar la kénosis, el descendimiento para conocer nuestros pecados. 


Durante el catecumenado, simplificar dentro de nosotros este hombre viejo, destruir poco a poco este hombre viejo: esta es una obra que Dios hace en nosotros por su misericordia como lo hará hoy mediante este sacramento de conversión; para entrar en la elección, el tiempo de alabanza, el tiempo de gratitud: sed agradecidos con el Señor, tened un corazón que agradezca, dadle gracias por las maravillas que está haciendo en vosotros, a lo largo de vuestra vida.


Bien, hermanos, entonces cantemos "Qué amables son tus moradas, Señor". Es otro salmo, el salmo 84: "Señor de los ejércitos, mi alma ansía y anhela los atrios del Señor. Hasta el gorrión encuentra una casa; la golondrina, su nido, junto a tus altares, Señor"; cerca de Tu presencia, porque Dios está cerca de mi ser. Bienaventurados los que habitan en Tu casa, siempre cantan tus amores: no hay nada más alegre, más bello en el mundo que el hombre que tiene el deseo de alabar, de agradecer. Nace dentro de él un espíritu de júbilo. Lo que decíamos antes: el alma de toda liturgia cristiana es la acción de gracias, el agradecimiento que nace de un pueblo que antes estuvo en la esclavitud, de un hombre que conoció la dureza del faraón, que conoció la esclavitud de Egipto y que ahora se encuentra milagrosamente, gratis, gratuitamente salvado; y ve cómo el Señor... 

Y no entiende por qué Dios es así, está enamorado de él, de él que es un cobarde, que es un pecador, un malvado si quieres; y Dios está tan enamorado que hace obras y prodigios en su favor, en su favor, como ha hecho. Ve que destruye a sus enemigos y contempla maravillado las cosas que Dios está haciendo por él, mientras lo lleva sobre alas de águila. Y esta es una experiencia verdadera, una experiencia que el cristiano debe tener. El resto no nos interesa: la gente que no tiene esta experiencia, que quiere hacer de la religión un cumplimiento, una obligación, una cosa de la religiosidad natural...


Bueno, hay otros grupos en la Iglesia en los que pueden estar. Para permanecer en el Camino Neoeatecumenal hay que tener esta experiencia, es decir, que esto nazca de lo profundo, haber experimentado esto.

Cantamos este salmo que dice "Dichoso el que encuentra en Ti la fuerza y en su corazón decide el santo viaje"; ¡Este es el santo viaje! Cantamos esto porque empezamos esta mañana, porque toda celebración de la conversión... Nosotros celebramos aquí la conversión: es Dios quien te ha convocado aquí, en esta convivencia; es Dios quien te ha traído.


No sé qué habrá tenido que hacer Dios para traeros a esta convivencia, no habéis sido vosotros quienes habéis venido.


Y os ha traído aquí, nos ha convocado porque es Él quien quiere convertirnos esta mañana. Aquí dice: "Bienaventurado el que encuentra en Ti la fuerza y decide en su corazón el santo viaje". Emprende un viaje de regreso a Dios: para convertirse. Sin encontrar la fuerza en Dios no se puede hacer este viaje, este cambio. Este es un salmo que cantaba Israel cuando... Sabéis que los judíos tenían que celebrar la Pascua en el templo: todos iban a Jerusalén, y recorrían, partiendo de las aldeas, la peregrinación hasta el templo, como lo hizo la familia de Nazaret. Y en estas peregrinaciones santas cantaban salmos, himnos: los salmos de la "subida". Uno de estos salmos es este que dice: "Y decide en su corazón el santo viaje", decide ir a Jerusalén. Esa era la figura. Ya  Dios lo inspiró porque anunciaba la conversión que se llevaría a cabo en la Iglesia no solo haciendo un camino físico como ir en peregrinación a un santuario. Jesucristo dirá que no se adorará más aquí en Jerusalén, en el monte de Jerusalén, ni en el monte Garizim, sino que "llegan los verdaderos adoradores que mi Padre quiere, los que adoran a Dios en espíritu y en verdad", no en un lugar físico. 


