venerdì 8 marzo 2019

KIKO ARGUELLO: ANUNCIO DE CUARESMA 2019 (3)

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Comenzamos un año nuevo, el 2019, y la Vigilia Pascual viene para transformarnos; es el momento más importante del año y la Iglesia lo conoce y lo sabe. Por eso tenemos que prepararnos a la Vigilia Pascual durante la Cuaresma, cuarenta días de ayuno, de limosna, de sacrificio, preparándonos porque esa noche pasa el Señor. Pasa destruyendo al faraón en nosotros. Y la Iglesia necesita santos, necesita que nuestro faraón, el hombre de la concupiscencia, del egoísmo, de la avaricia, del amor al dinero, del orgullo de sí mismo, que siempre quiere tener razón, que quiere que la vida sea como él la concibe, que hace de nuestra historia una cosmogonía para él, que se ofrece a sí mismo la historia, que cambia totalmente la realización de lo que es su vida. No, Dios necesita niños, si no os hacéis como niños no podéis entrar en el Reino de los cielos. Necesita santos, pequeños.

Y ha suscitado el Camino para ayudar a la Iglesia y os ha llamado a vosotros y habéis experimentado la gracia del amor y de estar con Cristo. La felicidad que es vivir con Él y para El. Desde la mañana cuando nos levantamos le ofrecemos la vida y todo lo hacemos en el nombre del Señor, somos mejor que las monjas. Las monjas existen para darnos ejemplo a nosotros de lo que es un cristiano. Ellas son un carisma que subraya lo que es común a todos los cristianos: que Dios es el único, que Dios basta. Por eso estamos muy agradecidas a estas hermanas que han sido suscitadas para nosotros, para la Iglesia.

Por eso, que Dios nos haya llamado, que nos haya quitado los pecados, que nos haya perdonado y que nos haya dado de su espíritu, ese espíritu se hace un solo espíritu con nuestro espíritu. Y entonces somos cristianos, de forma que podemos decir: no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí. Y nuestro vivir es Cristo, y la voluntad de Cristo es nuestra vida, lo que él quiera para nosotros. Hoy estoy aquí, mañana estoy en Madagascar y pasado en Laponia. Y tú lo mismo. ¿Cuántas familias se han levantado? Ahora hemos enviado más de 70 familias en misión a todo el mundo. Y hay levantadas muchísimas que se han ofrecido con sus hijos a que las enviemos a donde queramos.

Y en la convivencia que hemos tenido hemos enviado 76 familia, pero teníamos más de 300. Hemos enviado a sorteo. En un cesto teníamos los sitios donde tenían que ir las familias: Laponia, Rusia, Siberia, las ciudades donde han pedido una familia, y aquí las familias que se han ofrecido en otro cesto. Y yo sacaba: «Francisco y Juana, con siete hijos de la quinta comunidad de S, José: os toca ir a Siberia. ¿Aceptáis?». «Sí». «Un aplauso». Y ya están en Siberia. ¿Creéis que de todas las familias que hemos enviado alguna ha dicho: «¡No, yo a ese sitio no voy!». ¡Ninguna!

Y han tocado sitios más difíciles si queréis: en África, en Gabón, porque estamos haciendo comunidades de gente muy débil y necesitan una familia cristiana adulta que sujete la comunidad. Y todos miran a esta familia, cómo preparan y cómo hablan, y son un sostén absoluto de lo que es este carisma.

Y hay muchos lugares donde son necesarias estas familias. Y ellos se ofrecen para donde haga falta, donde nos envíe el Señor. Él viene con nosotros, esa es la verdad más cierta: viene con la familia y su vida se transforma, porque estar con el Señor es lo más importante. Y dice el Señor que lo más difícil que nos puede suceder como cristianos es instalarnos, instalarnos en la misión o lo que sea.

Pues el que ha sido enviado no se puede instalar, porque si no se corrompe el Evangelio, porque no están viviendo su vida. No están allí porque les gusta, no están allí porque han elegido ellos ir a Siberia, no han elegido nada. Han sido enviados y no viven su vida, viven la vida de otro.

Y eso, vivir la vida de otro, es fundamental para los fundamentos de nuestra fe. Porque si no, el demonio te puede decir que estás buscándote a ti mismo, ¿no? En el fondo todo esto te lo están manejando para ti.

Al cristiano esto no le puede decir el demonio: no estamos aquí por nuestro gusto ni por nuestro bien, el Señor conduce nuestra vida y quiere con nosotros evangelizar y nos está enviando a evangelizar. Y si hace falta una familia para enviarla a una comunidad que ha nacido en estos momentos a Laponia, allí vamos.

Por eso estamos haciendo una gran obra y vosotros tenéis que estar todos disponibles, todos disponibles a partir. Esa es nuestra fe. Si mañana digo que necesitamos ochenta familias aquí os levantáis todos. Y el que no se levante que se vaya del Camino. ¡Así! ¡Así! ¿El Señor necesita ochenta familias? ¡Os levantáis todos! Que cosa más grande que decir: «¿El Señor me necesita? ¡Aquí estoy Señor! ¿Tú necesitas una familia cristiana para ir a un sitio que es todo pagano, árido, donde no conocen a Jesucristo, no saben nada, está todo lleno de pecados, de soberbia, de orgullos, de amor al dinero, de envidias, de asesinatos, de todo lo que es el mundo y el infierno, y necesitas enviar unos cristianos que son la luz del mundo, en medio de aquellas tinieblas donde ellos son la luz? ¡Y todos te miran! Pues esto es nuestra obra, lo que estamos haciendo.