Entonces, dice que aquellos que encuentran fuerza en Dios y deciden el viaje santo en su corazón -porque encuentran la fuerza en Dios, Dios le da esto, fuerza para decidir en su corazón convertirse, regresar a Dios verdaderamente- experimentarán una cosa: cuando pasáis por el valle del llanto, cuando os encontráis con la cruz en la vida, Dios cambia esta cruz, la transforma. "Pasando por el valle del llanto, Dios lo cambia en bendición". Se transforma: la cruz se convierte en gloriosa. Y según va caminando, su vigor crece: "Crece en el camino su vigor hasta llegar a Sion", hasta llegar a Sion, a Sion que es el monte, se llamaba Sion el monte donde estaba el templo de Jerusalén.


¿Y qué dice? "Para mí un día en tus pasillos vale más que mil en otra parte; por qué estar en el umbral de tu casa...", en el umbral, no dice 'dentro': ya solo con estar y caminar hacia tu casa, estar cerca de tu casa, esto ya vale mucho más que vivir en las casas de los ricos, que habitar en las casas de los poderosos del mundo, de los pecadores que tienen sus villas.


Bueno yo he experimentado, dice el salmista, que fui invitado por un rico a pasar las vacaciones en su villa, en su barco, así, y no me sentí feliz, no sé qué me pasó...

Sí, es hermoso el primer día, estar en el mar, pero después no sé qué te sucede: la felicidad que encontré en un camino de regreso a Dios, la alegría interior, bueno, ¡eso es diferente! Aquí me encuentro mejor. ¡Esto dice el Salmo!: "Es mucho mejor estar en el umbral de tu casa que vivir en los palacios de los poderosos". Es mejor quedarse en el umbral; todos estamos en el umbral, estamos entrando, estamos volviendo hacia Sion, hacia el Señor.


También esta mañana estamos de regreso, el Señor nos ha llamado: "Ven, pueblo mío, ven aquí, que yo te llevaré sobre mi espalda y te introduciré en mi casa. Porque te quiero, te amo, gratuitamente. ¡Te quiero y quiero darte muchas cosas que verás! ¡Ya verás cuantas cosas quiero hacer contigo!".


¿Y por qué conmigo? No solo por ti y contigo, quiero hacerlo con toda la humanidad, con tanta gente que hoy está esclavizada, porque yo no creé a la gente para que viva en la opresión, en el sufrimiento, ¡no!


Bueno, hermanos. Cantamos al Señor después de haber proclamado un salmo. Porque ya veis, poco a poco debemos instruiros en los salmos: ya estáis comenzando a estudiar los salmos. Cantemos todos, con un solo espíritu, con una sola voz, la lira, con la guitarra que es un instrumento que deriva de los instrumentos antiguos con los que se acompañaban los salmos, cantemos este salmo al Señor


Monición al salmo 130: De profundis

Respondemos con el salmo 130: "De lo profundo a ti grito, Señor". En este himno que hemos escuchado del Deuteronomio, Dios le recuerda a su pueblo que el cielo y la tierra escuchan las palabras que Él dirá. Dice al pueblo: “así le pagas al Señor -un pueblo que ha pecado- lo que está haciendo contigo: ¿no es Él tu Padre quien te creó, quien te tomó?”. Todos vosotros erais esclavos, etc. “Recuerda los tiempos antiguos: pregunta a tu padre”, dice, “pregúntales a tus ancianos y te dirán que fueron esclavos en Egipto, y cómo Dios los eligió como su pueblo”.

No eligió, por ejemplo, a los griegos que entonces eran un pueblo importante; ni siquiera eligió ese imperio como su pueblo, el pueblo de Dios a través del cual quería hablar Dios a toda la historia.


De hecho, todavía quedan descendientes de este pueblo, los que llamamos judíos, los hebreos descienden de ellos.


Y estoy aquí como testigo para decir que este libro y estas cosas que leemos no son cosas que el hombre haya inventado, sino que son verdaderas. ¡Verdaderas! Dios se eligió para sí un pueblo de personas que eran esclavos, descendientes de los hicsos y los hititas que vivían en Egipto, etc. "Cuando el Altísimo dividió a los pueblos", y asignó a cada pueblo su lengua y dijo: "Aquí estarán los franceses, aquí los españoles, aquí los italianos", y les dio una lengua, una cultura, una forma de ser, etc.


Cuando Dios dividió a los pueblos y puso a cada pueblo en un lugar, entonces, cuando esparció a los hijos del hombre y estableció los límites de las naciones según su número, la porción del Señor fue su pueblo, su herencia fue Jacob. Lo encontró en una tierra desierta -estaba en Egipto en una tierra de aullidos solitarios- lo encontró gimiendo: era un pueblo de trabajadores obligados a construir las pirámides que ves ahora, las inmensas construcciones de Egipto; se construyeron haciendo trabajar a los esclavos 18 horas, 20 horas al día -con ladrillos-.

 Lo educó, lo cuidó, lo custodió como la niña de sus ojos: a este pueblo, ¿eh?


Como un águila que vigila a su prole, que vuela sobre su prole, extendió sus alas y lo tomó, lo levantó sobre sus alas; hizo milagros con este pueblo de esclavos, incluso hizo obras para que vencieran los pobres, no vencieron los ricos. Un ejército los persiguió y Dios hizo grandes cosas, todas preparadas como señal de lo que quería hacer con cada hombre, con su Iglesia. Bueno, hermanos, cantemos entonces. Es cierto, sin embargo, que cuando este pueblo se sintió un poco bien, pecó, envidió a otros países, su riqueza; no tenía como su única riqueza el hecho de que Dios lo había llamado por su nombre y le había dicho: "Tú, pueblo mío: te he llamado porque eres pobre, porque no tienes nada".


Y estos, en lugar de tener el gozo de que Dios los había elegido, no; envidiaron los edificios de Egipto, envidiaron las riquezas de otros pueblos, sus ídolos, sus religiones, el paganismo y se olvidaron de su Dios.

Y le dieron celos, y Dios tuvo que contemplar cómo este pueblo no estaba orgulloso de que Dios los hubiera elegido, sino que pensaba más en el dinero, en pasarlo bien. Entonces también sucederá con nosotros, exactamente: esas personas que no son... Pero ¿por qué Dios me miró a mí? Veo a mi familia, ¿verdad? ¿Por qué me ha mirado a mí y a mis hermanos no? Mis hermanos no creen. ¿En que soy diferente? En nada. No soy mejor que mis hermanos, de hecho quizás sea mucho peor, pero Dios me ha elegido a mí. ¿Por qué tú estás aquí y tu primo u otras personas no están? ¿Por qué te ha llamado a ti? Bueno, hermanos.


Demasiadas veces en lugar de estar contentos con esta elección que Dios ha hecho con nosotros, completamente gratuita, como un diseño de Dios con nosotros, envidiamos a los demás paganos, a los ateos que están a nuestro lado, que pecan, no tienen Dios y hacen lo que les da la gana. Quizás con demasiada frecuencia vamos tras sus libaciones, sus sacrificios, su forma de vida. Por esto hemos pecado, hermanos. Cantamos "De lo profundo a ti grito, Señor", dice el salmo.


Dios inspiró este salmo que es una maravilla, un salmo que la Iglesia canta especialmente el día que nos dormimos: gracias a Dios viene la muerte por nosotros, la muerte física que todo cristiano desea: ¡Los cristianos quieren ir con Jesucristo! Espero que el Señor me dé un gran deseo de morir, de morir, que es ir al cielo, ir con Él, aunque ahora ya pertenezco, participo del encuentro con Jesucristo y Él vive en mi corazón y me consuela y no me falta absolutamente nada, para poder decir como el salmo: "¡Qué hermosa es mi heredad, qué hermoso es el lugar donde cayó mi vida, donde el Señor me puso!", ¿eh?


No teniendo nada, no me falta nada. Y en todo caso, como dice San Pablo, morir es mucho mejor que vivir, porque es estar con Él de una forma más perfecta. Ya hablaremos de esto. En cualquier caso, estamos constantemente sujetos a la debilidad, a la tentación. Por eso podemos cantar "De lo profundo a ti grito, Señor": esto se canta cuando muere un hermano. Siempre sabemos que después de cada muerte hay juicio, ¿no? Es un dogma de la Iglesia. Todas las obras de cada hombre están escritas en un libro, en los libros de Dios, como dice el Apocalipsis. Después de la muerte, todo hombre tendrá que pasar por un juicio porque sus acciones serán sopesadas, cada acción que ha hecho, cada acción de cada hombre; porque Dios es justo, ha recogido en un frasquito todas las lágrimas de los pobres: todas las injusticias cometidas en la tierra y en la historia son recogidas por Dios, porque se hará justicia y no se puede dejar a los hombres que viven... que los poderosos y los orgullosos viven a costa de los pobres. Entonces, ¿qué amor hay?


¿Qué gobierno hay que permite los abusos? Pero ¿es esto amor, es justicia? ¿Pero cómo? Hay dentro del hombre una rebelión contra esto. Nosotros mismos, todos los jóvenes, todos tenemos un deseo de justicia. Este es un deseo puesto por Dios, por Dios: este deseo de justicia viene de Dios.


Y nos indignamos cuando vemos que uno abusa, un abuso contra un pobre hombre, ¿no? Esto es algo bueno y santo. De hecho, todos los jóvenes, o mucha gente, si se meten en política es porque quieren más justicia, y es un buen deseo, ¡porque es justo! Dios ha hecho, hará justicia de todo. Por esto no debemos preocuparnos si muere alguien sin que haya visto la justicia en su vida. Pensad que los blancos fueron a África y cazaron negros como animales y los metían en jaulas en barcos y los vendían como se vende el rebaño, y morían en las tripas de los barcos, encadenados, ¡morían! Y esto por amor al dinero, porque el dinero, el dinero vale más que el hombre. Estos son hechos verdaderos, no es que tengamos que decir cosas... Incluso hoy en día hay cosas más serias y terribles. Y estos hombres tenían familias, tenían hijos, y de repente... ¡Terrible! Estos hombres habían deformado por completo la conciencia religiosa natural que todos tenemos, colocada por Dios.


Todos los hombres saben que no deben matar, que no deben adulterar, que no deben quitarle la esposa al otro ni quitarle sus cosas: todo el mundo lo sabe, pero en todos nosotros existe la posibilidad, porque somos libres, de la perversión, de la deformación de la conciencia. A fuerza de pecar uno puede llegar a ver blanco lo negro, etc. Bueno, también todos nosotros somos pecadores.

Cantemos, la Iglesia canta, viendo a este hermano que se presentará ante el Señor y verá su vida con sus ojos. Cómo sufrirá el hombre cuando vea, verá que Dios estaba cerca de él, verá por qué Dios le dio esa esposa, por qué tuvo ese problema durante los estudios, por qué esa enfermedad...

Y verá que perdió la vida, con sus manos vacías, que solo él ha pensado... Sentirá un anhelo interior, un fuego, cuando vea... Porque todo delante de nosotros es una maravilla, todo, todo es una maravilla. ¡Todo, hermanos! Es algo impensable: los que hayan estudiado un poco, solo un poco, un físico o cualquier persona que haya estudiado o comience a estudiar... Es decir, ver las estrellas o la naturaleza, o los microbios, ¡todo! Cómo es una hoja, un árbol, cómo están hechos los tejidos humanos, el ojo humano, el cerebro… -Ahora están estudiando todo el sistema de comunicación del cuerpo humano-, ¡todo es una maravilla! Y si todo es una maravilla físicamente, el espíritu también es una maravilla aún mayor. Entonces, hermanos, por esto cantamos "De lo profundo", desde lo profundo de mí mismo, "desde lo profundo a ti grito, Señor. ¡Señor, escucha mi voz!”. Según la forma oriental de hablar, antes de decir algo preparan al oyente. "Quiero decirte algo importante", dicen los semitas, "escúchame con atención porque lo que voy a decirte es muy, muy importante". Y son dos horas diciendo esto primero, preparándose antes de decir las cosas.


Así, como los salmos están hechos para el pueblo semita, comienzan a decir: "¡Señor, escucha mi voz, que estén tus oídos atentos!", porque lo que quiero decir es muy muy importante; y todavía no ha dicho nada, solo le ha dicho a Dios que lo escuche. Ahora ya empieza a explicarse, ¿y qué dice? "Si tienes en cuenta los pecados", si has escrito cada uno de mis pecados en tu libro y piensas sopesar mi pecado, cada pecado que he cometido desde el día que nací hasta hoy, cada mirada altanera, cada palabra vana: porque dijo Cristo que cada palabra que hayas dicho de más será ponderada, se te pedirá cuenta. Una palabra de más, sabes lo que eso significa, ¿verdad? Habla mal de otro, de quien sea.


Una palabra de más, dices: "¡Pero eso! Bah, eso...". Esa palabra está escrita. Se te pedirá que des cuenta de esa palabra: "Tú dijiste esto: en tal día a tal hora, dijiste tal y tal de aquel que es mi hijo", dirá Dios.


Y esa persona que tenía en buena estima a aquel otro, oyendo lo que tú dijiste, se le puso la mosca tras la oreja; después, cada vez que lo veía, lo miraba mal porque ese día tú sacaste a relucir esa palabrita y le quitaste la fama: ¡la dañaste gravemente!


¿Quién no falla gravemente? Pero no podemos decir: “todos somos pecadores y todos fallamos, digamos que esto es así...”. ¡No!

"Si llevas cuenta de los pecados, Señor, ¿quién se salvará?", ¿Quién se podrá salvar? Para decir de inmediato: pero no es posible, "pero cerca de ti está el perdón". Contigo, cerca de ti, en ti está el perdón, "porque en ti se encuentra el amor". El amor que Dios ha mostrado en Cristo, la misericordia; lo que el Papa ha dicho en su última encíclica, "Rico en misericordia – Dives in misericordia". Entonces, quien cree verdaderamente que Dios es amor, que Dios no es solo justicia -la justicia de Dios se ha manifestado en la cruz de Cristo- entonces quien cree esto dice: "El alma mía -el salmista que canta, que es Cristo en este momento- yo espero en el Señor, mi alma espera en su Palabra".

En verdad, en la cruz esperó, cargando con nuestros pecados, que el Padre... Dice aquí: "Mi alma espera al Señor", yo espero en el Señor. Espero, confío en que el Señor hará algo por mí, no me dejará, me ayudará. Por eso mi alma espera al Señor más que el centinela -muerto de frío, son las cuatro de la mañana- espera la aurora. Espera a que acabe la noche, cuando ya amanece y puede irse a dormir un poco. Dice: más que el centinela que está haciendo esto en la tierra, esperando los momentos que faltan para irse a dormir, más -dice el Salmo- yo espero, espero al Señor, que venga, que el Señor vuelva. Entonces, Israel espera al Señor más que los centinelas esperan el amanecer. ¿Por qué esperamos nosotros que venga el Señor? ¡Porque nosotros hemos conocido a Dios como el amor, porque solo en el Señor está el amor!

Cantemos este canto. Israel dice: ¿dónde está Dios? ¡En la bendición! Cuando Dios escucha a su pueblo cantar, Dios se complace allí, el Señor desciende. ¿Y por qué desciende el Señor? ¿Por qué habita Dios en las Laudes de su pueblo? ¿Por qué? Porque Dios es amor, y no hay nada más gozoso para Dios que ver que su pueblo lo reconoce, que se complace en Dios, porque Dios es amor, y dice; “¡Qué bueno eres, Señor, qué santo y maravilloso eres conmigo!". Qué tristeza cuando un hombre ama a su esposa, ¿no ?, la ama con todo su corazón y la esposa no ve este amor por ningún lado: está amargada todo el día en casa... ¿cómo se puede vivir? Y ese hombre no sé qué le daría pero ella no ve nada, ¡está absolutamente ciega!


Dios se complace en ver que su pueblo lo ama; y no solo lo ve sino que también lo expresa, lo canta.



Monición al salmo 121: Levanto los ojos a los montes.

 


Antes de pasar a escuchar Su palabra, aclamamos al Señor. Yo os invito ahora a cantar el salmo 121: "Levanto los ojos a los montes, ¿de dónde me vendrá el auxilio? El auxilio me viene del Señor, que hizo los cielos y la tierra". Porque el Señor "no permitirá que resbale tu pie, tu guardián no duerme, no duerme ni reposa el guardián de Israel”. Es como una sombra que te cubre, el Señor te cubre y te protege para que el sol no te golpee durante el día ni la luna te lastime de noche. "El Señor te guarda de todo mal". Esto es Palabra de Dios para nosotros: y muchos de vosotros no habéis caído. Estabais al borde de la ruina eterna y el Señor os ha protegido, no por vuestros…, por nuestros méritos; y tal vez ha dejado caer a alguien cercano a nosotros y hemos visto su ruina y a ti no te ha pasado nada.


Por eso San Pablo dice: "no te jactes, sino considera la severidad de Dios hacia ese hermano porque no eres mejor que aquel a quien le pasó esa cosa mala".


Es la ternura de Dios hacia ti, quizás: los hermanos que han venido de la zona del terremoto han visto a todos sus familiares destruidos.



Familias que están totalmente... ¿eh? Quizás tú... y ¿por qué a ellos ?, ¿cuál es la diferencia entre ellos y yo? Quizá yo soy peor, he estado muy mal, he hecho cosas malas y...

Bien. “El Señor te protege de todo mal”, dice el Salmo, “vigila tus entradas y salidas”, te protege. Cantemos este Salmo. San Agustín dice, hablando de este salmo, que estos montes son las Escrituras, los montes que aparecen en las Escrituras de donde proviene nuestra salvación. Cristo siempre hace sus obras en las montañas: el monte Calvario, donde tuvo lugar la redención; el monte de la Ascensión de Jesucristo; el monte Tabor donde se transfiguró. "Levanto los ojos a los montes". Cuando uno está angustiado, "¿quién me ayudará?", está solo. Momentos en los que nuestra alma se siente perdida. ¿Quién me ayudará, quién me ayudará? Momentos de angustia, momentos en que llegas a casa, malas noticias, que te han llamado del hospital que un hijo tuyo..., no sé, o que tu esposo... o tu esposa..., momentos en que el alma del hombre se turba y tiene miedo.


"¿De dónde me vendrá el auxilio?" Entonces, el salmo viene en tu ayuda: "El auxilio me viene del Señor".


Bien. Cantamos esto para decir: no te desanimes, aunque estés angustiado y tengas miedo, no dudes, el Señor te ayudará. Verás que aunque tengas que ir a la policía porque te llamaron, o al hospital, o que tienes un dolor y resulta que el demonio te dice de ese dolor: "¡Cáncer, seguro! Te vas a morir", y ya estás todo angustiado... No vaciles, ten calma, dice el Salmo. El Espíritu Santo te recuerda la Palabra de Dios y te dice: "el auxilio viene del Señor". Cálmate, calma, no te angusties, verás, verás; tú, tranquilo, ve al hospital y el Señor te ayudará. No dejará que tu pie resbale, ¿eh? "Tu guardián no duerme", así que te acompaña. ¡La fe es un gran e inmenso apoyo! ¿Qué le pasará al hombre que no cree en nada cuando se enfrente a la muerte? ¡Qué angustia! Se encuentra solo, no tiene nada. ¿Adónde vamos cuando morimos? Vas a morir, hermano, y ¿adónde vas ¿adónde? ¿A la tiniebla oscura? ¡Fijaos que hay millones de hombres que niegan que haya algo detrás de esto! ¡Nada! Entramos en la tiniebla y nos disolvemos, nos corrompemos, apestamos: ¿qué hay? ¡Terrible, dura, la vida del hombre! Pero el Señor nos ha llamado aquí, a esta asamblea, porque quiere darnos una lámpara, la lámpara de la fe, la lámpara de su amor, y llevarla a todos los pueblos.


 

Monición al salmo 68: El Señor anuncia una noticia


Hoy cantaremos, como un regalo por esta convivencia, esta música un tanto medieval: es una melodía muy antigua que he adaptado un poco.


Este Salmo habla de la victoria del Señor: "Los mensajeros son un ejército inmenso; la bella de la casa reparte el botín". El botín que trajeron los vencedores. También nosotros, en el segundo escrutinio, vemos un botín: la victoria de Cristo sobre nuestro egoísmo, sobre nuestro apego al dinero hace un botín enorme y los pobres se regocijan con este botín. La "bella de la casa" es la mujer, la señora de la casa: es la Iglesia, la Virgen María que reparte el botín entre los pobres. Entonces, este salmo dice que la victoria de Cristo sobre nuestro egoísmo hace que la Iglesia reparta un botín enorme.


Dice otra cosa bellísima: "Mientras vosotros dormís entre las tapias del aprisco". Se refiere a aquellos hermanos que no quisieron venir a la convivencia.



Cuando Débora va a pelear contra Sísara (figura del demonio, del maligno) algunas tribus, tribu de pastores, no quieren ir a luchar, a ayudar a Débora y Barak en la pelea; y se quedan en sus rediles a dormir con sus cabras y sus ovejas. Y dice este canto: ¡Miedosos, idiotas! no quisisteis venir a luchar porque teníais miedo, dijisteis: “No vencerán, nada puede cambiar mi vida”, como dicen algunas personas que han sido invitadas a las catequesis y no han querido venir, gente que ha preferido permanecer en sus negocios (los apriscos significan los negocios).


"Mientras vosotros dormís, se cubren de plata las alas de la paloma".

La paloma es la imagen de Israel. Israel -dice este salmo escrito mucho antes del cristianismo- es una paloma.


Por eso Juan dice: "Cuando veas la paloma posarse sobre un hombre, ese es el Mesías", porque la paloma representa el espíritu de Israel.


La paloma es la imagen del Espíritu Santo. Entonces "se cubren de planta las alas de la paloma" significa que se han llevado tal cantidad de cosas preciosas en el botín que hasta los reflejos son dorados. En ese época, para significar una gran victoria, se cubrían con el oro de Ofir: nosotros también somos cubiertos con el oro de la gracia de Cristo.



"Por el monte umbrío", el monte sombrío y oscuro "cae la nieve sobre el monte", dice el salmo.


Esto se ha cumplido: con la túnica blanca de nuestro Bautismo todo se recubre de nieve, de blanco -el alba, la túnica blanca de los cristianos-, imagen de una nueva naturaleza.


Con la victoria de Cristo es como si la nieve cayera sobre lo sombrío, sobre nosotros que estábamos oscuros por nuestros pecados; podemos ser transformados en blanco -la nieve es un símbolo de la resurrección- gracias a la victoria de Cristo sobre nuestros enemigos, sobre el orgullo, sobre el egoísmo. Entonces los reyes enemigos están huyendo aquí, los reyes, los poderosos que nos tenían cautivos. Muchas personas son esclavas, prisioneras de espíritus impuros, del egoísmo, no quieren perdonar... Venga Cristo aquí y huyan todos los demonios.

 

N O T A:

Una vez terminada la convivencia de la tradicio, se cita para un día a todas las comunidades que han participado en ella y se da la catequesis sobre el matrimonio antes de comenzar el escrutinio sobre el “ciego de nacimiento”